Democracia o mafia

La verborragia individual usada como método comunicacional, que en la última reflexión se la ejemplificó con la desplegada por el ministro Berni, se complementa con el eslogan, que es un texto breve, simple y tajante adaptado al menos inteligente de los individuos. Tanto la estrategia verbal (dinámica) como la escrita y/o gráfica (estática), buscan influir en la opinión pública desde lo emocional, sin mayores análisis. Consecuentemente, el resultado son debates basados en altisonancias y escándalos que ocupan amplios espacios en los medios de comunicación por atraer audiencia. Estas simplezas propagandísticas bien empleadas, pueden servir para detectar omisiones o falseamientos en el discurso político que en las entrevistas periodísticas no se preguntan o los entrevistados no  responden, apelando al recurso igualmente simple de replicar la sana curiosidad infantil en la etapa de aprender: preguntar, previo a someterse a conclusiones meramente emocionales. Método que puede emplear cualquier ciudadano, en especial los menos formados, a quienes se los deja en manos de demagogos que manipulan necesidades, humillan con “planes platita” y caracterizan de electorado cautivo. 

Cabe comenzar por el eslogan “democracia o mafia”, de fuerte propagación. Es tan clara la divergencia de la opción, que en una encuesta hasta los mafiosos dirían democracia. Pero el promovido por el gobierno dice “democracia o mafia judicial”, por lo que el mensaje deja de ser rotundo, al confrontar un concepto global (democracia), con uno sectorial (judicial). Dado que el judicial es uno de los tres poderes independientes que se limitan entre sí para conformar una república, las posibles preguntas serían: ¿cómo es posible que haya solo mafia judicial, considerando que los integrantes de la Corte y jueces son elegidos por mayorías especiales legislativas? ¿porqué se ataca y amenaza a quienes juzgan o condenan actos de corrupción estatal, y no a jueces como Daniel Obligado y Adrián Grünberg, que designados para integrar el tribunal oral para actuar en la causa Los Sauces y Hotesur, y con la disidencia de la jueza Adriana Pailloti, dictaron el sobreseimiento de los imputados sin llevar a cabo el juicio? Si el eslogan fuera “Democracia o mafia estatal”, ¿no se daría respuesta a todos los interrogantes planteados?

El siguiente caso, en el habitual contexto preelectoral en el que se manipulan interpretaciones de leyes, calendarios y requisitos para ser candidatos, pues el individuo predomina por sobre el todo, se inserta la decisión del jefe de la ciudad Rodríguez Larreta de realizar en el mismo día elecciones concurrentes entre listas de candidatos para cargos nacionales en una urna, y del gobierno de la ciudad en otra. Ante las reacciones de integrantes de su propio partido, Larreta en todos los medios de comunicación se justificó repitiendo que “cumplió con la ley”, lo que es un mérito; pero las preguntas a responder serían entonces: ¿porqué semanas antes declaraba que oportunamente tomaría una decisión al respecto? ¿Existían opciones dentro de la ley?

Por último, cabe mencionar la declaración del ministro Aníbal Fernández, uno de los lenguaraces criollos más reconocidos, al declarar que “si gana la oposición, las calles van a estar regadas de sangre y de muertos”. Dicha expresión provocó la natural repercusión en el mundo del espectáculo político, que incluyó denuncias penales e indignaciones sobreactuadas. Pero los lenguaraces, como cuando Berni informó sobre 2.500 millones de pesos que el gobernador Kicillof había entregado a las empresas transportistas para invertir en medidas de seguridad en los colectivos, hoy desaparecidos, tienen la virtud no deseada de filtrar en sus torrentes dialécticos información útil. En el caso de Aníbal Fernández la pregunta inicial podría ser: ¿Fernández se refirió a sangre de narcotraficantes y delincuentes en caso de combatirse realmente el delito, o bien de ciudadanos comunes en manifestaciones de protesta?

A la espera de una aclaración, y para curarse en salud vistos los antecedentes históricos al respecto, en la próxima reflexión se planteará una “Hipótesis de conflicto”, basada en que dicha catástrofe intentara generarse, por lo que surgen las siguientes preguntas: ¿cuáles son los antecedentes de sangre en las calles? ¿cuál sería actualmente el contexto necesario?  ¿cuáles serían las metodologías y qué personajes las implementarían? Dado que en este caso se incursiona en el campo de la acción y no de la verborragia, no perder tiempo en denuncias estériles, y ponerse a pensar.

Buenos Aires, 19 de abril 2023