Letras y números dispersos

En la etapa infantil en la que se aprende a leer y escribir, que iguala a todos los sectores sociales, se enseña que el lenguaje se conforma con letras que deben ordenarse adecuadamente para formar palabras, oraciones y conceptos, y que para realizar operaciones matemáticas los números se relacionan a través de signos tales como suma, resta y otros; en ambos casos los procesos responden a reglas predeterminadas. Para diseñar mensajes, las propagandas políticas intentan mantener esta uniformidad de origen, pero no recurriendo a lo racional (pensar/aprender), sino a lo emocional (adherir/creer), como sucede con el eslogan. Pero cuando el mensaje en lugar de responder a un planificado diseño político se transforma en expresión de un hartazgo social generado por crisis económicas sistémicas bajo las mismas clases políticas y con una alta corrupción, las consecuencias son inmanejables. Ello explica que Milei no fuera elegido por el 56% de los votantes por ser anarco-capitalista o adherir a la llamada escuela austríaca cuyo mayor exponente es el economista, jurista, filósofo y premio nobel Friedrich Hayek, sino por haber caracterizado en su prédica a las viejas dirigencias como castas enriquecidas y ladronas.

Pero terminada la etapa electoral, y para continuar con el espíritu de que las opiniones y mensajes sean masivamente comprensibles, a las actuales palabras y números les falta sustentarse en una clara explicitación de la organización institucional que los interrelaciona y ordena en base a datos “duros” fehacientes, sea en lo estructural-burocrático (ministerios, organismos, agencias, institutos, empresas públicas, sociedades de derecho privado), y en lo operativo-numérico (funciones, personal, erogaciones, relación costos-beneficios sociales, resultados), imprescindibles para formular y explicar políticas consistentes y adoptar decisiones. Esta información la posibilita el desarrollo digital y la “Big Data”, que permite acceder a un gran volumen de datos con rapidez, por lo que esta falencia que se transparenta en los cambios de gobierno de distinto signo y abarca a todo el arco político, es producto de un secretismo que necesariamente deriva en corrupción, porque se practica para ocultar datos o asuntos que debieran ser de acceso público. La magnitud del problema la marca que a nivel nacional y considerando los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, se estima, pues no hay información oficial, que existen unos 8.000 cargos políticos.

Esta desinformación, que se replica en los gobiernos provinciales y municipales, permite que ante intentos de desactivar privilegios, los saqueadores de recursos públicos griten el eslogan “la Patria está en peligro”, o simulando indignación, declaren “con los viejitos jubilados no”, mientras mantienen vigentes los regímenes jubilatorios especiales. Mucho más relevante y formativo para la sociedad sería que por vía internet cada organismo oficial publique su estructura jerárquica, personal con sus funciones e ingresos, y como corolario, acciones de interés público concretadas y en gestión, para que cualquier ciudadano pueda juzgar por si mismo cuando “la Patria está en peligro”, y cuando lo están las corruptelas y privilegios.  Esta crucial tarea informativa solo la realizan parcialmente y con dificultades organizaciones privadas y periodísticas.

En cuanto  a la “debilidad” de Milei pese a haber obtenido el 56% de los votos, cabe considerar que existieron señales de cambio precedentes como las derrotas electorales provinciales de expresiones caudillescas, como en San Luis, Chaco y Santa Cruz entre las más representativas, que dejaron crisis económico- sociales extremas como las recibidas por Milei a nivel nacional. Otro aspecto no menor, es que las dos expresiones electorales predominantes desde hace dos décadas, como Unión por la Patria y Juntos por el Cambio según sus últimas etiquetas aún vigentes, terminaron licuándose para mutar en variopintos y fluctuantes bloques legislativos con creativos nombres pero conocidos personajes. Esta situación cabe considerársela como una oportunidad, siempre y cuando se asuma que la responsabilidad para definir un futuro de país recaerá en los 355 elegidos a nivel nacional para ejercer un poder institucional, por lo que lo relevante será evaluar las decisiones concretas que adopten, por sobre sus escarceos verbales que poco esclarecen y nada solucionan.

Buenos Aires, 31 de enero 2024

Fuerzas del cielo y del infierno

Para acompañar como simples ciudadanos los cambios estructurales imprescindibles, en la última reflexión del 2023 se planteó la necesidad de que los análisis y argumentaciones políticas, con independencia de la complejidad de los temas a tratar, sean comprensibles por todos los sectores socio-culturales por igual. Este objetivo se aplica en los eslogans, que son instrumentos de la propaganda y discurso político que se diseñan con frases breves y contundentes que buscan convencer masivamente, sin que sus veracidades sean verificables. Pero dicha masividad permite explicar más sencillamente sus contradicciones, falacias y plantear interrogantes. En la tarea también pueden servir las metáforas adecuadas, como el recuerdo del famoso libro UPA de la década del 40, con el cual aprendieron a leer y escribir varias generaciones asociando palabras con imágenes (la palabra O-S-O se acompañaba con la imagen de un oso), que sirve para entender que en el discurso político la correlación entre palabra y realidad, al igual que en los eslogans es poco habitual.  

Ya instalados en el 2024, cabe comenzar por la recurrente invocación del presidente Milei a la ayuda de “las Fuerzas del Cielo” para el desempeño de su gestión, lo que como contrapartida supone la existencia de “las Fuerzas del Infierno”, posibilidad planteada por el propio Papa Francisco, al reconocer la presencia del diablo en la tierra, que en vista de la pobreza y degradación de vastos sectores sociales en contraposición con el enriquecimiento de funcionarios, sindicalistas, empresarios e intermediarios defendiendo “al pueblo y a los pobres”, cabe pensar que en nuestro país los diablos abundan. Las reflexiones al respecto evitarán las abstracciones, identificando con nombres a quienes integran las fuerzas en pugna. Dado que la Biblia habla de varias bestias del Apocalipsis que bajo el número 666 se asocian al diablo, para nuestro contexto político se puede establecer el número 355 para identificar a quienes protagonizarán la lucha entre el bien (interés general), y el mal (corrupción y privilegios), al estar conformado por el presidente, vice, 23 gobernadores, jefe de la ciudad y 329 legisladores nacionales, quienes poseen la cuota de poder necesaria para concretar las transformaciones virtuosas, imprescindibles y sostenibles para nuestro país. Obviamente, alrededor de ellos se moverán intereses y personajes secundarios que aconsejan, influyen, presionan, amenazan o pervierten, pero no deciden.

Por ser ampliamente conocidos la mayoría de los nombres, antecedentes y entornos político-familiares de los 355 elegidos, la gravedad de la situación económico-social del país aconseja ejercer inicialmente la virtud del perdón respecto a los pecados pasados de todos ellos, excepto los penales, por dos razones: evitar caer en el oscurantismo inicial de “las grietas”, y la imposibilidad de catalogarlos ideológica y partidariamente, considerando sus permanentes fluctuaciones y realineamientos. Es más razonable juzgarlos de ahora en más. También se deberá tener presente que tanto los querubines celestiales como los demonios malignos suelen subyugar con sus discursos, y apelar a actuaciones y declaraciones públicas farandulescas para distraer y ocupar titulares marketineros que no solucionan las urgencias del país. Tal los casos del gobernador Quintela amenazando renunciar si triunfaba Milei, y del gremialista Pablo Moyano manifestando su preocupación “por el avance de la derecha”. La única defensa ante estos sortilegios dialécticos es evaluar cómo argumentan, actúan y votan (o se ausentan para no votar), según corresponda, los 355 elegidos. En principio atravesamos un halo místico inédito: jamás desde 1983 se registró en enero tan arduo trabajo de legisladores, y de tantos jueces habilitando sus juzgados para recibir amparos. ¿Serán las fuerzas del Cielo o picardías del Infierno?

Para concluir, cabe referirse al recurrente eslogan “luna de miel del presidente que asume”, repetido por conocidos analistas de distintas ideologías en relación a Milei, resaltando en simultáneo su debilidad política pese a haber triunfado en 20 provincias sin estructura partidaria, y por más de 11 puntos sobre la opción Massa, quien aglutinara a derechas, izquierdas, empresarios, intelectuales, gremialistas y dirigencia de la AFA. Ante lo cual convendría incursionar en la hipótesis de que en realidad la sociedad terminó su extensa luna de miel con vetustas dirigencias aferradas a privilegios empobrecedores, siendo el fenómeno Milei una mera resultante. Los 355 elegidos tienen la palabra.

Buenos Aires, 24 de enero 2024