Política sin políticos

El título pareciera contradictorio, pero no lo es. Aristóteles señalaba que las asociaciones tienden a un fin determinado. Cuando ese fin comprende a todos los demás, la asociación se llama política, o más precisamente Estado. El término “política”, de origen griego, significa “relacionado con los ciudadanos”. “Político” por su parte, es quien interviene en la toma de decisiones que afectan a determinados grupos de ciudadanos. En el áspero campo del ejercicio del poder público, en el que se intermedia entre conflictos de intereses, no siempre prevalece el abstracto idealismo del “interés común”. Pero “hacer política” muchas veces excede los marcos institucionales, y las sociedades sorprenden con mensajes claros y contundentes no previstos.

La movilización ciudadana en la tarde-noche del pasado sábado con epicentro en Plaza de Mayo y principales ciudades del país, sorprendió por su masividad. Convocada vía redes sociales por desconocidos, no solo careció de apoyo político, sino fue expresamente desaconsejada por dirigentes del radicalismo y Coalición Cívica. La difusión fue escasa, y los periódicos del día señalaban al Obelisco como punto de encuentro, en lugar de Plaza de Mayo. Las columnas de ciudadanos de a pie respetaban los semáforos, permitiendo circular a los vehículos, muchos de los cuales apoyaban con bocinazos. Bares y restaurantes, en lugar de bajar persianas trabajaron más de lo habitual. Los traslados en colectivos contratados, fueron reemplazados por una confesión:”vine con la SUBE”. No hubo banderías políticas sino banderas argentinas, y los estribillos se pronunciaban a viva voz, sin micrófonos. Existieron referencias al gobierno anterior y al actual, pero la consigna predominante era la defensa de la democracia. Los concurrentes también debían pagar aumentos de tarifas y transportes; trabajar para sostener sus comercios, pequeñas empresas y actividades; sufrir la educación de sus hijos. La pregunta entonces es: qué pasó?

En principio, no debiera sorprender que genuinas convocatorias ciudadanas superen a las político-gremiales planificadas. Sucedió con el reclamo de seguridad por el caso Bloomberg, también un 1° de abril pero del 2004, y en febrero del 2015 por la muerte del fiscal Nisman, bajo una lluvia torrencial. Pero el trasfondo de la marcha del pasado sábado debiera compararse con las secuencias traumáticas provocadas por la caída del gobierno democrático de la Alianza en diciembre del 2001, que precisamente los organizadores del acto del 24 de marzo se solazaron en recordar, a través de la imagen “del helicóptero”. Omitieron que esos días aciagos con muertos y saqueos, no concluyeron días más tarde con el habitual y cómodo reemplazo de quienes “no saben gobernar por quienes sí saben”. Para sorpresa de muchos, con cacerolas como única arma, la ciudadanía hizo tronar el reclamo aún latente: “Que se vayan todos!!!”. Es verdad que la mayoría de los políticos, llamados “profesionales” por su capacidad de permanencia, se quedaron casi todos, incluido Carlos “Chacho” Alvarez. Pero se licuaron los partidos.

Por ello esta sorprendente convocatoria debería relacionársela con el acto que tan solo nueve días antes, en lugar de recordar el golpe militar de 1976, se utilizó para denunciar “la dictadura del gobierno de Macri”. Plantear que personajes como Bonafini, Baradel, Yasky, Micheli, Esteche, Espinosa, entre otros, alegremente puede calificárselos de marginales o inimputables, es una ingenuidad. Conocen el peso de sus palabras y acciones, y saben cómo y cuándo usarlas. Pero sus gritos debieran preocupar tanto como los silencios. Ningún representante de partidos de oposición o entidades civiles emitió opinión, ni siquiera por twitter. No lo hicieron Gioja, Scioli, Massa, Stolbizer, entre muchos otros. El único que sin subterfugios, definió la intención de las expresiones de quienes encabezaron el acto que usufructuó el pasado para encubrir intenciones presentes, fue Marcos Aguinis. Los llamó golpistas. Nueve días más tarde, la “mayoría silenciosa” en todo el país, salió a manifestar lo que vastos sectores dirigenciales no se atrevieron.

Buenos Aires, 05 de abril 2017