Grageas políticas

El desconcierto y ansiedades surgidas con motivo del ingreso de una pandemia en nuestro país, rompe con la cotidianeidad de los hechos sociales y políticos del país, que deberán visualizarse de manera aislada a manera de grageas, mencionando los que por su significación o personajes actuantes, recobrarán vigencia una vez superada la inédita situación de emergencia. Cabe mencionar algunos de ellos:

1.- El temor ante sucesos a gran escala de difícil manejo, en especial los provocados por un enemigo invisible, genera de manera genuina y no declamatoria, que políticamente se reclame la unión de todos los sectores en pos de un objetivo común. Es de esperar que tan saludable actitud, aunque sea parcialmente, se mantenga una vez superada la pandemia.

2.- Las situaciones sociales críticas transparentan a sectores, sean públicos o privados, esenciales para una comunidad: médicos, enfermeras, pilotos, azafatas, fuerzas de seguridad, choferes, transportistas, prestadores de servicios básicos, empleados en fábricas y comercios, entre otros. Actúan en lo que en guerras se llaman puestos de combate en el frente. En estos campos laborales, los políticos no suelen acomodar a familiares y amigos.

3.- El punto anterior debiera servir para asumir la urgente necesidad de modificar la sobredimensionada, ineficaz y costosa estructura burocrática estatal, que solo incrementa pobreza. La crisis señala un punto de partida: menos organismos, jefes, asesores, defensores de pobres, y más personal en puestos de combate.

4.- En medio de las crisis, las “familias políticas” no pudieron con su naturaleza. El 18 de marzo el presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa, con acuerdo te todos los bloques (lo que es impensable para aprobar leyes), decidió otorgar de manera “excepcional y por única vez” la suma de $ 100.000 por legislador, para asistir a grupos de riesgo o entidades de la sociedad civil relacionadas con personas afectadas por la pandemia. Eludiendo el sencillo trámite de donar el total del monto implicado al Ministerio de Salud. Ni aún ante emergencias, las clásicas dirigencias abandonan formas mercantiles de hacer política.

5.- La pandemia barrió de la superficie a un virus instalado en el país desde hace meses llamado “lawfare”, cuyo efecto nocivo es el de barrer con las causas judiciales de corrupción estatal-privada. Pese a que sus agentes de transmisión son conocidos (políticos, jueces, empresarios, sindicalistas), aún no pudo ser derrotado. Concluida la pandemia, se estima que resurgirá con fuerza.

6.- El canciller Felipe Solá, aún no asentado en su cargo debido a su formación de agrónomo, se le ocurrió twitear criticando a empresas aéreas extranjeras por vender pasajes, y al perder rentabilidad los vuelos, dejar clavados a argentinos en el exterior. Por el mismo medio le respondió escuetamente Iberia: “es por una decisión de su gobierno, que nos impide viajar al país”.

7.- El showman Marcelo Tinelli es un optimista empedernido. Ante crisis y cambios de gobierno, siempre ve una oportunidad. Presidente del club San Lorenzo e integrante de la Mesa del Hambre con otros famosos (que se reúnen solo en el microcentro), la AFA encabezada por “Chiqui” Tapia, Moyano, Ameal, entre otros luchadores sociales, en plena pandemia lo designó presidente de la nueva Superliga, que manejará millones de dólares de clubes de fútbol profesional llamados “entidades sin fines de lucro”. La primera decisión fue la de continuar el fútbol a puertas cerradas a fin de entretener a los ciudadanos en cuarentena. Ante la observación que faltaría calor popular en las tribunas, respondieron los dirigentes con tono barrial: popular es lo que paga la televisión, gil. Lo que produjo la rebelión de los modernos gladiadores llamados futbolistas, derrotando a los modernos emperadores conocidos como dirigentes. Decepcionado, el 19 de marzo Tinelli partió con su familia en vuelo privado a Esquel, por considerar a esta localidad más segura que Buenos Aires.

8.- El mismo jueves, el sutil ideólogo Grabois, no pudiendo soportar el aislamiento, organizó una manifestación pública de manteros.

Visto el derrotero seguido por algunos de los luchadores contra el hambre, a los pobres solo cabe aconsejarles que se cuiden como mejor puedan.

Buenos Aires, 25 de marzo de 2020

Aislamiento y reflexión

La pandemia de coronavirus, en un principio lejana, llegó a nuestro país.  Su novedad y ausencia de tratamiento específico hace que las recomendaciones inmediatas se resuman en reglas sencillas de cumplir, y fundamentalmente, aislamiento. La velocidad de las epidemias provoca temor a lo desconocido y ansiedad. La situación que afrontamos no es inédita. En la antigüedad las epidemias se expandían a través de largas travesías en barcos, con fines comerciales o de conquista. Hoy se trasladan en aviones, con la participación de diversos estratos sociales y actividades. En esta situación de incertidumbre, no es oportuno sumergirnos en las habituales reflexiones semanales centradas en la problemática política argentina, que económica y socialmente presenta desde hace décadas condiciones particularmente adversas en relación al contexto regional e internacional.

Pero al aislamiento, que nos saca de la vertiginosidad de la vida diaria, podemos enriquecerlo con reflexión. No solo por parte de las clases dirigentes responsables, sino de la mayoría ciudadana que debe afrontar los efectos de las medidas adoptadas por quienes deciden. Las crisis masivas suelen obligar a encarar soluciones a problemas ocultados o ignorados. En 1871 en Argentina se produjo una epidemia de fiebre amarilla, con epicentro en la ciudad de Buenos Aires, con aproximadamente 187.000 habitantes. Las autoridades tomaron conciencia de la urgencia de establecer una solución integral al problema de obtención y distribución de agua potable, y a fines de ese año se iniciaron obras claves de saneamiento en toda la ciudad.

Superada la pandemia y efectuado el relevamiento de daños, se retomará la dinámica social y política, que incluirá críticas diversas. La expectativa será la de comprobar si la crisis y sus secuencias dejará en las clases dirigentes aprendizajes que generen cambios institucionales de fondo.

Buenos Aires, 18 de marzo de 2020

Un Estado familiar

Previo a incursionar en ejemplos concretos de las ineficaces y sobredimensionadas estructuras estatales,  que afectan el buen uso social de los recursos públicos, cabe identificar un motivo clave de tal degradación: haber transformado un Estado de bienestar, como se denomina al que brinda mejores condiciones socio-económicas a la población, en un Estado “familiar”. Término que no se emplea como metáfora, sino en sus reales acepciones: parentesco, clan, grupo, linaje, casta. Si crecen las “familias” asociadas al Estado, crecen los organismos estatales. En tal contexto, y ante la ausencia de partidos políticos activos, el presidente, príncipe o patriarca de turno, en countries, quinchos u oficinas privadas. negocia entre “familias” como repartir cargos públicos entre allegados y redistribuir el dinero de otros.

Una imagen reciente avala la hipótesis mencionada. El lunes 02 de marzo, el diario La Nación publicó diversas fotos de asistentes al discurso presidencial de apertura de sesiones legislativas del día anterior, con reconocidas figuras congregadas según su rol de legisladores, gobernadores, sindicalistas y empresarios. Salvo excepciones y naturales envejecimientos, las mismas fotos podrían haberse utilizado en las aperturas legislativas de los últimos veinte años. Esta realidad explica la imposibilidad de lograr acuerdos virtuosos para una transformación del corpus institucional y jurídico del Estado, y en simultáneo, definición de políticas económicas virtuosas estables. En su lugar, los mismos personajes repiten discursos y metodologías fracasadas  desde hace décadas. Con un agravante criollo. Las “familias” acordaron que en Argentina, los procesados y condenados por delitos comunes y económicos contra el Estado, pueden ocupar cargos ejecutivos y legislar. Ante esta difícil coyuntura, a los simples ciudadanos solo nos cabe detectar incongruencias del discurso “familiar”, que remite a viejas monarquías que para mantener a sus aristocracias, agobiaban a pueblos empobrecidos con impuestos.

Usualmente, la longitud y/o grandilocuencia de la denominación de un organismo suele ser inversamente proporcional a su utilidad. Históricamente los ciudadanos tenían claro los roles de los ministerios de Economía, Finanzas, Acción Social, Educación y Salud, que son  áreas medulares de todo Estado. Pero a partir de la inconclusa reforma constitucional de 1994, llevada a cabo por el deseo “familiar” de Menem de ser reelecto, proliferaron organismos a los que no se accede por concurso, y cuyo único fin es el de atender el  crecimiento biológico de las “familias” políticas. Sirva como ejemplo el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, que coexiste con el Instituto Nacional de Mujeres, y con la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes. A lo que se suma la creación de la Dirección de la Mujer y Asuntos de Género en la Cancillería. Todos ellos sin poder de decisión, y en el mejor de los casos, solo de gestión e intermediación. Por lo cual, “en el terreno” como les gusta decir a los políticos, los beneficios concretos sobre las problemáticas  de mujeres, niños, niñas y adolescentes afectados, son casi nulos. Dado que “organismo público” implica costos de personal, gastos edilicios, operativos y de mantenimiento, viajes, viáticos, etc., dichos recursos podrían optimizarse en centros con atención las 24 horas del día los siete días de la semana estratégicamente distribuidos, en lugar que las “familias” políticas atiendan con altos cargos en el microcentro, días hábiles y en horario administrativo.

Otro ejemplo hoy vigente de quienes siempre tienen “la heladera llena”, es la Defensoría de la Tercera Edad. Carente de facultades decisorias, ante perjuicios jubilatorios su titular se remite a presentar una cautelar, que históricamente la justicia rechaza, y recorrer medios de comunicación para informar lo que ya fue ampliamente difundido. Es sabido que todos los complejos y extensos juicios previsionales exitosos para los damnificados (caso Badaro), lo llevaron adelante estudios especializados privados.

Asumida la permanencia de “clanes familiares” políticos como clave para entender la decadencia institucional y económica del país, es momento de interrelacionar lo discursivo con lo estructural. Para ello se utilizarán expresiones de altos niveles políticos (que suelen ser breves y rotundas pues actúan como eslogan), transcriptas textualmente. No es el fin refutarlas por carecer de los conocimientos específicos para ello, pero sí resaltar incongruencias que debieran ser clarificadas en los debates políticos y legislativos. Al respecto, la próxima reflexión comenzará con una frase reciente del presidente Fernández, que involucra a las dos máximas autoridades públicas de un país: “Un juez de la Corte gana 3 o 4 veces más de lo que gana el Presidente de la Nación”.   

Buenos Aires, 11 de marzo de 2020

Infantilismos saludables

La infancia se caracteriza por la capacidad de absorber conocimientos, y cuando se convive con quienes brindan respuestas, la avidez para plantear interrogantes. Hace décadas, un padre con buena formación y posiblemente en un mal día, le dijo a su hijo preguntón que cualquiera puede plantear dudas que cinco sabios no podrían responder. El recuerdo, en un contexto de una recurrente crisis por el no pago de deudas, aflora para formular una pregunta: suponiendo que el FMI y deudores privados se apiaden de nuestro país eternamente “emergente” y no exijan desembolsos durante los próximos dos o tres años, qué reformas estructurales se harán para lograr un Estado eficaz en lugar de generador de pobreza subsidiada, con enormes gastos improductivos en beneficio de pocos? Como se obtendrá capital privado genuino para crecer, y cambiar la matriz del atraso? Cómo se generarán excedentes para pagar los futuros vencimientos de deuda?

Quizás ese padre, para hacerlo pensar, le diga al preguntón que en principio intente responderse a sí mismo, para lo cual debería establecer ciertos supuestos como puntos de partida, tales como: 1) Arribar a una respuesta no dependerá de decisiones basadas en artificiales “grietas” ideológicas, sino de pujas de intereses y privilegios en cúpulas de poder. 2) No influirán identidades partidarias, más aún cuando radicalismo y peronismo son recuerdos usados como túnicas para encubrir oportunistas que, con cargo bajo el brazo, pasan de un partido a otro con una facilidad asombrosa. Ni ajados debates entre izquierdas y derechas; que la reciente foto del sindicalista Pablo Moyano abrazado a Nicolás Maduro en Venezuela, mostró que carece de sentido establecer diferencias entre extrema izquierda y extrema derecha. 3) Carecerá de sentido diluir culpabilidades sectoriales entre funcionarios, empresarios y sindicalistas, muchos de los cuales desempeñan dos o tres de dichos roles simultáneamente. Tras 37 años de continuidad democrática, todos son partícipes necesarios del estancamiento del país. Aclarando que “todos” no es aplicable al abstracto pueblo (millones), sino a identificables dirigentes (miles). Todos ellos actuando al amparo del concepto Gobierno, conformado por quienes dirigen, controlan y administran las instituciones del Estado, y definen el perfil de un país. Que en el caso argentino, exhibe estructuras institucionales fuertemente corporativas, y con continuidades de conducción que mimetizan lo estatal con lo privado, como resumió la causa de corrupción conocida como “cuadernos”.

Lo esencial será discutir la modificación profunda de la costosa, elitista e ineficaz estructura estatal, que usufructúan sectores públicos y privados asociados a través de privilegios, prebendas y corrupción, disfrazados de protección a los que “menos tienen”, que solo reciben dádivas. En este debate de corto plazo convergerán las dirigencias que integran la parte más alta de la pirámide económico-social, que parafraseando un simpático eslogan reciente, siempre tienen “la heladera llena”. Dirigencias sostenidas por sistemas electorales cerrados y excluyentes, en el que los representantes se representan a sí mismos o a los líderes de turno. Lo que genera una paradoja inevitable: muchos de quienes debieran cambiar la matriz de privilegios y corrupción estatal-privada, son los mismos que la instalaron y protegen. Al momento, las medidas adoptadas repiten el fracasado pasado: aumentar impuestos y en paralelo implementar moratorias; ahorrar en jubilaciones intermedias en forma inmediata, mientras las de privilegio “serán motivo de estudio”; subsidiar tarifas a pobres y ricos por igual, y sin aclarar que parte del costo se subsidia. Lograr romper esta matriz conservadora y establecer políticas sostenibles en el tiempo, solo será posible con acuerdos virtuosos (no confundir con transacción de cargos públicos), plasmados entre oficialistas y opositores esclarecidos que posean honestidad intelectual y moral.  

Un comentario final merece las especulaciones sobre un doble comando en el gobierno. Al momento no lo hay, pues el acuerdo que posibilitó la conformación de la alianza gobernante se está cumpliendo. Se sustentó en un trípode explícito que impedía a Cristina Kirchner ser cabeza de fórmula: 1) ganar la elección (hábil estrategia); 2) desactivar causas de corrupción propias y de algunos allegados; 3) negociar con los acreedores externos. El presidente Fernández, con variado éxito, está cumpliendo su rol. El problema se presenta en el manejo de los tiempos, que motiva otra pregunta: es oportuno encarar la escalada a favor de la impunidad de procesados y/o condenados por actos de corrupción en plena negociación con acreedores externos, en declarada situación de emergencia, y sin plan económico-social definido? Esta pregunta, podría responderla el padre a su hijo preguntón?

Buenos Aires, 26 de febrero de 2020

Proteger al pueblo

“No negociaremos a costa del pueblo”. Esta icónica frase política utilizada para negociar con acreedores el pago de deudas, al igual que en el tema jubilaciones, responde a una estructura piramidal: en el vértice “nosotros” (negociaremos), y en la base “pueblo”. Lo engañoso del eslogan es el intento de mimetizar a la anónima base “pueblo” con los responsables políticos, empresariales y sindicales ubicados en el vértice, para mantener la  ineficaz, costosa e inequitativa estructura estatal, cuando no corrupta, mientras a los pobres se los contiene con subsidios. Los actores no varían. A modo de ejemplo, Carlos Alvarez, uno de los principales responsables de la crisis del 2001, fue designado embajador en Perú; el portador de apellido e imagen Ricardo Alfonsín, embajador en España; Ignacio De Mendiguren, ministro de Duhalde y emblema del empresariado devaluador y prebendario, legislador desde hace años. Del sindicalismo, no es necesario mencionar ejemplos.

“Pueblo”, o sus variantes más sofisticadas Nación y País, son términos grandilocuentes de carácter popular, habituales para lograr adhesiones emocionales masivas. La palabra Reino, vigente durante milenios, quedó desactualizada con la desaparición de las monarquías, aunque presenta variantes telúricas llamadas caudillajes. Este nuevo intento de que nada cambie, no es preocupante para el FMI o acreedores foráneos, sino para el desarrollo futuro del “pueblo” argentino. Hace más de 500 años, Maquiavelo señalaba al príncipe la importancia de apoyarse en una estructura estatal racional y eficaz, al decirle: ”Los males que nacen en el Estado, cuando se los descubre a tiempo, lo que solo es dado al hombre sagaz, se los cura pronto; pero ya no tienen remedio cuando, por no haberlos advertido, se los deja crecer hasta el punto de que todo el mundo los ve”

Quizás sorprendería a Maquiavelo que en Argentina los problemas estatales y sus beneficiarios privados, pese a que “todo el mundo los ve”, mantiene inmutable el vértice privilegiado de la pirámide desde hace décadas. Esta situación registra innumerables antecedentes históricos a nivel mundial, que desencadenaron reacciones populares descontroladas y sangrientas. Quedarnos en “desde hace décadas” nos sumerge en el vicio del eslogan vacío e inconducente. Será más ejemplificador que en lugar de mencionar cuántos bonos emitieron o deudas pagaron De la Rúa, Duhalde, Néstor/ Cristina Kirchner y Macri, recordemos hitos que explican nuestro atraso como país:

1) “Argentina se declara en default”. No se refiere al proclamado por Rodríguez Saa en el 2001, en medio de la ovación de los legisladores, sino al de 1890 durante la presidencia de Roca, considerado el primer default argentino.

2) “Cuando anuncié el plan económico, la Argentina afrontaba extraordinarias dificultades., a las que se sumó la pérdida de nuestra cosecha, y por lo tanto nuestro potencial de exportación”. No lo dijo Macri refiriéndose a la sequía de 2018, sino Juan Perón en febrero de 1952.

3) “Los laboratorios deberán presentarnos una declaración jurada que informe cuál es la calidad de sus medicamentos y composición de sus costos de producción. Con esa documentación hablamos”. No lo dijeron Alfonsín, Menem, De la Rúa, matrimonio Kirchner, Macri o Alberto Fernández, sino Illia en 1964, tras la aprobación de una ley regulatoria de medicamentos, que se supone una de las causales de su derrocamiento. Casi 60 años más tarde, es más fácil poner cepos al dólar que lograr que los laboratorios presenten sus costos de producción.

4) “Les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”. No lo dijo el ministro Guzmán tras su reunión con la directora del FMI Kristalina Giorgeva y otros funcionarios en el Vaticano, sino Juan Carlos Pugliese en febrero de 1989, entonces ministro de Economía de Alfonsín, refiriéndose a su encuentro con exportadores y empresarios argentinos, en medio de una corrida cambiaria que agudizaría una crisis que terminaría en una hiperinflación.

Esta arbitraria secuencia temporal (1890, 1952, 1964 y 1989), centrada en nombres que representan poder político, exhibe una perenne matriz conservadora corporativa, sean en sectores estatales o privados, ubicados ineludiblemente en la parte más alta de la pirámide. Por ende, los debates que se avecinan no serán entre las líquidas categorizaciones de oficialismo u oposición, estatal o privado, sino entre sostenedores de privilegios y partidarios de evolucionar con equidad. Quiénes tendrán más votos?

Buenos Aires, 19 de febrero de 2020

Achatar pirámides

La actividad política se desarrolla en dos campos usualmente no concordantes: el discursivo y el pragmático. En campañas electorales predomina el discursivo basado en la promesa, que en ejercicio del poder muta en propagandístico en apoyo de las acciones pragmáticas de gobierno. En nuestra actualidad política, esta secuencia queda expuesta debido a la cercanía temporal entre la promesa (pasado) y el pragmatismo (presente), en un país cuyas estructuras institucionales y corporativas, sumados sus principales actores, se mantienen inmutables desde hace décadas.

Por ello los ciudadanos comunes, carentes de información privilegiada, deberán detectar contradicciones o falacias en los eslogans del discurso político, diseñados para cumplir con una regla propagandística llamada de orquestación, consistente en la repetición incesante del concepto que se desea imponer. Este ejercicio será imprescindible para entender los debates políticos que se avecinan, en los que confrontarán desarrollo y conservadorismo; equidad y privilegios, honestidad y corrupción. Un inicio oportuno será reflexionar sobre un tema de gran impacto desde lo social y económico: las jubilaciones. Las medidas adoptadas hasta el momento invocando emergencia, no difieren de lo histórico: cortoplacistas, selectivas y destinadas a que nada cambie. La mal llamada ley de solidaridad desactivó el régimen de actualizaciones, congeló las jubilaciones intermedias, y mantuvo los privilegios. El eslogan oficial utilizado fue “hay que achatar la pirámide”. Si bien cumple con la condición de ser breve y entendible, cabe preguntarse: debiera ser tranquilizador?

En su definición más simple, una pirámide es un cuerpo geométrico de base cuadrada, cuyas cuatro caras se unen en un punto superior llamado vértice. Excluidas las connotaciones místicas, permite una adecuada representación visual de estructuras organizacionales: pocos en el vértice, y muchos en la base. Además existe una relación estructural y numérica entre el sistema jubilatorio y la organización político-institucional-burocrática del país, que generan los mismos interrogantes: son racionales, equitativas y sustentables? Por lo que ambas problemáticas debieran asociarse. Retomando la jubilatoria, debemos entender que “achatar la pirámide”, implica disminuir su altura. Al respecto, la jubilación mínima (muchos) es de $ 14.068, y las máximas ubicadas próximas al vértice (pocos), promedian $ 336.000. O sea, una diferencia de 24 veces entre ambas. Este indicador diferencial entre salarios/jubilaciones mínimas y máximas, no mide la riqueza como el PBI interno, sino la equidad del Estado. Cuando supera las 15 veces, expresa inequidad estatal. Ello se observa al compararlo con los costos políticos de los países social y económicamente más desarrollados. A partir de estas consideraciones geométricas (pirámide) y numéricas (ingresos), surgen innumerables contradicciones, falacias o cinismos, según corresponda.

Aduciendo emergencia, en diciembre de 2019 quedó sin efecto la actualización aprobada en diciembre de 2017, que con lluvia de piedras incluida, implementó un índice de ajuste automático integrado por la evolución de la inflación (70%) y salarios (30%), de los dos trimestres anteriores. En su lugar se decidió otorgar  una suma fija a los que cobran la mínima, se congeló a la base intermedia de $ 20.000 en adelante, y si bien congeladas, se mantuvieron las inequidades de las jubilaciones de privilegio. Estas últimas bajo el paraguas de una falacia: los privilegios son derechos adquiridos. Cabe preguntarse entonces: cambiar una vez más el sistema de actualización jubilatoria no afecta derechos adquiridos?

De ahí la expectativa respecto a si en la elaboración de un sistema jubilatorio definitivo y sustentable, se anularán los sistemas de privilegio y/o especiales; se establecerá una relación común entre requisitos jubilatorios y de haberes entre activos y pasivos, todo bajo un único índice de actualización, y aspecto no menor, se “achatarán” las diferencias salariales estatales privilegiadas de activos ubicados próximos al vértice de la pirámide. Y en lo político, terminar con el uso fraudulento de recursos jubilatorios para otros fines. El escepticismo nace en que estas medidas deberán aprobarlas e implementarlas quienes integran la pequeña pirámide superior en contacto con el vértice, integradas por quienes ejecutan, legislan y juzgan, no controlan evasiones impositivas ni trabajo en negro, y aumentan impuestos para mantener sus privilegios. En síntesis, los que proclaman preocuparse por “los pobres”. De ahí la importancia de estar atentos a las políticas que se avecinan, y recordar que las vacunas contra las grandilocuencias y falacias políticas son de aplicación trimestral. En mayo de 2002, cuando aún resonaba el que “se vayan todos”, ambas cámaras legislativas derogaron las jubilaciones de privilegio “futuras”. Pero el 17 de noviembre el presidente Duhalde vetó la ley casi en su totalidad.

Buenos Aires, 12 de febrero de 2020

Prometo no hacerlo más

Una nueva renegociación por el pago de deudas externas que los responsables políticos suelen catalogar de “impagables”, nos retrotrae a recuerdos de la infancia, cuando ante alguna travesura y para evitar penitencias, prometíamos a nuestros padres “no hacerlo más”, o bien intentábamos el embuste “yo no fui”. Lo preocupante de este recuerdo, es verificar la persistencia de estos balbuceos exculpatorios infantiles en nuestros políticos adultos.  

Analizar la compleja problemática económico-crediticia repitiendo indicadores habitualmente divergentes cuando no falaces (montos de deudas, PBI, tipos de cambio, multiplicidad de bonos, etc.), sería sumarnos a polémicas inconducentes que no van al fondo de la cuestión. Un ejemplo es la reciente amenaza del gobernador Kicillof de no pagar un bono de 250 millones de dólares de capital vencido en enero de este año, adjudicando la responsabilidad a la anterior gobernadora Vidal. Se aclaró posteriormente que el vencimiento correspondía a la segunda de tres cuotas de capital del bono BP 21, emitido en enero de 2011 por el entonces gobernador Scioli bajo ley de Nueva York, por un total u$s 750 millones a una tasa de 10,87%. Este ejemplo, por lo sencillo y próximo, nos permite sospechar que el origen de nuestra decadencia y crisis económicas no se entenderá desde lo numérico, que solo es una consecuencia de la permanencia de estructuras institucionales y burocráticas ineptas. Destaquemos algunos aspectos.

1) En el ejemplo mencionado, la deuda es de Scioli-Kirchner o de Vidal-Macri? Con lógica, internacionalmente será considerada del gobierno argentino. Pero en las diversas alternativas de negociación, el acreedor indagará sobre los antecedentes del deudor: tuvo crisis puntuales y superadas definitivamente (México, Rusia, Irlanda, Grecia, Portugal, etc.), o recurrentes (Argentina)? Y se preguntará: los que se presentan como negociadores pertenecen a una clase política renovada, o son viejos conocidos acostumbrados a insolventarse, prometiendo nuevamente que “no lo van a hacer más”?  

2) “No pagaremos la deuda externa con el hambre de los argentinos”, expresó recientemente el presidente Fernández. En realidad, repite un eslogan discursivo utilizado en las innumerables crisis anteriores. Analizado más racionalmente, encierra una contradicción manifiesta: los argentinos con hambre, que son millones, no solo no pueden pagarla; tampoco la usufructuaron. Al reclamo social de identificar responsables, el viejo político retoma el balbuceo infantil, con matices cínicos: “Yo no fui. Fueron los amigos de…” (el lector puede poner los nombres que le plazca). Ante este ocultismo, debemos seguir buscando las causales de la decadencia.

3) Una cuestión no casual, es centrar el debate político solo sobre la deuda externa en dólares (haciendo hincapié en los buitres externos, sin mencionar a los depredadores criollos que dejan la carroña para alimentarlos), omitiendo hablar de la deuda interna en pesos, que tiene mayor impacto en el “hambre de los argentinos”. Por ejemplo los préstamos de la Anses al Estado a tasas ruinosas para los jubilados; créditos irrecuperables otorgados por el Banco Central al Tesoro (administración pública); préstamos a pérdida del Banco Nación y otros bancos públicos al Estado y empresas amigas; evasiones multimillonarias con la Afip (Oil Combustibles, Oca), refinanciadas en condiciones lesivas para el Estado; sobrecostos multimillonarios de obras por corrupción, etc.

4) Esta desinformación oficial recurrente y concordante respecto a las políticas crediticias en moneda extranjera y nacional, así como su manejo, condiciones, destinatarios y amortizaciones, ocultándola tras  verborragias políticas grandilocuentes, nos da un indicio de las causas de nuestra decadencia. Es imposible que en sucesivos gobiernos democráticos plagados de organismos de control, con poderes ejecutivo, legislativo y judicial integrados por quienes desarrollan sus tareas públicas desde hace décadas, se desconozcan manejos presupuestarios, y se apele al cínico “yo no fui”. Existe una extendida complicidad que se sustenta en una estructura política-institucional-burocrática caduca y nociva basada en privilegios, que se resiste a ser modificada, bajo una ideología común que también nos retrotrae en el tiempo: conservadora. E integrada por quienes no tienen hambre, sino “hablan” de los que tienen hambre. O bien ejercen la “resistencia” montados en privilegios estatales. Profundizaremos el tema sin “grietas”, porque a priori no hay inocentes. Y menos aún “solidaridad”.

Buenos Aires, 05 de febrero de 2020

De palotes a cuadernos

Tras los primeros balbuceos y dibujados los trazos básicos llamados “palotes” para aprender a hablar y escribir, se ingresa al aprendizaje formal, empleando para realizar las tareas escolares los conocidos cuadernos. Que en nuestros avatares políticos, asociamos a los de un desconocido chofer oficial llamado Centeno, que en lugar de ejercicios didácticos, contenían un detallado circuito recaudatorio de coimas con fechas, horarios y lugares, que interrelacionaban a funcionarios con empresarios.

Su trascendencia se acrecentó no solo por las constataciones judiciales, sino por las repercusiones políticas y sociales emergentes, que como nunca antes, obligaron a que las estrategias de ocultamiento e impunidad habituales ejercidas por altos niveles estatales y sus asociados externos, debieran desarrollarse a cara descubierta. Sin embargo la trascendencia del caso excede lo meramente delictivo, para incursionar en aspectos que incidirán en nuestro futuro institucional. Inicialmente se pueden mencionar tres:

1) Corrupción mata ideología. El caso “cuadernos” ratifica que en los delitos económicos, especialmente contra el Estado, no hay ideologías o diferencias sociales. Aunados para enriquecerse, participan de la trama funcionarios, empresarios, sindicalistas, poder judicial, entidades financieras, testaferros, oficialismos, oposiciones, revolucionarios de izquierda, malvados de derecha, secretarios privados, familiares, jardineros, cocineros, artistas, etc. Los partícipes pueden cumplir roles activos, usufructuando el dinero, o pasivos necesarios, como integrantes de organismos de control, que solo exigen cargos y prebendas para no ver y dejar hacer.

2) Escala de responsabilidades. En una etapa institucional en la que los máximos líderes políticos designan cientos de funcionarios en altos niveles jerárquicos, con el único argumento de ejercer su derecho de tener “gente de su confianza”, abre el interrogante sobre como podrán desligarse judicialmente de responsabilidades en casos de corrupción que involucren a sus designados, aduciendo desconocimiento. Aspecto interesante para prestarle atención con el desarrollo de los juicios.

3) Presión intensa sobre el poder judicial. La opinión pública, en cuanto a corrupción y salvo excepciones, tiene posiciones tomadas: están los convencidos del saqueo estatal-privado; quienes piensan que no existió, y finalmente, a quienes no les importa que los delitos se hayan cometido. Por lo que ante el avance de las causas e inicio de juicios orales, las recientes estrategias comunicacionales tienen como principal destinatario al Poder Judicial, oscilando entre amenazas explícitas a jueces que avanzan en las causas, como las proferidas por el presidente Fernández, o las apoyadas en supuestos debates jurídicos, como la crítica a las prisiones preventivas de políticos (pese a que desde hace años existen miles de presos sin condena), o la puesta en escena como novedad del enigmático término lawfare, que teoriza sobre una posibilidad conocida desde hace décadas, pero que en sí no invalida hechos y constataciones probatorias. Esta presión indisimulada sobre el Poder Judicial, que recuerda a la película Kramer vs. Kramer transformada en Estado vs. Estado, alcanza obviamente a la Corte Suprema, que tiene el recordado antecedente de haber intentado el pasado 14 de mayo una insólita maniobra para dilatar el inicio del juicio oral de la causa por corrupción en obras viales en Santa Cruz, actualmente en trámite.

Los mensajes de campaña pueden subdividirse en verdaderos, posibles, falsos o intrascendentes. En principio se deberá detectar intencionalidades: información, contradicción, persuasión, engaño, cinismo, hipocresía, falacia. Una primera prueba ácida para detectar verosimilitud o desinformación evitando preconceptos,  es confrontar el mensaje emitido con su alternativa opuesta, o bien, reacciones opuestas ante hechos similares. Citemos un ejemplo. Muchos de los que intentaron desacreditar como prueba a los cuadernos de Centeno aduciendo que eran fotocopias, avalaron en el año 2003 el inicio de la causa sobornos en el Senado a partir de un anónimo encontrado por Daniel Bravo, hijo del fallecido diputado  socialista. Dicho anónimo dio lugar a un juicio que duró nueve años entre el 2003 al 2012, y concluyó sin culpables, porque ninguno de los más de 200 testigos citados, entre ellos el ex vicepresidente Carlos Alvarez, el sindicalista Moyano y personal de la SIDE, que no aportaron pruebas fehacientes, o bien desconocieron  los hechos.

Buenos Aires, 29 de enero de 2020

Recordar los primeros palotes

Para poder analizar nuestras históricas desventuras políticas en un contexto hiperconectado en el que pujan información con desinformación, es oportuno retrotraernos a nuestros simples trazos verticales llamados “palotes” con los que aprendimos a escribir, y a los primeros balbuceos emitidos para hablar; usualmente “ma-má”, que se ampliaban rápidamente a “mi-ma-má-me-ama”. La eficacia del aprendizaje estriba en su naturalidad, fácil comprensión y validez general. Trasladado al discurso político, se detectaría que frases pretendidamente brillantes o sagaces, no pasarían el filtro de los balbuceos más primarios.

El año 2020 se inicia con un recambio de conducción política nacional que se agota en el nivel presidencial, tras el cual se encolumnan repetidos funcionarios, gobernadores, intendentes, sindicalistas, jueces, empresarios y familiares, eventualmente con roles y perfiles amigo/enemigo u oficialista/opositor, intercambiables. Esta plasticidad vernácula  desnuda la primera falacia: el tremendismo para describir herencias recibidas (ejemplo la película estilo Goebbels “Tierra arrasada”),  engañosamente se acota en lo temporal (cuatro años), en un gobierno (abstracción), y en un presidente (personificación). De tal modo que sacrificado el becerro de turno, lavan o esconden sus culpas los perennes responsables acomodados a las nuevas circunstancias.

Este cuadro a priori pesimista, ofrece como contrapartida posibilidades superadoras, pues dicha continuidad dirigencial en los campos político-institucional, sindical y corporativo, facilita detectar falacias y contradicciones en sus discursos y acciones. Asimismo, la tecnología que permite la rápida y simultánea difusión de mensajes propagandísticos “enlatados”, interconecta de modo igualmente veloz a millones de ciudadanos cada vez más críticos de estructuras políticas obsoletas y escasamente representativas, con reclamos que pueden ser económicos, institucionales y sociales. En este contexto, el ciudadano común deberá procesar racionalmente el alúd informativo, sorteando el instrumento político “grieta”, útil para manipulaciones masivas de opinión. En el pasado año electoral, se ratificó que en niveles de poder no hay “grietas”, sino “pujas”. No hay ideologías, sino intereses. Que en la reciente campaña electoral se plasmaron en sorprendentes acuerdos políticos y arrepentimientos vía intercambio de prebendas. En esta incipiente etapa se destacan tres aspectos:

1) Las multitudinarias y pacíficas concentraciones de campaña de las dos expresiones partidarias mayoritarias, mostraron que las acciones violentas surgen exclusivamente de grupos de choque integrados por grupos ideológicos extremos, sindicales y barras bravas todo terreno, adecuadamente planificadas y financiadas. Ello se ratificó con la reciente aprobación legislativa de la ley de emergencia “solidaria”, en especial con el congelamiento de las actualizaciones jubilatorias, cuya aprobación tan solo dos años atrás, provocara descontrolados desmanes frente al Congreso, con la participación activa de grupos de choque, entre quienes se encontraban las diputadas Donda y Mendoza, intentando correr vallas para permitir el ingreso de los violentos al recinto legislativo.

2) Las medidas adoptadas bajo la trillada invocación de emergencia, en principio por seis meses, repiten las que fracasaron desde hace décadas: afectaciones jubilatorias; congelamientos tarifarios (que incluye a ricos); subsidios caóticos, manipulaciones cambiarias, más impuestos. De igual modo, mantienen inmutables para los altos niveles estatales privilegios jubilatorios, impositivos y lucros anexos, con costos fiscales insostenibles para los ciudadanos. Las medidas solo varían en sus títulos según quienes las apliquen. Las opciones son “ajuste salvaje” o “aporte solidario”. 

3) Es de esperar que en este semestre se logren cambios estructurales virtuosos con continuidad en el tiempo. Ello no será posible a través de comisiones o consejos integrados con “figurettis”, o personas valiosas diluidas en la intrascendencia de comisiones. Los acuerdos deberán construirse y legalizarse entre los actores más lúcidos y representativos del oficialismo y la oposición que sumaron casi el 90% de los votos, y que en su mayoría son viejos conocidos con posibilidad de rehabilitarse, pues comparten culpas en nuestra decadencia. Tanto el presidente Fernández como los líderes opositores saben que los grupos de choque están expectantes para no perder negociados, pero también millones de pacíficos ciudadanos dispuestos a autoconvocarse.

Buenos Aires, 22 de enero de 2020

AFI: inteligencia o sátira?

El cierre de año y proximidad de meses vacacionales con actividad más distendida, facilita jugar al recontra espionaje basados en un clásico del espionaje argentino: los servicios de inteligencia, y en particular, la AFI. Esta introducción contiene las dos palabras claves de la actividad: espionaje e inteligencia. Espionaje es una actividad de campo consistente en obtener información. Inteligencia consiste en analizar dicha información para decidir líneas de acción. Conscientes que espionaje sobra, el misterio a develar será constatar si existe inteligencia. Para esta pesquisa es necesaria una autoevaluación previa, que nos sitúe en alguno de los tres tipos de cerebro descriptos por. Maquiavelo: el que discierne por sí (excelente); el que entiende los que otros disciernen (bueno), y el que no discierne ni entiende lo que otros disciernen (inútil).

En las novelas de espionaje de los clásicos John le Carré, Graham Green o Ian Fleming, quienes además fueron agentes de inteligencia, los jefes de los servicios eran expertos de carrera, con alta profesionalidad. Es inimaginable ver a responsables de servicios secretos serios desempeñando variados cargos políticos de ocasión. Por ejemplo el jefe de James Bond, agente del servicio británico MI 6 creado por Fleming, es llamado M. Nuestros “M” criollos fueron entre otros, el abogado Anzorreguy, condenado por la causa Amia (Menem); el banquero Santibañez (De la Rúa); el abogado Larcher (Néstor Kirchner); el diputado Parrilli, con un nombre clave ofensivo (Cristina Kirchner), el intermediario de futbolistas Arribas (Macri), y la fiscal Caamaño (Fernández). De igual modo, los enigmáticos “señor/a 5 y 8”, lo ocupan circunstancialmente abogados todo terreno, fiscales, empresarios o vecinos en countries. Emerge entonces la primera falacia discursiva, que debido quizás a los juicios por corrupción, pretende circunscribir el problema AFI a la relación entre justicia federal y espías. Como en cualquier país, la mayor responsabilidad es política. Lo que es ratificado por la inacción que sin “grietas”, acordaron las multipartidarias Comisiones Bicamerales legislativas creadas para fiscalizar a los servicios de inteligencia. Esta realidad genera interrogantes más complejos e inquietantes: quién conoce realmente las tareas de inteligencia en curso, sus objetivos y personal implicado?. Quiénes informan al presidente de turno?

Esta relación entre política-justicia-servicios que fluctúa entre lo patético, rudimentario y delictivo,  se transparenta en el caso D`Alessio, tramitado en el Juzgado Federal de Dolores. Plagado de chantajes, operativos “puf” y otras chapucerías, abunda en personajes con oscuros antecedentes y conexiones entre sí. Cuando la causa sea elevada a juicio oral, tal como lo solicitara recientemente la Cámara Federal, posiblemente las declaraciones confirmen que los supuestos servicios de inteligencia son simples bandas que lucran con la corrupción estatal-privada. Con métodos que hace 90 años, Al Capone y otros de su calaña manejaban sin tantos subterfugios; si querían coaccionar a un juez, lo fotografiaban con una prostituta contratada, y a los jurados los coimeaban. La tercera fase, el asesinato, en la actualidad se aplica esporádicamente.

Es necesario considerar antecedentes, en especial cuando en las últimas elecciones algunos oportunistas recordaron cantar la marcha peronista. En enero de 1944, en un contexto bélico mundial y pujas entre militares pro Eje y pro Aliados, se creó dentro de la Policía Federal como unidad de espionaje el área de Coordinación. En 1946, ya como presidente, el general Perón creó la Secretaría de Inteligencia (SI), que luego derivó en la SIDE y la AFI. Coordinación continuó en ese entonces con sus tareas de inteligencia apoyada en una condición que por su función, solo reúne la policía federal: tener naturales contactos con los sectores más bajos y más altos de la sociedad.

Se concluye en un repetido desafío: qué hacer con los servicios de inteligencia, que comprenden a sectores civiles, fuerzas de seguridad y militares? Cómo interrelacionar información, procesamiento, estrategia y acción? Finalizada la guerra fría, los objetivos cambiaron. Hoy, corrupción, narcotráfico, terrorismo, delitos financieros, informáticos y conflictos militares, constituyen una problemática unificada que no admite compartimentos estancos. El atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York, desnudó la falta de intercambio de información entre la CIA y el FBI para detectar movimientos terroristas previos. Retornando a nuestros súper agentes vernáculos, recordar que estos sombríos  personajes lucran con la corrupción estatal-privada. Problema también político.

Buenos Aires, 27 de diciembre 2019

Enigma a resolver en el verano. En la Ley de Solidaridad Social aprobada en diciembre de 2019, quiénes se negaron a ser solidarios?  Hay cuatro opciones:

A: pobres; B: clase media; C: ejecutivo/legislativo/judicial; D: oligarcas.

Próxima newsletter: miércoles 22 de enero del 2020

Consenso…para qué fines?

Tras la asunción de un nuevo gobierno el pasado 10 de diciembre, es oportuno reflexionar sobre la palabra “consenso”, cuya reiterada invocación la transformó en una monocorde letanía. La imposibilidad de acordar políticas estructurales de interés nacional que tengan continuidad en el tiempo, y saquen a la Argentina del atraso de siete décadas, se explicaría por la incapacidad de nuestras perennes dirigencias políticas y corporativas. Sin embargo, esta descripción encierra una paradoja de origen: es posible la continuidad de dichas dirigencias responsables de los fracasos, sin que existan sólidos consensos encubiertos o explícitos entre ellas?

Los consensos se definen como acuerdos entre miembros de un grupo o grupos sociales diversos. Pero sus fines no necesariamente se deben suponer virtuosos. Pueden tener el objetivo de delinquir, engañar, concentrar y/o perdurar en el poder. No casualmente, la ausencia de consensos políticos virtuosos es acompañada de un sinnúmero de consensos viciosos, que como pocas veces, se transparentaron en este año electoral. Este contrasentido se produce en un contexto de licuación de identidades partidarias aglutinadoras de opinión, las que en cada elección son reemplazadas por innumerables siglas de ocasión, cada una de las cuales alberga a políticos justicialistas, radicales, socialistas, transfugistas o lo que fuere, siempre con cargo público bajo el brazo como condición de negociación. En este mercadeo entre dirigencias beneficiarias no hay “grietas”, al menos insalvables. Por ello no se deberá culpabilizar de estos vicios a los ciudadanos en general, bajo la engañosa etiqueta “la gente”. La crisis internacional de los sistemas de representación política y colapso de estructuras partidarias tradicionales, obliga a que nacionalmente sean afrontadas con andamiajes institucionales sólidos y dirigencias coherentes y creíbles; no con coaliciones electorales de ocasión tipo “black friday”, y cuyos integrantes infantilmente pretendan ser el jefe.

En la reciente elección, en pocos meses confluyeron en una misma coalición Alberto Fernández, Massa (ancha avenida del medio) y Cristina Kirchner. Asimismo, un justicialista reconocido como Pichetto, fue el vicepresidente de Macri. El publicitado Consenso Federal, solo alcanzó el nivel de barrial. Ni hablar de los escalones inferiores, en los que los trueques personales se producen a escala mayorista. Queda claro entonces que política y corporativamente no existen “grietas”, sino simplemente pujas de poder. Que tienen como contrapartida abundantes y sólidos consensos “viciosos”, como un sistema electoral restrictivo del derecho a elegir, fueros parlamentarios para delitos comunes, tramas institucionales de impunidad, soluciones a crisis y emergencias económicas repetidas hasta el hartazgo, inflaciones crónicas, no pagos de deudas igualmente crónicos, y empresarios enriquecidos a costa de prebendas públicas, quebranto del antiguo Banco Nacional de Desarrollo, y estatización de sus deudas privadas en dólares.

Ante estas continuidades de viejos políticos, con viejos discursos y viejas soluciones, a los ciudadanos comunes se nos abre la oportunidad de reflexionar y sacar nuestras propias conclusiones apelando a un conocido eslogan comercial: “Yo te conozco”. En este ejercicio se podrían utilizar tres puntos de apoyo analítico: 1) No juzgar en base a abstracciones genéricas grandilocuentes (pueblo, justicia, pobreza, riqueza) o conceptos instalados como valederos. Ejemplificar con nombres y antecedentes concretos; 2) Desentrañar los mensajes políticos de modo casi escolar, confrontándolos  con sus opuestos. 3) Ante versiones, rumores o suposiciones, partir de la situación fáctica existente. Ejemplo; ante especulaciones sobre quien manda en la fórmula presidencial, suponer que es el Presidente. Eso sí; verificarlo regularmente.

Ello nos permitirá decodificar anuncios supuestamente transformadores y fundacionales, que habitualmente encubren la conocida estrategia de “cambiar para que nada cambie”. Ejemplifiquemos con una frase actual tan repetida como falaz: “No pagaremos la deuda con el hambre del pueblo”. Resulta una obviedad que el pueblo no usufructuó la deuda ni podría o debería pagarla. Pero cabe preguntarse: los que recibieron sus beneficios a través de prebendas crediticias, inequidades jubilatorias, sobrecostos legislativos, defraudaciones impositivas y corrupción estatal, tampoco la pagarán?

Buenos Aires, 18 de diciembre 2019

Próxima newsletter, el viernes 27 de diciembre 2019

Cuando la historia no absuelve

La historia, palabra de origen griego cuyo significado es pesquisa o indagación, es una disciplina que estudia y expone hechos del pasado. Sin que ello impida que se generen polémicas, interpretaciones, adhesiones o rechazos. A partir de esta definición, cabe reflexionar acerca de la declaración de la ex presidenta Cristina Kirchner que en condición de acusada, realizara ante el Tribunal Oral que investiga la concentración de obras viales en el empresario santacruceño Lázaro Báez. Más allá de los innumerables comentarios que provocó su estrategia de monologar sin clarificar, cabe preguntarse: fue realmente una “defensa brillante”, o solo un habitual recurso distractivo?

En los delitos a gran escala en ámbitos de poder, sean privados o públicos, es habitual que los acusados se declaren inocentes o perseguidos. Y que en muchos casos, cuenten con adherentes y admiradores, sea por convicción, interés o temor. Nuestro interrogante se inserta en el contexto de una corrupción estatal planificada y sistémica, ejercida a través de asociaciones delictivas públicas-privadas con el fin de sustraer recursos públicos, que como tales, presentan la debilidad de ser de “todos”, pero de nadie en particular. La afectación de estos recursos determina el carácter de los delitos: exacciones, cohechos, enriquecimientos injustificados y asociaciones ilícitas. Lo que invalida la universal estrategia política de los acusados de intentar confundir delitos con ideología y enriquecimientos personales con virtudes políticas, invocando “persecuciones políticas”. Como además los involucrados son reacios a someterse a la justicia aplicable a todos los ciudadanos por igual, apelan a ser juzgados por abstracciones como “Dios y la Patria me lo demanden”, o el más generalizado “la Historia me juzgará”. En este plano, la ex presidenta Kirchner fue más allá, al expresar que “la Historia ya me juzgó”. Pero antes que detenernos en grandilocuencias verbales casi místicas, debemos analizar la estrategia defensiva, que es clásica y terrenal.

La revolución bolchevique primero y el fascismo luego, en la primera mitad del siglo pasado sentaron las bases de la propaganda política moderna. Con reglas no muy distintas, sus dos máximos representantes fueron Lenin, y el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels. Sus objetivos eran el manejo de la opinión pública a escala masiva, aún transnacional, por lo que las batallas se desarrollaban en el campo comunicacional. No es casual entonces el temor y ataques que históricamente sufren los medios de comunicación en las democracias, cuyas diversidades impiden opiniones excluyentes. Los principios o reglas básicas de la propaganda política nacidas en situaciones revolucionarias y bélicas, mantienen plena actualidad en las actuales sociedades. Dos publicaciones de mediados del siglo XX las explican con precisión: “Propaganda política”, del psicólogo inglés Frederic Bartlett, publicada en 1940, y “La propaganda política”, del politólogo Jean-Marie Domenach, publicada en París en 1950.

Domenach señala que el propagandista nunca debe contradecirse, y guardar silencio en aquéllos puntos en los que está débil. Silencio que eventualmente, puede acompañarse con ofensivas de distracción. Cita un ejemplo que recuerda la estrategia defensiva de la señora Kirchner: “Goebbels, que era diputado y periodista a la vez, atacaba violentamente a sus adversarios, resguardándose en la inmunidad parlamentaria. Cuando esta le fue levantada, se lo demandó por difamación, y como no podía negar los hechos, decidió contraatacar, lazando furiosas diatribas o insultando a jueces y fiscales. El tribunal, como hipnotizado, condenó a Goebbels por ultraje a pagar 200 marcos de multa, y olvidó el fondo del proceso” (página 69).

Es de esperar que nuestros jueces no queden hipnotizados. La Historia, si bien no puede emitir fallos de condena o absolutorios en vida de los acusados, puede brindar excelentes aprendizajes para comprender viejas estrategias destinadas a lograr impunidad y manipular a la opinión pública, presentadas como modernas y creativas. Pero estas analogías estructurales nunca deben utilizarse para desacreditar una argumentación en su conjunto. La mención de la señora Kirchner a las responsabilidades eventuales de un Jefe de Gabinete (se podría agregar de un Ministro, Secretario, y así sucesivamente), instala un debate fundamental que está siendo ignorado: en casos de corrupciones planificadas y sistemáticas, cómo se establecen penalmente las cadenas de responsabilidades? Clarificarlo en los juicios orales será esencial para el futuro.  

Buenos Aires, 11 de diciembre 2019

Crucigrama: sonajeros

Tras un largo proceso electoral, la palabra clave para resolver el último crucigrama político previo al cambio de gobierno el próximo 10 de diciembre, será “sonajeros”. Es un juguete de variados diseños formado por un mango con cascabeles que suenan al agitarlo, con el fin de entretener a los bebés y estimular sus sentidos. Aplicados al campo político, la única diferencia reside en que son utilizados por todas las edades, manteniendo su requisito de entretener, hacer ruido en lugar de explicar, y desarrollar los sentidos para permanecer en cargos públicos. La metáfora, antes que irónica, pretende ser didáctica. Lo político no se restringe a conducción de gobierno y sus diversos estamentos estatales; incluye también a sectores corporativos empresariales y gremiales, sea con presencia explícita (cargos públicos), o influencias implícitas (nexos políticos y gestores). Las pujas de intereses suelen trasladarse a la opinión pública a través de vías comunicacionales, con ensordecedores agitar de sonajeros. Sin que falten “bebes” adultos que desde el poder, intenten anular los sonajeros que le molestan.

En la extensa etapa electoral de este año se destacan tres tipos de sonajeros: 1) preelectorales, con diseños que simulan variedad, pero corroboran la falta de renovación y representatividad política, al amparo de un sistema electoral restrictivo del derecho a elegir. Que finalizadas las elecciones, se prolongan en oportunistas “librepensadores” que, burlando al votante, pasarán de un partido a otro. La novedad fue la súbita desaparición de los sonajeros llamados “ancha avenida del medio”, por pasar sus creadores a marcas con más éxito comercial. En cuanto a los llamados ideologías, la competencia y falsificación de marcas fue creciente: peronismo, justicialismo, kirchnerismo, radicalismo en versiones histórico, K o Pro, neoliberal, populista, desarrollista, social demócrata, progresista. Al punto que ningún “bebé” político adulto se mantiene fiel a una sola marca. La excepción es el sonajero “izquierda dura”, cuyo diseño se mantiene inalterable desde hace casi un centuria.

2) los poselectorales mantuvieron sonidos conocidos, como anuncios de “pesada herencia” o “gran acuerdo social”. Este último repite la escena de un gran número de “bebés” de variado origen, reunidos para tratar que los costos del acuerdo lo paguen otros, y no se vean afectados sus privilegiados pañales de marcas más sofisticadas y exclusivas, como jubilaciones especiales, altos salarios que no pagan ganancias, gastos legislativos desproporcionados, prebendas empresariales, corrupción. El mejor ejemplo son los conmovedores consensos para no pagar las deudas contraídas por las compras de millones de sonajeros, invocando el “hambre del pueblo”, que jamás tuvo el privilegio de recibir algún sonajero. No debiera sorprender entonces que “no pagar” siempre contara con el apoyo de quienes no tienen hambre. Se recuerda la ovación de los legisladores en el 2001, cuando Rodríguez Saa anunció el default de la deuda, y los recientes aplausos de los industriales, cuando Alberto Fernández expresó en la Conferencia Industrial de la UIA: “vamos a pagar el día que hayamos crecido, producido más, exportado más”.

3) los sonajeros asunción de autoridades son los más importantes para el destino de quienes no pueden comprarlos. Los más ruidosos son los que agitan especulaciones de un doble comando en el poder ejecutivo, a resultas de un presidente ungido por su vicepresidenta. Toda argumentación debe partir de supuestos sólidos., evitando sarcasmos como “títere” o “nunca trabajó”. Para conducir a un grupo político, y más aún un gobierno, tener formación profesional, personalidad, conocimiento de los vericuetos administrativos, información privilegiada, contactos, capacidad de lobby y dialéctica, no es suficiente. Existe una condición necesaria que no se enseña; se practica: envergadura política. Nos guste o no, y con los perjuicios que ello pueda causar, la posee Cristina Kirchner, pero ninguno de sus satélites. Lograr este aprendizaje no es fácil. Lo han tenido los Kirchner, Rodríguez Saa, Insfrán, Zamora, en su momento Menem, y presenta aspectos comunes: caudillismos con reelecciones indefinidas y/o familiares, nepotismos exacerbados, y control total de los tres poderes del Estado. Por añadidura, se plasma en provincias poco desarrolladas, que replican una especie de conurbano en el interior. Estos esquemas se trasladan sin modificaciones al manejo de un país. Ello explica que el armado legislativo y parte del ejecutivo de la señora Kirchner, que exige modalidades irrestrictas, se concentre en representantes de esas provincias.

En este contexto, se adjudicó al presidente Fernández dos tareas prioritarias actualmente en ejecución, que no podría cumplir Cristina Kirchner como presidenta: 1) desacreditar las causas judiciales en su contra, y subsidiariamente de otros funcionarios; 2) renegociar la deuda externa con equipos de economistas con nexos internacionales. Qué pasará a partir de esta tareas? Ingresamos en un juego de suposiciones.  

Buenos Aires, 04 de diciembre 2019

Crucigrama: Padilla

El presente crucigrama tiene por vez primera un apellido como palabra clave: “Padilla”. Corresponde a Alejo Ramos Padilla, juez federal de Dolores, en cuyo juzgado el 29 de enero de este año el empresario Pedro Etchebest denunció al supuesto abogado Marcelo D`Alessio por extorsión, bajo la amenaza de involucrarlo en la causa de corrupción conocida como “cuadernos”. Completar los casilleros de este caso incrementará el conocimiento de las tramas corruptas estatales, institucionalmente planificadas y sostenidas en el tiempo, que son fluidas para sustraer recursos públicos, y resistentes para evadir sanciones y devolver lo mal habido, pues los involucrados desempeñan roles en los tres poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial. La clave “Padilla” abre un amplio catálogo de palabras a ser intercaladas en el crucigrama: corrupción, denuncias, operaciones, justicia, espías, complicidades, impunidades, comunicación y periodismo.

Pese a que su objetivo inicial perdió vigencia, recordar el origen del caso “Dolores” brinda un marco de referencia. Comienza en enero de este año, con la operación “puf” anunciada por Eduardo Valdés, y la denuncia del empresario Etchebest. Continúa con la detención y procesamiento de D`Alessio, imputación al fiscal Stornelli, y en marzo, la concurrencia del juez Padilla a comisiones de Diputados, para exhibir documentación reservada de la causa. Diluida la intención inicial de abortar la causa “cuadernos”, y quizás de modo indeseado, el caso fue derivando en líneas investigativas que paradójicamente, transparentan cómo se mueven los eslabones de la corrupción. En junio es citado a declarar y posteriormente procesado por extorsión, el periodista Daniel Santoro. Seguidamente, el juez traslada sus escritos a una Comisión de la Memoria encabezada por Pérez Esquivel, para que establezca si los mismos constituyeron “operaciones de acción psicológica”. De este modo comenzó una estrategia alternativa que hoy, con varios juicios orales en marcha, son mojones del nuevo operativo impunidad: surge el término de moda “lawfare” (guerra judicial), que ya usaba el ministro de propaganda nazi Goebbels para amedentrar jueces, sumado a espías y periodismo

Este cuadro de situación, lejos de prejuzgar o definir culpabilidades e inocencias, estimula resolver el crucigrama cual novela policial en pleno desarrollo, en una etapa en la que todos los personajes son sospechosos. A los actores principales ya mencionados, deben mencionarse varios secundarios, que tanto en las novelas como en las investigaciones judiciales, resultan claves para descubrir al o los asesinos (o coimeros, según el caso). Cabe mencionar a Traficante y Cifuentes (empresarios); Brusa Dovat (ejecutivo PDVSA); Stiuso, Bogoliuk y Barreriro (espías); Bidone (fiscal); Bindi, Robles, Hortel, González, Guijo y Bouzat (abogados), Degastaldi (ex comisario); Luffi (prefecto general). Posiblemente en los próximos capítulos se incorporen nuevos actores. Continuando con la metáfora novelesca policial y tal cual muestran las películas, ante un gran panel, los detectives trazan circuitos que interconectan fotos de las víctimas, sus trabajos, sitios de los crímenes, fechas, relaciones familiares o laborales y radios de acción. Realizada esta tarea con los testigos e imputados en la causa “Dolores”, emergen innumerables interrelaciones y antecedentes personales nada virtuosos. Todos bajo un denominador común: directa o indirectamente tienen o tuvieron nexos con el Estado. O sea, con el “dinero de todos”.

En esta etapa de sospechas generalizadas, podrían aventurarse algunas hipótesis de trabajo: 1) A diez meses de abierta la causa en Dolores, es de esperar que no se dictamine tardíamente la no competencia del juez Padilla y se le quite la causa, o se anule la misma, pues nos privaría de su principal atractivo: saber bajo qué argumentos y cuándo el juez la elevará a juicio oral; 2) Los medios de comunicación no deberían encerrase en su defensa exclusivamente corporativa, perdiendo la oportunidad de seguir la causa en condición de periodismo de investigación serio y profesional; 3) Si los servicios mal llamados de inteligencia se reflejan en los personajes que aparecen en esta y otras causas, o sirven para que los políticos los utilicen para cualquier disparate, en lugar de cambiarle nombres y ropajes, es momento de desactivarlos para crear uno realmente de inteligencia, no solo de espionaje. El inconveniente es que para ello se necesitarían “políticos con inteligencia”.

Buenos Aires, 27 de noviembre 2019

Crucigrama: periodismo

Para resolver el presente crucigrama, a la palabra clave “Periodismo” se la asociará exclusivamente con la actividad política, partiendo de tres hipótesis: 1) el manejo de la opinión pública a través de la comunicación, sea monopólica (totalitarismos), o diversificada (intereses sectoriales), no es un fenómeno moderno, sino ancestral. Solo evolucionaron las herramientas utilizadas, sean orales, escritas o audiovisuales. 2) para evitar preconceptos, el alto desprestigio que atraviesan las elites políticas se acompañará de una desacralización de la actividad periodística. 3) en lugar de abstracciones, se utilizarán realidades; políticos en lugar de “política”; empresarios de medios en lugar de “medios de comunicación”; periodistas ejerciendo el “periodismo”.

El fallecido Umberto Eco, en una de sus últimas novelas que tituló “Número cero”, relata el ofrecimiento de un empresario a un escritor fracasado, para que prepare un nuevo diario basado en diversas investigaciones, sin establecer límites entre la verdad y la mentira. El elegido con un grupo de colaboradores muy bien remunerados, preparan el número cero, investigando secretos ocultos, entre otros, de la CIA, el Vaticano y Mussolini. Pero el diario nunca verá la luz, pues el verdadero objetivo del empresario era utilizar la información para chantajear a altas esferas del poder, en base a un principio simple. Para deslegitimar a un adversario no hace falta acusarlo; es suficiente difundir sospechas sobre sus actitudes, para que la verdad se desvanezca. Su éxito no residía en tener gran número de lectores, sino actuar como amenaza subyacente para evitar a la opinión pública.

El presidente electo Alberto Fernández nos facilita pasar de este relato a lo real. En el diario La Nación del pasado 08 de noviembre, se publicó la entrevista que otorgó al ex presidente de Ecuador Correa para un canal ruso. Refiriéndose a la prensa, Fernández señaló que hay grupos empresarios que tienen un apéndice en lo mediático para defender sus intereses. Pero seguidamente aclaró que los argentinos cuando leemos o escuchamos, sabemos quién está detrás de quien escribe o habla. Cabe preguntarse entonces, a qué obedece la preocupación de Fernández, entusiastamente compartida por Correa?

Atento a su condición docente, Fernández podría ejemplificar su postura. Suponiendo que los argentinos “sabemos” que La Nación y el canal TN son críticos del kirchnerismo, y Página 12 y el canal C5N son críticos del macrismo, a cuál de esos grupos señalaría como defensor de intereses empresariales y/o políticos? A cuál de ellos asociaría a un periodismo profesional, y a cuál vocero de intereses ocultos (que en general suelen ser explícitos)? Quién actuaría como juez para definir intenciones, y eventualmente sanciones? Los sistemas políticos facilitan una respuesta. Los totalitarios exigen una opinión única, eliminando expresiones opositoras. Los democráticos aceptan la coexistencia de unos y otros, independientemente de sus intereses. Pero los autoritarios, que buscan el usufructo permanente del poder en un marco de democracias imperfectas, usarán clásicos recursos de contrapropaganda fáctica y dialéctica, bajo el disfraz de pujas ideológicas. Que incluyen batallones comunicacionales generosamente financiados con recursos estatales, y en casos extremos, desprestigian opiniones opositoras juzgándolas como “operaciones de acción psicológica”. Táctica nada sofisticada; fue aplicada por el bolcheviquismo y el fascismo en las primeras décadas del siglo pasado.

La solución ante este desafío es también ancestral; que el ciudadano tenga opciones para comparar, razonar y decidir por sí mismo, diferenciando verdad de falsedad, denuncia de extorsión, persecución de impunidad, rumor de intencionalidad. Lo que pareciera difícil no lo es tanto. Es la propia diversidad comunicacional la que facilita este ejercicio. Un método sencillo es confrontar una opinión con su opción contraria. Recientemente se instaló en la opinión pública el término “lawfare” (guerra judicial), asociado a conocidos casos de corrupción estatal-privada, pero entendido solo como persecución judicial a líderes populares a través de la prensa. Cabría preguntarse entonces: proteger judicialmente a corruptos y asegurar su impunidad, sería otra variante del “lawfare”?

El próximo crucigrama tendrá como palabra clave un apellido, que permitirá ser interrelacionado con un amplio número de palabras afines: periodismo, jueces, corrupción, espías, operaciones, presos, “lawfare”.

Buenos Aires, 20 de noviembre 2017

Crucigrama: demanda

La palabra clave del presente crucigrama será “demanda”, entendida como reclamo social en apoyo de derechos o expectativas, que deberá ser combinada con transición, equidad, perpetuación, fraude, coimas y corrupción, en un contexto regional complejo, que detonó en simultáneo con un proceso nacional de transición de traspaso de poder entre dos coaliciones de distinto signo. Que nuestra perenne clase política se esmera en complicarla. 

Los estallidos sociales no canalizados institucionalmente dejan daños económicos y sociales irreparables. Las actuales crisis corresponden a sistemas democráticos de disímiles calidades, cuyos actores principales parecieran actuar desconociendo consecuencias de sus actos y de sus dichos. Chile presenta indicadores económicas y de alternancias de gobierno envidiables, pero con políticas distributivas no atendidas (equidad); Bolivia también ofrece un importante desarrollo económico-social, pero su líder incurre en la práctica del fraude, buscando perpetuación; Brasil, potencia económica mundial, afronta una crisis política aún no resuelta como consecuencia de los escandalosos casos de coimas en cabeza de las empresas Petrobras y Odebrecht (corrupción), que barrió con las principales dirigencias políticas y empresarias de diversos países americanos, sin diferenciar entre derechas o izquierdas, neoliberalismos o populismos. Las coincidencias entre los implicados no fueron ideológicas, sino apoyadas en algo más corpóreo: dinero.

Trasladado este panorama al contexto nacional, resaltan aspectos que debieran preocuparnos. De los casos mencionados poseemos todos los vicios: falta de equidad, sistema electoral restrictivo, complejas alternancias en el poder y corrupción sistémica. Por el contrario, carecemos de sus virtudes: poseemos moneda nacional menospreciada; inflación descontrolada ( sólo en trece de los últimos setenta años no superó los dos dígitos), y déficits fiscales recurrentes que culminan con crisis de deuda. Pese a lo cual, las clases dirigentes responsables, sean políticas, sindicales o corporativas, mantienen una continuidad temporal asombrosa. En lo político y sindical, arropados bajo sistemas electorales restrictivos del voto popular o de afiliados, plagados de nepotismos en muchos casos hereditarios. Es por ello que las transformaciones económicas deberán ir en paralelo con las institucionales y electorales, responsables en gran parte de los déficits fiscales, no causados por los más pobres, sino por los que siempre tienen la “heladera llena”, para emplear un término de moda.

Concluyó un acto electoral ejemplar, pese a que viejos políticos, cuando no, intentaron previamente de sospecharlo de fraudulento. El resultado no se acentuó la “grieta”, como plantearon superficiales analistas, sino plasmó una adecuada distribución porcentual de roles entre las dos coaliciones predominantes. Sin que ello evite ingresar en la habitual etapa de coptación y reubicación de dirigentes oportunistas, que a espaldas de sus votantes negociarán reacomodamientos disfrazados de “amplitud ideológica”. Los ciudadanos deberemos sostener estas continuidades democráticas firmemente, sin renunciar a interpelar a nuestros representantes todas las veces que sea necesaria a través de la opinión y la presencia, y no por la acción violenta desestabilizadora de forajidos ideologizados.

Es momento entonces de dar por cerrada la etapa de festejos, que incluyó ahondar sobre la penetración ideológica de Bugs Bunny, acumular fotos color sepia con anquilosados dirigentes y pontificar a través de diez palabras por twitter, para ponerse a trabajar. El desafío económico no es menor, y se repiten antecedentes. El debate se concentra en cómo no pagar, pero nada se dice respecto a cómo desactivar enormes gastos superfluos y prebendarios, que permiten que muchos de los que recorren los medios de comunicación clamando por los pobres, tengan siempre la “heladera llena” a costa de recursos públicos. Las soluciones volcadas como trascendidos, recuerdan viejas experiencias: acuerdos económicos-sociales; Plan Austral; sustracción de ahorros; Plan Bonex; convertibilidad; no pagar deuda; Plan Boden; pesificaciones asimétricas; cepos cambiarios; mercados desdoblados.

Próximos al diez de diciembre, los políticos y jueces deberán recordar además que el juramento “que Dios y la Patria me lo demanden”, no excluye la obligación de someterse a la terráquea justicia establecida en la Constitución, especialmente en los temas de corrupción.

Buenos Aires, 13 de noviembre 2019

Crucigrama: cuaderno

“Cuaderno” será la palabra clave para resolver el presente crucigrama. Asociada a corrupción por las anotaciones del chofer Centeno, si le otorgamos un clásico uso escolar de aprendizaje, podríamos interrelacionarla con un sinnúmero de palabras que posibiliten análisis políticos que excedan lo delictivo: víctima, poder, responsabilidad, trama, complicidad, complacencia, encubrimiento, déficit fiscal, pobreza.

Inicialmente es importante identificar a la víctima de los delitos cometidos. En casos de corrupción es el presupuesto público, no patrimonios privados. Por ello las complicidades maliciosamente encubiertas tras el eslogan “roba pero hace”, es tan falaz como si los supermercados ofertaran “lleve un producto al precio de dos”. O intentar coaccionar a un opositor enrostrándole “tu padre es un empresario inmoral”, sin especificar si lo es por estafar a otro privado, o por asociarse a funcionarios “entregadores” de recursos públicos. La frecuencia de casos  determina el tipo de corrupción de un país. Nuestro listado histórico es rico en ejemplos: Italo, BIR, IBM-Banco Nación; Skanska. Cuando son puntuales, se llaman actos de corrupción, que justifican la complaciente frase “siempre hubo corrupción”. Pero en las últimas dos décadas la asociación entre altos niveles estatales, sindicales y empresariales alcanzó tal magnitud y habitualidad, que nos ubica como país en estado de corrupción permanente. Para alcanzar este nivel, deben coexistir una extendida trama (organización), complicidad (ejecución), y encubrimiento (impunidad), consolidadas en el tiempo. Esta necesidad de continuidades temporales explica lo restrictivo de nuestro sistema electoral, el abuso de nepotismos, y la resistencia para aprobar leyes efectivas contra el delito, como ley de fueros y extinción de dominio, entre otras. Surge entonces un interrogante: pueden existir en democracia tantos cómplices estatales? La respuesta la brinda la participación en la trama de eslabones que, si bien son penalmente honestos, aportan complacencia para no ver, dejar hacer, no denunciar, recibiendo como contraprestación cargos públicos y prebendas. Y si hablaran de corrupción, solo se referirían a la ajena, con fines de amenaza e impunidad antes que de moralidad.

Esta descripción que abarca a todos los poderes del Estado, se transparentó en la causa llamada “cuadernos”. Atípica no solo por la simultaneidad de diversos casos, sino por la participación en forma directa o indirecta de funcionarios, empresarios, jueces, legisladores, sindicalistas, financistas y testaferros, todos enriquecidos, pero preocupados por la pobreza. Quienes lograron esa trama eficaz para delinquir, intentan hoy mantenerla para lograr impunidades y salvar patrimonios personales mal habidos; ya no proclamando inocencia, sino acudiendo al oscuro mundo judicial de las nulidades. Sin embargo, la espectacularidad de los casos impidió profundizar acerca del rol que en este contexto desempeñan dos conceptos políticos esenciales en el ejercicio de un gobierno: poder y responsabilidad. Más aún, en un sistema caracterizado como fuertemente presidencialista, necesitado de líderes, y con visos de autoritarismo.

Estado es un concepto político abstracto que se refiere a una forma de organización política, social y económica conformada por instituciones. Pero Gobierno se materializa con funcionarios de carne y hueso de disímiles antecedentes y especialidades, con responsabilidades de administrar, legislar y juzgar. En funciones ejecutivas, quien ejerce el poder elije a sus principales colaboradores en altos cargos políticos. Queda por develar como se trasladan estos ordenamientos escalafonarios burocráticos, al campo de las responsabilidades y/o complicidades en las tramas delictivas. Es de esperar que los juicios orales por corrupción iniciados y futuros, que los “perseguidos políticos” tratan desesperadamente evitar, clarifiquen este interrogante. Es muy fácil identificar períodos de corrupción solo por los nombres de los presidentes de turno (Menem, De la Rúa, Kirchner, Macri), obviando la existencia de un sistema institucional y corporativo con políticos, jueces, sindicalistas  y dirigentes en general, que permanecen inamovibles.

Desde esta perspectiva y en lo inmediato, cobran relevancia las capacidades, honestidad  e independencia de quienes conducirán los diversos organismos de control del Estado (UIF, Sindicatura, AFIP, Auditoría, Procelac, Anticorrupción). Bajo que pautas serán designados? El elector y el elegido siempre lo tienen claro.

Buenos Aires, 06 de noviembre de 2019

Crucigrama: surrealismo

La palabra clave del presente crucigrama político, “surrealismo”, es adecuada para analizar hechos políticos encuadrados en un extravagante calendario electoral, iniciado en marzo en Neuquén, y finalizado el pasado domingo con la elección de un nuevo presidente. Hace 30 años en su libro “Un país de novela”, escribía Marcos Aguinis respecto a la Argentina: “Cambian los actores, se transforma el escenario, tenemos sensación de novedad, pero el libreto mantiene sus líneas cardinales”. Se equivocó; no solo se mantiene el libreto, sino también los actores y los escenarios. Explicar esta asombrosa continuidad de décadas sustentada en principios y adhesiones políticas intercambiables, necesita del surrealismo: los malos de ayer pasaron a ser los buenos de hoy; los enemigos se convirtieron en amigos; personalidades antagónicas mutaron en idénticas, y corruptos en perseguidos.   

Surgido en Francia como movimiento artístico y literario tras el impacto político y social destructivo que significó la Gran Guerra 1914-18, el surrealismo se inspiró en teorías psicoanalíticas, buscando que lo imaginario e irracional trascendiera a lo real. Incluso el uso de la imagen como instrumento para expresar emociones subconscientes, fue de gran utilidad en el desarrollo de la propaganda política. En nuestro continente puede asimilarse al “realismo mágico” que bien describiera García Márquez, consistente en explicar la realidad a través de lo mágico. De algún modo estos movimientos sirven para entender la inconsistencia de los mensajes políticos, que mezclan  diagnóstico con propuesta, patoterismo con fervor, delito con persecución, y utilizan eslógans apocalípticos: tierra arrasada, heladeras vacías.

Pero concluidas las campañas y los efectos narcolépticos de los discursos, se extinguen los desvaríos para dar lugar a una inmutable materialidad. Continuarán prestando patrióticos servicios legislativos Cristina Kirchner, Graciela Camaño, Elisa Carrió (renunciará?), Agustín Rossi, Moreau, Solanas, Donda. A ellos se sumarán ex gobernadores, reemplazados por quienes fueron legisladores. La corporación judicial mantendrá la mayoría automática de la Corte, y a jueces federales como Canicoba Corral, de Giorgi, María Servini, Luis Rodríguez y Rafecas, entre otros. Seguirán pujando por “negocios protegidos” Eskenazzi, Brito, Cristóbal López, Lascurain, Sigman y Mendiguren. Persistirán en sus luchas por la justicia social los Moyano, Barrionuevo, Biró, Palazzo, Santamaría. La educación estará defendida por Baradel y Yasky. Pese a sus poblaciones empobrecidas, mantienen sus feudos gobernadores como Insfrán, Kirchner y Zamora. En San Luis, para no aburrirse, se pelean el Alberto con el Adolfo. El rubro intendentes mantiene apellidos emblemáticos como Posse, Espinosa, Mussi, Ischi. En todos los casos, se suman familiares y amigos. Quienes hayan perdido sus cargos electivos no pasarán al democrático llano; se reubicarán “sin grietas” en intrascendentes cargos públicos como asesores, o en organismos de escasa trascendencia, incrementando el déficit fiscal. Este compacto y extendido grupo de funcionarios, sindicalistas y empresarios, comparten el privilegio de, con o sin crisis y con recursos estatales, autoadjudicarse privilegios. 

Esta descripción es real o producto de un delirio imaginativo? En este último caso, cual es el alucinógeno que lo produce? Desde lo político, de raigambre conservadora disimulada tras insulsas polémicas entre populismo y neoliberalismo, la clave está en un sistema electoral estructurado para favorecer continuidades y nepotismos, acotando el derecho ciudadano a elegir: listas sábana armadas en quinchos, candidaturas simultáneas a más de un cargo, reelecciones indefinidas, ley de lemas, campañas extensas en desmedro de las obligaciones de administrar y legislar. En esta etapa electoral se destacó el alucinógeno llamado PASO, formulado para las internas partidarias. Por tener que beberse aun cuando no haya internas, causó daños colaterales nefastos. El viernes previo a la toma del brebaje, el dólar estaba a $ 46, y el día posterior subió a $ 58, causando histerias generalizadas no solo en inocentes ciudadanos, sino en el sindicalista Palazzo y el economista Redrado, quienes acusaron al gobierno por los efectos no previstos. De igual modo, la imagen onírica “ancha avenida del medio”, pasado el efecto del alucinógeno discursivo inyectado durante seis años, mostró ser un estrecho desfiladero del 6%, mientras sus alquimistas principales negociaban conchabos públicos en las calles tradicionales. En realidad, el surrealismo de nuestros dirigentes consiste en proclamar su preocupación por los pobres, mientras crean y defienden privilegios que les permiten tener permanentemente la “heladera llena”.

Buenos Aires, 30 de octubre 2019

Puntos 2019, a votar

Ante una circunstancia democrática trascendental como es la de elegir el próximo domingo presidente y otras autoridades, se optó por sustituir la metáfora de los crucigramas para interpretar hechos políticos, por la película “El tercer hombre”. Es un clásico policial del año 1949 desarrollado en la Viena de posguerra, con guion del escritor  Graham Green. Harry Lime, interpretado por Orson Wells, ofrece a su amigo de la infancia Martins (Joseph Cotten), desocupado en Estados Unidos, que trabaje con él en Viena. A su arribo, Martins es informado que Lime acababa de morir atropellado por un auto, por lo que asiste presuroso a su entierro. Policías presentes en la ceremonia, lo interrogan respecto a su relación con Lime, para finalmente notificarlo que su amigo traficaba penicilina en el mercado negro, causando centenares de muertes, en especial niños, al adulterarla para maximizar ganancias. Tras descubrirse que Lime había simulado su muerte, Martins consiguió contactarlo para reunirse en el Prater, el parque de atracciones más antiguo del mundo. Para conversar a solas suben a una cabina de la famosa Noria Grande (rueda giratoria), y Martins le reprocha las víctimas inocentes de su negocio. Lime, observando a 70 metros de altura a quienes circulaban por el parque, le responde: Víctimas? Mira ahí abajo; de verdad sentirías pena si un punto de esos dejara de moverse para siempre?

Esta escena semeja la relación de las dirigencias políticas con las muchedumbres anónimas (los “puntos”). Las primeras poseen imagen identificable. Maquiavelo en sus consejos al príncipe ya destacaba la apariencia como instrumento político, al señalar: “Todos pueden ver, pero pocos tocar…muy pocos saben lo que realmente eres”. La modernidad y sus avances tecnológicos, si bien acortaron distancias comunicacionales entre dirigentes y dirigidos, no modificaron este concepto; solo variaron las estrategias discursivas y escenográficas. El príncipe pasó a llamarse líder (que eventualmente se puede tocar), que en busca de un efecto de cercanía anhelan reconocerse por sus nombres: Mauricio, Cristina, y en ciernes, Alberto. En realidad, también sucedía en las monarquías sucesorias: Carlos I, Carlos II, etc. Pero el “muy pocos saben quién realmente eres” permanece inmutable: es ladrón o perseguido político?  Es coherente u oportunista?

En cuanto a los “puntos” anónimos de Orson Wells, la propaganda política modificó esta caracterización cruda y aséptica por una más amigable: gente. Utilizado para hacer creer que el sufrimiento de muchos es el sufrimiento de todos. Mientras que en la película se explicitaba la separación física y conceptual entre el poderoso (Wells) y los “puntos” ubicados bajo sus pies, potenciales víctimas de su accionar delictivo, el vocablo “gente” pretende mimetizar a dirigentes y dirigidos, a ricos y pobres, a victimarios y víctimas. Es un clásico y sofisticado recurso de manejo de masas, que se inició con el bolcheviquismo, y se consolidó con el fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Genera una misma pregunta: quiénes manejan las masas y para qué? Previo a incursionar en nuestra actualidad política a partir de estas referencias, se debe tener presente una realidad cronológica. Mientras todos los personajes de la película “El tercer hombre” han muerto, los dirigentes responsables de las crisis argentinas se mantienen vigentes desde hace 25 años, período que equivale a una generación de ciudadanos. De ahí la necesidad de evitar la reiterada trampa del uso del vocablo “gente”, que podemos ejemplificar en una frase del candidato Alberto (se lo menciona solo por su nombre para jerarquizarlo), con motivo de la marcha del oficialismo el pasado sábado: “La gente ve una plaza llena, pero llega a su casa y tiene la heladera vacía”.

Ante esta afirmación, cabe preguntarse cualquiera fuera el resultado electoral: los políticos, legisladores, asesores, gobernadores, intendentes, concejales, integrantes del poder judicial, cúpulas empresariales contratistas del Estado, empresas estatales y organismos autárquicos, sindicalistas en sus versiones políticas y empresariales, y familiares directos en general, que en mayor o menor grado asumen responsabilidades políticas de Estado, y tienen gran incidencia en el déficit fiscal, tienen la “heladera vacía”? Tienen “hambre”? Están desocupados? A los mencionados, deberán agregarse sectores externos asociados que vía corrupción, también incrementan déficit y pobreza: fuerzas de seguridad infiltradas, narcotraficantes, barras bravas, testaferros de funcionarios, financistas lavadores de coimas, operadores encubridores.

Las crisis pasadas nunca las afrontaron sectores privilegiados y prebendarios,  ni se aplicaron principios de equidad. De no hacerlo en esta oportunidad, seguiremos teniendo muchos pobres “con la heladera vacía”. Y no es casual que esta reflexión carezca de “grietas”. Es tan abarcativa como “gente”.

Buenos Aires, 23 de octubre 2019

Crucigrama: pobreza

Para resolver con éxito el presente crucigrama político, cuya palabra clave es “pobreza”, se deberá prestar atención al uso de las paradojas, como se denominan a las  expresiones en apariencia verdaderas que encierran contradicciones o colisionan con el sentido común, que pueden llegar a la hipocresía, que caracteriza a la inconsistencia entre lo que se piensa y se hace o se dice. Formulada esta prevención, pobreza se deberá interconectar con las palabras discurso, campaña, dinero, déficit, deuda, reclamos y propuestas.

Pobreza, en su significado más elemental, es la que sufren quienes carecen de los recursos para afrontar necesidades básicas, como alimentación, educación, salud, vivienda y servicios básicos. A nivel ingresos, para no ser pobre una familia tipo necesita un monto mínimo de $ 31.934. Si no se cubre el valor de la canasta básica de alimentos, se ingresa en la indigencia. Al omitirse en los discursos de campaña la existencia y/o calidad de servicios básicos, resumiendo la condición de pobreza a la cuantificación de los ingresos, surge la primera paradoja. En los reclamos al Estado, el factor común que interrelaciona pobreza con sectores privilegiados, es el dinero. Los privilegios pueden ser “legales” (plantas estatales saturadas con élites políticas y nepotismo, subsidios que igualan necesidades básicas con ganancias, prebendas diversas), o “corruptas” (créditos estatales irrecuperables, sobreprecios, coimas, apoyos delictivos paraestatales). Cuando el debate ingresa en aspectos más sofisticados, como déficit fiscal y deuda pública, cabe preguntarse: son generados por los pobres o los no pobres?  Las incumplen y/o incrementan los pobres o los no pobres? Quienes afrontarán los costos? Las respuestas concretas son las que se omiten en campaña.

Para comenzar a llenar casilleros se deberá pasar de las paradojas a la hipocresía. En campaña, la puja se centra entre quienes tras 14 años de gobierno (incluye dos de Duhalde) dejaron 29,2% de pobreza oculta, y quienes tras cuatro años de gobierno la incrementó en 6,2%. El espectáculo tiene un acompañamiento coral compuesto por otros candidatos, asesores, dirigentes políticos, legisladores, empresarios, sindicalistas, testaferros y hasta revolucionarios de izquierda, entre los que no hay pobres, pero muchos responsables por la pobreza y privilegios. Es importante entonces rescatar entre los discursos superficiales, frases que permiten avizorar el futuro próximo. Dijo Alberto Fernández: “Las deudas se pagan, pero no con el sufrimiento de la gente”. Hace sospechar el uso de una palabra abstracta y genérica: “gente”, que supuestamente, incluye a pobres y ricos. Distinto habría sido decir “que no se pagará con el sufrimiento de los pobres”, como es habitual desde hace décadas, sino por quienes la usufructuaron (prebendas empresarias, privilegios públicos, corrupción estatal-privada, subsidios descontrolados, y por fuerza mayor, emergencias sociales. Con lo que el equilibrio de cuentas públicas permanente en el tiempo, se lograría sin costos sociales irreparables, pero con sacrificios proporcionales a cada sector. Dos ejemplos básicos: bajar en un 20% el costo legislativo (asesores, viajes, ausentismo), y anular la injusta exención impositiva del Poder Judicial que supera los $ 8.000 millones de pesos anuales. Medidas aplicables sin pérdida de puestos laborales legítimos, y manteniendo un buen poder adquisitivo de dietas y salarios. Otra frase engañosa le emitió el candidato Kicillof, con fuente clerical: “Hay quienes venden droga porque no tienen que comer”. Cuando debería decirse: “hay poderosos narcotraficantes asociados con políticos, empresarios, poder judicial, fuerzas de seguridad y criminales, en un negocio multimillonario”. El uso de “soldaditos” pobres para el menudeo es una obviedad en los países donde actúan. Pero parece que políticamente rinde y oculta más poner a los pobres como fachada del negocio.

Las propuestas concretas no provienen de los candidatos. El Partido Justicialista presentó un compendio de más de 600 páginas con anquilosadas ideas (más impuestos, más controles públicos, más burocracia). Los empresarios por su parte, entregaron a los candidatos 300 páginas con el plan “Agenda productiva 20/23”, que tampoco difiere de planteos recurrentes. En sus “costos de producción” mencionan reintegros, tipo de cambio alto, créditos subsidiados, tasas de interés preferenciales, y ….tarifas de servicios públicos. Esto último transparenta que los añorados subsidios de tarifas y el consecuente déficit energético no fue culpa de los pobres. Estos datos pueden ser insuficientes para completar el crucigrama, pero al menos servirán para recordar quienes pagaron los costos de los anteriores acuerdos  históricos y “patrióticos”, que siempre excluyen toda mención a la corrupción.

Buenos Aires, 16 de octubre de 2019

Crucigramas: federalismo

La utilización de crucigramas como metáfora para formular análisis u opiniones políticas, responde a que resolverlos con éxito exige un ejercicio mental para entrecruzar palabras de significado diverso y mediana complejidad. De ahí su condición de popular: entretiene obligando a pensar. Gimnasia poco ejercida por políticos y opinólogos que exhiben enormes dificultades para combinar coherentemente al menos cuatro o cinco palabras / conceptos. El presente crucigrama tiene como palabra clave “federalismo”, que deberá interrelacionarse con jueces, constitución, antecedentes, gobernadores, campaña y acuerdos. No interesan sus definiciones abstractas, sino los personajes y/o hechos concretos que cada una contiene. Por ello no se dice “provincias”, sino “gobernadores”.

El llenado de casilleros comenzará por la palabra jueces, en base al reciente fallo de la Corte Suprema, que tras mes y medio de estudio y mayoría de tres votos, resolvió a favor del reclamo de 15 provincias que por afectar su coparticipación, rechazó la decisión del gobierno nacional de sacar hasta el 31 de diciembre el IVA a los alimentos de la canasta básica, y aumentar el mínimo no imponible de Ganancias. Votó en disidencia el juez Rosenkrantz, sosteniendo que la relación jurídica entre Nación y provincias no otorga a éstas el derecho de exigir un determinado nivel de recaudación por parte del Estado Nacional. En caso contrario, serían inválidas todas aquellas leyes presentes y futuras que dispusieron exenciones sobre impuestos coparticipables, y no hayan tenido la aceptación de cada una de las provincias. Como la Corte se asocia a constitucionalidad, deberemos interconectar el fallo con las palabras constitución y antecedentes, y preguntarnos: en qué marco se desenvuelve la relación Nación-Provincias?

En cuanto a antecedentes, cabe remontarse a la reforma constitucional de 1994. Por sobre las grandilocuencias dialécticas de entonces y creación de innumerables organismos, un tema esencial que no logró consensos patrióticos fue el “fortalecimiento del régimen federal”. Ante la urgencia de aprobar la reelección de Menem, se apeló al artilugio de la cláusula transitoria sexta, que imponía que antes de finalizar el año 1996, debía sancionarse una ley-convenio que definiera los porcentajes de coparticipación correspondiente a cada provincia, Ciudad de Buenos Aires y Nación. No se cumplió entonces, ni al día de hoy. Entre los 305 constituyentes, se encontraban los hoy ministros de la Corte Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti, quienes sumados al ministro Lorenzetti recuerdan la “mayoría automática” de la Corte menemista, por sus votaciones invariablemente unificadas.

Combinadas las palabras jueces, constitución y antecedentes, resta llenar casilleros con las palabras más políticas e institucionales: gobernadores, campaña y acuerdos.  En un país sin partidos pero con clases dirigentes estables que fracasaron, la campaña no se aparta de eslógans vacíos, realineamientos impúdicos, insultos para simular carácter, y propuestas basadas en rumores sobre rumores desmentidos por otros rumores, que incluyen ideas marketineras delirantes, como conformar mesas de diálogo integradas por Manes, Carr y Tinelli, entre otros.

Entre tanta frivolidad nadie especifica lo fundamental: cómo se distribuirán los costos de los nuevos sacrificios que se avecinan? Los antecedentes no ayudan: la actitud de muchos gobernadores por la coparticipación federal, el fallo de la Corte, los movimientos de cámaras empresariales como la UIA, las acciones gremiales coercitivas como las de Aerolíneas, entre otras, configuran el verdadero espejo que refleja nuestro futuro inmediato. Las dirigencias responsables por su parte, prometen acuerdos económico-sociales que no se cumplirán, porque los políticos, empresarios y sindicalistas implicados jamás resignarán privilegios prebendarios a costa del Estado. Con estos datos, ya se puede completar el crucigrama.

Buenos Aires, 09 de octubre 2019

Crucigramas: peronismo

La palabra clave del presente crucigrama es “ajuste”, que si bien tiene diversas acepciones no específicamente económicas (arreglar, acomodar, acoplar), debido a reiteradas experiencias pasadas, en términos políticos posee un significado social excluyente: anuncia crisis, sacrificios, y en situaciones límites, hambre. No para todos; solo para quienes los políticos llaman “la gente”. Para resolver el crucigrama, se deberá intentar evitar que los mismos políticos propongan los mismos ajustes, que concluyan en los mismos fracasos.

Para ello es necesario identificar a quienes con responsabilidades directas en las crisis a nivel estatal, no han sufrido ni sufrirán los temidos “ajustes”. No es difícil: funcionarios jerárquicos de la administración central, poder legislativo, poder judicial, ejecutivos provinciales, intendentes, concejales. Ámbitos que además, están sembrados de familiares directos del poder. De esta estructura administrativa pública nacional, derivan los nexos institucionales con el gremialismo, organizaciones empresariales y financieras. En muchos casos, los nexos se prolongan a estamentos no institucionales más oscuros: gestores empresarios y judiciales, testaferros, barras bravas, narcotraficantes. Muchos de sus integrantes, que jamás sufrieron los “ajustes” por las crisis que causaron, tienen presencia permanente en diversos medios de comunicación, para manifestar su preocupación “por los que tienen hambre”, mientras se adjudican prebendas, jubilaciones de privilegio,  ejercen el nepotismo, y finalmente, por acción o complicidad pasiva, permiten o defienden una corrupción desaforada a costa de los recursos públicos

En este contexto, las medidas aplicadas en los “ajustes” presentadas como innovadoras, no lo son: incautación de ahorros de ciudadanos de niveles medios; entregas compulsivas de bonos; el no pago de deudas; congelar precios y salarios “por un tiempo”; vender empresas estatales para obtener dinero; reestatizarlas para obtener dinero, y con o sin crisis, promover y proteger la corrupción. Por el contrario, jamás se eliminan prebendas en los tres poderes del Estado disfrazadas de derechos adquiridos; no se desactivan las enormes inequidades salariales y jubilatorias basadas en autarquías financieras estatales inexistentes, pues solo recauda el Estado; no se permite acceder democráticamente a cargos estatales y privados a través de concursos públicos, manteniendo nepotismos que concentran trabajo en grupos familiares. Y no casualmente, jamás existieron reclamos gremiales al respecto.

Para pasar de un diagnóstico preliminar abstracto al llenado de casilleros con nombres concretos, se tomará como ejemplo el desempeño de nuestro equipo de básquet en el reciente mundial de Tokio. Si bien fue un finalista sorpresivo, se apoyó en sólidos fundamentos: proyecto estructural a partir de 1984, planificación, esfuerzo, trabajo en equipo. Y un detalle significativo relevante: cuando en el 2014 la conducción de la Confederación Argentina de Básquetbol tuvo hechos de corrupción, Ginóbili, Scola y todos sus compañeros pidieron públicamente una limpieza dirigencial. Trasladado el ejemplo al campo político, se propone armar una delegación conformada por doce jugadores como en el básquetbol, para participar en el torneo nacional “ajuste económico”. Los jugadores preseleccionados se caracterizan por actuar políticamente; haber participado en su mayoría en gobiernos de distinto signo; ser habituales conferencistas y autores de libros que explican cómo resolver los problemas de Argentina, y autocalificar a sus gestiones o ideas como exitosas. La delegación estará formada por Cavallo, López Murphy, Redrado, González Fraga, Lavagna, Nielsen, Prat-Gay, Loustau, Kicillof, Melconian, Dujovne y Stuzenegger. Director técnico: Remes Lenicov. Nutricionista: Marcó del Pont. Utilería: Felisa Micelli. Boudou no fue habilitado para integrar el equipo. Y Moreno tiene derecho de admisión.

Para alcanzar el título deberán presentar una propuesta unificada con los siguientes puntos: 1) vías de desdolarización de la economía, indicando etapas y plazos; 2) compatibilización de los índices de inflación con el de nuestros países limítrofes, indicando etapas y plazos; 3) proponer un “ajuste” cuyos esfuerzos recaigan en las ineficientes y costosas estructuras estatales; relacione lo laboral y salarial con principios de equidad, y desactive prebendas empresarias. Jugadores: empezar a practicar lanzamientos al aro.

Buenos Aires, 25 de septiembre de 2019.

Crucigramas: ajuste

La palabra clave del presente crucigrama es “ajuste”, que si bien tiene diversas acepciones no específicamente económicas (arreglar, acomodar, acoplar), debido a reiteradas experiencias pasadas, en términos políticos posee un significado social excluyente: anuncia crisis, sacrificios, y en situaciones límites, hambre. No para todos; solo para quienes los políticos llaman “la gente”. Para resolver el crucigrama, se deberá intentar evitar que los mismos políticos propongan los mismos ajustes, que concluyan en los mismos fracasos.

Para ello es necesario identificar a quienes con responsabilidades directas en las crisis a nivel estatal, no han sufrido ni sufrirán los temidos “ajustes”. No es difícil: funcionarios jerárquicos de la administración central, poder legislativo, poder judicial, ejecutivos provinciales, intendentes, concejales. Ámbitos que además, están sembrados de familiares directos del poder. De esta estructura administrativa pública nacional, derivan los nexos institucionales con el gremialismo, organizaciones empresariales y financieras. En muchos casos, los nexos se prolongan a estamentos no institucionales más oscuros: gestores empresarios y judiciales, testaferros, barras bravas, narcotraficantes. Muchos de sus integrantes, que jamás sufrieron los “ajustes” por las crisis que causaron, tienen presencia permanente en diversos medios de comunicación, para manifestar su preocupación “por los que tienen hambre”, mientras se adjudican prebendas, jubilaciones de privilegio,  ejercen el nepotismo, y finalmente, por acción o complicidad pasiva, permiten o defienden una corrupción desaforada a costa de los recursos públicos

En este contexto, las medidas aplicadas en los “ajustes” presentadas como innovadoras, no lo son: incautación de ahorros de ciudadanos de niveles medios; entregas compulsivas de bonos; el no pago de deudas; congelar precios y salarios “por un tiempo”; vender empresas estatales para obtener dinero; reestatizarlas para obtener dinero, y con o sin crisis, promover y proteger la corrupción. Por el contrario, jamás se eliminan prebendas en los tres poderes del Estado disfrazadas de derechos adquiridos; no se desactivan las enormes inequidades salariales y jubilatorias basadas en autarquías financieras estatales inexistentes, pues solo recauda el Estado; no se permite acceder democráticamente a cargos estatales y privados a través de concursos públicos, manteniendo nepotismos que concentran trabajo en grupos familiares. Y no casualmente, jamás existieron reclamos gremiales al respecto.

Para pasar de un diagnóstico preliminar abstracto al llenado de casilleros con nombres concretos, se tomará como ejemplo el desempeño de nuestro equipo de básquet en el reciente mundial de Tokio. Si bien fue un finalista sorpresivo, se apoyó en sólidos fundamentos: proyecto estructural a partir de 1984, planificación, esfuerzo, trabajo en equipo. Y un detalle significativo relevante: cuando en el 2014 la conducción de la Confederación Argentina de Básquetbol tuvo hechos de corrupción, Ginóbili, Scola y todos sus compañeros pidieron públicamente una limpieza dirigencial. Trasladado el ejemplo al campo político, se propone armar una delegación conformada por doce jugadores como en el básquetbol, para participar en el torneo nacional “ajuste económico”. Los jugadores preseleccionados se caracterizan por actuar políticamente; haber participado en su mayoría en gobiernos de distinto signo; ser habituales conferencistas y autores de libros que explican cómo resolver los problemas de Argentina, y autocalificar a sus gestiones o ideas como exitosas. La delegación estará formada por Cavallo, López Murphy, Redrado, González Fraga, Lavagna, Nielsen, Prat-Gay, Loustau, Kicillof, Melconian, Dujovne y Stuzenegger. Director técnico: Remes Lenicov. Nutricionista: Marcó del Pont. Utilería: Felisa Micelli. Boudou no fue habilitado para integrar el equipo. Y Moreno tiene derecho de admisión.

Para alcanzar el título deberán presentar una propuesta unificada con los siguientes puntos: 1) vías de desdolarización de la economía, indicando etapas y plazos; 2) compatibilización de los índices de inflación con el de nuestros países limítrofes, indicando etapas y plazos; 3) proponer un “ajuste” cuyos esfuerzos recaigan en las ineficientes y costosas estructuras estatales; relacione lo laboral y salarial con principios de equidad, y desactive prebendas empresarias. Jugadores: empezar a practicar lanzamientos al aro.

Buenos Aires, 25 de septiembre de 2019.

Crucigramas: recuerdos

La perdurabilidad de la clase política impulsa a que, en épocas electorales, los candidatos proclamen su desinterés por mirar el pasado, o más precisamente, a su pasado. Para respetar este deseo, el presente crucigrama no usará “pasado” como palabra clave, reemplazándola por “recuerdos”. Muy útiles considerando algunos propuestas creativas de campaña, tales como reforma agraria, acuerdo económico-social, matriz productiva, entre otras. Ya el primer recuerdo señala nuestra ruta de fracasos.

1.- ”Cuando anuncié el Plan Económico, la República Argentina afrontaba momentos de extraordinarias dificultades….se sumaban en aquéllos momentos la pérdida de nuestra cosecha, y por lo tanto, de nuestro potencial de exportación…” (No lo dijo Macri en referencia a la sequía de 2018, sino Juan Perón en febrero de 1953, explicando el Plan anunciado en 1952, al inicio de su segunda presidencia).

2.- Mayo de 1973. El día 25 asumió como presidente Cámpora, designado candidato por Perón. Su ministro de Economía José Gelbard, representante de las hoy llamadas pymes, en junio de 1973 suscribió un acuerdo de precios y salarios entre la CGE y la CGT, basado en un mercado interno, más de 300 productos de la canasta básica congelados, y alza inicial de salarios con suspensión de negociaciones colectivas. Con el correr de los meses, se generó una inflación reprimida y desabastecimientos.

3.- Junio de 1975. Muerto Perón en 1974 y sucedido por su esposa Isabel, en el marco de una crisis asumió como ministro de Economía Celestino Rodrigo, anunciando una devaluación del 100%, aumento de 181% en naftas, 75% en energía y entre el 40 y 75% en otras tarifas, a fin de reducir el alto déficit fiscal.

4.- Diciembre de 1983. Con el retorno de la democracia, asume la presidencia Alfonsín, proclamando que “con la democracia no solo se vota, sino también se come, se cura y se educa”. Sus dificultades económicas y una oposición permanente de la CGT, concluyeron en 1989 con una hiperinflación de 124,8%, una deuda externa de u$s 145.000 millones, reservas de u$s 28.000, y entrega anticipada del gobierno a Menem.

5.- Julio de 1989. Asume Menem, y de inmediato incauta ahorros privados, sustituyéndolos por bonos Bonex a 10 años. Ante la persistencia de la hiperinflación, su ministro Cavallo implementó en 1993 la convertibilidad (un peso igual a un dólar), e inició las privatizaciones de empresas estatales, que eran ineficientes y deficitarias por la corrupción. La venta de YPF contó con el fuerte apoyo de tres gobernadores de provincias petroleras, para percibir cada uno de ellos unos 500 millones de dólares: Kirchner (justicialista); Maestro (radical) y Sapag (provincialista), lograron un consenso político envidiable.

6.- Diciembre de 1999.- De la Rúa asume el gobierno con una deuda externa de u$s 145.000 millones, y u$s 27.800 de reservas. Mantiene la convertibilidad. En el 2000 renuncia su vicepresidente Alvarez, causando una crisis política y económica. El 24 de septiembre de 2001 se promulga la ley 25.466 de Intangibilidad de los Depósitos, asegurando que el Estado en ningún caso podrá alterar las condiciones pactadas entre los depositantes y entidades financieras. Mientras, varios gobernadores creaban su propio papel moneda, (Ruckauf, De la Sota), y Cavallo implantaba un “corralito” de los ahorros. En medio de desmanes y sin apoyo De la Rúa renunció, dejando una deuda externa de u$s 166.200, y reservas por u$s 19.500 millones.

7.- Diciembre 2001. En medio de un caos sucesorio, el presidente interino Adolfo Rodríguez Saá anunció el 22 de diciembre ante la Asamblea Legislativa la suspensión del pago de la deuda externa, en medio de la ovación de los legisladores. Ocho días más tarde renunció.

8.- Enero 2002. Tras ser designado para completar el período constitucional, Duhalde decretó el fin de la convertibilidad, causando una devaluación récord (de un peso se pasó a tres pesos por dólar). A tres meses de declarada su intangibilidad, se implantó el “corralón” para los ahorros, canjeados por bonos Boden12 a diez años. Se estatizó deuda en dólares de grandes grupos empresarios (pesificación asimétrica), y comenzaron los planes sociales. Tras una represión a piqueteros, Duhalde debió entregar el poder seis meses antes del 10 de diciembre de 2003.   

9.- Mayo 2003. Tras renunciar Menem a una segunda vuelta, asumió como presidente Néstor Kirchner, con el 22,3 % de los votos. En los siguientes dos períodos fue sucedido por su esposa Cristina. Tras más de 12 años de gobierno, con el país en default, se dejó una deuda pública de u$s 240.000 millones, reservas por u$s 25.400 millones, déficit energético y 29% de pobreza.

10.- Diciembre 2015. Tras un ballotage asumió como presidente Macri. Su eslogan fue “pobreza cero”. La corrupción estatal-privada de décadas, quedó transparentada. En agosto pasado, el dólar valía $ 46 el viernes previo a las PASO, y $ 58 el lunes tras las PASO. En diciembre de 2019 se conocerán los datos comparables de herencia (deuda externa, reservas y pobreza).

El nefasto trípode mismos políticos/mismas ideas/mismos fracasos, permanece inmutable. Habrá margen para repetir errores y mantener privilegios?

Buenos Aires, 18 de septiembre 2019

Crucigramas: consensos

El crucigrama propuesto, que tiene la palabra “consensos” como clave, presenta una dificultad: deberá interconectar casilleros relacionados con la palabra “grieta”, en principio de significado opuesto. Para resolver esta contradicción cabría preguntarse si en política “consenso” y “grieta” son realmente antagónicos, o bien instrumentos que actúan en paralelo con el fin de obtener y mantener el poder. Algunas referencias teóricas podrían ayudar para iniciar el llenado de casilleros con los nombres propios de nuestra realidad nacional.

En cuanto a significado, “consenso” es una palabra agradable que implica la existencia de acuerdos unánimes entre miembros de un grupo, y de éste con otros. Los eventuales disensos se acoplan al consenso mayoritario final. “Grieta” por el contrario, alude a un estado físico que divide a dos partes, irremediablemente ubicadas en cada uno de los lados. Pasando al campo de la propaganda política, es importante considerar la regla llamada de “unanimidad y contagio”, utilizada para el manejo de grupos sociales masivos. Se basa en que un individuo puede tener sobre un mismo tema dos opiniones distintas y aún contradictorias, según opine como grupo social o a título personal. Por lo tanto la tarea propagandística política consistirá en sumar unanimidades a su favor, o bien crearlas artificialmente. Trasladado a lo estratégico, el filósofo y politólogo alemán Carl Schmitt planteó el criterio amigo-enemigo como necesidad de diferenciación en lo político, y afirmación de sí mismo (nosotros), frente al otro (ellos). Este andamiaje teórico indica que las “grietas” o divisiones nacen en las cúpulas políticas, para ser trasladadas a las masas (dictaduras), o a los ciudadanos (democracias). El léxico empleado recurre a grandilocuencias abarcadoras simbólicas (Patria, pueblo), y adjetivos degradantes (inútil, entreguista).

Dos ejemplos nos permitirán ingresar a nuestra realidad vernácula. 1) en la búsqueda de unanimidad no basta con indicar cantidad de personas; es necesario también identificarlas visualmente como grupo: color verde (abortistas); color celeste (antiabortistas); 2) en cuanto a lo discursivo, nuestra etapa electoral transparenta la estrategia amigo-enemigo. Un mismo candidato exige derrotar a quienes destruyeron al país (grieta), y simultáneamente, expresar que llegado al poder, “esto lo deberemos arreglar entre todos” (unanimidad y consenso). Diría Schmitt: “Se trata del poder, estúpido”.

En este juego estratégico, nuestro país, como no podría ser de otro modo, presenta peculiaridades. En principio, una perdurabilidad asombrosa de sus diversas dirigencias sectoriales, en cabeza de la política, pese a la continua degradación económica, social e institucional existente desde hace décadas. Tras la extinción de partidos políticos y coaliciones estables con peso electoral propio, en cada elección se modifican las siglas partidarias (Cambiemos, FPV, UC, Juntos), pero los actores y estrategias discursivas son las mismas. Como consecuencia, las campañas electorales son una suma de incongruencias. Podría pensarse que las fórmulas más afines por sus antecedentes ideológicos serían Macri-Alberto Fernández y Cristina Kirchner-Pichetto. Por el contrario, la señora Kirchner designa como “su candidato jefe” a quien la criticó acérrimamente durante su segunda presidencia. O quien fuera durante años líder de una promocionada tercera opción electoral, Sergio Massa, termina incorporándose dócilmente al kirchnerismo, recibiendo en canje un cargo de diputado para él y su esposa. En tanto justicialistas y radicales “residuales” se distribuyen entre distintos “espacios” con cargo bajo el brazo, al igual que los autoproclamados híbridamente “progresistas”; las izquierdas y derechas gremiales enemigas entre sí pueden compartir un palco, o legisladores electos de un partido pasarse a otro sin renunciar a su cargo. Esta perdurabilidad basada en personalismos se traslada monótonamente al discurso: cepos, defaults, reservas escasas, potencias extranjeras amenazantes, dólar, privatizaciones, dólar, estatizaciones, dólar, vivir con lo nuestro, proteger las corrupciones estatales-privadas, gobernabilidad, dólar. Siempre hay espacio para la nostalgia, como Grabois proponiendo una reforma agraria, y Felipe Solá añorando la Junta Nacional de Granos.

Por lo expuesto, debiera replantearse los monocordes reclamos por “consensos”. Estos existen desde hace décadas según demuestra la envidiable consistencia y continuidad temporal que exhiben los principales actores del campo político, gremial, empresarial y judicial. El problema consiste en que son de carácter vicioso, no virtuoso. No debiera sorprender entonces que muchas de las banderas patrióticas e invocación de la situación de los pobres, las enarbolen políticos, funcionarios, gremialistas, empresarios y testaferros desde sus lujosas residencias, enriquecidos a costa de los recursos públicos. Muchos de los cuales trabajan denodadamente para cerrar un peligroso esbozo de grieta de cúpulas: las causas judiciales de corrupción estatal-privada. 

En cuanto a la verdadera “grieta”, recordar a Carl Schmitt: políticamente es aplicable a las masas. En lo posible, grupalmente identificadas con remeras (en invierno camperas), del mismo color. Y usando un mismo lenguaje.

Buenos Aires, 11 de septiembre 2019

Crucigramas: números

La palabra clave del presente crucigrama es “números”, que son los que permiten establecer relaciones entre cantidades. La razón de plantear a los crucigramas como metáfora analítica, estriba en que es un entretenimiento popular que obliga a razonar para resolverlos, interrelacionando las filas verticales y horizontales. Por ello los números no se enfocarán en explicar complejos problemas matemáticos, sino para interpretar su permanente empleo en el discurso político dirigido a la opinión pública. Con el agravante que es mucho más fácil detectar noticias falsas, que cifras falsas.

Es demasiado habitual emplear una estrategia discursiva plagada de números asociados a conceptos técnicos de difícil comprensión para la mayoría de los ciudadanos, (déficit fiscal, balanza de pagos, deuda externa e interna, subsidios, bonos, entre otros), para que sus portavoces concluyan que lo que importa es “el bolsillo de la gente”. De ser así, el dato relevante y entendible para “el bolsillo de la gente” es la inflación, y avanzando en casilleros del crucigrama, los precios y salarios. Recordando que los precios son una resultante de costos más la ganancia pretendida. Pero son precisamente estos temas los que eluden políticos, economistas, empresarios y gremialistas. Es más fácil bombardear mediáticamente al ciudadano con variables económicas dispersas, con las cuales diversos opinólogos, políticos y economistas se embarcan en polémicas casi farandulescas, que mezclan “Biblia con calefón”. La consecuencia es generar en “la gente” climas de tensión sin soluciones concretas, salvo las discursivas. Vicio aplicable a oficialismos y oposiciones, con los mismos actores que a través de los años ocupan distintos roles.

Explicar este fenómeno implica formular una hipótesis. El empleo abusivo de números complejos grandilocuentes e inverificables cuando no falaces, intenta encubrir no solo la carencia de una propuesta política y económica integral para el país, sino también las pujas de poder sectoriales, que se realizan de modo legal o ilegal. En este marco los números dejan de operar como tales, para convertirse en palabras pretendidamente clarificadoras, que mezclan verdad con falsedad, racionalidad con confusión. Avala esta hipótesis que los grandes pensadores políticos y filosóficos como Aristóteles, Maquiavelo, Montesquieu, Max Weber, entre otros, no utilizaron números para formular sus postulados, sino algo mucho más valioso: racionalidad y viabilidad. Aún Marx los empleó solo para ejemplificar sus ideas.

Con la simple crítica no evitaremos este bombardeo dialéctico-numérico. Se seguirán presentando encuestas aunque sean inexistentes, y se seguirán usando números para ocultar la falta de ideas u oscuros objetivos. Una alternativa es que medios de comunicación faciliten la comprensión ciudadana, publicando regularmente un cuadro con indicadores económicos oficiales anuales trascendentes y comparables, con continuidad temporal. Por ejemplo, desde 1983 en adelante. Los indicadores propuestos (no excluyentes), serían Reservas propias del Banco Central; Deudas externas e internas (que suelen omitirse); Balanza comercial; PBI (producto bruto interno); Valor dólar; Inflación; Desempleo y Pobreza. En estos datos no existe dicotomía entre política y economía, la información es política.  O no hay economistas candidatos a presidente? 

De este modo el ciudadano común, sin desechar o demonizar los números que se vuelquen en ámbitos mediáticos, que carecen de utilidad cuando se manejan desordenadamente aun cuando sean valederos en términos absolutos, tendrá un plafón fidedigno para efectuar sus propias comparaciones, sin intermediarios interesados. Sirva como ejemplo mencionar uno de los indicadores macroeconómicos más representativos para comparar condiciones de desarrollo y calidad de vida entre países: el IPC (Ingreso per cápita). Indica el ingreso promedio por habitante del país, dividiendo el ingreso nacional anual entre la población total. Considerado aisladamente, recuerda un irónico ejemplo. Un informe señalaba que en un pueblo de 100 habitantes, les  correspondía dos vacas a cada uno. Pero no aclaraba cuántos se quedaron con cuatro vacas, y cuantos con una o ninguna. La ironía es aplicable al discurso político. Cuando se habla de la difícil situación de los jubilados, no se aclara si se refieren a los que cobran la mínima, a los que perciben menos de 50.000 pesos, o incluyen a los que superan los 100.000 pesos. O si se avalan los regímenes de privilegio. Números…discursos…números…

Buenos Aires, 04 de septiembre 2019

Crucigrama: encuestas

“Encuestas” es la palabra clave del presente crucigrama, que plantea un interrogante: pueden elecciones primarias partidarias generar en cuestión de horas una fuerte conmoción económica interna y externa? Y cual epidemia extenderse a delirios analíticos que concluyen en que un presidente real pasó a ser virtual, y uno virtual se considera real? Esta situación que García Márquez llamaría “realismo mágico”, en Argentina es posible. Tamaño desequilibrio emocional y especulativo, fue causado por un instrumento considerado de raíz científica, llamado encuesta de opinión política. Que como pocas veces, permite reflexionar sobre las interrelaciones existentes entre investigación sistematizada (encuestas); propaganda (manipulación comunicacional); legislación (sistema electoral), y discurso político (antes y después de las elecciones del 11 de agosto). Factores esenciales en el tablero del juego político, que según como se diseñen, legalicen e implementen, definen la calidad institucional y desarrollo de un país.  

En este contexto, las encuestas presumen de tener una sólida base científica matemática, tras el objetivo de predecir lo que “la gente” desea o quiere. Las primeras encuestas nacieron en el siglo XIX, en periódicos que intentaban establecer preferencias electorales. Recién en la década del 40 del siglo pasado en Estados Unidos, George Gallup comenzó a diseñarlas científicamente. Si bien existe consenso entre los especialistas que las encuestas tienen poco impacto en la voluntad de los electores, cabría preguntarse entonces la razón de su utilización de modo permanente, con secuencias temporales breves (semanales, mensuales). Una hipótesis plausible sería la necesidad de sustentar lo discursivo, en general pobre, repetitivo, agresivo y poco seductor, con datos numéricos, usualmente de veracidad incomprobable. Vicio político que pareciera haberse extendido a los encuestadores, cuyas opiniones suponen estar respaldadas por bases científicas y sociológicas. Es cada vez más habitual observarlos en el rol de analistas, que coronan sus comentarios sacando un papelito del bolsillo con los “últimos números” de sus encuestas. El lunes 12 de agosto demostró que en un país largamente inestable como la Argentina, si bien las encuestas no tendrían influencia preelectoral, la distorsión que una autoproclamada clase política prestigiosa provocó en los instrumentos esenciales para lograr funcionamientos políticos virtuosos, pueden causar consecuencias pos electorales nefastas.

Entre doce encuestadoras reconocidas del mercado, a las que debieran sumarse otras menos mediáticas relacionadas con inversores del país y del exterior, la que más se aproximó al resultado final falló por 7 puntos. Las justificaciones posteriores fueron tan inconsistentes como los resultados: inutilidad de las encuestas telefónicas o vía online, voto vergonzante, indecisos, etc. Ante tantas dificultades surge un nuevo interrogante: porqué seguirán pululando semana a semana encuestas hasta el 27 de octubre? Develar el misterio exige formular una nueva hipótesis: se hacen realmente las encuestas, en especial las que cubren el ámbito nacional? Refuerza esta duda un antecedente muy cercano ya olvidado. En marzo comenzó la cabalgata electoral en Neuquén. Las encuestas daban paridad entre el gobernador Gutiérrez y el candidato kirchnerista Ríoseco, y aún el triunfo de este último, con un padrón de solo 500.000 electores. Triunfó Gutiérrez por 14 puntos.  

Las encuestas son un instrumento válido para relevar aspectos diversos de la opinión pública, y ayudan a definir estrategias y tomar decisiones. Siempre y cuando respondan a un profesionalismo responsable y buena praxis. Las de tipo electoral en especial, son de muy alto costo de ejecución. Los medios debieran identificar a la empresa encuestadora, ámbitos relevados, tamaño de la muestra, y cuestionarios utilizados. Caso contrario, las encuestas se transforman en un juego en el que cualquier ciudadano puede combinar diversos pronósticos, agitarlos unos segundos, agregarles una pizca de intuición personal, y lanzar el producto en las redes sociales, con la ilusión de ser el encuestador más exitoso en acercarse a los resultados finales.

La palabra clave del próximo crucigrama nos mantendrá en el ámbito matemático. Será “números”, que el discurso político suele convertir en palabras.

Buenos Aires, 28 de agosto de 2019

Crucigramas políticos

Un crucigrama es un pasatiempo que consiste en escribir en una plantilla una serie de palabras en orden vertical y horizontal conectadas entre sí, hasta completar todos los casilleros con palabras reconocibles, de acuerdo a un diseño predeterminado. Comenzar a practicarlos será útil, no solo para ordenar y analizar el aluvión de interpretaciones políticas que generaron las recientes elecciones partidarias internas, que el “fabricado en Argentina” transformó en externas y obligatorias aún sin candidatos, sino también intentar resolver los futuros crucigramas que los políticos propondrán hasta el 27 de octubre próximo, y desde esa fecha en adelante.

Para ello se utilizará la metáfora de los crucigramas utilizándolos como ordenador analítico, partiendo de una palabra/concepto clave, que deberá  interrelacionarse con otras relacionadas con el tema. Este ejercicio comenzará con la palabra “comunicación”, por dos razones: 1) es el instrumento que conecta los mensajes con los ciudadanos; 2) permite explicar las reglas básicas del juego. La comunicación  se compone de emisores y receptores, interconectados a través de medios adecuados (escritos, orales, visuales). Cuando es política, su fin no es el de entretener, sino el de intentar influenciar sobre la opinión pública, por lo que los emisores no opinan y/o actúan casual o asépticamente, sino que pretenden convencer, intentando que el usuario pasivo (el ciudadano), no confronte con otras alternativas. Por ello las palabras no se deberán combinar aleatoriamente, sino desentrañar su lógica, intencionalidad y verosimilitud, para recién entonces sí, maniobrar según informaciones y convicciones propias. Se hace esta prevención dado que las palabras/conceptos provendrán de perennes dirigentes políticos, muchos de los cuales con cargo público bajo el brazo cambian de bando y opinión cada dos años, por lo que resolver los crucigramas no será fácil. Esta supuesta complejidad inicial no debiera quitarle al juego el carácter de popular, bajo el prejuicio que los pobres votan con el estómago y son condescendientes con la corrupción. Los problemas en un país surgen cuando los ricos votan con el bolsillo y aceptan y/o promueven la corrupción.

Las palabras clave a utilizarse evitarán abstracciones o grandilocuencias para usarlas como fáciles comodines, tales como Gobierno, Justicia, Periodismo, Iglesia. En su lugar, se emplearán nombres concretos de gobernantes, jueces, periodistas, clérigos. La estrategia de centrarse en lo general para evitar ahondar en lo particular y verificable, aterra a la clase política. Tampoco se dará por sentado el significado de palabras fetiches que encantan a los políticos desde lo discursivo, pero no en los hechos, tales como Patria, República, Juntos, Unidos, Todos, Justicia, Renovación. Del mismo modo, no se desecharán palabras prejuzgando si su emisor es honesto o deshonesto, republicano o populista, bien o mal intencionado, pues nos llevaría a conclusiones prejuiciosas, excluyentes y unívocas, lo que convertiría al crucigrama en un juego mecánico en lugar de analítico.   

El acelerado desarrollo tecnológico de los sistemas comunicacionales no invalida la vigencia de principios básicos. El emisor, sea directo (el político) o intermediario (el comunicador), puede actuar como informante (descripción de hechos); opinante (interpretación de hechos), o portavoz rentado (propaganda direccionada). En un marco de libertad de opinión, en un mismo plano deberán confrontar racionalidad y emoción, veracidad y engaño, investigación y encubrimiento, honestidad y delincuencia, convicciones y oportunismos. Aún a los delincuentes no se les pueden negar el derecho a clamar por su inocencia, pues el veredicto final debieran darlo las instituciones estatales específicas, previo un control de calidad: que las mismas no contengan a su vez delincuentes. Es esta diversidad la que hace más atractivo el juego, pues nos permite ejercicios comparativos para detectar inconsistencias.

Tras esta presentación, el primer crucigrama a publicarse la próxima semana se referirá a la situación política vigente tras las recientes elecciones llamadas Primarias Abiertas. La palabra clave será “encuestas”, que abre un campo fértil para efectuar múltiples combinaciones entre otras palabras que posibilite arribar a una conclusión plausible para resolver el crucigrama.  

Buenos Aires, 21 de agosto de 2019

Candidatos comunes

Repetidos políticos, repetidas estrategias electorales y repetidos mensajes discursivos, generan un desafío publicitario de campaña difícil de resolver: prometer ser y hacer, negando lo que se ha sido y se hizo, a lo que se agrega explicar con quienes se está ahora, habiéndolos rechazado y despreciado hasta hace poco. Tras las absurdas primarias argentinas, es oportuno hurgar en este dilema discursivo con vista a las próximas elecciones que determinarán futuras políticas con independencia de quien triunfe, a fin de no absorber los mensajes pasivamente, y detectar falacias o inconsistencias utilizadas para captar votos usufructuando angustias sociales, como sucediera con el recordado “dólar recontra alto” anunciado por Di Tella previo a las elecciones de 1989, en plena hiperinflación de Alfonsín.

Un ejemplo adecuado para el análisis es el mensaje televisivo del candidato Alberto Fernández, comentando que es un hombre común, profesor universitario y poseedor de un perro. El mensaje vale no solo por su planificada sencillez, sino por representar una estrategia utilizada por muchos de quienes han hecho de la política no un servicio circunstancial, sino una permanente forma de vida privilegiada. El término “privilegio”, de por sí, pareciera ser contradictorio con la pretensión de ser alguien común. Aplicado a personas, el término “común” identifica aspectos pertenecientes a grupos mayoritarios de una comunidad, sin segmentar en condiciones económicas, ideológicas o sociales. Cuando se adquiere una trascendencia y/o influencia en círculos de poder que repercuten en las condiciones de vida de esos grupos mayoritarios de manera continua en el tiempo, con consecuencias políticas que dejan de ser sectoriales para transformarse en generales, el responsable pierde la condición de común. Desde esta perspectiva, la comunicación de los candidatos debiera sustentarse en afirmaciones más trascendentes, como “tengo  capacidad de conducción y estructura de apoyo necesaria; seré honesto en el cuidado de los recursos estatales y combatiré la corrupción; puedo exhibir mis antecedentes”. Quizás no casualmente, en la búsqueda de empatía con los ciudadanos, los asesores de imagen eluden este mensaje, reemplazándolo por la edulcorada condición de ser alguien común.

La situación  se agrava cuando la condición de “común” se extiende al campo del pensamiento y lo discursivo, en cuyo caso el término puede ser traducido como ordinario, vulgar, generando debates superficiales, como que por culpa del gobierno creció el consumo de productos de segundas marcas tipo “Pindonga” y “Cuchuflito” (fabricadas en general por las alabadas pymes), en lugar de primeras marcas más costosas. Como contrapartida, en Córdoba un conocido productor de fiambres le comentó al presidente que tiene registrada sin usar desde el año 2000, la marca “Pirulo”. La superficialidad “común” deja  de ser divertida, cuando un candidato anuncia que recortará los intereses de los títulos de crédito emitidos por el Banco Central que pueden ser adquiridos solo por los Bancos, llamados Leliq (en el 2002 llamados Lebac), con la pretensión de provocar una corrida hacia el dólar, tal como lograra Di Tella en 1989. Con el agravante de prometer que el supuesto ahorro de intereses se destinaría a proveer remedios gratuitos a los jubilados, sin más detalles. Para equilibrar las críticas, recordemos la promesa del actual gobierno de sacar los impuestos a la exportación o bajar la pobreza.

Es verdad que en una campaña electoral los temas y mensajes son necesariamente acotados y dirigidos a lo emocional. Es ridículo pretender debatir en campaña temas trascendentes entre los mismos políticos y legisladores oficialistas y opositores que desde hace años no supieron acordar políticas desde sus cargos. Pero es esta restricción discursiva de campaña la que precisamente obliga a revalorizar cada mensaje: que sean pocos pero consistentes. En el marco de la hojarasca discursiva irrelevante, tendenciosa o falaz, claridad es poder.

Mucho se habla de los costos electorales abusivos, y las nuevas y sofisticadas técnicas de comunicación vía redes sociales. Pero pareciera obviarse que la mentalidad de muchos de nuestros políticos “comunes” quedó estancada en el tiempo. Posiblemente, porque quienes ejercen desde hace décadas la privilegiada y anhelada actividad política casi de modo hereditario, jamás sufrieron los efectos económicos destructivos que supieron provocar.

Buenos Aires, 14 de agosto de 2019

Persecución o salvataje?

Los delitos económicos contra el Estado son encabezados por altos funcionarios públicos, los que deben ser a su vez controlados y sancionados por otros funcionarios públicos. El botín son recursos estatales llamados demagógicamente “dinero de todos”, pero de nadie en particular, lo que facilita su sustracción si los eslabones de la trama delictiva están adecuadamente interrelacionados. Cuando la corrupción estatal es sistemática y permanente en lugar de circunstancial y aislada, el país afectado afronta una cleptocracia, como se denomina a la que es ejercida desde altos niveles institucionales.

Estas sólidas tramas suelen alterarse vía revoluciones en dictaduras o autocracias, o alternancias de gobierno en democracias, en especial cuando el reemplazado ejerció el poder durante largo tiempo. Si bien no son instantáneas, las transformaciones conmocionan a los eslabones corruptos, que ven afectadas sus lubricadas logísticas e impunidades consolidadas. Ello genera fuertes reacciones defensivas inicialmente subterráneas, hasta que la acumulación de información pública y avances judiciales, obliga a batallar en el campo de la opinión pública, partiendo de una regla básica de la propaganda política: la contrapropaganda o desinformación. Consiste en destruir o licuar los hechos que involucran a los acusados, apelando al mito, la mentira y el hecho, aplicados de modo intenso, unificado, simultáneo y multisectorial. La estrategia inicial más conocida y trillada es la invocación de “persecución política” por parte de los funcionarios de gobierno acusados. Psicológicamente, jamás se argumentará “soy inocente o las pruebas son falsas” (defensa individual), sino utilizarán estrategias corales del estilo “las causas judiciales están armadas” (descrédito grupal). Este combate dialéctico que no ahorra desprestigios cruzados en busca de impunidad, es de manual a nivel internacional (leer “La propaganda política”, Jean Marie Domenach, París, 1950).

Un aspecto doméstico a develar, es porqué esta lucha entre información y desinformación se instaló fuertemente en medio de un contexto preelectoral, cuando es sabido que la corrupción es un tema de debate político temido y evitado, más aún con muchos candidatos implicados. Pese a lo cual, las declaraciones rimbombantes se suceden ininterrumpidamente.  El presidente de la Corte bonaerense Eduardo De Lázzari, sin aportar pruebas, denuncia el armado de causas judiciales; el candidato presidencial Alberto Fernández amenaza públicamente a jueces que avanzan con las causas de corrupción; el combativo dirigente gremial judicial Piumatto guarda silencio; el intendente Durañona exije militancia en los integrantes de la Corte Suprema; el escritor Giardinelli propone una Conadep para periodistas; el actor Dady Brieva anuncia acciones punitivas. El desenfreno declarativo lo iniciaron el ex juez Zaffaroni y ex presidente Duhalde, sugiriendo recursos absolutorios no judiciales, como amnistías (perdonar el delito), o indultos (perdonar la pena). El objetivo de estas alternativas, ya usadas en nuestro país, es claramente enunciado por el escritor y periodista estadounidense Ambrose Bierce, fallecido en 1913, cuando con su visión irónica de la naturaleza humana, afirmaba que “los indultos se otorgan a quienes resulta difícil condenar”.

La diversidad sectorial de las opiniones no es casual; la contrapropaganda exige trasladar simultáneamente mensajes unívocos a diversos ámbitos sociales. Las opiniones de Zaffaroni, Alberto Fernández o Dady Brieva, tienen los mismos objetivos. El interrogante respecto a la razón de formular en plena campaña electoral expresiones políticas supuestamente perjudiciales para quienes pretenden gobernar, puede tener una respuesta plausible: la urgencia, surgida ante el avance de las causas de corrupción e inicio de los juicios orales y públicos en tiempos inéditamente razonables, que trastocó las clásicas maniobras de encubrimiento, basadas en frenar expedientes y recursos dilatorios de las defensas. El aporte más explícito en favor de esta hipótesis lo brindó la propia Corte Suprema de la Nación, cuando el 14 de mayo pasado, a siete días del comienzo del juicio oral en la causa por corrupción en la adjudicación y control de obras viales en Santa Cruz, solicitó al Tribunal Oral 2 el envío de las actuaciones contenidas en 59 cuerpos. Una incipiente reacción social y judicial, abortó la maniobra.

Un aspecto positivo de esta etapa ineludiblemente conflictiva, es que los habituales encubridores están forzados a actuar y opinar a cara descubierta. Y los ciudadanos por su parte, podrán constatar culpabilidades e inocencias a través de juicios orales y públicos.  

Buenos Aires, 24 de julio de 2019

Próxima newsletter: 14 de agosto de 2019

Gritos y silencios

Conceptos tan opuestos como gritos y silencios, reseñan las metodologías negociadoras que ante la opinión pública, aplican quienes asumen la responsabilidad de representar los intereses de asalariados y empresarios, complementados con el Estado en su rol institucional. Si bien se suponen divergentes (pujas salariales y otros beneficios), en nuestro país se repite una situación peculiar, consistente en lograr fáciles consensos cuando los supuestos beneficios recaen en el presupuesto público, llamado demagógicamente “dinero de todos”. Lo que explicaría parcialmente nuestra insostenible degradación económica, estimada en 74 años si tomamos como referencia el fin de la Segunda Guerra Mundial, o de 36 si se parte de la recuperación de la democracia en 1983.

Facilita este fenómeno las continuidades de las representaciones sectoriales, que no son solo políticas, sino también gremiales y empresariales, que en muchos casos en lugar de acordar mejoras salariales y laborales virtuosas, se aúnan para lograr y/o mantener prebendas y privilegios, y peor aún, conformar complicidades en el campo de la corrupción estatal-privada. Profundizar este diagnóstico implica enfocar los casos de corrupción no solo desde el punto de vista delictual, obviamente más impactante, sino por su millonaria incidencia en perjuicio de la economía, incorporada al llamado genéricamente déficit fiscal, y pérdida de fuentes laborales en el mediano plazo. Corregir este vicio no significa “echar gente que trabaja”, como intencionadamente pregonan los beneficiarios de los negociados.

Detectar este tipo de asociaciones desde hace varias décadas no es una insustancialidad cronológica. Por Internet pueden ubicarse los antecedentes de promociones industriales que vencidos sus plazos de beneficios estatales, dejaron cáscaras vacías con serios problemas habitacionales y laborales en donde se asentaron; la desaparición del Banco Nacional de Desarrollo, con créditos a empresarios irrecuperables; la crisis bancarias del 2001-2002 concentradas en los bancos Nación y Provincia, plagados de créditos empresariales-políticos irrecuperables. Transportados a tiempos más cercanos, se pueden citar los casos del Grupo Indalo de Cristóbal López; del grupo de medios Spolzki-Garfunkel; la Cooperativa lechera Sancor (gremialista Ponce); el Grupo Plaza (empresarios del transporte Cirigliano); la avícola Cresta Roja (empresario Rasic); Correo OCA (empresario Farcuh y gremialista Moyano); Remolcadores portuarios (sindicalista Suárez); Privatización de YPF (empresario Esquenazi vendiendo sus acciones a fondos buitres americanos para luego quebrar).

Los escasos ejemplos citados, tuvieron como denominador común que contaron con la complacencia activa o pasiva (el efecto final es el mismo), del trípode objeto de esta reflexión: empresarios, sindicalistas y funcionarios políticos. Profundizar sobre esta práctica ruinosa implica evadir la trampa de falsos debates ideológicos, o discusiones anacrónicas como estatismo o privatismo, empresario explotador y trabajador explotado. Nuestros antecedentes verifican que en la corrupción estatal-privada, la confluencia de objetivos del trípode en modo corrupto, actúa con éxito en todas las alternativas.

El Estado tiene el monopolio para establecer el andamiaje legal, asegurar su cumplimiento, impartir justicia y proveer seguridad, por lo que la calidad de una Nación corresponde al Estado. El empresario por su parte, debe aportar capital de riesgo, creatividad productiva, honestidad comercializadora, y como contrapartida, pedir al Estado reglas jurídicas estables e infraestructura logística adecuada. Cumplidos estos requisitos, el Estado tiene los instrumentos necesarios para controlar monopolios o maximizaciones injustificadas de ganancias, y los sindicalistas las atribuciones para defender el interés real del trabajador. Ello sin necesidad de recurrir a ficciones como plantear desarrollos resultantes del “derrame” benevolente de ganancias empresarias, o que burócratas sin conocimientos acordes ni capital de riesgo, manejen empresas ajenas. Terminar con estas asociaciones fraudulentas entre funcionarios, sindicalistas y empresarios disfrazadas de conflictivas, permitirá que los fracasos de décadas pasadas no continúen acumulando años.

Buenos Aires, 17 de julio de 2019

Candidatos auxiliares

De la trilogía de vicios electorales y partidarios que explican la degradación de nuestro sistema político, que impide un desarrollo institucional y económico sostenido, oportunamente se analizaron dos: un sistema electoral oportunista y restrictivo del derecho de elegir, y abundancia de partidos políticos ficticios casi unipersonales. El tercer factor, causante de los dos vicios mencionados, es el perfil individual de nuestros políticos. Para analizarlo será útil remontarnos al gobierno de los príncipes en la Italia del siglo XVI, en un contexto de permanentes luchas entre los principados de Milán, Venezia, Florencia, Siena, Roma y Nápoles, que incluían al Vaticano como centro de poder político-religioso. Dicha época presenta aspectos comparables con nuestra actualidad.

En ese entonces el florentino Maquiavelo distinguía entre tres tipos de soldados para defender al príncipe: auxiliares, mixtos y propios. Las tropas auxiliares, que contaban con su propio jefe y Maquiavelo consideraba tan inútiles y peligrosas como las mercenarias, eran las que al estar bajo amenaza recurrían a un príncipe poderoso para que las protegieran. Una vez en batalla, abandonaban al príncipe si caía derrotado, o intentaban derrocarlo desaparecido el peligro. En una actualidad menos bélica, la metáfora pareciera adecuada para interpretar el deambular electoral de muchos políticos entre diversos partidos, que se ofrecen como “auxiliares” de un “príncipe”, para integrar sus listas de candidatos. Se deben destacar algunas diferencias entre el antecedente histórico y la actualidad. Si bien hoy tenemos un Papa argentino, el Vaticano sigue estando en Roma, por lo que su influencia es más lejana. Lo que no impide que surjan imitadores del fanático monje florentino Savonarola, reencarnados en estridentes voceros como Vera, Grabois y Valdez, que nada tienen que ver con la sutil diplomacia vaticana. Por otra parte, los principados en conflicto de entonces defendían con denuedo su identidad, mientras que nuestras réplicas políticas en pugna la modifican permanentemente, intercambiando reinos, príncipes y tropas: Propuesta Ciudadana, Cambiemos, Juntos por el Cambio, Frente para la Victoria, Unidad Ciudadana, Frente de Todos, y otros. La confusión genera situaciones insólitas, como que el “condottieri” Espert haya fundado el mini principado llamado Frente Despertar, pero paradójicamente se durmiera para lograr un ejército.

Esta diferencias de fondo entre los principados renacentistas y los vernáculos, facilitan comprender el perfil de nuestros políticos, basados en una aparente contradicción: pese a la volubilidad de nuestros “príncipes” y tropas auxiliares para mantener y defender sus principados, respetan celosamente el nepotismo familiar como costumbre monárquica característica, y exhiben una capacidad de permanencia asombrosa. Ante esta realidad, surge el desafío de identificar a quiénes cumplirían hoy el rol de “príncipes”, y quienes el de tropas “auxiliares”. Las condiciones de un príncipe, si además pretende ser conductor, no varían en esencia: personalidad, identidad definida, capacidad de liderazgo y espíritu de sobrevivencia, por estar rodeado de ambiciones y cinismos. Estos requisitos son aplicables tanto a personalidades y regímenes virtuosos o viciosos. No ejercieron de igual modo el poder los Medici en Florencia que los Sforza en Milán. Pero fueron líderes, y sus enemigos lo sabían. En nuestra actualidad, solo dos personas, disímiles además, podrían considerarse “príncipes”: Mauricio Macri y Cristina Kirchner. No son genuflexos, y ningún asesor de imagen podrá encubrir sus personalidades, sin caer casi en el ridículo. Lo que no deja de ser una virtud, pues ningún elector podrá aducir que fue engañado al votar. Además, ambos afrontarán similar desafío al de los antiguos príncipes; poseen tropas propias confiables, pero deberán lidiar con tropas “auxiliares” que reclamaron su protección, perdón u olvido, para usufructuar cargos.

Un ejemplo de jefe de tropas “auxiliares” es Sergio Massa. Intentó ser un nuevo “príncipe”, adjudicándose la aptitud de terminar con el sojuzgamiento o grieta ejercida por los dos poderosos príncipes mencionados, para lo cual creó su ejército Renovador. Su primer fracaso lo tuvo con sus propias tropas: uno a uno lo fueron abandonando para ofrecerse como auxiliares de los poderosos. Finalmente, el propio “condottieri” Massa, sin siquiera presentar batalla, se ofreció mansamente ante uno de sus proclamados enemigos, como tropa auxiliar. En tal condición, fue retratado en un cuadro de época mimetizado con la plana mayor de quienes prometió combatir para alcanzar el poder. 

Maquiavelo le recordaría que los “príncipes” (aún los modernos), no se autoproclaman. Deben ganarse respeto, estima, y de ser necesario, temor.

Buenos Aires, 10 de julio de 2019

Cuadernos políticos

En sus ya famosos cuadernos de anotaciones rutinarias, inicialmente menospreciados por ser fotocopias, Centeno, el ignoto chofer de un organismo público, no habla de coimas o negociados.  La inédita corrupción estatal-privada emergió como consecuencia de una silenciosa investigación judicial y reservada colaboración periodística. Pero la utilidad didáctica de los cuadernos no se agota en el campo delictivo, sino abre una posibilidad de reflexionar sobre una arcaica concepción de ejercicio de poder político, sustentado en presidencialismos supuestamente hiperverticalistas. Para este análisis colaboran dos hechos simultáneos: 1) el inicio del juicio oral y público de la causa referida a las obras viales en Santa Cruz, contratadas al empresario Lázaro Báez; 2) las negociaciones previas a la oficialización de alianzas y candidaturas, con plazo de cierre el próximo 22 de junio.

El juicio por obras de Vialidad en Santa Cruz con recursos nacionales, tiene una condición especial; los 13 imputados conforman un circuito que se extiende desde la máxima autoridad nacional (ex presidenta Cristina Kirchner), hasta niveles provinciales secundarios con trabajos de campo. Con un dato adicional no menor: las máximas autoridades nacionales y provinciales desempeñaron sus tareas mancomunadamente durante doce años ininterrumpidos. Por ello, pasadas las obvias repercusiones mediáticas del caso, que hasta tuvieron la participación de la Corte Suprema, es momento de prestar una especial atención a las declaraciones de quienes deberán dar explicaciones relacionadas con sus responsabilidades administrativas y secuencia de tramitaciones burocráticas, a fin de dilucidar un interrogante esencial en un estado de corrupción estatal-privada consolidada: cómo se puede armar una trama delictiva, en este caso de obras públicas, de tal extensión territorial y de complicidades? Es posible que ante una supuesta orden presidencial todos los subordinados se asustaran y actuaran en consecuencia? Es posible que las oposiciones políticas de turno, salvo pocas voces recurrentes, no vieran nada?

La actualidad colabora para interconectar el juicio con el ingrediente político. La ciudadanía asiste con estupor a una puja de inconsistencias por alcanzar ese supuesto “poder presidencial verticalista” y cargos legislativos, entre cuyos actores predominan soberbias, oportunismos, cinismos, contradicciones, especulaciones y traiciones, por sobre fluctuantes ideologías y agrupaciones con etiquetas casi comerciales (Patria, Unidad, Cambio), que en cada elección ansían incorporar productos marketineros como Tinelli, Manes, Nito Artaza o Moldavsky. No se siguen ideas ni principios; solo se usan eslógans. El zapateo sobre el escenario se realiza con un peronismo sin Perón, un radicalismo sin Alem y un socialismo sin Justo. Quizás Max Weber podría ayudarnos a definir el perfil de muchos de nuestros volátiles políticos, al distinguirlos entre quienes ejercían la política como profesión, y quienes lo hacían como servicio. Si observamos nuestro sistema electoral (listas sábana; ley de lemas; reelecciones indefinidas, candidatos que ingresan a un cargo legislativo por un partido y terminan asociándose a otro), tenemos la respuesta. Resurge entonces el interrogante. En un contexto de corrupción y complicidad que abarca a los tres poderes constitucionales, con licuación de identidades políticas coherentes, presentarse como presidente “fuerte” es un síntoma de fortaleza o de debilidad? Tal condición obligaría a negociar propuestas, principios, programas, o cosas más terrenas? Aunque tardíamente, sería oportuno preguntarse si los responsables de la “grieta” son Mauricio Macri y Cristina Kirchner, o los perdurables cortesanos que buscan colgarse de los pantalones o polleras de turno, según convenga. Sagaces analistas dicen que “la gente” vota personas. Existe otra posibilidad?

Otra enseñanza que podría dejar las declaraciones exculpatorias de los acusados en el juicio oral, es constatar que los circuitos delictivos no concluyen en los partícipes activos, sino necesitan del silencio pasivo y complaciente de muchos de los mal llamados “inocentes” u “honestos”. No nos referimos al abstracto y global concepto de “la gente”, sino al concreto e identificable de “los políticos”. No son todos iguales, pero para diferenciar, se debe comenzar a legislar leyes que desmonten las listas sábanas, posibilitando que al menos, sean los ciudadanos quienes elijan a sus legisladores.   

Buenos Aires, 30 de mayo de 2019

Balacera judicial

Corrupción según su etimología latina, significa “arrebatar alguna cosa, depravar, echar a perder, sobornar, desnaturalizar”. Puede tener consecuencias materiales, morales, económicas o políticas; en muchos casos, simultáneas. Existe además la distinción entre “actos corruptos” de efectos puntuales, acotados (arrebato de una cartera), o “estados de corrupción permanente”, que por su condición pertenecen al campo institucional, y tienen inevitables consecuencias sociales (sustraer recursos públicos). Un motochorro por ejemplo, ejerce un “acto corrupto” usualmente violento, mientras que en un “estado de corrupción política”, los implicados necesitan conformar sólidas tramas de complicidad con la participación activa o complaciente de los tres poderes del Estado. El objetivo final no diferencia entre delincuentes comunes violentos o los de “guante blanco” de escritorio: dinero, fortuna, enriquecimiento. Pero las corrupciones políticas tienen un efecto multiplicador destructivo: a mayor corrupción, existirá mayor interrelación con las logísticas externas privadas receptoras y redistribuidoras de los fondos públicos. Logísticas que irán generando su propia autonomía para generar sus propios negocios, como organismos de control, fuerzas de seguridad, cooperativas, universidades, bandas de contrabando y narcotráfico.

Los innumerables casos de corrupción estatal-privada surgidos recientemente, que tuvieron su eclosión con la causa “de los cuadernos”, y exhiben a todos los sectores que conforman las organizaciones o tramas delictivas en cabeza del Estado, sumado a la saludable decisión de iniciar en tiempos razonables los juicios orales y públicos, nos presenta el desafío de ir desmenuzando el desarrollo de los acontecimientos políticos y judiciales siguiendo líneas de análisis racionales, alejados de preconceptos y fanatismos. El juicio oral y público es una instancia  a la que históricamente ningún procesado quiere llegar, pese a que es la única garantía para demostrar su eventual inocencia, y no soportar la carga de incertidumbre y desprestigio. Tan natural se hizo en nuestro país el cajoneo judicial y los permanentes artilugios de recursos, impugnaciones y apelaciones por parte de  reconocidos abogados defensores, que prácticamente narcotizados, nos habíamos acostumbrado a que normalmente los juicios contra la corrupción duraban más de diez años. Y cabría agregar, terminaban sin culpables. La diferencia entre lo que se dice mediáticamente y lo que se dice en sede judicial suele ser notable. Cambia hasta el lenguaje. Mediáticamente el término más empleado es “persecución política”, en sede judicial se transforma en “no era mi responsabilidad; “yo no sabía nada”; “es dinero de la política”.

Esta mayor eficacia procesal desacopló el ritmo cancino de laboriosos y encubiertos operadores judiciales reales o ficticios, como Javier Fernández, Daniel Angelici, Alberto Fernández, entre otros. Obligando a que mutaran en amenazas y maniobras legales desesperadas realizadas a cara descubierta y en tiempo real. En este contexto en tan solo doce días, se produjeron en este mes una serie de sucesos político-judiciales que podrían titularse “12 días políticos que incluyen 4 días de balacera judicial”, con el siguiente cronograma:

Día 09: presentación del libro “Sinceramente” de la ex presidenta Kirchner en la Feria del Libro, en una sala colmada de adeptos.

Día 14: a última hora la Corte Suprema, por nota de un secretario y sin conformidad de su presidente Rosenkrantz, pide al Tribunal Oral n° 2 los 59 cuerpos del expediente de la causa obras viales en Santa Cruz, con fecha de inicio del juicio el 21 de mayo.

Día 15: se produce una reacción de parte de la ciudadanía, y críticas de innumerables constitucionalistas y abogados. El Procurador General y el fiscal de la causa solicitan la no postergar el juicio. El Tribunal Oral no se expide.

Día 16: el expediente se traslada a la Corte en carretilla. En un reportaje televisivo nocturno, Alberto Fernández amenazó que los jueces Ercolini, Bonadío, Hornos, Irurzun y Gemignani van a tener que “dar explicaciones por las barbaridades que escribieron”, y anunció que estaba escribiendo un libro con graves revelaciones sobre integrantes del Poder Judicial.

Día 17: la Corte emite un confuso comunicado de diez puntos sin firmas, entre los cuales se expresaba que sus integrantes (cuatro), pretendían verificar si existen deficiencias procesales. Se devuelve el expediente al Tribunal Oral.

Día 18: se propaga la información de que Cristina Kirchner mediante un video, anunció el viernes por la noche que designó a Alberto Fernández como candidato a presidente, yendo ella como vicepresidenta.

Día 19: Día domingo de relax, con lectura de diarios tomando un café.

Día 20: Alberto Fernández decide abandonar las amenazas, y declara con racionalidad: “Cristina Fernández demostrará su inocencia”. En eso consisten los juicios orales y públicos que todos quieren evitar: que los acusados puedan demostrar su inocencia.

Este histórico desbande judicial en cabeza de cuatro miembros de la Corte Suprema, muestra que desactivar la añeja trama de corrupción institucional en contra de los intereses del Estado será una tarea durísima. Un avance es que la presión de los hechos obligara a que viejos operadores de impunidad, se replegaran momentáneamente. Como cierre, un toque de ironía. En un tuit, expresó el politólogo Andrés Malamud. “Ganó Rosenkrantz 1 a 4”.

Buenos Aires, 22 de mayo de 2019

Juego político de mesa

Posiblemente todos hayamos participado en juegos de mesa. Vienen en cajas que contienen un tablero base, con circuitos de juego entre puntos de partida y llegada a las metas, cubilete con dados para los movimientos de las fichas de cada jugador, y reglas claras de juego. Por unas horas imaginamos actuar como estancieros, inversores, pilotos de carrera o estrategas bélicos. Pero no existe un juego que nos transforme en políticos no rentados, en el que triunfe quien en base a sus análisis y estrategias de juego, tenga la mayor aproximación a la configuración electoral que se oficializará el próximo 22 de junio, fecha de cierre de listas de candidatos. Para una atractiva comercialización, el juego podría llamarse “Consensos patrióticos”.

Sin límite de jugadores, el punto de partida se llamará “Ansiedad”, y el de llegada “Alianzas y candidatos”. El juego concluirá una semana antes del 22 de junio, y los pronósticos de cada jugador que haya arribado a la meta se guardarán en sobre cerrado hasta la oficialización de partidos y candidaturas. El puntaje según los aciertos serán: 1) Fórmula presidencial 30 puntos; 2) Primer senador 20 puntos; 3) Primeros cinco diputados nacionales: 3 puntos por acierto. En cada una de las fichas del juego a utilizarse libremente para que cada jugador realice sus propias combinaciones, figurará una frase política conocida. Los participantes tendrán además una única posibilidad de asociarse con otro jugador invocando un “Consenso patriótico”, para intercambiar sus fichas y avanzar ambos como equipo. Como en todo juego habrá una ficha comodín, que llevará la inscripción “Unión virtuosa de peronistas, radicales, socialistas, progresistas, izquierdas y derechas, en contra de..……”. Previo al inicio del juego cada  participante deberá llenar la línea de puntos con una de estas tres opciones: Cristina, Macri o ambos. Una vez definido en contra de quién se jugará en el “Consenso patriótico”, el jugador no podrá modificar su comodín aunque aduzca problemas de salud. Hay un casillero muy temido, pues caer en él significará la eliminación instantánea. Contiene el siguiente consejo de Maquiavelo: “Si las tropas con la que un príncipe defiende sus Estados son mercenarias, no estará nunca seguro, porque son inútiles y ambiciosas”.

Las fichas con frases políticas reconocidas que actuarán como vehículos para transportar hasta la meta los pronósticos de cada jugador o jugadores patrióticamente asociados, serán 16: “No soy de Cambiemos” (Lousteau); “La gente no sabe que vivimos en un país inmenso, con todas las riquezas, pero tenemos una dirigencia de mierda” (Duhalde); “Que Cristina vuelva a ser presidenta depende más de Macri que de ella” (Rosana Bertone); “Si Cristina vuelve a ser candidata es por culpa del Gobierno” (Stolbizer); “Hay cosas que dan vergüenza del gobierno de Cristina, pero más de Macri” (Solá); “No podemos seguir sin trabajar; no podemos seguir cobrando lo que cobramos. Damos vergüenza” (Graciela Camaño); “Quiero ser presidente o ayudar a construir una nueva mayoría para derrotar a Macri” (Sergio Massa); “Hay una palabra que se llama ajuste y otra que se llama crecimiento” (Lavagna); “Que Cristina vuelva, pero sin chorros” (Juan Grabois); “Si deja Cambiemos, podemos sumar a Lousteau a un gran frente contra Larreta” (Mariano Recalde); “Si fuera presidente, indultaría a los empresarios afectados por los cuadernos” (Duhalde); “Cristina Fernández nunca fue populista” (Alberto Fernández); “Randazzo le puede ganar a Cristina? Definitivamente sí” (Alberto Fernández, elección 2017); “Con Aníbal Fernández habrá más droga y María Eugenia Vidal no conoce la provincia” (Solá, elección 2017); “Todo Cambiemos quería mi foto entregándole el mando a Macri. Era Cristina, la populista, en un acto de rendición” (Cristina Kirchner); “Al final del segundo año estamos en un dígito de inflación, estate seguro. Esto es lo más fácil” (Macri, diciembre 2015).

Podría criticarse que la capacidad analítica que exige el juego para triunfar queda sometida al azar de los dados. Esta objeción supone ignorar innumerables acuerdos patrióticos recientes que muestran una asombrosa similitud con encomendarse a la suerte: De la Rúa-Alvarez (1989); Cristina Kirchner-Julio Cobos (2007); Roberto Lavagna-Gerardo Morales (2007); Ricardo Alfonsín-De Narváez (2011); Cristina Kirchner-Amado Boudou (2011). Rechazada la crítica, comienza el juego. Quién arroja los primeros dados?

Buenos Aires, 15 de mayo 2019

El virus Isonomía

Si algo le faltaba a nuestra realidad política, es la detección dentro del ámbito de los enigmáticamente llamados “mercados”, de un peligroso virus de acción rápida y destructiva llamado Isonomía. Tal es su poder, que afectó incluso a residentes en los “mercados” de Wall Street. Sus síntomas se manifiestan en la forma repentina y compulsiva en la que los infectados comienzan a comprar y vender dólares y bonos argentinos, y en muchos casos, pretenden armar y rearmar posibles fórmulas presidenciales. El brote Isonomía se detectó cuando diversos comunicadores hicieron trascender una encuesta de la reconocida consultora de opinión pública que encabeza Juan Germano, de la que se aclaraba suele trabajar para el Gobierno, que supuestamente había dado unos 5 puntos de ventaja a Cristina Kirchner por sobre Mauricio Macri.

Para evitar que el virus se propague a sectores más vulnerables ajenos a especulaciones con el dólar y armados políticos de eternos dirigentes, generando un efecto colateral no menos grave llamado desde hace décadas “licuación de pesos en el bolsillo”, es oportuno considerar las peculiaridades del virus “Isonomía”. Dado que tiene origen político, es sabido que desde hace décadas para las oposiciones de turno en proximidad de las elecciones, cuanto peor le vaya al país mejor (los patrimonios personales indican que los dirigentes no se ven afectados por las crisis). Es justo señalar que en este caso el sofisticado virus no puede adjudicarse al justicialismo kirchnerista, más acostumbrado a las amenazas y diatribas públicas expresadas por personajes como Biró, los Moyano, Secco, Ferraresi, D`Elía y otros. Por ello para detectar un antibiótico se deberá eludir los preconceptos oscurantistas de la “grieta”, que concluyen con la repercusión de frases imbéciles de uno y otro lado. Aclarando que el término no expresa un insulto. Como didácticamente lo explicara la diputada Carrió al adjudicarle tal condición al ministro Garavano, imbécil significa “falto de inteligencia”. El contexto del virus es el siguiente:  

1) Extrañamente, quien no opinó sobre el virus Isonomía fue la consultora que lo creó. De su supuesta encuesta se desconocen territorio, universo relevado, tipo de preguntas y conclusiones obtenidas. En estas condiciones, hacer trascender el dato “crudo” final, pareciera más coacción que información. Sin obviar que en estas instancias las encuestas tienen visos místicos, pues se desconocen agrupaciones y candidatos que competirán. El hito será el sábado 22 de junio con el cierre del libro de pases (perdón, de listas), que causarán sorpresas, enojos, traiciones y cambio de ideologías.

 2) Utilizar el virus para propagar opiniones basadas en “fuentes bien informadas” a fin de provocar un efecto “atontamiento” que justifique plantear sustituir la candidatura presidencial de Macri por la de la gobernadora Vidal, implica suponer que ello convertirá a los “mercados”, a los empresarios prebendarios, a los gremialistas y otros grupos de poder histórico, en buenos y comprensivos. Esta experiencia la vivió en 1989 Pugliese, ministro de economía de Alfonsín, cuando manifestó “Les hablé con el corazón, y me respondieron con el bolsillo”. Para más abundamiento, en breve comenzará una despiadada campaña opositora de desprestigio contra Vidal.

3) El secreto de la propaganda para manipular a la opinión pública como masa, consiste en manejar conceptos (el pueblo, la gente, las pymes), y/o números (el 60%; unos 5.000), como abstracciones incomprobables y de una variedad inverosímil. Ningún especialista aclara, por ejemplo, que “mercados” son “mercados financieros”, que en nuestro país, con valores reducidos pueden acumular recursos suficientes para influir de forma rápida sobre diversas variables de la economía. Ello se manifiesta en la pirámide social según ingresos; solo el 5% supera un promedio mensual familiar total de $ 260.000. Podría pensarse que este comentario pretende ser una clásica invocación revolucionaria de izquierda contra los “grupos económicos de poder concentrado”, pero no es así: falta un dato. Dicho grupo privilegiado lo integran no solo empresarios, sino también políticos de ideologías variadas, legisladores multipartidarios, integrantes del poder judicial y gremialistas, entre otros.

4) La cruda realidad, dicho esto sin “grieta” alguna, es que tenemos una pésima clase política y dirigente en general, basada en nepotismos y privilegios. La causa cuadernos, por si era necesario, transparentó que existen asociaciones empresarias-políticas-gremiales-judiciales que hacen excelentes negocios con el Estado. Los hacen con el populismo o con el neoliberalismo. Los pobres?….pobres.

Buenos Aires, 02 de mayo de 2019

Espías sin secretos

“Quién habla?: Soy Cristina pelotudo”. Cristina es la ex presidenta de la Nación, y el “pelotudo” es Oscar Parrilli, director general de la Agencia Federal de Inteligencia entre agosto y diciembre de 2015. El diálogo se reprodujo en medios de comunicación como resultado de una grabación “secreta” del contacto telefónico entre ambos. Con el cambio de gobierno, fue designado en su reemplazo el escribano Arribas, con vastos antecedentes en la representación e intermediación de jugadores de fútbol, lo que hace suponer un nivel de “pelotudismo” menor al de un burócrata atado a lo discursivo, pues el ámbito de los clubes de fútbol congrega a actores relevantes de sectores públicos y privados, no precisamente transparentes.

Desactivado el inocultable fin de afectar a las investigaciones de corrupción y con independencia de lo que suceda con el fiscal Stornelli, el caso D`Alessio abre una oportunidad para profundizar en uno de los tantos nichos de corrupción estatal, como es el del supuestamente sofisticado mundo del espionaje. Espiar significa observar, escuchar, acechar, husmear con disimulo para conseguir información. Es en principio una mera tarea de campo. La tarea de procesar la información para tomar decisiones, exige entender, razonar, comprender el entorno, y se llama inteligencia. Tanto el espionaje como la inteligencia pueden aplicarse a fines loables como delictivos. Cuando se desarrollan en un organismo estatal bajo conducción política del Ejecutivo y control legislativo de la Bicameral, su rol institucional supone actuar en defensa de intereses de la Nación. Tras esta generalización, surge un interrogante: con sistemas políticos y judiciales infectados de corrupción, pueden pretenderse sistemas de inteligencia probos? Imposible. Sería como que una dictadura tenga servicios de inteligencia democráticos. Asimismo los servicios de inteligencia deben poseer profesionalidad y reserva para ser eficaces; cumplen estos requisitos los personajes que van subiendo al escenario del Juzgado de Dolores? Finalmente la gran pregunta: en un contexto en que gran parte de los políticos no ven, no saben o no quieren hablar de corrupción, el accionar de los involucrados en el caso D`Alessio tienden a denunciar o a proteger la corrupción?

La respuesta la deberá dar el juez federal Ramos Padilla, quien realizó una investigación preliminar con sorprendente velocidad, lo que en la justicia argentina ya es motivo de sospecha, y declaró ante dos comisiones parlamentarias. Definido el campo de acción, surge una nueva duda: existen realmente servicios de inteligencia profesionales, o los mismos son usados para encubrir y lucrar con la desaforada corrupción estatal-privada? Es difícil pensar que sea un agente encubierto de la DEA, del FBI y del Mossad, que reparte tarjetas en tal condición y concurre a programas de televisión. O que sean agentes de inteligencia conocidos ex policías de la bonaerense retirados o sumariados. Tampoco es creíble que avezados empresarios con contactos políticos o integrantes del poder judicial, declaren haber sido “engañados” por D`Alessio. La ausencia de ingenuidad es la única condición que comparten la política, el poder judicial, espías y bandas delictivas. Pero si coinciden en su capacidad para las puestas en escena, con apoyos periodísticos. Es como si Al Capone declarara su preocupación por los niños pobres del Bronx.

En esta instancia de la atractiva novela policial en la que jugamos a ser investigadores principiantes, debemos eludir la banalización de dos conceptos: el del “arrepentimiento”, y el de la condición de confidencialidad que deben cumplir quienes actúan como agentes de inteligencia. En cuanto a la confidencialidad, no sería más razonable que relevados de este requisito sean citados a declarar en sede judicial los integrantes de la multipartidaria Bicameral, para determinar inicialmente si el grupo delictivo tiene infiltrados y/o lazos con la AFI? Evitando que se repita la causa de sobornos en el Senado, que tuvo una amplia cobertura mediática, y al momento de declarar, comenzando por Hugo Moyano, nadie aportó elementos de prueba. E integrantes de la entonces SIDE, relevados de la confidencialidad por la ex presidenta Cristina Kirchner, negaron haber aportado los fondos. Pudieron haber existido las coimas? Sí, pero transcurrido lo político-escenográfico y al momento de la verdad, la cofradía de impunidad se abroqueló. Peor aún, el tribunal resolvió que se investiguen al ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández,  al legislador Anibal Ibarra y al operador Daniel Bravo, por sus intervenciones y declaraciones sospechadas de falsas. También se resaltó la parcialidad del juez Rafecas.

En cuanto a la ley del “imputado colaborador”, la misma es aplicable si el declarante aporta elementos probatorios consistentes, no mera declaraciones mediáticas que resulten impactantes o relatos. El último ejemplo lo brindó el prófugo empresario Samid, acusando al fiscal de haberle pedido una coima de más de un millón de dólares, para luego reconocer que había mentido. De ser falsas o irrelevantes, la pena que le corresponde al declarante se verá incrementada. Pero sorprende que en condición de magistrado, el fiscal Bidone pretenda declarar en busca de la verdad en condición de arrepentido.

Todas las causas de corrupción en trámite son graves, incluida la que maneja Ramos Padilla. Por eso es necesario estar atentos a que una vez más, las instancias de investigación, juicio y sanción, se diluyan en operaciones  para mantener impunidad. Y que en los policiales argentinos, nunca se descubran y/o condenen a los asesinos.

Buenos Aires, 24 de abril de 2019

De cuadernos a expedientes

Los cuadernos escolares de bajo costo, con anotaciones tipo borrador de un oscuro chofer intencionadamente subvaloradas por ser fotocopias, dieron lugar a investigaciones de hechos y personajes que fueron conformando expedientes ilustrativos de las tramas de corrupción estatal-privada. Concluidas en algunas causas las etapas de recolección de pruebas y acusatoria, e integrados los tribunales para iniciar los juicios orales y públicos, se ingresa a la siguiente fase de complicidad habitual en la corrupción estatal, en la que los procesados operan para demorarlos y/o desactivarlos a través de diversos subterfugios, mientras continúan negociando impunidades. Queda explícita la gran contradicción de los autoproclamados “perseguidos políticos”, que mientras públicamente invocan problemas de estrés y de salud, privadamente actúan con denuedo para evitar el juicio que podría declararlos inocentes.

Si bien los carriles utilizados continúan siendo los públicos-institucionales y paralelamente operaciones en las sombras, en ambos cambian los actores. En los institucionales, los jueces federales son sustituidos por jueces que integran los tribunales a cargo de los juicios. En “las sombras”, los operadores judiciales políticos son reemplazados por quienes ejercen acciones más directas y perentorias: los espías. En nuestro país abundaron casos de corrupción: IBM, Skanska, Banco General de Negocios (Rohm); de jueces como Liporace, Tiscornia, Trovato, Branca, y de centenares de políticos y allegados. Todos tuvieron impactos mediáticos y literarios, siendo un hito “Robo para la corona”, escrito por Horacio Vertbisky en 1992. Pero salvo penas menores y alguna destitución de un juez, el resultado inevitable fue la impunidad. Pero considerando que los “cuadernos” y sus consecuencias exhiben por primera vez a todos los eslabones de la trama, integrada por funcionarios, empresarios, financistas, jueces, fiscales, familiares, más una legión de desconocidos para la opinión pública, pero imprescindibles para ocultar, recircular, evadir y lavar montos multimillonarios, el interrogante a develar será: se mantendrá una vez más la impunidad? Sobrevivirá la trama político-judicial que la sostiene desde hace décadas?

Avizorar una respuesta exige que los próximos hechos políticos-judiciales se analicen cual novela policial, en la que nada será casual. Como ciudadanos comunes nuestras fuentes de información serán los medios de comunicación, que nos proveen en forma simultánea y diversificada hechos, opiniones e interpretaciones con objetivos divergentes. En lugar de receptarlos pasivamente para optar por quienes nos “convencen”, deberemos transformarnos en escépticos inquisidores aficionados, para quienes todos los personajes son importantes, tienen nombre, roles y están bajo sospecha, sea por hacer, impedir hacer o dejar hacer. El delito de la corrupción pública no interrelaciona a los sospechados por adherir a derechas o izquierdas, neoliberalismos o populismos, o ser justicialistas o radicales, sino por coincidir en un único objetivo: apoderarse ilegalmente del dinero del Estado.

En el campo público institucional judicial cobrará relevancia la actuación de los  jueces designados para integrar tribunales de juicios orales y públicos, y las tácticas dilatorias para demorarlos. Los más próximos son: 1) Causa direccionamiento de obra pública (jueces Uriburu, Gorini y Basso), con inicio el 21 de mayo; 2) Causa Los Sauces (jueces Pailloti, Obligado y Martínez Sobrino); 3) Causa Hotesur (jueces Namer, Toselli y López Iñíguez). Los dos últimos sin fecha de inicio. En cuanto al campo “oscuro” del espionaje, el foco de atención deberá volcarse en la investigación de una supuesta red por el juez Ramos Padilla. Si bien el origen de la causa pareciera tener como objetivo lo que el vaticanólogo Eduardo Valdez anunciara telefónicamente como “Bonadío y Stornelli puf”, fracasado el impacto sorpresa pretendido, se abre un insospechado campo de investigación respecto al cínico uso de los servicios de inteligencia, nada patrióticos por cierto. Vistas sus rápidas conclusiones iniciales y declaraciones ante dos comisiones en Diputados, el juez de Dolores debería seguir entendiendo en la causa. Los personajes que han salido a escena hasta el momento para esta obra de corrupción y suspenso son D`Alessio (espía rico y famoso); Pedro Etchebest (empresario); Gabriel Traficante (empresario); Aníbal Degastaldi (ex comisario); Ricardo Bogoliuk (ex policía y espía); Juan Bidone (fiscal provincial); Rolando Barreiro (ex espía); Gabriel Bouzat (ex socio de D`Alessio); Antonio Luffi  (prefecto general).  

Tras hojear a Graham Green y John Le Carré, en la próxima newsletter trataremos de entender algo de los espías argentinos, en versión política.

Buenos Aires, 17 de abril 2019

20 caras bonitas 20

En la década del 60, al pie de página de los avisos clasificados de un popular diario, se repetía la publicidad de un cabaret del bajo Retiro, con el eslogan “20 caras bonitas 20”. Tal síntesis tenía sus virtudes: identidad (cabaret); imagen del servicio (cara bonita), y cantidad (20). Transcurrido más de medio siglo, el recuerdo afloró subconscientemente como resultado de observar el coqueteo preelectoral que hasta el cierre de listas en junio próximo,  mantendrán quienes pretenden obtener o mantener los ansiados cargos electivos en las elecciones nacionales de este año.

Esta comparación involuntaria entre ambas situaciones temporales, lejos de agotarse en un simple objetivo de degradar la actual coyuntura política, permite detectar similitudes y diferencias preocupantes para las expectativas de encauzar fehacientemente a un país sumido en fracasos desde hace más de cuatro décadas, si se toma como referencia el regreso de Perón en 1973 tras su exilio, con siete años previos de dictadura militar. El mensaje propagandístico tanto del cabaret mencionado como el político, comparten el objetivo de llegar de modo sintético y comprensible al mayor número de personas. Sin embargo “cabaret” tiene identidad; la tienen hoy los partidos políticos? Si nos guiamos por sus denominaciones, salvo la de Cambiemos por ser oficialismo, no están confirmadas como tales las participaciones del Frente para la Victoria, Frente Renovador, Unidad Ciudadana, Partido Justicialista, u otras coaliciones que compitieron electoralmente hace menos de dos años. En cuanto a imagen (cara bonita) y cantidad (20), sus símiles políticos (candidatos y lugares en las listas), lejos están de tener perfiles coherentes. Se arriba entonces al punto crucial: quiénes y cómo seleccionarán de la extensa fila de postulantes, a los que trabajarán en las barras (oficinas ejecutivas), y en el salón (espacios legislativos), con la declamada función de brindar el servicio público de representar a ciudadanos? 

En este aspecto sí surge una similitud democráticamente preocupante. En el cabaret la selección se concentra en pocas manos: la del dueño y/o administrador. En política también, a cargo de los llamados líderes, que por imperio de las inmutables listas sábana, negocian, seleccionan y ordenan a sus “caras bonitas” en las listas. Sin poder evitar los usuales enojos, berrinches y crisis de llanto por parte de los descartados, muchos de los cuales amenazan con ofrecerse en el “cabaret de enfrente”. Vale decir, tanto los clientes del cabaret privado, como los ciudadanos participantes en la elección pública, solo pueden elegir lo ofrecido como paquete cerrado, guste o no. Con un agravante respecto al negocio privado; una cara bonita política legislativa puede renunciar a representar al partido que lo seleccionó, y conformar dentro del mismo ámbito su propio mini-cabaret, llamado legislativamente mini-bloque. Vale decir que quienes accedieron al salón integrando un paquete cerrado (lista sábana), de sufrir un síndrome emancipador, puede abandonar a quien lo seleccionó y/o votó, manteniendo salón, salario, y eventualmente, promocionando a otro cabaret (espacio político). Es así que la comparación entre la vieja publicidad de los 60 y la actual puja política no solo es didáctica, sino permite comprender que a 74 días del cierre de listas, no se definan partidos, candidatos y propuestas básicas, y solo se apele a fotos, encuentros sociales variados y mensajes enigmáticos e insinuantes, como forma de comunicación política. 

En estas penumbras confluyen viejos “influencers” sin responsabilidades ejecutivas que se suponía en situación de retiro, como Duhalde y Nosiglia entre otros, que coexisten con nuevas generaciones que tampoco se privan de exhibir dosis de necedad y soberbia. Citemos tres casos con sus fuentes para no ser sospechadas de “fake news”. Afirmó el autoproclamado dirigente social Juan Grabois: “Que Cristina vuelva, pero sin chorros” (La Nación-20/03/19). Dijo el legislador  porteño Mariano Recalde: “Si deja Cambiemos, podemos sumar a Lousteau a un gran frente contra Larreta. Nosotros tenemos una idea clara de qué modelo de ciudad y país queremos” (La Nación-02/04/19). Finalmente, bailando por un sueño, confesó recientemente por televisión el mediático Marcelo Tinelli en una gira por Salta: “Soy peronista”.

Felizmente el polítologo José Nun aporta una cuota de racionalidad para entender tantas frivolidades: “En las zonas cálidas abundan los peces voladores, que saltan casi un metro fuera del agua y planean unos 200 metros para huir de sus atacantes marinos. Tienen un aire de familia con el planteo de muchos de nuestros políticos. Estos lanzan ideas voladoras, que tampoco llegan demasiado lejos, pero les sirven para salir a la superficie, esquivar a sus críticos y entretener a sus seguidores”.

Buenos Aires, 10 de abril de 2019

Viejos «influencers» y espías

La causa de los “cuadernos” explicita detalladamente como nunca antes los engranajes y partícipes de la llamada corrupción estatal. Su comprensión se potencia al coexistir con un proceso preelectoral que exhibe sin disimulo una puja política carente de ideologías y partidos, entre quienes pretenden seguir usufructuando cargos electivos y prebendas del Estado. Tal simultaneidad debiera permitir replantear viejos conceptos analíticos y propagandísticos hasta ahora inmutables. Asumiendo que el concepto “grieta” (amigo/enemigo) planteado por Carl Schmidt como recurso de manipulación política, deberá ser aplicado en términos ético-morales, distinguiendo entre corruptos, pasivos ante la corrupción y batalladores contra la corrupción.

Sería inútil centrarnos exclusivamente en lo delictivo, sin asociarlo a los marcos institucionales y políticos aún vigentes, que hicieron posible tamaña corrupción. No es casual que en el mercadeo de postulaciones y ofrecimientos de cargos electivos la corrupción no sea obstáculo para las negociaciones. Peor aún, se llega al cinismo de quienes para mordisquearle parte de sus votos, plantean que sería más fácil acordar con Cristina Kirchner si ella no se presentara, como si fuera la única responsable de la corrupción. Y de este modo implementar una estrategia exculpatoria similar a la usada en su momento con Menem, hoy senador y protegido por la Corte Suprema.

Las posibilidades de evitar que la historia continúe repitiéndose hasta el infinito con los mismos personajes y estrategias son concretas, debido a la atomización de los otrora monopolios políticos, ausencia de representatividad de quienes ofrecen sus candidaturas como productos en góndolas, y hartazgo social. Sumado a que ya no es fácil apelar a la clásica maniobra de cajoneo judicial de expedientes o sobreseimientos expeditivos y escandalosos. Por ello, ante la inminencia de juicios orales, los habituales operadores judiciales de impunidad, viejos “influencers” políticos, y peculiares agentes secretos ricos y famosos, deben actuar ahora bajo el imperativo de la urgencia. Lo que no deja de ser un beneficio para obtener justicia y recuperar bienes mal habidos; actuar en las sombras es más fácil.

Arribar a conclusiones creíbles y consistentes requiere establecer líneas analíticas coordinadas, dada que la causa “cuadernos” no solo exhibe en las marquesinas de la corrupción a los nombres más rutilantes de funcionarios, empresarios, jueces o sindicalistas, sino a una enorme cantidad de actores desconocidos, secundarios y enriquecidos, imprescindibles para efectivizar la corrupción: grises secretarios, rectores de universidades, ignotas entidades culturales o gremiales, financistas, gestores, comerciantes, intendentes, barras bravas, y obviamente los ineludibles agentes mal llamados de inteligencia. Esta totalidad mancomunada para sustraer dinero público, es lo que se llama red, organización o trama. Cabe preguntarse: cómo es posible en un sistema democrático armar una trama tan extensa en complicidades, consistente en los despojos y perdurable en el tiempo? Qué ámbitos permiten estas múltiples interrelaciones que conjugan diversidades ideológicas, partidarias, empresariales, laborales y sectoriales? Dos ámbitos son óptimos: el poder legislativo y el ámbito del fútbol profesional. Los poderes ejecutivo, judicial y sectores sindicales son más específicos, más verticales, y con accesos restringidos. No es casual que los discursos emitidos desde uno y otro ámbito sean similares: acusaciones, sospechas, coacciones, falta de transparencia.

El poder legislativo no solo legisla o interpreta con posibilidad de hacerlo en su propio interés (ejemplo, que un procesado pueda ser candidato o legislador), sino se desinteresa de sus roles de control (no confundir con denuncia), como la histórica inactividad de la multipartidaria Comisión Bicameral de control de servicios de inteligencia, o ignorar u ocultar los informes de la Auditoría General de la Nación, organismo bajo su dependencia. En cuanto al fútbol, comparten el rol de dirigentes para manejar las llamadas entidades sin fines de lucro, funcionarios, políticos, empresarios, gremialistas, jueces, fiscales, estrellas del espectáculo, financistas y barras bravas. En muchos casos concentrando una misma persona diversos roles, como por ejemplo, político, gremialista y empresario.

Para reuniones comprometedoras con fotos mediante, no es necesario reunirse en un quincho solitario. Basta hacerlo en la confitería de un club, entre dirigentes y allegados. Sin fines de lucro, desde luego.

Buenos Aires, 04 de abril 2019

Operación, espionaje o chantaje?

El ingreso de la causa “de los cuadernos” a instancias judiciales definitorias, obligó a los involucrados en la mayor corrupción estatal-privada de la historia argentina, pasar de la habitual victimización invocando persecución política mientras en paralelo procuran complicidades encubiertas en busca de impunidad, al más áspero terreno de los acciones directas, en las que a cara descubierta interactúan servicios mal llamados de inteligencia, jueces con poder de daño y apoyos comunicacionales. Dando inicio a lo que el vaticanólogo Eduardo Valdez denominara operativo “puff-puff” de la causa, en cabeza de un particular agente secreto que se ufana públicamente de serlo, llamado Marcelo D`Alessio.  

La situación recuerda a una famosa serie televisiva de la década del 60 llamada “Súper agente 86”, en la que Maxwell Smart era un torpe y no muy inteligente agente secreto que trabajaba en una agencia norteamericana llamada Control (parodia de la CIA), en permanente enfrentamiento con la maléfica organización internacional llamada Kaos (parodia de la rusa KGB). De esta inolvidable serie se pueden rescatar tres aspectos aplicables a nuestra realidad: 1) el mal se identificaba con el caos (confundir, desinformar); 2) el mal operaba maliciosamente desde otros países (conspiraciones internacionales); 3) para que las conversaciones entre el súper agente y su Jefe no pudieran ser oídas, hablaban dentro de una enorme campana de vidrio llamada cono de silencio, que les impedía entenderse entre ellos (evitar las escuchas clandestinas). Aquí concluyen las similitudes y el humor.

D`Alessio, pese a algunas ironías sobre su persona, no es el torpe y humorístico súper agente 86; tampoco un sagaz servicio de inteligencia, ni un “topo” infiltrado que actúa solo. Es un “todo terreno” habitual en las corrupciones estatales, que necesita de contextos y contactos con funcionarios, empresarios, jueces, periodistas. Él se encargará de las puestas en escena encomendadas. Para entender los próximos acontecimientos se deberá eludir la trampa oscurantista de la “grieta”, planteada hace un siglo por el politólogo alemán Carl Schmidt con la distinción “amigo/enemigo”, como forma de manipular políticamente a las masas y opinión pública. Es irrelevante distraernos con encuestas que transmitan como evalúan anónimos ciudadanos a la corrupción, sino detenernos en verificar como actúan políticos, jueces y empresarios ante la corrupción. Más aún cuando los avances judiciales coexisten con una etapa preelectoral en la que viejos y más bisoños políticos luchan ferozmente por alcanzar privilegiados cargos electivos bajo cualquier tipo de acuerdos, sin que la corrupción sea un límite o tema de debate.

Arribar a conclusiones propias sólidas exige analizar informaciones y discursos divergentes planteados en medios de comunicación. Sean televisivos (ejemplo Gustavo Sylvestre en C5N y Luis Majul en A24); escritos (ejemplo Clarín y Página 12), y radiales. En la diversidad analizaremos como ciudadanos inteligentes, y no como agentes de inteligencia dedicados a la coacción y encubrimiento. Teniendo presente que las “grietas”, que buscan simplificar la propaganda de masas, no son aplicables a los volubles, interesados y recoletos acuerdos políticos en las pujas por el poder, que en nuestro país cínicamente suelen caratularse como “patrióticos”.

En esta línea de pensamiento, contrariamente a ciertas opiniones, por el momento no hay “grieta” entre Gobierno y Justicia, sino acciones valederas y complementarias. El Ministerio de Justicia solicitó el juicio político de Ramos Padilla por procedimientos legales y de competencia no usuales, con tristes antecedentes en años anteriores por causas armadas e iniciadas con fines políticos o económicos en juzgados federales no naturales, como Mercedes y Campana (casos Cóppola y De Narváez). La Corte Suprema por su parte, brindó los recursos requeridos por el juez para que éste actúe en base a pruebas consistentes, e identifique partícipes necesarios y sus objetivos.

Esta investigación podría ser inestimable para que la clase política desactive el acuerdo multipartidario que desde hace décadas y sin “grietas”, avalan servicios incompetentes y corruptos a través de la inutilidad y complacencia de las sucesivas  Bicamerales de Control. Solo resta esperar que esta loable investigación no sea una fachada para afectar la causa de los “cuadernos”, lo que provocaría un derrumbe institucional irreparable.

Buenos Aires, 27 de marzo 2019

Padrinos, pandilleros y superagentes

Para analizar objetivamente las actuales instancias judiciales y políticas destinadas a desarmar y/o proteger los circuitos de corrupción estatal-privada vigentes desde hace décadas, es oportuno recordar antecedentes de organizaciones delictivas, sus campos de acción y métodos de coacción o seducción utilizados para lograr complicidades, complacencias e impunidades.  

El concepto de mafia nace a fin del siglo XIX en el sur de Italia, cuando los campesinos, sin protección gubernamental ante la explotación a los que los sometían los terratenientes en regímenes feudales rurales, se agruparon en clanes familiares para protegerse. Sus integrantes se declararon mafiosos (hombres de honor), y establecieron sus propios códigos, siendo el más conocido el del silencio (omertá). Los jefes, llamados “padrinos”, eran respetados y/o temidos. El paulatino aumento del poder de las “familias” las llevó a los rentables negocios del crimen organizado, basados en el contrabando, prostitución, juego ilegal y en menor escala drogas. Este esquema se internacionalizó, y en la década del 20 los inmigrantes lo transportaron a Estados Unidos, mutando de rural a urbano. Era la época de famosos pandilleros como Al Capone, entre otros.  Las pujas entre bandas por los negocios se dirimían en forma sangrienta. Las complicidades políticas, policiales y judiciales se obtenían mediante sobornos o amenazas. Muchos padrinos o pandilleros socialmente eran protectores y cariñosos con sus familias, religiosos y benefactores. Los medios de comunicación de entonces, prensa y radio, daban amplio espacio a los hampones y sus crímenes, sin profundizar en sus negocios, por razones obvias.

Las multimillonarias ganancias ilícitas privadas exigieron eficaces administraciones contables, buscando insertarlas en negocios legales u ocultarlas. Surgieron entonces las prácticas de “lavado de dinero” e inversiones “offshore”. La simbiosis con las estructuras estatales comienza con la participación de empresas mafiosas privadas en contratos de obra pública y servicios como proveedores del Estado, lo que facilitaba el blanqueo del dinero espúreo, e incrementaban las ganancias fáciles. En lugar de coimear a determinados funcionarios públicos para que no afecten sus negocios privados ilícitos, interactuaban con ellos para actuar en detrimento de los recursos públicos. La última etapa del derrotero descripto, consistió en que fueran los propios atildados funcionarios estatales de escritorio quienes encabezaran las tramas de pillaje, en reemplazo de los viejos padrinos y pandilleros que defendían a sangre y fuego sus lucrativos negocios ilícitos privados, quienes pasaron a cumplir el rol de socios privados complementarios externos, como empresarios, sindicalistas y testaferros.

Por ello el amplio tema de la corrupción estatal conceptualmente carece de “grietas”, pues va más allá de a quien se vote, se teorice sobre cuánto le interesa al ciudadano común la corrupción, o que ideologías encubridoras se invoquen. Tampoco debiera sorprender que políticos corruptos tengan consenso social y fuertes defensas institucionales. Famosos padrinos y pandilleros las tenían; incluso de la Iglesia. Pero voten como voten, piensen como piensen, los pueblos serán las víctimas ineludibles del saqueo al Estado.

Este fenómeno de corrupción estatal en sociedades democráticas, que se potencia en países con dictaduras o pobre calidad institucional, fue acompañado por un exponencial desarrollo de los medios de comunicación y sistemas digitales para procesar información, que dificultan el ocultamiento y delinquir con impunidad. Para sortear este escollo se recurrió a dos recursos también perfeccionados a mediados del siglo XX: la propaganda política y los servicios de inteligencia. Ambos confluyen en generar en la opinión pública escenarios similares al de los enfrentamientos bélicos, en los que pugnan información y desinformación; verdades, deformaciones y falsedades; eslógans y explicaciones. El escenario público son los medios de comunicación, que exhiben convicciones, profesionalidad, intereses sectoriales y transacciones económicas. En este contexto los servicios de inteligencia, más allá de sus objetivos, instrumentalmente apelan a las mismas técnicas de la propaganda política, pero en un marco de anonimato. La diferencia es que en el ámbito comunicacional podemos comparar y elegir; en el de la acción secreta no.

Retomando nuestra novelesca actualidad, cabe reflexionar sobre qué sucede cuando comunicación y servicios de inteligencia se exponen simultáneamente a la luz pública, y los agentes secretos no son secretos. Indicaría impericia, acto fallido u objetivo táctico?

Buenos Aires, 21 de marzo 2019