Amnesia política selectiva

El actual gobierno presenta un fenómeno inédito en la política argentina, consistente en que quienes ejercen el poder omiten gran parte de su gestión simulando amnesias selectivas, pero sin poder evitar sufrir sus patologías: confusión y desorientación de ideas, recordar hechos pasados pero no presentes, e imaginar falsas confabulaciones. Este recurso plantea al marketing político el desafío de relacionar estas simulaciones con un diseño comunicacional electoral creíble y persuasivo.  Esta dificultad se transparentó en el acto realizado en el estadio único de La Plata para recordar el 50° aniversario del regreso de Perón al país, con Cristina Kirchner como única oradora.

Marketing es un concepto comercial relacionado con la promoción de productos, que aplicado al campo político promociona personas y mensajes. La diferencia estriba en que comercialmente un mal producto no puede sostenerse en el tiempo, pero políticamente es posible lograrlo con dinero público y manipulando leyes electorales que limiten el poder del  ciudadano. En sentido, en la campaña electoral los asesores de imagen y creativos publicitarios tendrán el desafío de promocionar a dirigencias fracasadas que se mantienen desde hace más de 25 años en posiciones de privilegio, muchas de ellas carentes de identidad e ideología, como fieles menemistas ayer que son sus feroces críticos hoy, o radicales que colaboraron con la caída de De la Rúa en el 2001 y mutaron en “radicales k” en el 2003, mientras el rebelde peronista Chacho Alvarez fuera premiado con un cargo diplomático. Estos acuerdos basados en “adhesión por cargos”, se observarán en las próximas negociaciones preelectorales. Pero el fenómeno nuevo a analizar, es el de funcionarios que en ejercicio de gobierno y manteniendo sus cargos políticos y privilegios, pretenden ser simultáneamente oficialismo y oposición, dificultándoles realizar una campaña electoral coherente con el contexto político-social. El acto en el estadio único de La Plata mostró claramente esta dificultad.  

En primer lugar, la envergadura de la convocatoria con la vicepresidenta como única oradora, revela que mantiene un poder de decisión excluyente en el Frente gobernante, y que por esta misma razón no puede desligarse de las responsabilidades asumidas en su gobierno. Pero también que con independencia de que Cristina Kirchner sea o no candidata a presidenta, será la que tome las decisiones más trascendentes. El resto de los que la acompañan están para quejarse, amenazar, negociar o ser bendecidos, pero no para liderar. En cuanto a la estética escenográfica y discursiva, ambas revelan actitudes manifiestamente conservadoras que se referencian siempre en el pasado. La escala monumental del escenario ocupado por una oradora única con adherentes enfervorizados en primer plano, remiten a totalitarismos de mediados del siglo XX, que hoy ofrecen los regímenes hereditarios de Cuba y Corea del Norte. En lo simbológico, una vez más se reutiliza a Perón, muerto hace 48 años, convirtiéndolo en un recuerdo al que se echa mano en épocas electorales o crisis extremas, y que incluyen oportunistas ovaciones de quienes lo combatieron o despreciaron. Más entusiasmo generan personajes contemporáneos como Néstor Kirchner, Hugo Chaves, Evo Morales y Rafael Correa, entre otros. A tamaña emocionalidad se pretende darle cierta consistencia citando cifras falaces o engañosas, como suele ser habitual en los discursos políticos.  

Los eslogan por su parte, intentan mimetizar el conocido “Perón vuelve” con “Cristina presidenta”, pero las distorsiones causadas por los efectos amnésicos comienzan a surgir cuando los mensajes pretenden instalarse en la actualidad, al plantear “el cambio somos nosotros” y “sí, se puede!!”, vociferados por  Máximo Kirchner. Pero lo más destacable es una frase de la vicepresidenta que marca una directriz comunicacional a futuro: “hacer lo que se tenga que hacer para que el pueblo recupere la alegría” (léase, cuando yo gobernaba). Pero una contradicción no deseada surgió cuando una imagen televisiva mostró al millonario heredero Máximo Kirchner y a la intendenta de Quilmes Mayra Mendoza saltando alegremente en la tribuna. Esta imagen excede al hecho puntual, porque muestra que en las últimas décadas abundan las dirigencias políticas y corporativas que jamás perdieron la alegría al calor de los recursos públicos. Lo que se pretende es mantenerla.

El análisis se centra inicialmente en el gobierno, dado que su estrategia de “amnesia selectiva” lo obliga a adelantar la campaña electoral fundamentalmente ante sus seguidores. Pero muchas de las observaciones formuladas serán aplicables a las diversas oposiciones y corporaciones. 

Buenos Aires, 30 de noviembre 2022