Entre bloquistas y mutantes

Finalizada una elección legislativa, los resultados se reflejan en cuadros que indican cuantitativa y porcentualmente la distribución de votos que a nivel nacional definen la distribución de bancas de diputados y senadores. Sobre esta base se proyectan posibles escenarios políticos según se trate de lograr quórum u obtener mayorías simples y especiales, en los que se repite un fenómeno recurrente que distorsiona el mandato expresado en las urnas: la existencia de políticos que sufren una mutación, como se define biológicamente al cambio espontáneo y súbito en la secuencia del ADN del individuo, producto de una recombinación de genes. En política este fenómeno lo causan la soberbia individualista, o el oportunismo para conformar interbloques que nadie votó, para negociar privilegios con el poder de turno.

Las consecuencias de los mutantes no se agota en una crítica ético-moral, sino explica una secuencia conformada por un sistema electoral plagado de vicios, una estructura burocrática estatal onerosa e ineficaz en permanente crecimiento y funcionarios carentes de las capacidades necesarias para cumplir con las responsabilidades que asumen, lo que redunda en una grave distorsión de los circuitos burocráticos de toma de decisiones que afectan a la eficacia de un gobierno. Este cuadro se observa claramente en el actual gobierno, impedido de tener un plan sustentable por carecer de una coherencia ideológica, programática e instrumental. En este contexto,  se crean organismos irrelevantes solo para responder a compromisos políticos que canjean adhesión por cargos, y cuyos sectores internos se “lotean” entre distintas facciones. Sirvan como ejemplos la creación del Inadi en favor de Victoria Donda; el Ministerio de Género para Gómez Alcorta, o el ex radical Ricardo Alfonsín designado embajador en España. Este vicio se extiende a las oposiciones de turno, lo que explica la resistencia a transformar la desmesurada y nepotista estructura burocrática estatal política. Pese a lo cual, aún hay quienes se sorprenden que en una misma coalición coexistan rancias derechas con cerradas izquierdas.

Esta práctica adquiere especial gravedad cuando afecta a algunos de los 257 diputados y 72 senadores, quienes deben representar a quienes los votaron, pues el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes. Hecha la salvedad que constitucionalmente los senadores representan a sus provincias y se identifican claramente en las boletas, mientras que los diputados, que representan al conjunto de la sociedad, son elegidos a través de extensas listas sábana o cerradas. Por ello no es suficiente señalar que las dos expresiones mayoritarias conformadas por el Frente de Todos y Juntos por el Cambio reunieron el 75,54% de los votos emitidos, para avizorar posibles políticas acuerdistas mayoritarias. Los mandatos electorales se ven vulneradas ante la presencia de peligrosos mutantes que recombinan genes para armar sub bloques internos, o se apartan de la lista que les permitió acceder a la banca, para con otros mutantes conformar nuevos interbloques legislativos que nadie votó, y que suelen favorecer intereses cercanos al poder, que tiene los recursos para ofrecer contraprestaciones materiales en busca de adhesión, evitando someterse a enriquecedores debates para acordar políticas virtuosas. Se llega al punto que legisladores voten en perjuicio de sus propias jurisdicciones, como sucediera con quienes en representación de la ciudad de Buenos Aires avalaran la quita compulsiva de su coparticipación. Estas distorsiones deberán corregirse en la próxima elección eliminando las listas sábanas, o bien estableciendo que la banca pertenece al partido, y no al legislador que pretenda abandonar su bloque.

El diputado José Luis Ramón por ejemplo, que ingresó por un partido provincialista mendocino, ganó visibilidad armando un interbloque integrado por ocho diputados, entre los cuales se encontraban tres que habían ingresado por la lista del PRO. Bajo el paraguas de “federal” (todos se autodenominan federales), facilitó quórums y aportaron los votos necesarios para la aprobación de proyectos oficialistas.  Al no renovar su banca y en agradecimiento por los servicios prestados, Massa le prometió a Ramón crearle la Procuraduría de Defensa del Consumidor, siguiendo una matriz clásica: oportunismo personal / vulneración de la voluntad popular / creación de organismo burocrático inútil como contraprestación / aumento de impuestos.  

Por ello, las gestiones políticas destinadas a “ampliar coaliciones” no debieran significar que los costos de los políticos mutantes y mediocres los afronte una sociedad empobrecida, mientras las castas aseguran su futuro. Sabido es que oportunismos y privilegios mata ideologías y pruritos morales.

Buenos Aires, 15 de diciembre de 2021