De lo familiar a lo público

A partir del próximo 14 de agosto cabe suponer que se cerrará la etapa de intercambio de polémicas de carácter casi familiar, en las que conocidos políticos discuten sus prontuarios e intentan presentar como propuestas concretas a meras intenciones vacías de contenido. En consecuencia, la halcona Bullrich o el palomo Larreta que encabezarán la etiqueta “Juntos”; el derechista Massa o el izquierdista Grabois “Unidad”, y el expansivo Milei “Libertad”, deberán presentar ante la sociedad programas de gobierno racionales y factibles en su formulación y aplicación, sin necesidad de que canten, bailen o hagan guiños, pues lo que se elegirá es a un presidente para que supere una crisis económico-social dramática, y no a un comediante.

Para este nuevo tránsito vale mencionar aspectos relevantes. En cuanto a las propuestas electorales, del oficialismo no solo se juzgan sus 44 meses de gestión, sino también los meses que transcurran hasta la elección de octubre. En este contexto actuará inevitablemente a la defensiva, lo que incluye la amenaza cierta de “sangre en las calles” si no triunfa. A la oposición le cabe entonces una mayor responsabilidad en cuanto a convencer a la ciudadanía con un programa racional y creíble para el difícil período 2023-2027. Pero existe una obligación prioritaria compartida entre oficialismo y oposición, consistente en brindar dos informaciones esenciales para que las propuestas sean viables: 1) explicitar la conformación de la estructura burocrática de gobierno centrada en los cargos políticos (no de empleados de planta), hoy ineficaz, plagada de privilegios y con circuitos que promueven la corrupción; 2) explicitar el estado real de deuda total externa (moneda extranjera) e interna (moneda nacional); esta última no solo es en pesos, sino también en dólares, tal el caso de la existente con importadores. Las cifras en danza indican que la deuda con el FMI de 45.000 millones de dólares “de Macri”, se incrementó en un monto aún mayor durante la actual gestión. Estos dos datos públicos, pilares de cualquier propuesta de gobierno, implican un “shock” pero estrictamente político en cuanto a responsabilidades. Y evita que el triunfador en la elección agobie a la ciudadanía durante su mandato diciendo que encontró una situación peor a la que pensaba.

Cabe una reflexión en cuanto al circuito comunicacional entre el emisor (político) y el receptor (ciudadano). Los asesores de ambas coaliciones debieran aconsejar a los candidatos abandonar la onda de debate entre viejos conocidos basado en si es peor el que podría irse o el que podría venir, pues al respecto los ciudadanos podrían apropiarse del eslogan de un conocido supermercado: “Yo te conozco”. Pero como la propaganda electoral al momento no ha sido muy creativa, salvo toques de humor por las promesas que en sus spots formulan desconocidos que lucran con los aportes públicos para emisión de boletas, es oportuno intentar identificar inconsistencias o falacias en los eslogans políticos, como modo de detectar también engaños discursivos. Tomemos dos ejemplos: a) el eslogan oficial “La Patria sos vos”, omite decir “la Patria somos todos”, incluyendo a quienes gobiernan. La demagogia irracional lleva a estos fallidos o confesiones. b) desde hace décadas queda bien decir “con la inflación sufren quienes menos tienen”. Pero si se invierte el orden de las palabras diciendo “con la inflación sufren menos o ganan más quienes más tienen”, expresaría mejor la problemática de nuestro país, y expondría más claramente a los benficiarios.

La forma en que las oposiciones enfrenten y neutralicen a los aparatos de gobierno, es presentar a la sociedad una propuesta clara, factible, creíble y esperanzadora. Jean Marie-Domenach en su libro “La propaganda política” (año 1950) establece un principio: “Ninguna propaganda, ni siquiera la hitleriana, es invencible cuando se encuentra con otra propaganda bien organizada que la enfrenta”. Si bien lo emocional es inevitable a nivel masivo, en estas circunstancias de desinterés electoral es esencial apelar también a lo racional. Para despertar el interés del votante para juzgar la viabilidad de las propuestas, se deben presentar en secuencias interrelacionadas, y por orden de prioridad: estructura burocrática política, manejo de las deudas oficializadas, educación, seguridad, salud, y así sucesivamente, en lugar de hacerlo caóticamente, con el candidato tirando una promesa aislada según sea el ámbito dónde se presente. Valorar el qué, el cuándo, el cómo, y en los  acuerdos, sus bases y firmantes.

Buenos Aires, 09 de agosto 2023