Adornos navideños políticos

En un cierre de año coexisten balances de lo transitado y expectativas sobre el futuro. Para las reflexiones políticas, la brevedad y simplicidad de los eslogans y frases hechas grandilocuentes servirán como punto de partida para formular análisis más profundos, pero igualmente entendibles por todos los niveles socio-culturales en simultáneo. Para lograrlo se deberá individualizar a los responsables políticos de diseñarlos y propagarlos, en lugar de detenerse en segundas líneas que solo los repiten. El valor de esta personificación se basa en la regla propagandística llamada “del enemigo único”, basada en que los humanos prefieren enfrentar a personas visibles antes que a oscuras abstracciones. Lo señalado explica porque para críticas, en lugar de referirse a Juntos por el Cambio o al PRO es más contundente decir “macrismo”, o que para entender el devenir electoral del Frente para la Victoria, Frente de Todos y Unión por la Patria entre el 2003 y el 2023, sea necesario decir “kirchnerismo”. Esta anomia es producto de la pérdida de la condición de partidos estables y coherentes de la UCR y el PJ, reemplazados por etiquetas electorales de coyuntura que devienen en análisis políticos confusos, como mezclar peronismo, menemismo y kirchnerismo sin definir si son o no sinónimos, por lo que cabe pensar que no es lo mismo decir “peronismo”, que involucra a la memoria de Perón en las malas praxis actuales, que decir “peronista”, en la que la adhesión individual a Perón se justifica. De allí la necesidad de acoplar a la abstracción grandilocuente de los eslogans la personificación de quienes los elaboran y promueven.

Definir la “personificación” de quienes tienen las máximas responsabilidades políticas exige un ordenamiento jerárquico y cuantitativo, que se puede expresar con la metáfora de un árbol navideño llamado Argentina, decorado con 355 esferas divididas en dos colores: las azules identifican a 26 cargos ejecutivos (presidente, vice, 23 gobernadores y jefe de gobierno de la Ciudad), y las rojas a los 329 cargos legislativos (257 diputados y 72 senadores). Sobre estos 355 políticos recaerá el compromiso de generar los cambios estructurales virtuosos necesarios para afrontar las urgencias presentes, y trazar una institucionalidad consistente a futuro. La diferenciación por color responde a que nuestra manipulada legislación electoral personifica y cuantifica en votos a los elegidos para cargos ejecutivos (la excepción es la ley de lemas), mientras que los legisladores acceden a través de listas sábanas que quitan al ciudadano la capacidad de elegir, por lo que en la práctica muchos de ellos responden a quienes los ubicaron en las listas, o conforman mini bloques que nadie votó, o pasan de una coalición a otra, o se convierten en libres negociadores. Esta liquidez ideológico-partidaria es la que, más allá de los saludables debates públicos, exige concentrar la atención pública en las 355 esferas navideñas políticamente decisorias, poniendo en suspenso en lo inmediato debates estériles sobre los antecedentes individuales de cada legislador, para concentrarse en sus desempeños actuales.

El mega decreto desregulatorio anunciado por Milei el 20 de diciembre, con independencia de sus diversas y discutibles facetas brinda un ejemplo de la usual disociación entre eslogan y objetivo encubierto, al desnudar inicialmente un rasgo de las resistencias corporativas a los cambios que las afecten: el uso de la hipocresía.  A horas de emitido, sectores políticos, corporativos y hasta vecinos caceroleros mutaron en eminentes constitucionalistas, pese a convivir con un sistema político que promulgó desde la reforma constitucional de 1994 más de 780 DNU sin que fueran verificados por el Congreso, y que no cumple los fallos de la Corte Suprema, sometiéndola inclusive a un trámite de juicio político. Esta hipocresía presenta el desafío de recuperar la institucionalidad a futuro rompiendo con la trampa de repetir lo malo que “antes se hizo”, pero sin facilitar por ello los intereses de beneficiarios de prebendas y corrupciones a costa del erario público, que impedidos de promover el eslogan “nuestras prebendas y privilegios están en peligro”, están hoy unidos bajo el grito “¡Viva la Constitución, carajo!!”.

Aún quienes no profesen la costumbre del árbol navideño o sea muy pequeño para replicar las 355 esferas políticas colgadas en el árbol Argentina, al momento del brindis deberían tenerlas presente pues definirán nuestro futuro.

Buenos Aires, 27 de diciembre 2023

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El eslogan en la política

El uso del eslogan no se agota en las campañas electorales, sino que es un instrumento habitual en la comunicación de un gobierno y en los debates políticos, por su condición de ser una frase breve fácil de recordar dirigida a lo emocional de los individuos, que llega a todos los niveles socio-culturales en simultáneo dando por sentado su comprensión y veracidad. Esta simplicidad se reflejó en el último debate entre los candidatos Milei y Massa, que pese a ser convocado para confrontar temas complejos de interés general ante una masiva audiencia televisiva, expertos asesores de campañas políticas aconsejaron a Massa lanzar a Milei una andanada de preguntas al estilo eslogan, exigiéndole que respondiera “por sí o por no”, sin mayores aclaraciones. Esta simplicidad lo convierte en una buena base analítica para desarrollar posteriores explicaciones o interrogantes.

El eslogan suele complementarse con una regla básica de la propaganda llamada “unanimidad y contagio”, fundada en la evidencia de la presión del grupo en la opinión individual. Jean-Marie Domenach, que en 1950 publicara “La propaganda política”, la ejemplificaba con tres sastres de Londres que en el siglo XIX dirigieron un petitorio al Rey, firmándolo “nosotros, el pueblo inglés”. Comprendida esta mecánica, vale citar la frase globalizadora “la gente”, que por su repetición por parte de políticos y analistas se asemeja a un eslogan, pero que carente de una cuantificación determinada, no sirve para definir situaciones o políticas en épocas de crisis, en las que es necesario definir acciones sectorizadas según las necesidades básicas no satisfechas o privilegios. En este caso “la gente” es un híbrido que actúa como pantalla para encubrir las responsabilidades de las dirigencias que provocaron esas situaciones extremas, sean políticas, sindicalistas o empresarias, que en las últimas décadas han actuado concomitantemente cuando de usufructuar recursos estatales se trata. Otras frases recurrentes que por su brevedad y repetición actúan como eslogans, es plantear si queremos “Estado o mercado”, o bien “achicar o agrandar el Estado”, como si estuviéramos ante un sastre al que pedimos nos adapte los pantalones según hayamos aumentado o reducido nuestro peso.

En primer lugar, dado que el concepto Estado refiere a una forma de organización política, social y económica, corresponde hablar de Gobierno, que es la parte encargada de llevar a cabo las funciones del Estado, que está conformado por instituciones y organismos burocráticos con responsabilidades indelegables (educación, salud y seguridad públicas), además de poseer el monopolio fiscal, legal (legislar, ejecutar y juzgar), y de la fuerza (instituciones armadas). Estas funciones básicas son de aplicación en cualquier país con independencia de su sistema político, por lo que la opción “Estado o mercado” es falaz, y hace sospechar que intenta encubrirlos los fracasos o complicidades de quienes ejercen funciones políticas públicas, en muchos casos producto de la patología que en cabeza de los gobiernos, encadena mafias, fascismos y corrupción. Contexto en el que a los funcionarios públicos y privados asociados los une el dinero, no ideologías de derecha, centro o izquierda.

Muchos dirigentes que declaman defender al Estado y/o Gobierno, mimetizándolos con la Patria, no explican sus fracasos de décadas en el desarrollo del país, o bien intentan evitar toda posibilidad de racionalizar y modernizar la estructura estatal afirmando que “no mueve el amperímetro” desde lo económico, lo que no es verdad si se realiza atendiendo los siguientes frentes administrativos en simultáneo: 1) ejemplaridad (en cuanto a idoneidad, capacidad y honestidad de funcionarios); 2) equidad (igualdad de oportunidades para el ingreso a la administración pública y destierro de los nepotismos); 3) organicidad (en cuanto a armados de organizaciones estatales racionales sin superposición de tareas, y con velocidad de respuesta ante los desafíos); 4) racionalidad presupuestaria (en cuanto a interrelaciones jerárquicas y optimización de recursos). De cumplimentarse estos requisitos a nivel del gobierno nacional, provincias e intendencias, más de un economista se sorprendería ante el enorme beneficio económico-social resultante.

Buenos Aires, 20 de diciembre 2023

Brevedades engañosas

La formulación de mensajes simples y breves, para que sean masivamente entendibles apelan a palabras que presuponen maldad (mafioso, fascista), virtud (igualdad, soberanía), o combinan opuestos, poniéndose el emisor del lado positivo (democracia o mafia). Esta regla llamada “de simplificación” se potenció con la brevedad que exigen las redes sociales, donde se opina sin profundizar. Por ello cuatro palabras de uso habitual en los debates políticos merecen una definición inicial que supere la brevedad del eslogan, porque identifican a sectores que intentarán mantener privilegios e impedir los cambios virtuosos que demanda la sociedad: mafia, fascismo, espionaje y corrupción.

Mafia.- Originada en Sicilia, el sociólogo italiano Gaetano Mosca la definía como una estructura de poder paralela, surgida por incapacidad o complicidad del Estado. Sus negocios privados (prostitución, juego, contrabando), requerían de coberturas estatales (funcionarios, policías, jueces), logradas mediante sobornos o amenazas. Tras la Segunda Guerra surgieron mafias en cabeza del Estado para saquear dineros públicos, que son los más desprotegidos y fácilmente obtenibles. En este caso los privados (contratistas, proveedores, concesionarios), pasaban a ser cómplices externos de funcionarios públicos. Para poder decir ante un escándalo de corrupción“el presidente, el vice o el ministro no podían saberlo”, se diseñan confusos circuitos burocráticos. Sean los corruptos privados o estatales, utilizan información privilegiada, sobornos, tráfico de influencias, evasión fiscal, lavado de dinero, extorsiones, fraudes, malversaciones y prevaricación. Los empleados o funcionarios honestos que se rebelen, carecerán de toda apoyatura gremial en su defensa.

Fascismo.- “Fascio” es un término italiano que describe a un conjunto de varillas consideradas frágiles individualmente, pero fuertes si se unían, principio simbólico aplicado a organizaciones políticas. En 1919 Mussolini fundó los “fascios” de combate, que eran “escuadras” de acción directa (camisas negras), que derivaron en un partido político que intentaba organizar la economía y las relaciones entre clases en nombre de “los intereses superiores” de la nación. En febrero de 1934 se crearon las corporaciones, que inspiradas en la idea de “representación de intereses”, reunían por cada sector productivo a sus empresarios y trabajadores, De sentido nacionalista, ideológicamente promovía la uniformidad cultural, autarquía económica y autocracia política. Tras la derrota militar en 1945, el fascismo dio lugar al populismo, que puede ser de derecha o izquierda. Por lo que el término “casta” empleado exitosamente por Milei en su campaña, de ahora en más deberá sustituirse por “corporaciones”, muchas de las cuales encabezarán la resistencia a perder privilegios,

Espionaje.- En primer lugar debe asumirse que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) como tal no existe, por incumplir el artículo 2do. de la ley 25.520, que le adjudica la misión de obtener, sistematizar y analizar información específica de “hechos, amenazas, riesgos y conflictos que afecten la seguridad exterior e interior de la Nación”. Por el contrario, el organismo se dedica solo a espionajes políticos domésticos, carentes de inteligencia o contrainteligencia, por lo que no es casual que en su conducción roten políticos, legisladores, fiscales y empresarios sin idoneidad y formación específica, situación inédita a nivel internacional. Una alternativa sería pasar el organismo al ámbito de la Policía Federal, que posee extensión territorial, contacto con todas las esferas sociales, y personal de carrera mucho más profesionalizado.

Corrupción.- La etimología de la palabra es “arrebatar, alterar la forma de algo, quitar alguna cosa con fuerza”, lo que engloba tanto a las variantes delictivas (robar), como a deformaciones institucionales no penalmente punibles, pero diseñadas para generar un “estado de corrupción”, cuyos actos corruptos son planificados, sistemáticos, ejecutados y/o avalados desde el Estado, y cuyos corruptos activos necesitan del silencio o complacencia de cómplices pasivos, penalmente inocentes. Entender esta interrelación entre corrupciones delictivas e institucionales lo ejemplifica un reciente escándalo. Meses atrás, el titular de un periódico expresaba: La Legislatura de la provincia de Buenos Aires sesionó solo una vez en seis meses y tiene a los diputados y senadores más costosos del país. Cuenta con un presupuesto de $62.100 millones y en lo que va de 2023 la actividad en el recinto fue casi nula. Por año, cada senador requiere de un gasto de $557,6 millones y  un diputado, de $397 millones”. Esta corrupción institucional fue el caldo de cultivo precedente para que surgiera el caso delictivo del empleado apodado “Chocolate”, y explicara el silencio de todos los sectores opositores, que “nada sabían”.

Un aspecto común a mafias, espionaje y corrupción refiere a que las denuncias o carpetazos se usan para degradar, presionar, negociar, especular, pero jamás pretenden llegar a un juicio oral y público que desnude tramas. Ejemplo, las resistencias y dilaciones para iniciar el juicio por coimas en la obra pública.

Buenos Aires, 06 de diciembre 2023