Seguir siendo sin haber sido

Suele afirmarse que cometer los mismos errores arroja las mismas consecuencias. Lo que no termina de dilucidarse, es porqué los dirigentes que los cometen pueden mantenerse por décadas. Surge un interrogante: esas eternas permanencias aplicaron políticas supuestamente distintas?. Previo a responder, establezcamos si el término “distinto” se aplica al envase o al contenido. El filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard, crítico de la sociedad de consumo, señalaba en la década del 70 que la publicidad constituía “un mundo inútil, inesencial”. No solo porque trata del consumo, sino porque la misma publicidad se convierte en objeto de consumo. Aplicado el concepto a la política, el envase es el dirigente. Muchos de los que actuaron en la época de Menem, lo hicieron en la de Kirchner, y continúan hoy. Los contenidos son las políticas aplicadas. Fueron distintos el “neoliberalismo” privatizador de Menem, y el “populismo” reestatizador de Kirchner?. En ambos casos coincidieron necesidades recaudatorias del Estado, vaciado de recursos. También fueron similares los contextos: éxitos electorales, empresarios con prebendas, gremialistas complacientes, justicia cómplice y oposición laxa, que derivaron en una desaforada corrupción estatal-privada. No debiera sorprendernos entonces que los mismos que privatizaron años más tarde reestatizaron.

Asegurar impunidad en una democracia implica una sólida trama de complicidad entre los partícipes necesarios políticos, empresarios, gremiales y judiciales. Reemplazar parte de estos eslabones pone en riesgo esta compleja red (ejemplo Aduana). Por ello, tras los justos reclamos sociales de las víctimas del saqueo al Estado, actuarán quienes pretenden salvar sus libertades y patrimonios. Ejemplifiquemos lo planteado con casos de añejos “envases” pertenecientes a bodegas políticas, empresarias y judiciales, que intentarán cambiar de etiqueta, pero no de contenido, apelando al recurso psicológico de la “doble personalidad”. Consiste en sufrir amnesia por los pecados pasados (lado malo), mientras se rediseñan las “etiquetas” de los viejos discursos incumplidos, con esperanzadoras promesas de futuro (lado bueno).

Como ejemplo político mencionaremos a Alberto Fernández, de buena formación intelectual y trato respetuoso, que pretende ser legislador por el Frente Renovador. Habitual asistente a programas de opinión, es crítico del actual gobierno. Cuando se lo interroga respecto a la corrupción del kirchnerismo, responde: “mientras yo estuve como Jefe de Gabinete entre mayo del 2003 y julio del 2008, salvo Skanska y Antonini Wilson, no vi corrupción”. Sin embargo, el propio Fernández se enorgullece de su rol en el Grupo Calafate, creado hace 20 años, que sirviera de soporte para la candidatura y acceso a la presidencia de Néstor Kirchner. Época en la que se conformó la matriz de negocios públicos-privados que se trasladó posteriormente a la Nación. Fernández pudo observar la estructura política feudal de Santa Cruz, y compartir múltiples reuniones con los funcionarios provinciales Julio De Vido, Ricardo Jaime y José López, entre otros. Desde entonces observó solo dos casos de corrupción? De ser así, su capacidad perceptiva y autocrítica es muy limitada.

En el ejemplo industrial, José de Mendiguren fue Ministro de Producción de Duhalde en el 2002, promoviendo una fuerte devaluación y estatización parcial de deudas privadas en dólares. Actualmente es diputado por el Frente Renovador. Declaró que “las importaciones, dólar bajo y presión impositiva aumentan los problemas de competitividad de la industria”. Lo dijo en el 2002 o en el 2017? Mendiguren es persistente: hace 15 años y ahora.

En el campo judicial, el juez Casanello y el fiscal Marijuán, tras eludir durante tres años investigar al empresario Lázaro Báez, al difundirse el video con su hijo y allegados contando millones de dólares en Puerto Madero, comenzaron a moverse. Pese a la espectacularidad de algunas diligencias, recientemente los camaristas Martín Irurzun y Eduardo Farah dictaminaron que en nada avanzaron para vincular los fondos manejados por Báez, con el irregular otorgamiento de obras públicas a sus empresas, y sus relaciones con lo más alto del poder. La justicia también es persistente. Continúa tan lenta y evasiva como siempre.

En la próxima opinión comentaremos un artículo de Marcelo Bonelli titulado “Presidente: ¿porqué no va presa Cristina Kirchner?”, publicado en Clarín el 17 de marzo pasado. Refleja el juego entre política, empresas y justicia.

Buenos Aires, 22 de marzo 2017