La indignación de Vallejos
El próximo 24 de julio vencerá el plazo de presentación de candidaturas para renovar 128 diputados y 24 senadores, a través de las inamovibles listas cerradas o sábanas. Durante esta etapa bianual, en la que el ciudadano podrá observar los comportamientos y expresiones individuales de nuestras castas políticas, pujarán con fervor para acceder a una banca quienes desean renovarla (todos), y quienes pretenden acceder a dicho privilegio (muchos). Las listas, cual marquesina teatral, podrán incluir alguna figura popular, mientras repetidos políticos temerosos de dejar de pertenecer al mundo de los privilegios, resucitarán a las apuradas la fracasada tercera opción o vía del medio. Vencido el plazo y retirados del campo de batalla los postergados y resentidos, lo individual dará paso a lo grupal, retomándose la “grieta” discursiva que proclama virtudes propias y destaca vicios de opositores.
Esta ansiedad generalizada por ser legislador contrasta con la reciente indignación pública manifestada en un tuit por la diputada Fernanda Vallejos en cuanto a las dietas, ante las críticas provocadas por el aumento del 40% otorgado por Cristina Kirchner y Sergio Massa a los legisladores y trabajadores del Congreso, a tan solo seis meses de que aprobaran una inflación del 29% en el presupuesto 2021. Señaló la diputada Vallejos que “los diputados argentinos tenemos el salario más bajo (mucho más) de toda la región. Casi que da vergüenza. Los de Juntos por el Cambio no están por esa plata. ¡Por favor! Ellos son todos ricos. Están porque capturando el Estado garantizan los verdaderos negocios del poder económico, al que responden”, y criticó “que un CEO de cualquier empresa gane más que un representante de la voluntad popular”.
En el marco de una situación económica-social crítica y de deterioro creciente, su opinión es relevante debido a su formación profesional (es economista) y pertenecer a una nueva generación política, por lo cual la convicción que transmite transparenta la disociación de las castas políticas con la sociedad que dicen representar. Analicemos sus indignaciones.
1.- “Diputados argentinos tienen los salarios más bajos de la región”. En la relación institución-desarrollo social, omite decir que nuestro país tiene los indicadores de inflación, pobreza y desocupación no solo mucho más altos en la región, sino en el mundo. Básicamente producto de ineficacias legislativas asociadas el poder ejecutivo, con leyes oportunistas, confusas y cambiantes.
2.- “Los diputados de Juntos por el Cambio no están por esa plata. Ellos son todos ricos. Están en la legislatura para garantizar los verdaderos negocios del poder económico”. Cabe recordar que su coalición gobernante tiene mayoría en ambas Cámaras, en las que también existen “ricos”, comenzando por su líder Cristina Kirchner, su hijo Máximo y Mendiguren, entre otros. Ni hablar si a esta categorización agregamos gobernadores y sindicalistas. En cuanto a negocios del poder económico, la diputada Vallejos debiera reparar en la aprobación de leyes que licúan enormes deudas impositivas de empresarios procesados, o permiten adquisiciones y/o fusiones de empresas en base a refinanciaciones ruinosas de deudas con el Estado. Para saquear recursos públicos se asocian funcionarios, empresarios y testaferros sin prejuicios ideológicos, lo que explica la persistencia para hacer caer las causas judiciales por corrupción que involucran a políticos y empresarios asociados.
3.- “Indigna que un CEO de cualquier empresa gane más que un representante de la voluntad popular”. Respecto a la dieta actual de$ 240.711 brutos, más gastos de movilidad y desarraigo, se omite mencionar lo más grave: un legislador no tiene la obligación de asistencia al trabajo, ni de entender o presentar proyectos. Se le otorgan más de diez “asesores” a su elección, usualmente familiares, amigos y recomendados, que tampoco tienen obligación de asistencia, y solo cumplen tareas de apoyo en la carrera política del legislador. En algunos casos, legisladores autoproclamados como “independientes”, agregan beneficios negociando sus votos. Un CEO, con menores privilegios y más salario (es verdad), si no satisface el afán de lucro de quien lo emplea, o la empresa quiebra por mala praxis o políticas públicas erráticas, termina en la calle. Un legislador, aunque no trabaje o carezca de capacidad no corre ningún riesgo. En cuanto a la voluntad popular, cabe recordar que se ingresa por lista sábana, no por elección individual del votante.
Quizás la diputada Vallejos entienda ahora porque existen tantas tensiones en el armado de las listas legislativas, ante el temor de muchos políticos de dejar de pertenecer a las castas privilegiadas y tener que conseguir trabajo en el llano.
Buenos Aires, 30 de junio 2021