Discurso e imagen en política

Rata, corrupto, traidor, Judas, maricón, mentiroso, ensobrado, idiota, sinvergüenza, vende patria, chorro, inútil, son entre otros, términos habituales en los debates legislativos, políticos, e incluso periodísticos, que suelen acompañarse con excelentes actuaciones gestuales que simulan indignación y enojo ante la degradación social, que desde sus posiciones privilegiadas, los simuladores supieron generar. En estos espectáculos brindados por dirigencias desacreditadas y bajo tensiones electorales, no se pueden ocultar sus decadencias y falacias, pese al uso de reglas básicas de la propaganda política moderna desarrollada en las primeras décadas del siglo XX, como la de Simplificación (ejemplo, “la Patria no se vende”), Enemigo Único (Macri, Cristina o Milei), Exageración (destrucción del país), Orquestación (frases fácilmente recordables a ser repetidas por distintos medios y personajes), y Unanimidad (presión del grupo por sobre la opinión individual). Tal fracaso se debe a que se incumple con el principio de que toda propaganda política exitosa debe diseñarse en base a una coherencia entre antecedentes, discursos, imágenes y simbologías empleadas. En lo discursivo, el fracaso se refleja en la imposibilidad de llevar a cabo el consejo de Maquiavelo respecto al modo en que los príncipes deben cumplir sus promesas: “Todos sabemos cuán digno de alabanza es que el príncipe mantenga la fe dada y viva con integridad y sin astucia. Si bien no es preciso que un príncipe posea todas las virtudes citadas, .es indispensable que aparente poseerlas”. Simulación de imposible cumplimiento por quienes durante décadas llevaron al país a su decadencia.

Las incongruencias se evidenciaron en la conmemoración del 17 de octubre de 1945, conocido como “Día de la Lealtad peronista”. Los recurrentes oportunismos ideológicos y partidarios hace más verosímil asimilar el término Lealtad al de Hipocresía, vicio aplicable al espectro político en general. En Berisso se realizó el acto central encabezado por el gobernador Kicillof, con tradicionales dirigentes canosos y enriquecidos en el palco. Su discurso se centró en la actualidad nacional y partidaria, recordando a Perón solo en el cierre, cuando Kicillof, que nunca fue peronista, lo vivó con entusiasmo. El gobierno por su parte, presentó un video que no recordaba a Perón sino a la gestión de Menem, en tanto la vicepresidenta Villarruel, en entrevista personal y busto en el Senado, reivindicó a María Estela Martínez de Perón como primera mujer presidente constitucional de nuestra república. En el mismo día, ratificando la simbiosis existente entre fútbol y política, por aclamación para no repetir el papelón de la última votación secreta que con 75 presentes terminó empatada en 38, en el predio de la AFA fue reelegido como presidente del organismo Claudio Tapia, alias “Chiqui” o “Comandante”, cuando aún le quedaba un año de mandato, y cual Maduro adelantando la Navidad en Venezuela, se anularon los descensos de esta temporada en pleno campeonato, y se amplió a cinco mandatos sucesivos la posibilidad para ocupar cargos electivos.

Recordar los principios de la propaganda política no es incongruente con señalar la dificultad de nuestros políticos para emplearlos con eficacia, pues permite tener presente un principio universal en pleno uso, que indica que toda propaganda política masiva debe establecer su nivel intelectual según la capacidad de comprensión del más limitado de aquéllos a quienes se dirige; vale decir, tanto más bajo cuanto más grande sea la masa de personas a convencer, lo que explica la pobreza de los discursos en general, y en actos públicos en particular. Pero este principio de simpleza comunicacional puede cobrar valor si  en lugar de usarlo solo para convencer, se lo empleara para educar, recordando que para aprender a leer y escribir, la coherencia entre palabra, imagen y realidad era ineludible. Perro, por ejemplo, debía coincidir con la imagen de un perro. Por el contrario, el eslogan “la Patria sos vos” propagado por políticos enriquecidos y empobrecedores, solo genera hartazgo social.

Buenos Aires, 23 de octubre 2024