Caras bonitas

En la década del 60, al pie de página de los avisos clasificados de un popular diario aparecía la publicidad de un cabaret del bajo Retiro, con el eslogan “20 caras bonitas 20”. La virtud del mensaje residía en su brevedad, identidad (cabaret), tipo de servicio (cara bonita), y cantidad de empleadas (20). La preponderancia de la imagen y la frivolidad de los diálogos intercambiados en esos ámbitos, recuerdan a los de nuestros precandidatos y funcionarios, pretendiendo entretener a la ciudadanía acusándose de ser halcones, palomas, macristas o kirchneristas, en lugar de presentar y debatir propuestas concretas e integrales de gobierno. Algunos se arriesgan a decir lo que no van a hacer, en lugar de lo que implementarán, cuándo y cómo.

Como la grave situación socio-económica exige revalorizar el valor del voto, para evitar que el hartazgo o escepticismo se exprese en abstenciones o votos en blanco, es oportuno detectar las incongruencias en el accionar político y sus estrategias propagandísticas, para tonificar la capacidad analítica ciudadana. Lo facilita que el actual gobierno a lo largo de su gestión transparentó todos los vicios político-institucionales acumulados desde hace décadas, en cuanto a estructuras burocráticas, pujas institucionales en busca de impunidad, legislaciones electorales engañosas, y el reconocimiento explícito de la existencia de mafias estatales-privadas, aunque discursivamente el mafioso sea “el otro”. En cuanto a lo comunicacional, los mensajes e imágenes confirman el principio publicitario basado en que las campañas creativas y exitosas con viejos y fracasados productos son casi imposibles, lo que explica los gastados y deslucidos spots con candidatos sonrientes, rodeados de entusiasmo popular, eslogans infantiles y música pegadiza de fondo, mientras se ratifica que en las negociaciones electorales para mantener privilegios no existen ideologías, principios y lealtades. Como aporte invalorable de lo expresado, en menos de un mes el oficialismo presentó una secuencia cronológica de hechos. La interpretación final correrá por cuenta de cada uno.

El 7 de junio Massa reclama una lista oficialista única. Scioli, apuntalado por Fernández, anuncia que se presentará a las PASO, y lanza spots de campaña. La junta electoral exige a Scioli altos porcentajes para insertar sus candidatos en la lista triunfante. Grabois expresa que no apoyará a Massa si fuera candidato. El 22 de junio los medios de comunicación anuncian la fórmula presidencial Wado de Pedro-Manzur, con videos y afiches incluidos. El 23 a última hora se oficializó la fórmula Massa-Rossi, con Tolosa Paz y Cafiero en lista de diputados. Bajaron a Scioli; su hija y el hermano “Pepe” Scioli denunciaron traición. Grabois se presenta a internas, sin objeciones. El lunes 26 en un acto, Cristina Kirchner intentó explicar lo sucedido, señalando que Wado de Pedro era su candidato, mientras calificaba a Massa, sentado a su lado, de ser un poco “fullero” (tramposo). El 28 de junio Cristina Kirchner recibió a Scioli (foto). El 30 de junio Massa recibió a Scioli (abrazos y fotos). el 1 de julio Fernández recibió a Scioli (abrazos y fotos). En la oposición en tanto, más cómoda desde el llano, en medio de la puja Bullrich-Larreta se destaca Carrió, quien demuestra que su buen nivel intelectual no la exime de declaraciones altisonantes al estilo “20 caras bonitas 20”, al decir que en Juntos por el Cambio “hay sectores de ultraderecha”.

Mientras se desarrollan estos espectáculos ombliguistas, oficialismo y oposición deberían presentar dos informaciones claves que condicionarán fuertemente la factibilidad y consistencia del programa del próximo gobierno:  1) Indicar cuál será el rediseño de la actual estructura político-burocrática, ineficaz y socialmente costosa, que solo a nivel nacional posee más de 10.000 cargos políticos. 2) Explicitar a través de un cuadro mensualmente actualizado, la real deuda externa (dólares, yuanes), e interna (pesos), con detalle de prestamistas, montos, tasas y desembolsos previstos. Carece de sentido centrarse solo en el FMI, a quien el gobierno le abonó menos de novecientos millones de dólares propios durante su gestión, cuando la deuda total argentina estimada a marzo de este año según fuentes financieras alcanzaba alrededor de 380.000 millones de dólares, correspondiendo el 67% a moneda extranjera, y el 33% a moneda local. Estos cuadros debieran públicos y de elaboración permanente a futuro.

Buenos Aires, 05 de julio 2023