Pegoteos políticos conceptuales

El paso del tiempo, aún en las peores circunstancias, jamás debiera ser en vano. La última dictadura implicó un punto de inflexión que terminó con los recurrentes golpes militares, posibilitando que a partir de diciembre de 1983 las responsabilidades institucionales recayeran en la capacidad política democrática. Pero tras cuatro décadas, anomalías institucionales y expresiones conservadoras nepotistas sumergieron a muchos ciudadanos en la pobreza y decadencia. Al exponer el actual gobierno en tan solo cuatro años todos los vicios acumulados, que por acción u omisión alcanzan a las expresiones políticas en general, se abre la expectativa de lograr un nuevo punto de inflexión, en este caso de saneamiento político-institucional. Para facilitarlo es necesario identificar adecuadamente muchos de dichos vicios, como las mencionadas mafias entroncadas en altos niveles políticos, y la ausencia de grietas insalvables en las cúpulas dirigenciales.

Las mafias políticas explican el ataque a jueces y fiscales que juzgan y condenan a funcionarios por corrupción, en la desactivación de inteligencia criminal carcelaria, la instalación de “home offices” en las celdas de narcos, y que en el epicentro de la violencia narco los legisladores santafesinos aprueben leyes que los eximen ser investigados por corrupción, y se adjudiquen partidas presupuestarias políticas que superan largamente a las destinadas a los fiscales que investigan el narcotráfico. El fenómeno de la plasticidad de las grietas existentes en las cúpulas de poder, queda reflejado en la sorprendente coincidencia entre oficialismo, oposición y FMI, de concentrarse en discutir metas económico-financieras en base a valores absolutos o porcentuales fluctuantes habitualmente incumplidos, evitando modificar una estructura burocrática sobredimensionada, elitista y fuertemente deficitaria, plagada de privilegios, incapacidad de gestión, y altos niveles de corrupción. Omisión que provoca que una vez más los necesarios ajustes no los afronten quienes provocan las crisis, sino quienes las sufren.

Otro factor crítico a considerar es el de los falseamientos ideológicos, que inicialmente excluye el peligro de la presencia de una izquierda revolucionaria marxista con sus variantes, reemplazada por una izquierda declamatoria burocrática deseosa de acceder a “vicios capitalistas” usufructuando prebendas estatales, sea como funcionarios o intermediadores de pobres. Es por ello que la negociación de Massa con los bancos nacionales, que no financian desarrollos privados sino déficits públicos a tasas onerosas, en la que se acordó trasladar vencimientos de deuda a los años 2024/25 otorgándoles como contrapartida bonos que cuentan con un seguro de cambio que actualiza los montos por inflación o valor dólar, según sea el índice mayor, entre otros beneficios, no motivó que los actuales revolucionarios de izquierda hablen de “patria financiera” como los de otrora. Tampoco se catalogó de defensa a la “patria contratista”, las presiones que el gobierno ejerce sobre la justicia para conseguir impunidad en causas de corrupción, como por ejemplo, demorar y/o anular la llamada Causa Cuadernos de obras públicas, que registran sobreprecios y pago de coimas que en efectivo y en dólares billete, empresarios privados entregaron a funcionarios patriotas autoproclamados de izquierda popular. 

Las liquideces ideológicas y disonancias entre discurso, escenografía y acción es tan evidente, que quienes dicen adherir a países/sistemas de ideologías marxistas consolidadas como en China, Rusia y Cuba, localmente promuevan políticas impensables en dichos países: fuerzas de seguridad debilitadas, laxitud en el combate contra el delito, impunidad en las corrupciones estatales, cortes de calles y rutas, promoción de organismos de utilidad nula creados para pagar militancia con recursos públicos,  como los dedicados a la defensa de la mujer desde oficinas, a la igualdad de género, a los no binarios o al lenguaje inclusivo, entre otras acciones.  

Comprendido este contexto, no sorprenderán determinados armados electorales que se diseñarán hasta el cierre de listas, en donde las fluctuaciones de ocasión se darán tanto en lo partidario como en lo ideológico. Un excelente ejemplo de tamaña liquidez lo brindó la asociación entre Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa en el 2019. Los resultados están a la vista.

Buenos Aires, 15 de marzo 2023