Políticos sonámbulos

Definidos los candidatos a presidente competitivos (Milei 30,15%, Bullrich 28,26% y Massa 27,18%), el siguiente mojón electoral será el 22 de octubre. De haber segunda vuelta el 19 de noviembre, se presenta la curiosidad de haberse destinado 87 días para la campaña, y tan solo 20 días para que la coalición triunfadora organice la transición de autoridades y ajuste el programa que el presidente deberá explicitar el 10 de diciembre ante la asamblea legislativa. Vale decir que se dedica cuatro veces más tiempo al decir y prometer en campaña, que al organizar el inicio de un nuevo gobierno.

Para que los ciudadanos evalúen los desenvolvimientos políticos próximos, cabe destacar aspectos de la reciente elección, comenzando por una confesión en primera persona: jamás pensé que Milei podía superar en votos y extensión territorial a las estructuras nacionales de “JxC” y “UxP”. Lo sorprendente es que lo mismo sucedió con sus propios candidatos, asesores de campaña e imagen, encuestadores, y analistas políticos en general. Es por ello que vale reflexionar sobre posibles causales de modo comprensible para la sociedad en su conjunto, cuyo criterio parecería estar más desarrollado de lo que la vieja política supone. Para plantearlas vale utilizar los mismos principios de la propaganda política moderna, nacida a principios del siglo XX, cuando los viejos imperios como el zarista, alemán, austro-húngaro y otomano fueron barridos porque sus tradicionales monarcas, obviando la situación de sus pueblos, jugaron a ser estrategas bélicos pensando hasta horas antes del inicio de la Primera Guerra que ésta nunca llegaría, por lo que el historiador Christopher Clark los caracterizó de sonámbulos, situación que pareciera atravesar a nuestras dirigencias en general. Referencias a destacar:  

1.- El recordado clamor “que se vayan todos” de los años 2001-2002 fue entonces una imprevista reacción emocional. Veintiún años más tarde, con muchos de sus personajes en actividad, la reacción social tiene una encarnadura numérica y física con el 30,15% de Milei y el 4,73% de votos en blanco. 2.- Milei aplicó a la perfección el principio de que los eslogans deben ser breves, claros, ciertos y con amplio consenso social, al plantear “terminar con la casta política parasitaria”. Por el contrario, el oficialismo lanzó el híbrido “la Patria sos vos”, y la oposición que “para gobernar hace falta un 70% de consenso”, lo que sugiere un acuerdo de castas. 3.- Para mayor confusión, las invocaciones de unidad y consenso se pronunciaban mientras viejas dirigencias amigas en el pasado y enemigas hoy, malversaron los debates tirándose videos que certificaban sus múltiples realineamientos partidarios y opiniones contrapuestas vertidas a lo largo de sus carreras. 4.- Milei afectó el preconcepto facilista y prejuicioso de que el clientelismo y sus punteros manejan a los votantes del castigado conurbano profundo, mientras los líderes partidarios negocian con enriquecidos empresarios prebendarios del Estado. Se introdujo en las barriadas y tomó contacto directo con los supuestos “manejados” por tradicionales políticos a través de notebooks, colchones y bicicletas.

Si bien los primeros análisis de los resultados electorales ineludiblemente se basan en datos numéricos duros expresados en votos y porcentajes por jurisdicciones, esta etapa pareciera prolongarse. Tras aclarar sapientemente que “los votos son de la gente, no de los políticos”, políticos y analistas comienzan a suponer si Bullrich mantendrá los votos de Larreta, Massa los de Grabois, como capturar a quienes no votaron, y así sucesivamente. Sería más útil para la sociedad que en lugar de entusiasmarse con misticismos numéricos que suelen fracasar, analistas y periodistas dediquen espacios para debatir las propuestas de gobierno concretas de cada candidato.

Cabe alertar sobre la utilización por parte del oficialismo de una de las técnicas propagandísticas más clásicas para sumir a los ciudadanos en una falsa simplificación que evite explicar gestiones y propuestas, llamada “Del enemigo único”, que bien describe Jean-Marie Domenach: “Concentrar en una sola persona las esperanzas del sector al cual se pertenece o el odio que se siente por el sector adverso es la forma más elemental y beneficiosa. Las masas prefieren enfrentar a personas visibles más bien que a fuerzas oscuras. Si se las convence que su verdadero enemigo no es tal partido o tal nación, sino el jefe de ese partido o nación, se matan dos pájaros de un tiro”. Ello explica la reiteración de las menciones a Cristina Kirchner y Macri en sus supuestos roles de “jefes”, y no en sus Coaliciones. Y de igual modo, utilizar ideológicamente las categorizaciones de derecha e izquierda sin mayores explicaciones. Esta regla básica aplicada por fracasados políticos pareciera perder eficacia, según muestran los resultados electorales recientes.  

Buenos Aires, 16 de agosto 2023