El hartazgo de los gobernados

Los conflictos históricos que provocaron grandes transformaciones políticas (caída del imperio romano, revolución francesa y rusa entre otros hitos) tuvieron un denominador común: la degradación de los gobernantes y el hambre de los gobernados. En la antigüedad llegar al estallido podía llevar siglos, pero en la modernidad pocos años o décadas. Nuestro país exhibe una peculiaridad que registra escasos antecedentes a nivel mundial, y es que pese a la decadencia económico-social de décadas, se mantienen en esferas del poder las mismas castas políticas y corporativas responsables. Recordando la histórica relación entre degradación de los gobiernos y hambre de los gobernados, cabe preguntarse si las transformaciones virtuosas surgirán de modo racional y consensuado, o por estallidos inicialmente incontrolables.

Las últimas elecciones y reacciones políticas resultantes muestran una incipiente y saludable “grieta”, ya no ideológico-partidaria, sino entre castas políticas y el electorado. En este tránsito pierde eficacia el recurso de manipular y captar voluntades de los ciudadanos tras opciones basadas en abstracciones tales como peronismo / no peronismo; neoliberalismo / populismo o derecha / izquierda,  cuando son los propios políticos quienes saltan de un partido a otro con privilegios bajo el brazo (último caso la diputada Sánchez Jáuregui  que pasó de Juntos al Frente de Todos en provincia de Buenos Aires), y cual ancestrales cortes monárquicas, se reparten los cargos políticos entre esposos, hermanos, hijos, primos y amigos del poder (últimos casos el hijo de Bielsa y la hija de Sabatella). De este modo mientras el monarca de turno reparte graciosamente entre “el sufrido pueblo” bonos, dádivas y servicios de remises para votar, funcionarios con excelente nivel de vida en lugar de sostener a sus hijos desocupados con sus propios recursos, los ubican en un cargo público bien remunerado. No es casual entonces que en plena crisis económica, debate presupuestario y negociación con los malvados del FMI, ni el oficialismo ni la oposición planteen racionalizar una sobredimensionada, ineficaz y costosa estructura burocrática sostenida con impuestos, ya no para solucionar de por sí el déficit fiscal, sino para dar una señal de ejemplaridad que otorgue autoridad moral para adoptar medidas dolorosas para la población.  

Ante este conservadurismo de castas, la mayor evolución está surgiendo de los estratos sociales más postergados, que están dejando de ser electoralmente cautivos de los demagogos que generan pobreza, avalan la corrupción, y desde 1983 sumergieron al país en tres graves crisis: hiperinflación en 1989 (con réplicas en 1991); la del 2001-2002 con salida de la convertibilidad, y la actual, que es la que urge solucionar. Sin embargo, las castas repiten fracasadas políticas, se solazan en irrelevantes añoranzas del pasado, y proclaman necias autocomplacencias.

Para consolidar esta etapa social emergente, los análisis debieran destinar un espacio a la docencia política no partidaria, clarificando conceptos básicos que sean igualmente entendibles por todos los ciudadanos sin menospreciar a los menos formados, más aun considerando el bajo nivel del discurso político casi que se transmite en los actos partidarios. Para los neófitos interesados en consolidar fundamentos teóricos atemporales, hay tres libros breves y esclarecedores siempre vigentes: “El príncipe” de Maquiavelo, publicado hace más de 500 años en la Florencia renacentista, que describe las actitudes humanas en las luchas para alcanzar el poder y mantenerlo. “La propaganda política” del sociólogo Jean Marie Domenech, y el del mismo título del psicólogo inglés Bartlett, ambos publicados en la década del 50, que describen la propaganda política nacida con los totalitarismos bolcheviques, fascistas y nacional socialista en la primera mitad del siglo XX, cuyas reglas se mantienen vigentes,

Asimismo es válido utilizar ejemplos populares para entender debates más complejos. En el caso del presupuesto nacional, es oportuno asimilarlo a los balances anuales de los clubes de fútbol, en general deficitarios o fundidos. En los pasivos, si no se falsean datos, las deudas detalladas incluyen jugadores mediocres por los que se pagaron injustificados montos en dólares. Como contrapartida, en los activos patrimoniales se estiman cotizaciones irreales de jugadores propios, para que el resultado final exhiba equilibrios o pérdidas menores que oculten la situación ruinosa del club. También es válido apelar a las llamadas “preguntas estúpidas”, método que no discrimina entre niveles intelectuales, y que de ser acertadas tienen difícil respuesta por parte de “quienes saben”. En el caso del presupuesto oficial presentado, la pregunta estúpida aún no respondida es: está acordado con el FMI, o será reformulado ante un eventual próximo acuerdo con el organismo internacional?

Para cerrar el año y considerando las delirantes juras de legisladores, para no aparecer como un ciudadano retardatario y anacrónico se obviarán los formales saludos de fin de año. Solo cabe desear que tengamos un adecuado desenchufe espiritual y psicológico para afrontar el presente y lo que se viene.

Buenos Aires, 22 de diciembre 2021

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