Calles ensangrentadas

La perdurabilidad política del ministro Aníbal Fernández a partir de 1983, y su condición de peronista genuino, algo no habitual entre quienes dicen serlo en el actual equipo de gobierno, aconseja que su expresión de que habrá “sangre en las calles si triunfara la oposición en la elección nacional”, deba considerarse seriamente, y formular consecuentemente una hipótesis de conflicto.

En democracia “sangre en las calles” remite a sucesos tumultuosos con decenas de muertos civiles, como sucediera en la masacre de Ezeiza en junio de 1973, y la represión en Plaza de Mayo y aledaños en diciembre del 2001. Contra lo que se supone, lo económico actúa como “caldo de cultivo”, pero el detonante lo producen facciones de choque asociadas a intereses políticos. Ello explica que el actual gobierno a lo largo de sus 40 meses de gestión, pese a tener una crisis económico-social terminal con índices de inflación y pobreza que remiten a la crisis 2001/2002, con continuas manifestaciones multitudinarias de protesta con foco en la ciudad de Buenos Aires y réplicas en distintas provincias, no sufriera desmanes organizados violentos, y menos aún, tuviera “sangre en las calles”. La reforma jubilatoria que realizara apenas asumido en diciembre de 2019 por la que sacó a la inflación como índice de actualización, no provocó el alúd de piedras frente al Congreso como sucediera con la reforma en diciembre de 2017. Tampoco la CGT llamó a paros generales pese a la pérdida del valor de los salarios carcomidos por la inflación, situación que se intenta paliar con bonos extraordinarios gestionados por gremios poderosos. Asumido que los desmanes violentos no los producen ciudadanos que aún en sus penurias son esencialmente pacíficos, sino por fuerzas de choque que cuentan con logística política, cabe suponer que Fernández elípticamente se refirió a la sangre de muertes provocadas para quebrar un orden institucional democrático, en pos de intereses corporativos, habitualmente corruptos.

Establecido el contexto en el que es posible generar “sangre es las calles”, cabe comentar la mano de obra necesaria para desatar las acciones directas. Las experiencias indican el aporte de municipios que con altos índices de pobreza, son manejados por los llamados barones del conurbano, que basan su perdurabilidad en complicidades entre funcionarios, fuerzas policiales, barras bravas e inclusive narcotraficantes, con patotas aptas para “todo servicio”. En el campo gremial, la acción directa la realizarán grupos asalariadas (no trabajadores), útiles tanto para coaccionar a empresas como para dirimir violentas pujas internas, como sucediera en los gremios de camioneros, construcción y portuarios. La CGT abandonaría su rol benevolente con el actual gobierno, para llamar a paros generales que generen climas desestabilizadores; En el campo público actuarán sindicalistas que mezclan lo laboral con sus roles políticos, en especial ATE, encargados de generar disturbios en diversas sedes administrativas. En lo institucional, la caja de resonancia estará en el Congreso. La extrema izquierda por su parte, en forma autónoma, actuará en su campo de acción preferido: la calle. Si esta hipótesis se considera válida y posible, la declaración del ministro Fernández debería despertar inquietudes en la elaboración programática de la presente campaña electoral, en base a tres consideraciones:

1.- Cualquier programa de gobierno, en el tema de la seguridad interna deberá prever como afrontar acciones planificadas violentas y desestabilizadoras, usualmente disfrazadas de populares, y sus estrategias discursivas de apoyo.

2.- Como si los sectores sociales más desfavorecidos no sufrieran desde hace años y con una capacidad de aguante sorprendente, una pregunta ingenua en entrevistas periodísticas a políticos, es si con sus propuestas electorales “la gente” sufrirá. La pregunta debería ser si “sufrirán” los políticos y empresarios prebendarios del Estado, los que lucran con empresas y estructuras públicas con pérdidas millonarias, y corruptos enriquecidos buscando impunidad.

3.- Ante los habituales llamados a concertaciones políticas que los beneficiarios de recursos públicos suelen hacer en momentos de crisis extremas, que sus propias continuidades indican que siempre existieron en base a intereses personales y que algunos cínicos llaman “patrióticas”, cabría preguntarse si los acuerdos reclamados en esta etapa electoral, sea para triunfar o subsistir, incluirán  a corruptos, acomodaticios o incapaces para desempeñar sus cargos. 

Buenos Aires, 26 de abril 2023

Democracia o mafia

La verborragia individual usada como método comunicacional, que en la última reflexión se la ejemplificó con la desplegada por el ministro Berni, se complementa con el eslogan, que es un texto breve, simple y tajante adaptado al menos inteligente de los individuos. Tanto la estrategia verbal (dinámica) como la escrita y/o gráfica (estática), buscan influir en la opinión pública desde lo emocional, sin mayores análisis. Consecuentemente, el resultado son debates basados en altisonancias y escándalos que ocupan amplios espacios en los medios de comunicación por atraer audiencia. Estas simplezas propagandísticas bien empleadas, pueden servir para detectar omisiones o falseamientos en el discurso político que en las entrevistas periodísticas no se preguntan o los entrevistados no  responden, apelando al recurso igualmente simple de replicar la sana curiosidad infantil en la etapa de aprender: preguntar, previo a someterse a conclusiones meramente emocionales. Método que puede emplear cualquier ciudadano, en especial los menos formados, a quienes se los deja en manos de demagogos que manipulan necesidades, humillan con “planes platita” y caracterizan de electorado cautivo. 

Cabe comenzar por el eslogan “democracia o mafia”, de fuerte propagación. Es tan clara la divergencia de la opción, que en una encuesta hasta los mafiosos dirían democracia. Pero el promovido por el gobierno dice “democracia o mafia judicial”, por lo que el mensaje deja de ser rotundo, al confrontar un concepto global (democracia), con uno sectorial (judicial). Dado que el judicial es uno de los tres poderes independientes que se limitan entre sí para conformar una república, las posibles preguntas serían: ¿cómo es posible que haya solo mafia judicial, considerando que los integrantes de la Corte y jueces son elegidos por mayorías especiales legislativas? ¿porqué se ataca y amenaza a quienes juzgan o condenan actos de corrupción estatal, y no a jueces como Daniel Obligado y Adrián Grünberg, que designados para integrar el tribunal oral para actuar en la causa Los Sauces y Hotesur, y con la disidencia de la jueza Adriana Pailloti, dictaron el sobreseimiento de los imputados sin llevar a cabo el juicio? Si el eslogan fuera “Democracia o mafia estatal”, ¿no se daría respuesta a todos los interrogantes planteados?

El siguiente caso, en el habitual contexto preelectoral en el que se manipulan interpretaciones de leyes, calendarios y requisitos para ser candidatos, pues el individuo predomina por sobre el todo, se inserta la decisión del jefe de la ciudad Rodríguez Larreta de realizar en el mismo día elecciones concurrentes entre listas de candidatos para cargos nacionales en una urna, y del gobierno de la ciudad en otra. Ante las reacciones de integrantes de su propio partido, Larreta en todos los medios de comunicación se justificó repitiendo que “cumplió con la ley”, lo que es un mérito; pero las preguntas a responder serían entonces: ¿porqué semanas antes declaraba que oportunamente tomaría una decisión al respecto? ¿Existían opciones dentro de la ley?

Por último, cabe mencionar la declaración del ministro Aníbal Fernández, uno de los lenguaraces criollos más reconocidos, al declarar que “si gana la oposición, las calles van a estar regadas de sangre y de muertos”. Dicha expresión provocó la natural repercusión en el mundo del espectáculo político, que incluyó denuncias penales e indignaciones sobreactuadas. Pero los lenguaraces, como cuando Berni informó sobre 2.500 millones de pesos que el gobernador Kicillof había entregado a las empresas transportistas para invertir en medidas de seguridad en los colectivos, hoy desaparecidos, tienen la virtud no deseada de filtrar en sus torrentes dialécticos información útil. En el caso de Aníbal Fernández la pregunta inicial podría ser: ¿Fernández se refirió a sangre de narcotraficantes y delincuentes en caso de combatirse realmente el delito, o bien de ciudadanos comunes en manifestaciones de protesta?

A la espera de una aclaración, y para curarse en salud vistos los antecedentes históricos al respecto, en la próxima reflexión se planteará una “Hipótesis de conflicto”, basada en que dicha catástrofe intentara generarse, por lo que surgen las siguientes preguntas: ¿cuáles son los antecedentes de sangre en las calles? ¿cuál sería actualmente el contexto necesario?  ¿cuáles serían las metodologías y qué personajes las implementarían? Dado que en este caso se incursiona en el campo de la acción y no de la verborragia, no perder tiempo en denuncias estériles, y ponerse a pensar.

Buenos Aires, 19 de abril 2023

Políticos lenguaraces

Las acciones y dichos de dirigencias que permanecen inmutables desde hace décadas, facilitan comprender didácticamente las causas del empobrecimiento mayoritario de los argentinos. Un ejemplo lo brindó el histriónico Sergio Berni, fiel representante del antiguo lenguaraz, que hasta avanzado el siglo XIX tenía el rol de la comunicación entre indios y criollos, siendo caracterizado por el militar y escritor Lucio Mansilla por su memoria para traducir hablando de corrido, una garganta privilegiada, y de ser necesario, ser irrespetuoso, desvergonzado y atrevido.  

Bajo la óptica de que los hechos resonantes con repercusión mediática no deben analizarse aisladamente, sino también por lo que aportan para conocer vicios y virtudes del contexto político general, cabe comentar lo que se inicia en una madrugada de La Matanza con el asesinato del colectivero llamado Daniel Barrientos, tras lo cual sus compañeros de trabajo realizaron un paro y corte en la avenida General Paz reclamando seguridad. De improviso y a cientos de metros del punto de conflicto, sobre la avenida desierta aterrizó un helicóptero del que descendió sin custodia el ministro de Seguridad provincial Berni, quien a paso firme y monopolizando imágenes televisivas, se dirigió hacia el núcleo de protesta ubicado en una especie de “checkpoint Charlie” criollo, que divide provincia y ciudad, por lo cual la tensión cinematográfica era insoportable. Se generaron discusiones, la injustificable agresión al ministro, y su rescate por la policía de la ciudad para trasladarlo al hospital policial Churruca, a fin de evaluar su condición física tras los golpes recibidos. Al salir de la revisión médica, Berni expresó ante los periodistas que lo rodeaban que tuvo un fuerte golpe en el cráneo y una desviación del malar, con la expectativa de una eventual cirugía, lo que suponía que debía guardar reposo. Sin embargo, esa misma noche asistió a un reportaje televisivo, y a primera hora del día siguiente a uno radial, ejercitando su rol de lenguaraz ya no entre indios y criollos, sino entre políticos y ciudadanos. A partir de ese momento la víctima dejó de ser Barrientos, sino funcionarios que afirmaron afrontar oscuras operaciones políticas.

En sus reportajes, hablando de corrido y siendo difícil interrumpirlo, distribuyó variadas culpas y sospechas al expresar: la policía de la ciudad (tuvo ocho heridos), me retiró de la escena a la fuerza; si el ministro Burzaco me llama lo puteo; Patricia Bullrich fogoneó el crimen; el modus operandi del asesinato me parece raro; hubo infiltrados del PRO en la protesta; Aníbal Fernández no manda los gendarmes que le pedí, y miente; la General Paz es jurisdicción de la Capital Federal; yo doy la cara; el gobernador Kicillof entregó hace más de dos años 2.500 millones de pesos a las empresas para poner cámaras en los vehículos (los rostros de los presentes secretario de la UTA Fernández y el ministro de Trabajo D`onofrio se mantuvieron inmutables); nos tiraron un muerto.

Cabe reflexionar acerca de las tres últimas expresiones. 1) “Dar la cara” no se agota en una presencia, pues lo relevante es asumir responsabilidades profesionales e informar fidedigna y coherentemente, en lugar de distribuir histéricamente culpas; 2) En su velocidad verbal los lenguaraces suelen tener deslices, como mencionar los 2.500 millones de pesos entregados hace más de dos años por Kicillof a los empresarios de transporte para instalación de cámaras en los vehículos, sin que nadie conozca su destino. Lo que demuestra que inutilidad y corrupción suelen ir asociados, o bien cabe pensar el pago de coimas para simular inutilidad. 3) la frase “tirar un muerto” no solo es típicamente mafiosa, sino exhibe el escaso valor que los juegos políticos le dan a los dramas de los ciudadanos comunes. Tras las declaraciones de Berni, las víctimas pasaron a ser funcionarios inútiles tratando de eludir responsabilidades, y no Barrientos y su familia.  

Las malas praxis deberían servir para que en la presente campaña electoral la ciudadanía evalúe si se continuarán incorporando en las listas sábanas a quienes carecen de los conocimientos más elementales para legislar y solo votan por acumulación de manos o negocian beneficios personales, y si se continuarán designando en altos cargos políticos de conducción a quienes carecen de la formación específica para desempeñarlos.

Buenos Aires, 12 de marzo 2023

Aprendizajes para votar

Los ochenta días faltantes para el cierre de listas de precandidatos, momento a partir del cual se supone se deberán explicitar propuestas de gobierno concretas para transitar el período que va  hasta las elecciones internas del 13 de agosto (Paso), para definir quiénes encabezarán los distintos espacios políticos en la elección presidencial, son oportunos para que los votantes desarrollen un espíritu crítico en base a conceptos simples pero relevantes y fidedignos que sean entendibles por todos los niveles socio-culturales, y en especial “por los que más sufren”, como denominan a los sectores postergados quienes desde hace décadas usufructúan privilegios estatales.

La inédita confluencia de dos factores facilita este ejercicio: la perdurabilidad de muchos dirigentes políticos, sindicales y empresarios privilegiados, lo que les dificulta diseñar estrategias electorales, propagandas y discursos creíbles y de calidad, sumada al valioso aporte de este gobierno al visibilizar con crudeza todos los vicios y absurdos políticos latentes desde hace décadas, que para evitar preconceptos que invaliden todo análisis, les son aplicables a las oposiciones de turno. Para ordenar las reflexiones vale partir de una grilla de temas, cuyo objetivo inmediato es instalar criterios racionales disruptivos que eludan intereses personales y/o sectoriales predominantes, enmascarados tras polémicas superficiales y ruidosas que se asemejan más al mundo de los escándalos que a las políticas de gobierno.

1.- Partidos, programas e ideologías. Los más de 40 meses del gobierno nacido con la curiosa elección de Alberto Fernández como candidato a presidente mediante un tuit de Cristina Kirchner, quien se reservó el cargo de vicepresidenta, y la incorporación inmediata de Massa, arrojan conclusiones relevantes a futuro. Por sus antecedentes, dialécticas y entornos se suele identificar a Cristina Kirchner de izquierda, a Fernández de centro y a Massa de derecha. Sin embargo, los tres han coincidido en los aspectos más medulares de la gestión: 1) crecimiento desmesurado de las estructuras burocráticas para financiar militancia y apoyos políticos en detrimento de la calidad de gobierno; 2) acuerdo ineficaz con el FMI solo para que nada cambie, y salvaguarde prebendas políticas, empresariales y sindicales; 3) utilización del aparato institucional para mantener impunidades judiciales en casos de corrupción estatal-privada; 4) aplicar medidas que retrotraen a la crisis 2001/2022, canjeando inversiones en dólares de los jubilados  en favor de los Bancos, bajo el discurso cínico de que los jubilados ganan. Estos mojones debieran servir para no distraerse con dialécticas que invocan derechas, centros, izquierdas, peronismo, radicalismo, centralismo, federalismo y otras diversidades ideológicas, cuando al fin del camino permanecen los mismos políticos, sindicalistas y empresarios succionadores de recursos públicos. Por ello lo importante será prestar atención a los candidatos, sus antecedentes, y como en el fútbol, ver en cuantos equipos (léase partidos, coaliciones), jugaron.

2.- Analizar los hechos políticos relevantes concatenados con la estructura burocrática-institucional vigente. Ello permitirá comprender que el costo social de una estructura burocrática sobredimensionada e ineficaz no reside inicialmente en el gasto que provoca un exceso de personal, sino por generar una organización jerárquica atomizada, indefinición de responsabilidades (no sabía, yo no fui), baja formación de funcionarios, y facilitación de la corrupción estatal-privada. Casos como la causa judicial de Vialidad; la causa Cuadernos; al juicio político a la Corte Suprema, y la pesificación de las inversiones en dólares de la Anses, no son hechos independientes encapsulados, sino producto de la estructura burocrática- institucional vigente.

3.- Propaganda electoral. Factor Milei. Para los diseñadores de campañas decidir si la imagen y discurso de desprestigiados políticos buscará revalorizarlos o disimular sus falencias, será una tarea ardua. Esta dificultad la confirman Rodríguez Larreta invocando paz y amor; Alberto Fernández gritando “sueñen conmigo”; Schiaretti y Urturbey planteando lo mismo que no llevaron a cabo hace cuatro años, y un reconocido abogado recorriendo una villa en musculosa y ojotas. La irrupción novedosa la protagonizó Javier Milei, que con solo catalogar a los políticos de “casta”, y en momentos de exaltación de “ladrones”, logró lo anhelado por toda propaganda: insertarla con fuerza en la sociedad, al interpretar su hartazgo explícito o subyacente. Y como contrapartida, desnudó la mediocridad de quienes solo se preocupan en establecer a qué coalición le “roba” más votos, o intentar asimilarlo a Hitler, sin reparar que su impacto se centra en el mensaje y no en un programa de gobierno mínimamente esbozado y con complejidades económicas. La forma de competir con Milei es presentar a la sociedad a partir del 24 de junio una propuesta de gobierno integral, moderna y factible, sustentada en un equipo con las capacidades necesarias para llevarla a cabo. Y sin mentir.

Buenos Aires, 05 de abril 2023