¿Batalla o parloteo cultural?

Es momento de ir afinando la gimnasia analítica para iniciar el juego individual “Arme sus listas sábanas 2025”, consistente en suponer los nombres de siete primeros precandidatos a integrar las listas sábanas de los tres espacios políticos preponderantes, más un cuarto espacio armado de apuro bajo la clásica invocación federal. En esta etapa de ímpetus electorales, se inserta la creación de Organizaciones y Fundaciones teñidas de intelectuales y destinadas a librar una “batalla cultural”, y la abortada sesión legislativa en que por ausencia de un diputado, no alcanzó el quorum para tratar la aprobación de la llamada Ficha Limpia, hechos que se interrelacionan si se clarifica la diferencia entre educación y cultura.

Educación implica enseñanza y aprendizaje de conceptos básicos generales necesarios para el desarrollo de los individuos, en especial niños y jóvenes, como forma eficaz de generar responsabilidad social y reducir la pobreza, mientras que  Cultura refiere a creencias, valores y comportamientos grupales en un país, que abarcan aspectos históricos, religiosos, morales y artísticos, entre otros. Por lo expuesto, mientras educación implica enseñanza racional de conceptos básicos comunes o específicos, cultura supone diversidad y debate, por lo que trasladado a la política, las batallas culturales intentan convencer y subyugar sin educar, utilizando reglas clásicas de la propaganda, en la que abundan escenografías, grandilocuencias verbales y distorsiones conceptuales. No en vano en los debates, escasos de ideas, predominan los términos zurdos, fascismo, camisas negras, y simbologías similares.

Un ejemplo de que en la política criolla no abunda la educación básica es el debate en diputados por el instrumento legal llamada ficha “limpia”, pues no se puede llamar “limpia” a lo que habilita ocupar cargos públicos a quienes tengan una condena firme por corrupción, y se duda si aprobarla con dos condenas. También brinda datos valiosos la ausencia de un solo diputado/a para obtener quorum en el tratamiento de la mal llamada “ficha limpia”, pues ratifica que para formar opinión consistente, deben observarse las acciones, discursos y reacomodamientos de los 355 políticos que elegidos por el voto popular, asumen la responsabilidad de concretar reformas virtuosas, o bien sostener privilegios e impunidades, que en el caso de los legisladores se transparentan según voten o se ausenten, y no por como declaran. Y recordar que cuando las votaciones o quórums se definen con números ajustados, es habitual que las negociaciones previas sean más intensas, y de ser necesario, incluyan elegir a quienes individualmente sea con silencio o excusas banales, asumiránlos costos de sus ausencias. Para estos análisis, cabe destacar el valioso aporte que están brindando algunos medios gráficos, al indicar individualmente como votan o se ausentan diputados en el tratamiento de temas trascendentes. Considerandoque los bloques de Unión por la Patria y de Izquierda (104 diputados), mantienen una oposición cerrada a todo cambio, vale poner la mirada en los llamados dialoguistas, federales, innovadores y demócratas. En el tratamiento de “ficha limpia” se citan seis ausencias: Manuel Aguirre, de Corrientes (UCR); Carlos García, de Chaco (oficialismo); Mónica Frade, de provincia Bs. As. (Coalición Cívica); José Nuñez, de Santa Fe (PRO); Esteban Paulón y Florencio Randazzo, de provincia Bs. As. (Encuentro Federal).

Retomando la efervescencia cultural, cuya preocupación de las caras visibles es integrar listas sábanas para no quedar desguarnecidos dando cursos barriales de formación cívica, cabe señalar tres grupos: 1) Espacios oficialistas, como Fundación Faro conducida por Agustín Laje, y Las Fuerzas del Cielo cuya cara visible es el “influencer” apodado Gordo Dan; 2) quienes desde el llano desean reingresar a los confortables cargos legislativos, entre ellos el novel Movimiento al Desarrollo, conducido por Rodríguez Larreta; 3) A quienes se les vence el mandato en el 2025, y sus votos pueden usarse para presionar y/o negociar (Lousteau, Manes) En el oficialismo es razonable que se pretenda conformar una estructura de extensión nacional propia, pero es de esperar que con candidatos más consistentes, pues los partidos tradicionales pueden darse el lujo de incluir impresentables, dado que cuentan con soportes corporativos desde hace décadas. Posibilidad que Milei, aun incrementando su planta legislativa, no tendrá hasta el fin de su mandato.

Buenos Aires, 27 de noviembre 2024

Justicia zarandeada

Aplicar principios de educación básica para que las argumentaciones políticas sean mayoritariamente comprensibles, como cuando para aprender a leer y escribir la palabra “oso” debía coincidir con la imagen de un oso, se dificulta ante temas centrados en conceptos abstractos como Justicia, y su soporte institucional Poder Judicial. Lograrlo implica analizar en base a hechos de conocimiento público, en lugar de sumergirse en complejidades jurídicas. Para detectar falacias, ayuda la fragmentación política que deja sin caparazones partidarios a los legisladores, presentándolos desnudos cual rey de la conocida fábula, lo que los obliga a transparentar sus responsabilidades e intenciones individuales en cada votación, como sucediera en la realizada en abril de este año, en la que los senadores incrementaran sus dietas. A ello se agrega que la cadena de relaciones e intereses tradicionales fue afectada por la aparición de un eslabón perdido llamado Milei.

Sin embargo, es necesario comenzar con una asociación entre palabra e imagen para interpretar el concepto justicia, recurriendo para ello a la historia. El código de justicia más antiguo conocido se remonta al año 1750 antes de Cristo, elaborado sobre piedra por el rey babilónico autócrata Hammurabi, lo que explica su perdurabilidad. Destinado a mantener la armonía y resolver los conflictos entre sus súbditos, predominantemente analfabetos, se destacaba por la claridad de sus normas sin capciosas interpretaciones, la permanencia en el tiempo y equidad en su aplicación, condiciones que en nuestra sociedad no cumplen quienes deben diseñar y aprobar leyes virtuosas y equitativas (poder legislativo), y aplicarlas eficientemente en tiempos razonables (poder judicial). Por lo que en un contexto de convicciones políticas líquidas, malas praxis judiciales y una consolidada cadena de impunidades, cabe hablar de Justicia apalancados en tres hechos vigentes: la postulación de Ariel Lijo como juez de la Corte, la condena en segunda instancia de Cristina Kirchner y otros funcionarios por corrupción, y el debate legislativo para implementar la Ficha Limpia para ocupar cargos públicos.

La postulación de Ariel Lijo vía Poder Ejecutivo desnudó hipocresías discursivas de muchos legisladores, pues ratificó que en la designación de jueces no caben idealismos aristotélicos que prioricen verificar rectitud, imparcialidad, honestidad y ecuanimidad, sino que son producto de negociaciones que intercambian candidatos según fidelidades y conveniencias. Al punto que quienes sueltos de lengua para degradar a propios y extraños, ante consultas respecto a cómo votarían dicha postulación, prefieren reservarse la opinión. Pero el caso Lijo promueve un interrogante preocupante: si Lijo no es moralmente apto para juez de la Corte, como puede serlo para seguir siendo juez federal. Y en busca de una respuesta, qué rol cumple el Consejo de la Magistratura al respecto, que desde 1998 debe responder por los procesos de selección primero, y desempeños que impliquen sanciones o remociones posteriormente.  

En cuanto a la ratificación de la condena de Cristina Kirchner por corrupción, y sin detenerse en alquimias defensivas medievales modernizadas como la palabra “lawfare”, la causa Vialidad Nacional permite entender que el término “corrupción” no es aplicable solo en el campo penal, con funcionarios públicos y privados asociados en una trama diseñada para enriquecerse a costa de recursos del Estado, sino que para concretar estos saqueos, es necesario transitar un largo circuito administrativo integrado por personal no jerárquico, gremialistas, opositores y contactos  judiciales de ser necesario, que “dejan hacer y dejan pasar” sea por el otorgamiento de beneficios no punibles, como privilegios y prebendas legales, o simplemente por miedo. La causa Vialidad contiene todos los condimentos posibles en este circuito: un organismo central licitante de obras específicas, empresa contratista predominante creada para la canalización de recursos durante doce años, relaciones personales y comerciales entre funcionarios y empresarios, anticipos financieros sin garantías ejecutables, y descontrol en los seguimientos de avances de obra. Configurando lo que Max Weber denominaba Estados patrimonialistas, que “dan vía libre al enriquecimiento de sus funcionarios, cortesanos, favoritos, gobernadores, mandarines, recaudadores de contribuciones, procuradores y vendedores de gracias de toda clase”.

Finalmente, un debate legislativo demuestra que se pueden explicar hechos políticos de modo que sean racionalmente entendibles por quienes cursan la enseñanza básica. Supongamos una maestra/o que muestra a los alumnos tres cartulinas de 20×20 cm. llamadas “fichas”; una es toda blanca, la segunda tiene una mancha, y la tercera dos o más manchas. Los interpelados posiblemente digan que la primera está limpia, la segunda manchada y la tercera sucia. Nuestros legisladores en cambio, quizás con espíritu de autopreservación, discuten fervorosamente cuantas manchas deben tener las llamadas Fichas Limpias, para impedir que los condenados por corrupción puedan acceder a cargos públicos.

Buenos Aires, 20 de noviembre 2024

El turismo político une

La elección presidencial en Estados Unidos pareció adquirir gran importancia para más de 25 legisladores, funcionarios provinciales e incluso judiciales de distintos signos políticos, que se trasladaron a dicho país en pleno tratamiento del presupuesto nacional, para “vivir en primera persona el proceso electoral norteamericano, y participar en charlas y debates”, objetivo que con la multiplicidad de fuentes e interacciones informativas que brindan los medios digitales, puede lograrse a distancia con mayor eficacia en el uso de recursos públicos y tiempo empleado. Un dato a tener presente en el armado de las próximas listas sábana, es que se ratifica que en ámbitos distendidos como los generados en viajes de turismo político, no existen grietas irreconciliables.

Para quienes no pudieron viajar, también la elección estadounidense presenta aspectos útiles para interpretar nuestra coyuntura, relacionados con encuestadoras y analistas políticos. En un país con un bipartidismo consolidado y cuna de las encuestas metodológicas (empresa Gallup creada en el año 1935), estas fallaron ostensiblemente en sus predicciones, al presentarla como la elección americana más pareja de la historia. La sorpresa no fue el triunfo de Trump, sino lograrlo en cantidad de votos individuales, bancas legislativas y predominio casi total en los diversos estados. Por el contrario, la sorpresa de Milei es haber triunfado sobre estructuras de poder tradicionales, sin poseer una propia de extensión nacional. Ello implicó que pese a tener el 56% de votos individuales, cuenta con representaciones legislativas minoritarias, y no posee gobernaciones e intendencias propias, por lo que se lo define como un gobierno débil. Las similitudes entonces se reducen al término “sorpresa”, pero no se extienden a lo institucional y económico.

Las semejanzas plenas surgen en la caracterización que analistas e intelectuales hacen de Trump y Milei: autoritarios, excéntricos, fascistas, peligro para la democracia, misóginos y racistas, entre otros adjetivos. Ante tamaño desborde conceptual, y en aras de la simplicidad argumentativa, vale imaginar a un niño de la escuela primaria que apelando a la sana curiosidad infantil preguntara: ¿si los candidatos son tan malos, porqué derrotaron claramente a sus opositores? Mientras los estadounidenses están abocados a formular una respuesta consistente, integrantes de nuestro establishment político empobrecedor parecieran ignorar que existe más del 50% de pobreza, indicadores económicos-sociales que nos sumergen en los últimos lugares de toda tabla comparativa entre países de reconocidos organismos internacionales, y en donde el concepto Patria lo invocan quienes usufructúan privilegios.

Como intelectualidad y transmisión comprensible de conceptos no son contradictorios, cabe citar una expresión simple del brillante pensador, escritor y polemista recientemente fallecido Juan José Sebreli, al confesar “voté a Milei a mi pesar, para no votar a Massa”, quien representó a un peronismo kirchnerista que a lo largo de dieciséis años de gobierno y cinco de oposición demostró su raigambre elitista, conservadora de privilegios e impunidades. Pero la frase debiera interpelar, entre otros, a Larreta, Lousteau, Pichetto, Manes, Monzó, Carrió y Schiaretti, quienes se presentaron ante la sociedad como “el cambio”, y hoy en lugar de promoverlo legislativamente por sí o a través de quienes les responden, lo obturan con excusas asentadas en modos y perfiles psicológicos de Milei.  En este punto surge una hipótesis inquietante, que alcanza a políticos y analistas con independencia de fluctuantes ideologías y ropajes partidarios de ocasión, basada en que la resistencia a desactivar la matriz del empobrecimiento no es solo del kirchnerismo, sino también de quienes más hipócritas, plantean “estar de acuerdo con el fondo, pero no con las formas”, y emplean una estrategia comunicacional destinada a disimular esta resistencia distrayendo a la opinión pública con discusiones banales, escenificaciones ridículas y obsesiones personales.

Para develar esta hipótesis juega un rol esencial el periodismo, formador de opinión y comunicador natural de los acontecimientos. En el periodismo político coexisten la opinión (es subjetiva), información (con datos certificados o fuente reconocible), investigación (es especializada y compleja) y espectáculo (cruces de insultos, frases infantiles, escándalos). ¿Muchos actores no estarán sustituyendo opinión, información y aporte político con espectáculo?

Buenos Aires, 13 de noviembre 2024


Preescolar universitario

Preescolar es la etapa educativa previa a la enseñanza primaria, por lo cual pareciera un contrasentido relacionarla con la educación superior. Sin embargo, si el debate acerca del financiamiento de las universidades estatales se analiza con un sentido abarcador asociado a la problemática educativa general, esta relación cobra sentido. Para explicarlo, los argumentos más complejos de la actividad universitaria deben adaptarse a los de la enseñanza básica inicial, socialmente igualadora, que deben ser útiles, simples, comprensibles y veraces. En este caso, las palabras perro, gato y pelota, por ejemplo, que en la enseñanza básica no se discuten, se reemplazan por autonomía, autarquía y auditoría, causantes de intrincados debates entre las máximas instancias educativas formadoras de dirigencias estatales y privadas.

A diferencia de los niños, los adultos suelen disimulan intenciones invocando actitudes principistas. Una forma de detectar incongruencias es jugar con palabras y números. Por ejemplo:

El Estado te cuida + la Patria sos vos = pobreza 41,7% en el año 2023

Como cuando el rector de la Universidad doctor Gelpi, expresa que “queremos ser auditados todo lo necesario, pero en el marco de las leyes e instituciones”, o el senador Lousteau, que ante el decreto ómnibus de transformaciones estructurales, declaró que “estoy de acuerdo con el fondo, pero no con las formas”, sin que a la fecha haya explicitado que transformaciones apoya. De igual modo, la polémica universitaria presenta una matriz similar a todo debate que afecte intereses y privilegios de instituciones relacionadas con fondos públicos, como ausencia o distorsión de datos oficiales consistentes, y estrategias discursivas grandilocuentes. Tales hipocresías impiden aprender en base a una coherencia lógica entre palabra, imagen y concepto, por lo que a nuestro utópico aprendiz infantil solo le cabe el saludable ejercicio de la curiosidad, y preguntar: ¿auditar qué? ¿El presupuesto del 2023, y cotejarlo con lo realmente ejecutado? ¿Existe el balance de cierre, y de ser así, porqué, con o sin auditoría, no se lo hace público para conocimiento de profesores, alumnos y la sociedad que aporta los recursos?Evidentemente, el problema no es qué organismos pueden auditar.  

Como estos interrogantes no lo clarifican las autoridades responsables, en lugar de opinar suponiendo o inventando, cabe formular una ruta analítica que comience por definir a modo diccionario las palabras en debate. Autarquía: autosuficiente, autónomo, independiente. Esta condición no se ajusta a quienes dependen de recursos públicos. Autonomía: es una descentralización que permite fijarse sus propias normas, y administrar por sí mismo los recursos públicos otorgados en el presupuesto nacional, que usualmente incluye restricciones entre lo pedido y lo otorgado. Auditoría: es una revisión contable, de requisitos y gastos establecidos en el presupuesto que adjudicó los fondos, respecto a lo realmente ejecutado. Lo señalado puede transmitirse a los alumnos de la primaria, con un ejemplo: si el niño depende de sus padres, quienes le dan una cuota semanal para el cine, revistas y golosinas, no es autosuficiente. Pero tiene autonomía para redistribuir dicha suma entre los gastos previstos. Si del control de gastos por parte de los padres (auditoría), surge que el dinero se usó para comprar droga, el acuerdo quedará caído, y se analizarán correcciones y sanciones. El planteo no convencerá a políticos y autoridades; pero sin duda el niño lo entenderá.

Lo relevante es asumir que la problemática se inicia con el presupuesto nacional que distribuye los recursos públicos, lo que genera un desafío para legisladores acostumbrados a trabajar sin ítems detallados fidedignos y sin criterios de optimización de recursos, sino jugando a la tómbola de los porcentajes (x % del PBI) o actualizando gastos con índices de inflación, práctica que alcanza a todas las reparticiones, organismos y empresas públicas por igual. Por ello el presupuesto nacional 2025 a diseñar bajo el saludable objetivo de no tener déficit fiscal, que suele alimentar privilegios y empobrecimiento de los ciudadanos, exigirá un trabajo inédito y altamente profesional. Durante la tarea legislativa, el ciudadano no deberá deslumbrarse ante quienes declaren “apoyo el déficit fiscal cero”, sino prestar atención a lo que se propone y como se vota.

Buenos Aires, 06 de noviembre 2024