Fábrica de chocolates

La campaña electoral, al concentrar en un corto período de tiempo gestión, propaganda, discurso, debate y realidad, si se los interrelaciona adecuadamente posibilita útiles aprendizajes. En este caso se observa que las propuestas son suplidas por el intercambio de acusaciones y personalismos disociados de la situación económico-social del país, y que la propaganda y el discurso son poco creativos porque no pueden asociarse a los antecedentes de las coaliciones y candidatos. Al punto que el eslogan “tenemos con quien ahora” no refiere al novedoso Milei sino al conocido Massa, integrante de un gobierno que alcanzó niveles de inflación y pobreza que retrotraen a la crisis 2001-2002, y ahora promete que a partir del 10 de diciembre todo será mejor. Señalaba el periodista Fernández Díaz, que “hay más creatividad en las calles y en las redes que en la dialéctica electoral; en la grey anónima que en el púlpito”. No sorprende entonces que las estrategias de costosos asesores de campaña extranjeros y argentinos, concluyan en las habituales prácticas clientelares de reparto de dinero, bonos, electrodomésticos y colchones.

Estas inconsistencias y mediocridades abren interesantes flancos analíticos, tras clarificar conceptos. Corrupción significa alterar, trastocar, deformar algo, por lo que no refiere solo al saqueo de recursos públicos, sino a diseñar leyes y normas que lo facilitan, y fomentar complicidades activas o pasivas, consistentes en “dejar hacer, dejar pasar”. Un acto corrupto se puede producir en un ámbito público o privado, pero la existencia de un estado de corrupción es una responsabilidad exclusiva del Gobierno, conformado por personas físicas concretas que integran los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, pues el Estado es un intangible conceptual. Facilita entender esta problemática el reconocimiento explícito que todos los sectores políticos hacen de la existencia de mafias, que el sociólogo italiano Gaetano Mosca, como estructuras de poder paralelas surgidas por incapacidad o complicidad del Estado, y que en nuestro caso están instaladas dentro del Estado.

El caso de corrupción en la legislatura de la provincia de Buenos Aires protagonizado por el empleado apodado “Chocolate”, si bien es un personaje menor, cobra relevancia porque al involucrar a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, brinda la oportunidad de entender la matriz de la corrupción estatal a partir de su organización burocrática, utilizando a “Chocolate” solo como metáfora para preguntarse: ¿cuál es la fábrica de chocolates? Pues los hay de alto costo como en el caso del Banco Nación conducido por Batakis, o de super lujo como en el caso Insaurralde. El presente proceso electoral con sus escenográficas diatribas que omiten la corrupción ofrece pistas. Con listas sábanas mediante, nadie ocupa cargos políticos por casualidad, por lo que se configuran tramas que interrelacionan diversos sectores y compromisos, que se ramifican en empleos varios a los que no se ingresa por concurso para brindar igualdad de oportunidades a los ciudadanos, sino designando en niveles de conducción a familiares directos, ex esposos/as, novios/as y amigos sin formación adecuada, para que actúen bajo el principio de “gozar y dejar hacer”. Ascendiendo en la escala jerárquica estatal (o fabril en esta metáfora), surgen los intendentes, gobernadores, hasta llegar al presidente, máxima autoridad del directorio en un país que se dice fuertemente presidencialista, por lo que en su condición de tal designa a ministros, responsables de organismos de control, y conducciones de diversas áreas y empresas. Los aportantes de capital en esta gran fábrica de chocolates son los ciudadanos, que con sus impuestos deben afrontar las seguras pérdidas económicas, pues ante la monumental e ineficaz organización burocrática de la empresa/gobierno, sea por complicidad o incapacidad, circulan chocolates, chocolatines y huevos de Pascua carentes de todo control, o bien estos corren por carriles subterráneos.

Proteger y justificar estas tramas exige altas dosis de cinismo, que se expresa cuando ante el estallido de escándalos y llegado el tiempo de asumir responsabilidades, quienes conducen, administran, auditan y controlan el funcionamiento de la fábrica, y presionan, degradan y aún juzgan a jueces y fiscales honestos que intentan sancionar corrupciones, dicen “que investigue la justicia”. Aplíquese esta descripción a todos los casos de corrupción conocidos.

Buenos Aires, 04 de octubre 2023

Políticas fulleras

El tránsito hasta la elección que definirá quien gobernará en el período 2023-2027, ofrece elementos analíticos claves cuyos efectos nocivos, de no detectarse los engaños y falacias de campaña, no tendrán retorno. Esta instancia la explicitó Maquiavelo hace más de 500 años al señalar: “En las cosas del Estado los males que nacen de él cuando se los descubre a tiempo se los cura pronto; pero ya no tienen remedio cuando, por no haberlos advertido, se los deja crecer hasta el punto de que todo el mundo los ve”. El mayor mérito de este gobierno, dicho sin ironía, es haber transparentado los males de nuestro Estado, en la continuidad de sus malas praxis estratégicas, ideológicas y de gestión durante su mandato, lo que explica la desesperanza, hartazgo y desinterés electoral de la ciudadanía. Comenzaron con la inédita designación de Alberto Fernández como candidato único a presidente por parte de la autodesignada vicepresidente Cristina Kirchner, con posterior acople de Sergio Massa, y se cierra con la señora Kirchner ausente, Fernández resignando su investidura y obligaciones, y Massa desempeñando en simultáneo los roles de ministro de Economía y candidato presidencial.

La dualidad de Massa planteaba un interrogante: ¿priorizaría políticas que faciliten una transición viable a partir de diciembre, o empeoraría todos los indicadores económicos-sociales con el solo objetivo de alcanzar como sea el poder, sostenido por dirigencias corporativas que lucran con los recursos estatales? Las acciones adoptadas dan una respuesta. Sin embargo, eslógans como “casta política” o “terminar con el kirchnerismo” son engañosos, pues ocultan que las degradaciones estructurales e institucionales se produjeron y producen con la complicidad, inacción o incapacidad de vastos sectores políticos, gremiales y empresarios, por lo que la problemática no excluye a la novel Libertad Avanza (Milei), y a Juntos por el Cambio (Bullrich).

Si bien en los diagnósticos es usual referirse a lo sectorial en modo genérico, para esclarecer responsabilidades se debe apelar a identidades concretas. De igual modo no cabe distraerse con los cruces políticos farandulescos que revolean prontuarios y familiares, sino en exigir propuestas concretas en cuanto a medidas contra la inflación, estructura de ministerios y empresas públicas, cantidad de cargos políticos, reglas laborales que favorezcan salarios y no enriquezcan a sindicalistas, entre otros aspectos. Dejando en claro que las transformaciones no dejarán desguarnecidos a los más necesitados, menos aún en este contexto socio- económico, sino afectarán a los privilegios que disfrazados de derechos, usufructúan funcionarios, gremialistas y empresarios.

Dos hechos recientes exponen las dificultades que existirán para lograrlo, y desterrar las matrices del atraso: 1) A menos de tres meses de finalizar el mandato, el candidato/ministro Massa presentó un proyecto de reducción del impuesto a las Ganancias. Para lograr el quórum necesario en diputados, el oficialismo contó con el aporte de Milei, “federales” de Schiaretti, la izquierda, y cuatro diputados radicales “que responden” a Jacobitti y Lousteau. Con su estilo vociferante contra la “casta”, Milei justificó su apoyo en el compromiso de bajar impuestos; sin embargo ninguno de los bienintencionados explicó que medidas se adoptaban en paralelo para recortar los gastos públicos y políticos ociosos que eviten incrementar el déficit fiscal y en consecuencia mayor inflación que en pocos meses diluirá el beneficio de la medida, dado que se aprueban montos fijos y no un régimen de actualización permanente. 2) Esta omisión la explicaría el segundo suceso, también en un ámbito legislativo. Un empleado electricista de la legislatura de la provincia de Buenos Aires, apodado “Chocolate”, retenía las tarjetas de débito de decenas de “ñoquis” o personas que ignoraban que eran empleados públicos, para recaudar sus haberes. Detenido “in fraganti”, los jueces “legítimos” Benavídez y Villordo, como se autodenominan quienes protegen la impunidad en casos de corrupción, tras su detención ordenaron su liberación, invocando errores de procedimiento para hacer caer la causa. Dado que el hecho se produjo en el ámbito institucional en donde convergen todas las expresiones políticas, y ante el silencio de funcionarios y opositores, cabría sospechar que para fines lesivos a los recursos estatales los acuerdos y complicidades multipartidarias son posibles. Quizás el radicalismo tenga a “Frutilla”; el PRO a “Salmón”; los federales a “Yerba”, la izquierda a “Polenta”, y Milei esté buscando un producto comercial acorde para la tarea.

El eslogan “La Patria sos vos” en este caso sería adecuado, porque pareciera no incluir a quienes ejercen responsabilidades de representación pública.

Buenos Aires, 27 de septiembre 2023

Bosque de palabras

Si bien los resultados electorales indicarían que los ciudadanos ya no se someten pasivamente a viejas estrategias de campaña por parte de fracasadas dirigencias, esta reacción por sí sola no será suficiente para impedir que los beneficiarios privilegiados de los recursos del Estado intenten perdurar en el poder. Por ello, mientras los asesores de campaña instruyen a los candidatos como hablar y actuar, el ciudadano se deberá ejercitar para sumar un espíritu crítico a lo emocional para detectar omisiones y falacias en el bosque de palabras que mezclarán propuestas con propaganda para convencer con mensajes simples a todos los sectores socio-culturales por igual. Clases dirigentes fluctuantes y oportunistas responsables de la decadencia y vigentes desde hace décadas, hace irrelevante detenerse en analizar líquidas ideologías, pues si alguna condición las caracteriza, es la de ser conservadoras en el ejercicio del poder. En este contexto, la frase “no me interesa si el gato es blanco o negro; me interesa que cace ratones” pronunciada por el líder Deng Xiaoping, cuando en 1978 con sus reformas inició el gran crecimiento de China, describe nuestro desafío en la próxima elección.

Las frases simples, breves y contundentes del eslogan, que incluye aspectos psicológicos como recuerdos, semejanzas e identificaciones personales, son el instrumento propagandístico por excelencia. Pero su efectividad depende de dos condiciones de difícil cumplimiento por nuestras clases dirigentes: que se articule con el contexto social, y exista armonía entre el mensaje y sus emisores, lo que explica la poca credibilidad y creatividad de los mensajes de campaña. Su utilidad entonces estará en detectar omisiones y falacias antes que virtudes. Recientemente la preocupación del gobierno fue la de rechazar la palabra “saqueo” ante los ataques sufridos por diversos comercios, pues se asocia a los saqueos del 2001, y contradice el planteo amenazante de que el peronismo (o los disfrazados de tales), es el único que asegura estabilidad social. Pero en lo operativo, las declaraciones de la vocera presidencial y de los ministros de Seguridad de Nación y Provincia tras las convocatorias a los saqueos/robos/pillajes vía redes sociales, también revelaron la ausencia de toda inteligencia policial previa, lo que incorpora dos conceptos a considerar en una reforma estatal respecto a los funcionarios políticos: la inutilidad (no útil para la función), y los daños estructurales parasitarios (destruir organismos desde su interior).

Otro ejemplo que se asimila al eslogan es el nombre de las coaliciones. La oficialista Frente de Todos mutó en Unión por la Patria, pero con la misma conformación de origen con distinto orden; Fernández, Kirchner y Massa del 2019 se presentan ahora como Massa, Kirchner y Fernández. La conocida locuacidad y adaptabilidad política de Massa, será útil para ejercitar en lo inmediato un espíritu crítico en cuanto a lo discursivo. La estrategia del miedo cumple con el principio de que debe llegar a todos los niveles socio-económicos por igual. A los más vulnerables se les amenaza con la pérdida del “Estado presente” a través de subsidios, planes sociales o supuestos derechos. De igual modo a los empresarios prebendarios del Estado con la pérdida de sus privilegios asociados a funcionarios, y al sector financiero con un nuevo Plan Bonex a ser aplicado por los opositores, omitiendo que en su momento lo implementó el peronismo en perjuicio de sectores medios.

Una eficaz propaganda debe cumplir con la regla de “Orquestación”, consistente en la repetición constante de temas que interesan al emisor, y en perjuicio del opositor. Un claro ejemplo es la permanente referencia por parte del gobiernoa “la deuda de 45.000 millones de dólares que Macri tomó con el FMI”, asociando objeto (deuda), institución (FMI) e individualización del culpable (Macri). Pese a tal loable preocupación, no existe información oficial relativa a cuál es la deuda pública total que será trasladada al próximo gobierno en monedas extranjeras y nacional, que varias fuentes informativas especializadas no oficiales la ubican por todo concepto en más de 400.000 millones de dólares, y que se canceló con el FMI solo unos 1.000 millones de dólares. Debiera preocupar entonces que los equipos económicos de las oposiciones no brinden una detallada información al respecto durante la campaña, dado que marcará la viabilidad de muchas de las propuestas electorales. Hasta que no se ingrese a la etapa de explicitarlas de modo concreto y ordenado que permitan avizorar un futuro, solo resta continuar asistiendo a los superficiales mensajes públicos que se intercambian Milei, Bullrich y Massa, y jugar con adivinar por cuanto fallarán las encuestas.

Buenos Aires, 30 de agosto 2023

Próxima newsletter el miércoles 27 de septiembre 2023

Opiniones y rumores

A 62 días de la elección nacional presidencial en la que competirán las coaliciones encabezadas por Milei, Bullrich y Massa, políticos y analistas permanecen estancados en opiniones que basadas en supuestas fuentes confiables no superan el carácter de rumores, en hacer combinaciones numéricas para presuponer el próximo resultado electoral, en inefables encuestadores intentando lograr un acierto, en debates académicos acerca de la dolarización, y en indagar o anunciar nombres de posibles ministros. Esta saludable diversidad comunicacional omite, por responsabilidad esencialmente política, lo más importante para la sociedad, como es la presentación y debate de los programas de gobierno, que deben ser integrales y con acciones cronológicamente ordenadas en función de prioridades y factibilidades, para lo cual se necesitan dos datos inmediatos e imprescindibles: 1) cuál será la estructura burocrática nacional, que a partir de los Ministerios supera los 10.000 cargos políticos. 2) cuál es la deuda pública externa, interna y reservas del Banco Central al mes de agosto, actualizada mensualmente hasta noviembre.

Mientras las indefiniciones programáticas subsistan, será útil detectar señales y contradicciones producidas por diversos actores políticos, incluidos los sindicales y empresariales, partiendo de los principios de la propaganda política, que si bien se relaciona con los instintos y mitos populares, se expresa con distintos niveles de racionalidad. En la desarrollada por muchos de nuestros dirigentes predomina la hitleriana, que según describe Jean-Marie Domenach (1950), “se dispersa en gritos de guerra, imprecaciones, amenazas, profecías vagas, y si es necesario, hacer promesas tan descabelladas que no pueden ser admitidas por el ser humano, sino cuando la exaltación le hace responder sin reflexionar”. En este contexto, los matices emocionales que atraviesan a las coaliciones en pugna serían la DESESPERACIÓN en la oficialista para mantener el poder, que se expresa en Massa eludiendo hablar de economía y seguir mencionando a Macri; la SORPRESAen Milei, que intentará sostener su discurso en base a las castas y parásitos estatales, y la CONFUSIÓNen la principal oposición, que pone a Bullrich ante el desafío de plasmar un programa creíble que genere un cambio profundo pero de implementación sustentable.  Hasta que las propuestas se concreten, es útil detenerse en las falacias y contradicciones discursivas e ideológicas.

Respecto a las deudas totales del Estado, Massa transparentó la necesidad de conocerla con datos oficiales concretos, dado que en un reportaje televisivo el pasado miércoles mencionó la deuda contraída por Macri con el FMI, e insólitamente afirmó que no tuvo que ver con la renegociación del ex ministro Guzmán con el Organismo y aprobada legislativamente, como si su gobierno estuviera integrado por funcionarios independientes entre sí.

En lo ideológico, la vicepresidenta Kirchner expresó en un discurso que “es momento de la generación diezmada”, en referencia a las víctimas de la represión militar en la década del 70. Pero muchos de sus descendientes hoy en el gobierno, en lugar de hablar como entonces de “la patria contratista y financiera”, actúan codo a codo con empresarios para desarmar la causa por corrupción en la obra pública conocida como “Cuadernos”, y permite en silencio que el sector financiero haga fructíferos negocios prestando dinero al Estado a tasas privilegiadas, y logrando atractivas ganancias con los distintos tipos de dólares, bonos y dólar futuro.

En la configuración de la estructura burocrática nacional, Milei hizo un aporte parcial al anunciar que tendrá ocho Ministerios, indicando misiones y funciones. Pero simultáneamente planteó la desaparición de organismos como el Conicet y el Incaa, sin intentar un saneamiento que elimine sus deformaciones parasitarias, para que puedan concretar sus objetivos si son socialmente útiles. En cuanto al oficialismo, se presupone que mantendrá la sobredimensionada estructura vigente, y en Juntos por el Cambio no hay definiciones aún.  

Cuatro hechos de inseguridad producidos en la semana previa a la elección, ejemplificaron que entienden los funcionarios por “sangre en las calles” si pierden el gobierno. Una niña, un cirujano y un jubilado fueron asesinados por delincuentes comunes con motivo de robo en la provincia de Buenos Aires, y un activista de izquierda murió de un infarto al resistirse a la policía en una manifestación en el obelisco porteño. Por las tres víctimas inocentes no hubo declaraciones del gobierno, como si las hubo en el caso del activista, mencionando una brutal represión policial. La incipiente campaña se desactivó cuando se supo que el fallecido había sido un importante cuadro de la organización terrorista FARC.

Mientras no haya propuestas, cabe destinar un espacio breve  a las candilejas políticas. La doctora Carrió está enojada con Macri. El funcionario Larroque ingresó en el terreno del misticismo, anunciando que si el oficialismo pierde la elección “nos estaremos acercando al infierno”. Y se confirmó que Milei y Fátima Florez iniciaron un romance.

Buenos Aires, 23 de agosto 2023

Políticos sonámbulos

Definidos los candidatos a presidente competitivos (Milei 30,15%, Bullrich 28,26% y Massa 27,18%), el siguiente mojón electoral será el 22 de octubre. De haber segunda vuelta el 19 de noviembre, se presenta la curiosidad de haberse destinado 87 días para la campaña, y tan solo 20 días para que la coalición triunfadora organice la transición de autoridades y ajuste el programa que el presidente deberá explicitar el 10 de diciembre ante la asamblea legislativa. Vale decir que se dedica cuatro veces más tiempo al decir y prometer en campaña, que al organizar el inicio de un nuevo gobierno.

Para que los ciudadanos evalúen los desenvolvimientos políticos próximos, cabe destacar aspectos de la reciente elección, comenzando por una confesión en primera persona: jamás pensé que Milei podía superar en votos y extensión territorial a las estructuras nacionales de “JxC” y “UxP”. Lo sorprendente es que lo mismo sucedió con sus propios candidatos, asesores de campaña e imagen, encuestadores, y analistas políticos en general. Es por ello que vale reflexionar sobre posibles causales de modo comprensible para la sociedad en su conjunto, cuyo criterio parecería estar más desarrollado de lo que la vieja política supone. Para plantearlas vale utilizar los mismos principios de la propaganda política moderna, nacida a principios del siglo XX, cuando los viejos imperios como el zarista, alemán, austro-húngaro y otomano fueron barridos porque sus tradicionales monarcas, obviando la situación de sus pueblos, jugaron a ser estrategas bélicos pensando hasta horas antes del inicio de la Primera Guerra que ésta nunca llegaría, por lo que el historiador Christopher Clark los caracterizó de sonámbulos, situación que pareciera atravesar a nuestras dirigencias en general. Referencias a destacar:  

1.- El recordado clamor “que se vayan todos” de los años 2001-2002 fue entonces una imprevista reacción emocional. Veintiún años más tarde, con muchos de sus personajes en actividad, la reacción social tiene una encarnadura numérica y física con el 30,15% de Milei y el 4,73% de votos en blanco. 2.- Milei aplicó a la perfección el principio de que los eslogans deben ser breves, claros, ciertos y con amplio consenso social, al plantear “terminar con la casta política parasitaria”. Por el contrario, el oficialismo lanzó el híbrido “la Patria sos vos”, y la oposición que “para gobernar hace falta un 70% de consenso”, lo que sugiere un acuerdo de castas. 3.- Para mayor confusión, las invocaciones de unidad y consenso se pronunciaban mientras viejas dirigencias amigas en el pasado y enemigas hoy, malversaron los debates tirándose videos que certificaban sus múltiples realineamientos partidarios y opiniones contrapuestas vertidas a lo largo de sus carreras. 4.- Milei afectó el preconcepto facilista y prejuicioso de que el clientelismo y sus punteros manejan a los votantes del castigado conurbano profundo, mientras los líderes partidarios negocian con enriquecidos empresarios prebendarios del Estado. Se introdujo en las barriadas y tomó contacto directo con los supuestos “manejados” por tradicionales políticos a través de notebooks, colchones y bicicletas.

Si bien los primeros análisis de los resultados electorales ineludiblemente se basan en datos numéricos duros expresados en votos y porcentajes por jurisdicciones, esta etapa pareciera prolongarse. Tras aclarar sapientemente que “los votos son de la gente, no de los políticos”, políticos y analistas comienzan a suponer si Bullrich mantendrá los votos de Larreta, Massa los de Grabois, como capturar a quienes no votaron, y así sucesivamente. Sería más útil para la sociedad que en lugar de entusiasmarse con misticismos numéricos que suelen fracasar, analistas y periodistas dediquen espacios para debatir las propuestas de gobierno concretas de cada candidato.

Cabe alertar sobre la utilización por parte del oficialismo de una de las técnicas propagandísticas más clásicas para sumir a los ciudadanos en una falsa simplificación que evite explicar gestiones y propuestas, llamada “Del enemigo único”, que bien describe Jean-Marie Domenach: “Concentrar en una sola persona las esperanzas del sector al cual se pertenece o el odio que se siente por el sector adverso es la forma más elemental y beneficiosa. Las masas prefieren enfrentar a personas visibles más bien que a fuerzas oscuras. Si se las convence que su verdadero enemigo no es tal partido o tal nación, sino el jefe de ese partido o nación, se matan dos pájaros de un tiro”. Ello explica la reiteración de las menciones a Cristina Kirchner y Macri en sus supuestos roles de “jefes”, y no en sus Coaliciones. Y de igual modo, utilizar ideológicamente las categorizaciones de derecha e izquierda sin mayores explicaciones. Esta regla básica aplicada por fracasados políticos pareciera perder eficacia, según muestran los resultados electorales recientes.  

Buenos Aires, 16 de agosto 2023

De lo familiar a lo público

A partir del próximo 14 de agosto cabe suponer que se cerrará la etapa de intercambio de polémicas de carácter casi familiar, en las que conocidos políticos discuten sus prontuarios e intentan presentar como propuestas concretas a meras intenciones vacías de contenido. En consecuencia, la halcona Bullrich o el palomo Larreta que encabezarán la etiqueta “Juntos”; el derechista Massa o el izquierdista Grabois “Unidad”, y el expansivo Milei “Libertad”, deberán presentar ante la sociedad programas de gobierno racionales y factibles en su formulación y aplicación, sin necesidad de que canten, bailen o hagan guiños, pues lo que se elegirá es a un presidente para que supere una crisis económico-social dramática, y no a un comediante.

Para este nuevo tránsito vale mencionar aspectos relevantes. En cuanto a las propuestas electorales, del oficialismo no solo se juzgan sus 44 meses de gestión, sino también los meses que transcurran hasta la elección de octubre. En este contexto actuará inevitablemente a la defensiva, lo que incluye la amenaza cierta de “sangre en las calles” si no triunfa. A la oposición le cabe entonces una mayor responsabilidad en cuanto a convencer a la ciudadanía con un programa racional y creíble para el difícil período 2023-2027. Pero existe una obligación prioritaria compartida entre oficialismo y oposición, consistente en brindar dos informaciones esenciales para que las propuestas sean viables: 1) explicitar la conformación de la estructura burocrática de gobierno centrada en los cargos políticos (no de empleados de planta), hoy ineficaz, plagada de privilegios y con circuitos que promueven la corrupción; 2) explicitar el estado real de deuda total externa (moneda extranjera) e interna (moneda nacional); esta última no solo es en pesos, sino también en dólares, tal el caso de la existente con importadores. Las cifras en danza indican que la deuda con el FMI de 45.000 millones de dólares “de Macri”, se incrementó en un monto aún mayor durante la actual gestión. Estos dos datos públicos, pilares de cualquier propuesta de gobierno, implican un “shock” pero estrictamente político en cuanto a responsabilidades. Y evita que el triunfador en la elección agobie a la ciudadanía durante su mandato diciendo que encontró una situación peor a la que pensaba.

Cabe una reflexión en cuanto al circuito comunicacional entre el emisor (político) y el receptor (ciudadano). Los asesores de ambas coaliciones debieran aconsejar a los candidatos abandonar la onda de debate entre viejos conocidos basado en si es peor el que podría irse o el que podría venir, pues al respecto los ciudadanos podrían apropiarse del eslogan de un conocido supermercado: “Yo te conozco”. Pero como la propaganda electoral al momento no ha sido muy creativa, salvo toques de humor por las promesas que en sus spots formulan desconocidos que lucran con los aportes públicos para emisión de boletas, es oportuno intentar identificar inconsistencias o falacias en los eslogans políticos, como modo de detectar también engaños discursivos. Tomemos dos ejemplos: a) el eslogan oficial “La Patria sos vos”, omite decir “la Patria somos todos”, incluyendo a quienes gobiernan. La demagogia irracional lleva a estos fallidos o confesiones. b) desde hace décadas queda bien decir “con la inflación sufren quienes menos tienen”. Pero si se invierte el orden de las palabras diciendo “con la inflación sufren menos o ganan más quienes más tienen”, expresaría mejor la problemática de nuestro país, y expondría más claramente a los benficiarios.

La forma en que las oposiciones enfrenten y neutralicen a los aparatos de gobierno, es presentar a la sociedad una propuesta clara, factible, creíble y esperanzadora. Jean Marie-Domenach en su libro “La propaganda política” (año 1950) establece un principio: “Ninguna propaganda, ni siquiera la hitleriana, es invencible cuando se encuentra con otra propaganda bien organizada que la enfrenta”. Si bien lo emocional es inevitable a nivel masivo, en estas circunstancias de desinterés electoral es esencial apelar también a lo racional. Para despertar el interés del votante para juzgar la viabilidad de las propuestas, se deben presentar en secuencias interrelacionadas, y por orden de prioridad: estructura burocrática política, manejo de las deudas oficializadas, educación, seguridad, salud, y así sucesivamente, en lugar de hacerlo caóticamente, con el candidato tirando una promesa aislada según sea el ámbito dónde se presente. Valorar el qué, el cuándo, el cómo, y en los  acuerdos, sus bases y firmantes.

Buenos Aires, 09 de agosto 2023

Sangre, todo y acuerdo

Una campaña electoral mediocre y farandulesca que disminuye la movilización de votantes, no debiera impedir detectar y analizar los vicios exhibidos por sus actores, porque deberán ser los ciudadanos quienes impulsen transformaciones de fondo que serán resistidas por los beneficiarios del atraso y la pobreza, sabiendo que tras el “que se vayan todos” del 2001, se quedaron todos, agravaron los problemas desde entonces, y más allá del resultado de las elecciones seguirán estando casi todos.

Para identificar las patologías discursivas y estructurales es útil aplicar principios de la propaganda política, basada en mensajes sencillos, breves y comprensibles por toda la población, hecha la salvedad que dicha simplicidad puede usarse en mensajes engañosos o falsos. La propaganda política moderna surgió en las primeras décadas del siglo XX, con la secuencia temporal Lenin/Trosky, Mussolini y Hitler/Goebbels, apellidos que marcan dos detalles: sus técnicas son igualmente usadas por derechas e izquierdas, y se crearon al amparo de regímenes despóticos con objetivos de perpetuación. Trasladadas a sistemas democráticos débiles que no cumplen con las razonables rotaciones en los niveles de representación ciudadana, las reglas sufren distorsiones y contradicciones que conspiran contra la eficacia de los mensajes, pues al repetirlos los mismos personajes años más tarde, dejan de ser creíbles. Continuidades que tampoco cumplen con el principio de que en contextos políticos-sociales dramáticos, como sucediera en Rusia, Italia y Alemania a comienzos del siglo XX, los mensajes sean esperanzadores en el corto y mediano plazo. Por el contrario, nuestra realidad está plagada de dirigencias políticas, empresarias y gremiales que de por sí, por sus descendientes o familiares, se mantienen desde hace décadas en un contexto de degradación social y económica. Simulan discursos progresistas pero son  profundamente conservadoras, reacias a todo cambio que las afecte. La presente campaña abunda en ejemplos de lo señalado.

En Rusia hoy nadie habla de Lenin o Stalin, en China de Mao Tse Tung o en Estados Unidos de Eisenhower. Pero en Argentina el oficialismo sigue haciendo uso y abuso de Perón y Evita al poner sus fotos en las boletas. Tampoco se cumple con el requisito de que los eslógans sean consistentes con la realidad y el emisor. Cuando en la época de los zares Lenin formula “Tierra y Paz”, fue comprensible por todos los rusos, en su mayoría analfabetos. Pero si Massa en un año como ministro llevó la inflación del 67% al 115%, el dólar oficial de $139 a $285 (el blue de $298 a $555), y en campaña dice “voy a ser el presidente que derrote a la inflación”, sugiere un desprecio por el entendimiento ciudadano. También se habla de Bullrich montonera; las privatizaciones de Menem; el suicidio de Favaloro provocado por Larreta; el blindaje de De la Rúa; la crisis del 2001; las reestatizaciones por los mismos que privatizaron; Macri endeudador; preguntan dónde están miles de millones de dólares fugados, quienes deben controlar y saberlo; se encara la épica de sacar al monumento de Roca del centro cívico de Bariloche, y felizmente, nos anotician que “somos un país rico en alimentos, energía y minerales”. Discursos que exhiben a una clase política estancada en el pasado, sin visión de futuro nacional.

Entre esta mediocridad pueden rescatarse tres eslógans que se interrelacionan. 1) “Sangre en las calles”. Amenaza planteada por funcionarios oficialistas que se presentan como únicos garantes de asegurar la paz social, que deberá considerarse, pues la “sangre” con fines políticos se planifica. No en vano la CGT no realizó paros durante esta gestión, y en las innumerables marchas de miles de reclamantes de planes sociales no se provocaron desmanes. 2) “Es todo o nada”. El eslogan de Bullrich podría entenderse como una actitud intransigente o temor a que una vez más nada cambie. Se deberá clarificar qué alberga el término “todo”. 3) “Se necesita un acuerdo del 70%”. Larreta deberá aclarar si se refiere a acuerdos entre políticos como sugiere el alto porcentaje, pues es sabido que en estos casos se canjean cargos y prebendas, lo que aumentará la deformada estructura burocrática. Estos interrogantes, tras las PASO, deberán responderse explicitando propuestas, describiendo los acuerdos e indicando los firmantes.

Buenos Aires, 02 de agosto 2023                   

Stand up electoral

Un principio de la propaganda política sea para transmitir verdades o falsedades, es limitarse a una pequeña cantidad de ideas simples en mensajes breves adaptados a diversos públicos, orquestados a través de su repetición incesante (Jean-Marie Domenach, 1950). Pero también existen los hoy llamados “stand up” unipersonales, como los recordados monólogos de Tato Bores y Enrique Pinti, entre otros, y actualmente Alejandro Borensztein en su columna gráfica dominical, que con humor han reflejado didácticamente nuestras históricas coyunturas políticas a través de mensajes claros destinados a todos los estratos socio-culturales por igual, que incluso provocan en la platea risas compartidas de radicales, peronistas, neoliberales, populistas y anquilosados gorilas. Por el contrario, los stand up de nuestros candidatos, como la halcona Bullrich, el palomo Larreta, el derechista Massa, el izquierdista Grabois o el enloquecido Milei no mueven a risa, pues solo se concentran en cruzar acusaciones, anécdotas familiares y autocomplacencias, para disimular la ausencia de propuestas insertas en un programa integral factible. A esta superficialidad se acoplan analistas y periodistas, que se solazan en las abundantes necedades y contradicciones dialécticas de los disertantes, en lugar de ser más exigentes en cuanto a que los candidatos expliquen sus deshilachadas propuestas asociadas al qué, cuándo y cómo.

Dado que se supone que tras las PASO los candidatos elegidos y sus agrupaciones tendrán definidas las propuestas troncales de gobierno, vale alertar acerca de la ineludible necesidad de contar previamente con dos informaciones básicas  fuertemente interrelacionadas, sin las cuales muchos de los objetivos planteados ingresarán en el terreno de las intenciones y/o promesas: la reformulación de la estructura burocrática del gobierno central y la determinación oficial de la real deuda pública,  pues sin conocerlas y asimilarlas a la viabilidad de las propuestas, es irrelevante discutir si se hará una política de shock o gradual, sin mayores explicaciones.

Bajar los gastos políticos no debiera ser una demagógica dialéctica, sino consecuencia de reformular una estructura administrativa estatal que incluya empresas estatales, para destinarla a la prestación prioritariamente de los servicios públicos indelegables, y lograr un eficaz ordenamiento institucional. La tarea se debe centrar en los estimados 10.000 cargos políticos nacionales, y racionalizar el número de Ministerios, Secretarías y Organismos irrelevantes y costosos, creados solo para albergar compromisos políticos. Para tal objetivo el orden de prioridad es una sana estructura burocrática, personal político y de planta debidamente formado, y como natural consecuencia, arribar a un ahorro de gasto público, que será importante. Al concentrarse en los cargos políticos, que definen la eficacia de un gobierno, se evita que para que nada cambie, se anuncie como excusa que se echarán arbitrariamente a miles de empleados.  Se debe asumir que esta racionalidad es igualmente dolorosa para oficialistas y opositores de turno.

En cuanto a la deuda pública en moneda extranjera y nacional, el FMI es un acreedor más. De los u$s 44.0000 millones desembolsados del crédito otorgado por el organismo en 2018, en la presente gestión se amortizaron con recursos propios solo unos u$s 1.000 millones. Según la Secretaría de Finanzas, la deuda bruta alcanzó en junio/23 el equivalente a u$s 403.809 millones, siendo el 36% en moneda local y el 64% en moneda extranjera, cuando a fines del 2019 cuando asume Alberto Fernández, cerró en u$s 323.065, siendo el 77% en moneda extranjera. Y en el Banco Central había u$s 12.000 millones de reservas netas, cuando actualmente se estiman en u$s 13.000 negativas. Esta información surge de medios de comunicación especializados, por lo que no reviste un carácter definitivo. La responsabilidad de obtenerla oficialmente y presentarla a la opinión pública debe recaer en la oposición, para sostener válidamente sus promesas, y evitar el “stand up” que cada cuatro años ofrecen quienes asumen el gobierno, al declarar haberse encontrado con tierra arrasada. Realidad que desde hace décadas ya conocen quienes carecen de privilegios públicos.

Vale concluir con otro “stand up” habitual, que protagonizara recientemente en un reportaje el candidato Leandro Santoro, al señalar “la irresponsabilidad de haber tomado un crédito con el FMI de u$s 47.5000 millones, más una cifra similar con el sector privado. Casi u$s 100.000 millones que nadie puede explicar dónde están». Cabe preguntarse entonces si con tamaña estructura burocrática que todo controla, es tan fácil que nadie sepa dónde están cerca de u$s 100.000 del Estado. O bien son planteos malintencionados, o transparentan una sólida corrupción mafiosa estatal-privada avalada por altos funcionarios.

Buenos Aires, 26 de julio 2023