Ocultismo político

Pese a la grave crisis económico social, y a poco más de un año de la elección nacional, comenzó la campaña política, de la que participan el oficialismo, la principal oposición, corporaciones empresarias, gremiales y aún eclesiásticas. Bajo el objetivo de que nada cambie, se intenta ir sorteando obstáculos hasta el acto electoral a través del ocultismo, consistente en hablar permanentemente sin definir y/o explicar. Para ello la dialéctica apela a los anuncios, augurios, clarividencias, percepciones, y en su forma menos sutil, a las mentiras. Como autodefensa, los ciudadanos con independencia de sus adhesiones partidarias, deberían igualmente iniciar su propia campaña basada en desarrollar un espíritu crítico y analítico para detectar falacias y ocultamientos. Recientes espectáculos multisectoriales brindan una excelente oportunidad. 

El 17 de agosto, fecha que rememora la muerte de San Martín, se produjeron manifestaciones sindicales en la plaza Congreso, y de los movimientos sociales en plaza de Mayo. Como curiosidad histórica, en lugar de ser unificados, los reclamos tuvieron una dispersión física y discursiva. El gremialismo apeló a las expresiones “formadores de precios” o “inflación”, para no hablar del Gobierno. Los movimientos sociales, cohesionados para reclamar más subsidios estatales, mostró a piqueteros funcionarios no integrados a piqueteros críticos. Un día más tarde se produjo el cierre de la cumbre del Consejo de las Américas en el Alvear Palace, con la presencia de importantes funcionarios, empresarios locales y representantes de empresas norteamericanas. Los diagnósticos y/o propuestas concretas fueron suplidas por obviedades ceremoniales centradas en un reclamo cuya repetición se asimila a un rezo laico: lograr consensos básicos. Lo mencionaron el embajador de Estados Unidos Marc Stanley (trabajar acuerdos desde ahora); la directora del Consejo Susan Segal (existe una gran oportunidad para construir un consenso); el opositor Rodríguez Larreta (será necesaria una gran coalición), y finalmente el ministro Massa (no tenemos que tener miedo de sentarnos en una mesa). Segal pronunció una plegaria recurrente: “la Argentina tiene en abundancia recursos que el mundo necesita en energía, minería y alimentos, y gran oportunidad en tecnología, servicios y biotecnología”.

Ante esta confluencia de excelentes intenciones, cabe preguntarse porque no se concretan en convocatorias explícitas que definan convocados, temario y objetivos, con cronogramas de implementación resultantes de lo acordado. Para develar este misterio, ayuda citar algunos de los nombres que participaron de los encuentros mencionadas. En la gremial y social, Daer, Acuña, Pablo Moyano, Santa María, Plaini, Emilio Pérsico, Chino Navarro, Menéndez. En la empresarial, Eurnekian, Bulgheroni, Midlin, Manzano, Funes de Rioja, Urtubey, Mendiguren, Massa, Rodríguez Larreta. El hecho que todos ellos y centenares de otros no mencionados están directa o indirectamente interconectados políticamente desde hace décadas, haría sospechar que en realidad sus subsistencias se han sostenido mediante permanentes consensos, pero basados en intereses individuales y sectoriales relacionados con recursos públicos y/o decisiones gubernamentales (no confundir con políticas virtuosas), en lugar del interés general y proyectos nacionales acordes. Ello también explicaría la manifiesta omisión de los distintos sectores respecto a la enorme corrupción estatal-privada, que hoy lucha con desesperación para mantener las impunidades y privilegios causantes de la pobreza y atraso social.

La problemática vigente permitirá verificar esta hipótesis, pues las decisiones públicas que se adopten involucran al oficialismo como gobierno, y a la principal oposición en carácter de tal, y como eventual destinataria de los efectos de la presente gestión. En lo inmediato se pueden destacar algunas referencias simbólicas; cuando la nave del poder naufraga, caen los ropajes de las volubles ideologías y armado de relatos. En el campo económico, el discurso intenta disimular los odiados términos déficit fiscal, control de emisión de dinero, pagar por lo que se consume, y la palabrota ajuste. En el caso de las impunidades, y ante el riesgo de perder patrimonios mal habidos y libertades, se apela a la desesperada etapa en la que los aprietes de funcionarios políticos a funcionarios judiciales se realizan de modo degradante y a cara descubierta. Hasta el momento, la gestión intenta taponar de urgencia fugas económicas en el casco de la nave Argentina con anuncios, reuniones y medidas coyunturales, en las que pujan gobierno, empresarios y sindicalistas. Pero al voraz elefante burocrático político se lo congela y alimenta, para intentar salvarlo una vez más.

Buenos Aires, 24 de agosto 2022