Cuadernos políticos

En sus ya famosos cuadernos de anotaciones rutinarias, inicialmente menospreciados por ser fotocopias, Centeno, el ignoto chofer de un organismo público, no habla de coimas o negociados.  La inédita corrupción estatal-privada emergió como consecuencia de una silenciosa investigación judicial y reservada colaboración periodística. Pero la utilidad didáctica de los cuadernos no se agota en el campo delictivo, sino abre una posibilidad de reflexionar sobre una arcaica concepción de ejercicio de poder político, sustentado en presidencialismos supuestamente hiperverticalistas. Para este análisis colaboran dos hechos simultáneos: 1) el inicio del juicio oral y público de la causa referida a las obras viales en Santa Cruz, contratadas al empresario Lázaro Báez; 2) las negociaciones previas a la oficialización de alianzas y candidaturas, con plazo de cierre el próximo 22 de junio.

El juicio por obras de Vialidad en Santa Cruz con recursos nacionales, tiene una condición especial; los 13 imputados conforman un circuito que se extiende desde la máxima autoridad nacional (ex presidenta Cristina Kirchner), hasta niveles provinciales secundarios con trabajos de campo. Con un dato adicional no menor: las máximas autoridades nacionales y provinciales desempeñaron sus tareas mancomunadamente durante doce años ininterrumpidos. Por ello, pasadas las obvias repercusiones mediáticas del caso, que hasta tuvieron la participación de la Corte Suprema, es momento de prestar una especial atención a las declaraciones de quienes deberán dar explicaciones relacionadas con sus responsabilidades administrativas y secuencia de tramitaciones burocráticas, a fin de dilucidar un interrogante esencial en un estado de corrupción estatal-privada consolidada: cómo se puede armar una trama delictiva, en este caso de obras públicas, de tal extensión territorial y de complicidades? Es posible que ante una supuesta orden presidencial todos los subordinados se asustaran y actuaran en consecuencia? Es posible que las oposiciones políticas de turno, salvo pocas voces recurrentes, no vieran nada?

La actualidad colabora para interconectar el juicio con el ingrediente político. La ciudadanía asiste con estupor a una puja de inconsistencias por alcanzar ese supuesto “poder presidencial verticalista” y cargos legislativos, entre cuyos actores predominan soberbias, oportunismos, cinismos, contradicciones, especulaciones y traiciones, por sobre fluctuantes ideologías y agrupaciones con etiquetas casi comerciales (Patria, Unidad, Cambio), que en cada elección ansían incorporar productos marketineros como Tinelli, Manes, Nito Artaza o Moldavsky. No se siguen ideas ni principios; solo se usan eslógans. El zapateo sobre el escenario se realiza con un peronismo sin Perón, un radicalismo sin Alem y un socialismo sin Justo. Quizás Max Weber podría ayudarnos a definir el perfil de muchos de nuestros volátiles políticos, al distinguirlos entre quienes ejercían la política como profesión, y quienes lo hacían como servicio. Si observamos nuestro sistema electoral (listas sábana; ley de lemas; reelecciones indefinidas, candidatos que ingresan a un cargo legislativo por un partido y terminan asociándose a otro), tenemos la respuesta. Resurge entonces el interrogante. En un contexto de corrupción y complicidad que abarca a los tres poderes constitucionales, con licuación de identidades políticas coherentes, presentarse como presidente “fuerte” es un síntoma de fortaleza o de debilidad? Tal condición obligaría a negociar propuestas, principios, programas, o cosas más terrenas? Aunque tardíamente, sería oportuno preguntarse si los responsables de la “grieta” son Mauricio Macri y Cristina Kirchner, o los perdurables cortesanos que buscan colgarse de los pantalones o polleras de turno, según convenga. Sagaces analistas dicen que “la gente” vota personas. Existe otra posibilidad?

Otra enseñanza que podría dejar las declaraciones exculpatorias de los acusados en el juicio oral, es constatar que los circuitos delictivos no concluyen en los partícipes activos, sino necesitan del silencio pasivo y complaciente de muchos de los mal llamados “inocentes” u “honestos”. No nos referimos al abstracto y global concepto de “la gente”, sino al concreto e identificable de “los políticos”. No son todos iguales, pero para diferenciar, se debe comenzar a legislar leyes que desmonten las listas sábanas, posibilitando que al menos, sean los ciudadanos quienes elijan a sus legisladores.   

Buenos Aires, 30 de mayo de 2019

Balacera judicial

Corrupción según su etimología latina, significa “arrebatar alguna cosa, depravar, echar a perder, sobornar, desnaturalizar”. Puede tener consecuencias materiales, morales, económicas o políticas; en muchos casos, simultáneas. Existe además la distinción entre “actos corruptos” de efectos puntuales, acotados (arrebato de una cartera), o “estados de corrupción permanente”, que por su condición pertenecen al campo institucional, y tienen inevitables consecuencias sociales (sustraer recursos públicos). Un motochorro por ejemplo, ejerce un “acto corrupto” usualmente violento, mientras que en un “estado de corrupción política”, los implicados necesitan conformar sólidas tramas de complicidad con la participación activa o complaciente de los tres poderes del Estado. El objetivo final no diferencia entre delincuentes comunes violentos o los de “guante blanco” de escritorio: dinero, fortuna, enriquecimiento. Pero las corrupciones políticas tienen un efecto multiplicador destructivo: a mayor corrupción, existirá mayor interrelación con las logísticas externas privadas receptoras y redistribuidoras de los fondos públicos. Logísticas que irán generando su propia autonomía para generar sus propios negocios, como organismos de control, fuerzas de seguridad, cooperativas, universidades, bandas de contrabando y narcotráfico.

Los innumerables casos de corrupción estatal-privada surgidos recientemente, que tuvieron su eclosión con la causa “de los cuadernos”, y exhiben a todos los sectores que conforman las organizaciones o tramas delictivas en cabeza del Estado, sumado a la saludable decisión de iniciar en tiempos razonables los juicios orales y públicos, nos presenta el desafío de ir desmenuzando el desarrollo de los acontecimientos políticos y judiciales siguiendo líneas de análisis racionales, alejados de preconceptos y fanatismos. El juicio oral y público es una instancia  a la que históricamente ningún procesado quiere llegar, pese a que es la única garantía para demostrar su eventual inocencia, y no soportar la carga de incertidumbre y desprestigio. Tan natural se hizo en nuestro país el cajoneo judicial y los permanentes artilugios de recursos, impugnaciones y apelaciones por parte de  reconocidos abogados defensores, que prácticamente narcotizados, nos habíamos acostumbrado a que normalmente los juicios contra la corrupción duraban más de diez años. Y cabría agregar, terminaban sin culpables. La diferencia entre lo que se dice mediáticamente y lo que se dice en sede judicial suele ser notable. Cambia hasta el lenguaje. Mediáticamente el término más empleado es “persecución política”, en sede judicial se transforma en “no era mi responsabilidad; “yo no sabía nada”; “es dinero de la política”.

Esta mayor eficacia procesal desacopló el ritmo cancino de laboriosos y encubiertos operadores judiciales reales o ficticios, como Javier Fernández, Daniel Angelici, Alberto Fernández, entre otros. Obligando a que mutaran en amenazas y maniobras legales desesperadas realizadas a cara descubierta y en tiempo real. En este contexto en tan solo doce días, se produjeron en este mes una serie de sucesos político-judiciales que podrían titularse “12 días políticos que incluyen 4 días de balacera judicial”, con el siguiente cronograma:

Día 09: presentación del libro “Sinceramente” de la ex presidenta Kirchner en la Feria del Libro, en una sala colmada de adeptos.

Día 14: a última hora la Corte Suprema, por nota de un secretario y sin conformidad de su presidente Rosenkrantz, pide al Tribunal Oral n° 2 los 59 cuerpos del expediente de la causa obras viales en Santa Cruz, con fecha de inicio del juicio el 21 de mayo.

Día 15: se produce una reacción de parte de la ciudadanía, y críticas de innumerables constitucionalistas y abogados. El Procurador General y el fiscal de la causa solicitan la no postergar el juicio. El Tribunal Oral no se expide.

Día 16: el expediente se traslada a la Corte en carretilla. En un reportaje televisivo nocturno, Alberto Fernández amenazó que los jueces Ercolini, Bonadío, Hornos, Irurzun y Gemignani van a tener que “dar explicaciones por las barbaridades que escribieron”, y anunció que estaba escribiendo un libro con graves revelaciones sobre integrantes del Poder Judicial.

Día 17: la Corte emite un confuso comunicado de diez puntos sin firmas, entre los cuales se expresaba que sus integrantes (cuatro), pretendían verificar si existen deficiencias procesales. Se devuelve el expediente al Tribunal Oral.

Día 18: se propaga la información de que Cristina Kirchner mediante un video, anunció el viernes por la noche que designó a Alberto Fernández como candidato a presidente, yendo ella como vicepresidenta.

Día 19: Día domingo de relax, con lectura de diarios tomando un café.

Día 20: Alberto Fernández decide abandonar las amenazas, y declara con racionalidad: “Cristina Fernández demostrará su inocencia”. En eso consisten los juicios orales y públicos que todos quieren evitar: que los acusados puedan demostrar su inocencia.

Este histórico desbande judicial en cabeza de cuatro miembros de la Corte Suprema, muestra que desactivar la añeja trama de corrupción institucional en contra de los intereses del Estado será una tarea durísima. Un avance es que la presión de los hechos obligara a que viejos operadores de impunidad, se replegaran momentáneamente. Como cierre, un toque de ironía. En un tuit, expresó el politólogo Andrés Malamud. “Ganó Rosenkrantz 1 a 4”.

Buenos Aires, 22 de mayo de 2019

Juego político de mesa

Posiblemente todos hayamos participado en juegos de mesa. Vienen en cajas que contienen un tablero base, con circuitos de juego entre puntos de partida y llegada a las metas, cubilete con dados para los movimientos de las fichas de cada jugador, y reglas claras de juego. Por unas horas imaginamos actuar como estancieros, inversores, pilotos de carrera o estrategas bélicos. Pero no existe un juego que nos transforme en políticos no rentados, en el que triunfe quien en base a sus análisis y estrategias de juego, tenga la mayor aproximación a la configuración electoral que se oficializará el próximo 22 de junio, fecha de cierre de listas de candidatos. Para una atractiva comercialización, el juego podría llamarse “Consensos patrióticos”.

Sin límite de jugadores, el punto de partida se llamará “Ansiedad”, y el de llegada “Alianzas y candidatos”. El juego concluirá una semana antes del 22 de junio, y los pronósticos de cada jugador que haya arribado a la meta se guardarán en sobre cerrado hasta la oficialización de partidos y candidaturas. El puntaje según los aciertos serán: 1) Fórmula presidencial 30 puntos; 2) Primer senador 20 puntos; 3) Primeros cinco diputados nacionales: 3 puntos por acierto. En cada una de las fichas del juego a utilizarse libremente para que cada jugador realice sus propias combinaciones, figurará una frase política conocida. Los participantes tendrán además una única posibilidad de asociarse con otro jugador invocando un “Consenso patriótico”, para intercambiar sus fichas y avanzar ambos como equipo. Como en todo juego habrá una ficha comodín, que llevará la inscripción “Unión virtuosa de peronistas, radicales, socialistas, progresistas, izquierdas y derechas, en contra de..……”. Previo al inicio del juego cada  participante deberá llenar la línea de puntos con una de estas tres opciones: Cristina, Macri o ambos. Una vez definido en contra de quién se jugará en el “Consenso patriótico”, el jugador no podrá modificar su comodín aunque aduzca problemas de salud. Hay un casillero muy temido, pues caer en él significará la eliminación instantánea. Contiene el siguiente consejo de Maquiavelo: “Si las tropas con la que un príncipe defiende sus Estados son mercenarias, no estará nunca seguro, porque son inútiles y ambiciosas”.

Las fichas con frases políticas reconocidas que actuarán como vehículos para transportar hasta la meta los pronósticos de cada jugador o jugadores patrióticamente asociados, serán 16: “No soy de Cambiemos” (Lousteau); “La gente no sabe que vivimos en un país inmenso, con todas las riquezas, pero tenemos una dirigencia de mierda” (Duhalde); “Que Cristina vuelva a ser presidenta depende más de Macri que de ella” (Rosana Bertone); “Si Cristina vuelve a ser candidata es por culpa del Gobierno” (Stolbizer); “Hay cosas que dan vergüenza del gobierno de Cristina, pero más de Macri” (Solá); “No podemos seguir sin trabajar; no podemos seguir cobrando lo que cobramos. Damos vergüenza” (Graciela Camaño); “Quiero ser presidente o ayudar a construir una nueva mayoría para derrotar a Macri” (Sergio Massa); “Hay una palabra que se llama ajuste y otra que se llama crecimiento” (Lavagna); “Que Cristina vuelva, pero sin chorros” (Juan Grabois); “Si deja Cambiemos, podemos sumar a Lousteau a un gran frente contra Larreta” (Mariano Recalde); “Si fuera presidente, indultaría a los empresarios afectados por los cuadernos” (Duhalde); “Cristina Fernández nunca fue populista” (Alberto Fernández); “Randazzo le puede ganar a Cristina? Definitivamente sí” (Alberto Fernández, elección 2017); “Con Aníbal Fernández habrá más droga y María Eugenia Vidal no conoce la provincia” (Solá, elección 2017); “Todo Cambiemos quería mi foto entregándole el mando a Macri. Era Cristina, la populista, en un acto de rendición” (Cristina Kirchner); “Al final del segundo año estamos en un dígito de inflación, estate seguro. Esto es lo más fácil” (Macri, diciembre 2015).

Podría criticarse que la capacidad analítica que exige el juego para triunfar queda sometida al azar de los dados. Esta objeción supone ignorar innumerables acuerdos patrióticos recientes que muestran una asombrosa similitud con encomendarse a la suerte: De la Rúa-Alvarez (1989); Cristina Kirchner-Julio Cobos (2007); Roberto Lavagna-Gerardo Morales (2007); Ricardo Alfonsín-De Narváez (2011); Cristina Kirchner-Amado Boudou (2011). Rechazada la crítica, comienza el juego. Quién arroja los primeros dados?

Buenos Aires, 15 de mayo 2019

El virus Isonomía

Si algo le faltaba a nuestra realidad política, es la detección dentro del ámbito de los enigmáticamente llamados “mercados”, de un peligroso virus de acción rápida y destructiva llamado Isonomía. Tal es su poder, que afectó incluso a residentes en los “mercados” de Wall Street. Sus síntomas se manifiestan en la forma repentina y compulsiva en la que los infectados comienzan a comprar y vender dólares y bonos argentinos, y en muchos casos, pretenden armar y rearmar posibles fórmulas presidenciales. El brote Isonomía se detectó cuando diversos comunicadores hicieron trascender una encuesta de la reconocida consultora de opinión pública que encabeza Juan Germano, de la que se aclaraba suele trabajar para el Gobierno, que supuestamente había dado unos 5 puntos de ventaja a Cristina Kirchner por sobre Mauricio Macri.

Para evitar que el virus se propague a sectores más vulnerables ajenos a especulaciones con el dólar y armados políticos de eternos dirigentes, generando un efecto colateral no menos grave llamado desde hace décadas “licuación de pesos en el bolsillo”, es oportuno considerar las peculiaridades del virus “Isonomía”. Dado que tiene origen político, es sabido que desde hace décadas para las oposiciones de turno en proximidad de las elecciones, cuanto peor le vaya al país mejor (los patrimonios personales indican que los dirigentes no se ven afectados por las crisis). Es justo señalar que en este caso el sofisticado virus no puede adjudicarse al justicialismo kirchnerista, más acostumbrado a las amenazas y diatribas públicas expresadas por personajes como Biró, los Moyano, Secco, Ferraresi, D`Elía y otros. Por ello para detectar un antibiótico se deberá eludir los preconceptos oscurantistas de la “grieta”, que concluyen con la repercusión de frases imbéciles de uno y otro lado. Aclarando que el término no expresa un insulto. Como didácticamente lo explicara la diputada Carrió al adjudicarle tal condición al ministro Garavano, imbécil significa “falto de inteligencia”. El contexto del virus es el siguiente:  

1) Extrañamente, quien no opinó sobre el virus Isonomía fue la consultora que lo creó. De su supuesta encuesta se desconocen territorio, universo relevado, tipo de preguntas y conclusiones obtenidas. En estas condiciones, hacer trascender el dato “crudo” final, pareciera más coacción que información. Sin obviar que en estas instancias las encuestas tienen visos místicos, pues se desconocen agrupaciones y candidatos que competirán. El hito será el sábado 22 de junio con el cierre del libro de pases (perdón, de listas), que causarán sorpresas, enojos, traiciones y cambio de ideologías.

 2) Utilizar el virus para propagar opiniones basadas en “fuentes bien informadas” a fin de provocar un efecto “atontamiento” que justifique plantear sustituir la candidatura presidencial de Macri por la de la gobernadora Vidal, implica suponer que ello convertirá a los “mercados”, a los empresarios prebendarios, a los gremialistas y otros grupos de poder histórico, en buenos y comprensivos. Esta experiencia la vivió en 1989 Pugliese, ministro de economía de Alfonsín, cuando manifestó “Les hablé con el corazón, y me respondieron con el bolsillo”. Para más abundamiento, en breve comenzará una despiadada campaña opositora de desprestigio contra Vidal.

3) El secreto de la propaganda para manipular a la opinión pública como masa, consiste en manejar conceptos (el pueblo, la gente, las pymes), y/o números (el 60%; unos 5.000), como abstracciones incomprobables y de una variedad inverosímil. Ningún especialista aclara, por ejemplo, que “mercados” son “mercados financieros”, que en nuestro país, con valores reducidos pueden acumular recursos suficientes para influir de forma rápida sobre diversas variables de la economía. Ello se manifiesta en la pirámide social según ingresos; solo el 5% supera un promedio mensual familiar total de $ 260.000. Podría pensarse que este comentario pretende ser una clásica invocación revolucionaria de izquierda contra los “grupos económicos de poder concentrado”, pero no es así: falta un dato. Dicho grupo privilegiado lo integran no solo empresarios, sino también políticos de ideologías variadas, legisladores multipartidarios, integrantes del poder judicial y gremialistas, entre otros.

4) La cruda realidad, dicho esto sin “grieta” alguna, es que tenemos una pésima clase política y dirigente en general, basada en nepotismos y privilegios. La causa cuadernos, por si era necesario, transparentó que existen asociaciones empresarias-políticas-gremiales-judiciales que hacen excelentes negocios con el Estado. Los hacen con el populismo o con el neoliberalismo. Los pobres?….pobres.

Buenos Aires, 02 de mayo de 2019

Espías sin secretos

“Quién habla?: Soy Cristina pelotudo”. Cristina es la ex presidenta de la Nación, y el “pelotudo” es Oscar Parrilli, director general de la Agencia Federal de Inteligencia entre agosto y diciembre de 2015. El diálogo se reprodujo en medios de comunicación como resultado de una grabación “secreta” del contacto telefónico entre ambos. Con el cambio de gobierno, fue designado en su reemplazo el escribano Arribas, con vastos antecedentes en la representación e intermediación de jugadores de fútbol, lo que hace suponer un nivel de “pelotudismo” menor al de un burócrata atado a lo discursivo, pues el ámbito de los clubes de fútbol congrega a actores relevantes de sectores públicos y privados, no precisamente transparentes.

Desactivado el inocultable fin de afectar a las investigaciones de corrupción y con independencia de lo que suceda con el fiscal Stornelli, el caso D`Alessio abre una oportunidad para profundizar en uno de los tantos nichos de corrupción estatal, como es el del supuestamente sofisticado mundo del espionaje. Espiar significa observar, escuchar, acechar, husmear con disimulo para conseguir información. Es en principio una mera tarea de campo. La tarea de procesar la información para tomar decisiones, exige entender, razonar, comprender el entorno, y se llama inteligencia. Tanto el espionaje como la inteligencia pueden aplicarse a fines loables como delictivos. Cuando se desarrollan en un organismo estatal bajo conducción política del Ejecutivo y control legislativo de la Bicameral, su rol institucional supone actuar en defensa de intereses de la Nación. Tras esta generalización, surge un interrogante: con sistemas políticos y judiciales infectados de corrupción, pueden pretenderse sistemas de inteligencia probos? Imposible. Sería como que una dictadura tenga servicios de inteligencia democráticos. Asimismo los servicios de inteligencia deben poseer profesionalidad y reserva para ser eficaces; cumplen estos requisitos los personajes que van subiendo al escenario del Juzgado de Dolores? Finalmente la gran pregunta: en un contexto en que gran parte de los políticos no ven, no saben o no quieren hablar de corrupción, el accionar de los involucrados en el caso D`Alessio tienden a denunciar o a proteger la corrupción?

La respuesta la deberá dar el juez federal Ramos Padilla, quien realizó una investigación preliminar con sorprendente velocidad, lo que en la justicia argentina ya es motivo de sospecha, y declaró ante dos comisiones parlamentarias. Definido el campo de acción, surge una nueva duda: existen realmente servicios de inteligencia profesionales, o los mismos son usados para encubrir y lucrar con la desaforada corrupción estatal-privada? Es difícil pensar que sea un agente encubierto de la DEA, del FBI y del Mossad, que reparte tarjetas en tal condición y concurre a programas de televisión. O que sean agentes de inteligencia conocidos ex policías de la bonaerense retirados o sumariados. Tampoco es creíble que avezados empresarios con contactos políticos o integrantes del poder judicial, declaren haber sido “engañados” por D`Alessio. La ausencia de ingenuidad es la única condición que comparten la política, el poder judicial, espías y bandas delictivas. Pero si coinciden en su capacidad para las puestas en escena, con apoyos periodísticos. Es como si Al Capone declarara su preocupación por los niños pobres del Bronx.

En esta instancia de la atractiva novela policial en la que jugamos a ser investigadores principiantes, debemos eludir la banalización de dos conceptos: el del “arrepentimiento”, y el de la condición de confidencialidad que deben cumplir quienes actúan como agentes de inteligencia. En cuanto a la confidencialidad, no sería más razonable que relevados de este requisito sean citados a declarar en sede judicial los integrantes de la multipartidaria Bicameral, para determinar inicialmente si el grupo delictivo tiene infiltrados y/o lazos con la AFI? Evitando que se repita la causa de sobornos en el Senado, que tuvo una amplia cobertura mediática, y al momento de declarar, comenzando por Hugo Moyano, nadie aportó elementos de prueba. E integrantes de la entonces SIDE, relevados de la confidencialidad por la ex presidenta Cristina Kirchner, negaron haber aportado los fondos. Pudieron haber existido las coimas? Sí, pero transcurrido lo político-escenográfico y al momento de la verdad, la cofradía de impunidad se abroqueló. Peor aún, el tribunal resolvió que se investiguen al ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández,  al legislador Anibal Ibarra y al operador Daniel Bravo, por sus intervenciones y declaraciones sospechadas de falsas. También se resaltó la parcialidad del juez Rafecas.

En cuanto a la ley del “imputado colaborador”, la misma es aplicable si el declarante aporta elementos probatorios consistentes, no mera declaraciones mediáticas que resulten impactantes o relatos. El último ejemplo lo brindó el prófugo empresario Samid, acusando al fiscal de haberle pedido una coima de más de un millón de dólares, para luego reconocer que había mentido. De ser falsas o irrelevantes, la pena que le corresponde al declarante se verá incrementada. Pero sorprende que en condición de magistrado, el fiscal Bidone pretenda declarar en busca de la verdad en condición de arrepentido.

Todas las causas de corrupción en trámite son graves, incluida la que maneja Ramos Padilla. Por eso es necesario estar atentos a que una vez más, las instancias de investigación, juicio y sanción, se diluyan en operaciones  para mantener impunidad. Y que en los policiales argentinos, nunca se descubran y/o condenen a los asesinos.

Buenos Aires, 24 de abril de 2019