Segundo plan aguantar

El escenario que ofreció la asunción de Sergio Massa como Ministro de Economía el pasado miércoles 03 de agosto, con la presencia de 500 invitados especiales, es de enorme utilidad para reflexionar sobre el contexto político de las últimas décadas, y aventurar el futuro inmediato. El término “aguantar” refiere a la frase del economista Redrado (cercano a Massa), que tras los primeros meses del gobierno, manifestó que la gestión consistía en aguantar económicamente sin transformar estructuralmente, estrategia que parecería repetir Massa, dado que sus anuncios se centraron, sin mayores datos adicionales, en lo económico. Considerando que un gobierno se conforma con tres patas identificadas como estructura burocrática institucional, calidad de los representantes públicos y políticas que armonicen intereses públicos y corporativos, al omitir los anuncios  todo atisbo de reforma estructural, supone que se quisiera evitar el naufragio del Titanic soldando las entradas de agua en el casco para llegar a puerto, ignorando que las causas de la catástrofe fueron constructivas y humanas.

Sin embargo el acto de jura de Massa, cuyas palabras fueron breves y formales, arroja valiosa información visual para centrar el interés en el componente humano; en este caso en los 500 invitados. El salón albergaba a familias políticas plagadas de nepotismo, funcionarios militantes, poderosos empresarios, eternos gremialistas e intermediadores piqueteros, todos ellos vinculados directa o indirectamente a recursos y/o privilegios públicos, y cuyas ideologías quedaban condicionadas a sus esferas de interés. La comentada algarabía expresada en sonrisas, guiños, abrazos, e inclusive con un griterío partidario encabezado por la esposa de Massa, quedó circunscripta al sector político. Los rostros de empresarios, gremialistas y funcionarios piqueteros solo mostraban expectación, sea para sostener prebendas, concretar nuevos negocios o mantener los existentes. De este modo los concurrentes transparentaron carnalmente lo que se entiende por perdurabilidad de un sistema político agotado, lo cual explica la resistencia a reformular una estructura burocrática con dirigencias privilegiadas, que graciosamente distribuyen subsidios y bonos en las bases sociales, a las que llaman “primero la gente”, en lugar de proveer progreso, educación, salud y seguridad pública.

Yendo a lo particular, cabe destacar a un político histórico y emblemático: José Luis Manzano. Inició su carrera política en 1983 como diputado justicialista, cargo que mantuvo hasta asumir como Ministro del Interior en el gobierno de Menem. Diversos escándalos de corrupción llevaron al hoy vigente periodista Horacio Verbitsky a publicar el recordado libro “Robo para la corona”,  cuyo título hacía referencia a una supuesta frase de Manzano para explicar su rol en el gobierno menemista. En 1993 Manzano emigró del país para encarar estudios formativos y desafíos empresariales, retornando en 1996 para desarrollar un grupo de medios asociado a Vila y De Narváez entre otros, y encarar una amplia gama de negocios que se extiende a variados sectores de la economía. En cuanto a la corrupción de la época, con el aporte de recordados jueces y fiscales, las causas eran objetos de múltiples investigaciones periodísticas pero mínimos avances judiciales, por lo que no fue necesario instalar el irrelevante concepto de “lawfare” para lograr impunidad. Si se presta atención a la totalidad de los presentes, y no solo a los destacados en las primeras filas, se observan apellidos provinciales y nacionales que nacen políticamente en 1983, y constituyen hoy por sí o por sus descendientes, familias políticas todo terreno acomodadas en diversos cargos estatales de privilegio. Lo expresado no es una anécdota, sino explica la profunda resistencia política a transformar una estructura burocrática ineficaz asociada externamente a dirigencias corporativas y/o testaferros, motivo de la degradación económico social del país. Como cierre vale reproducir un párrafo del periodista Carlos Pagni en un reciente artículo: “”Cuando en medio de las llamas de 1989, Juan Carlos Pugliese abandonó la presidencia de la Cámara de Diputados, lo reemplazó Leopoldo Moreau. Massa dejó esa misma posición, y lo sustituyó Cecilia Moreau. La hija de Leopoldo. Ojalá, por bien de Massa y del país, que la analogía no se cumpla””

Estos antecedentes deben mantener alerta a la sociedad, pues los ajustes son y serán inevitables, pero parecería ser que una vez más recaerán solo en quienes se esfuerzan y trabajan, y no en quienes políticamente lucran con un elefante burocrático que ampara corrupción, no provee seguridad, transforma la educación en sumisión e inhibe progresos sociales, entre muchos vicios.

Buenos Aires, 10 de agosto 2022