Política no es espectáculo

A un año de las próximas elecciones nacionales legislativas, los desenvolvimientos políticos deberán evaluarse sobre la base de que se priorizarán intereses personales por sobre la generación de transformaciones que desactiven privilegios y corrupciones, por lo que los cambios virtuosos solo se lograrán a través de una sana presión de la opinión pública, lo que implica que para detectar frivolidades, falacias e hipocresías discursivas y conceptuales, los análisis sean didácticos y masivamente entendibles. Lo facilita el hecho de que las añejas dirigencias afrontan un problema aplicable tanto a la propaganda política como a la comercial, consistente en que inicialmente se puede vender exitosamente a un mal político y/o producto, pero no sostenerlo en el tiempo. Para lograr claridad argumentativa, en lugar de enredarse en oscurantismos ideológicos, es aconsejable apoyarse en nombres propios, que partiendo de los 355 políticos con poder de decisión a nivel nacional (presidente, vice, gobernadores y legisladores), se evaluarán por como ejecutan y votan, se abstienen o ausentan, y no por lo que declaran.

Para los ciudadanos carentes de información privilegiada, las fuentes serán las provistas por los medios de comunicación masivos en sus variantes orales, escritas, televisivas y redes sociales, asumiendo que los distintos emisores pretenden convencer a miles de ciudadanos anónimos bajo el principio de la regla de la propaganda política llamada de “Unanimidad y contagio”, que plantea lograr adhesiones a través de la presión grupal por sobre la individual, utilizando encuestas o frases tales como “la gente dice…”. También es importante diferenciar entre información (puede ser verdadera o falsa), y opinión, que tiene la condición de ser personal. Igualmente no se debe confundir debates y acciones políticas relevantes para la sociedad, con espectáculos farandulescos destinados a burdas peleas personales, denuncias infantiles, frases rimbombantes y/o agraviantes, ajenas a las urgencias económico-sociales que afronta el país. En este contexto múltiple, cobran valor los antecedentes y prestigio de los propagadores comunicacionales, por lo que parecería exagerado el temor que provoca en reconocidos periodistas los trolls e influencers de ocasión en el debate político. En toda circunstancia, el periodismo presta un aporte democrático invalorable para exponer datos y situaciones que habitualmente los gobiernos ocultan. Cabe citar dos ejemplos de las reflexiones, interrogantes y conclusiones que pueden lograrse a través de medios de comunicación masivos:  

1.- La newsletter del pasado 21 de agosto titulada “¿Existen servicios de inteligencia?”, argumentaba con datos el histórico espionaje amateur carente de inteligencia. Días más tarde el periodista Morales Solá mencionó en su columna que un abogado González invocando representar a la SIDE, recorrió cuatro juzgados federales para informarse sobre causas que involucraban al gobierno de Macri, ninguna de las cuales tenían que ver con la seguridad interior o exterior. Quedaba un misterio: ¿quién era González, a secas? Es de imaginar la desconfianza que despertaron en sus entornos los miles de González que viven en Buenos Aires. El misterio lo develó el propio Morales Solá el 28 de agosto en otro artículo, identificándolo como el abogado Ignacio Damián González. Tras lo cual el actual director de la SIDE Neiffert, pidió disculpas, y anunció que el abogado y otra letrada habían sido “desplazados”, generando un nuevo interrogante: dado que no fueron despedidos o rescindidos sus contratos, ni se informó si actuaron bajo orden superior, ¿qué significa “desplazados”?, término utilizado con funcionarios de segundo nivel involucrados en actos de corrupción. En lo inmediato los viejos políticos piden confianza social, pues la nueva SIDE estará “controlada” por la Comisión que encabezan Lousteau, Moreau y Parrilli.

2.- La postulación del juez Lijo para integrar la Corte Suprema, exhibe como pocas veces un muestrario de hipocresías y negociaciones que involucran a todos los sectores políticos, demostrando una vez más que para acordar políticas internas las grietas se diluyen. Cabe destacar tres detalles que brindan aprendizajes: a) los pobres interrogatorios de los senadores a Lijo y García-Mansilla  mostraron que la formación profesional y académica de los candidatos no son factores a considerar, y que desde su origen, la independencia de poderes en términos absolutos no existe; b) en el área hipocresías se destaca el senador Mayans, con el infantil planteo de pedir que Milei diga que son sus candidatos, previo a decidir si los votan. Sin embargo, también era del presidente la ley Bases, pero el kirchnerismo la rechazó en su totalidad; c) expresar claramente posturas personales y votarlas no es criticable; a lo sumo, debatible. Lo peligroso emerge de quienes evaluando el terreno no se expiden, lo que recuerda a la vieja práctica política de “escucho ofertas”.

Buenos Aires, 04 de septiembre 2024