Paso a paso
La aprobación el seis de febrero del proyecto de ley que suspende las PASO nacionales solo para las elecciones legislativas de este año por amplia mayoría de la Cámara de Diputados, y cuya ratificación deberá tratar el Senado, encierra una alegoría: en contextos en los que nada es definitivo (anular), sino circunstancial (suspender), para lograr transformaciones virtuosas para los ciudadanos se deberá avanzar paso a paso. En la ficha limpia, por ejemplo, se discute si con una primera condena y una ratificación se puede estar “limpio”, y solo con una segunda ratificación considerarse “manchado”. Por ello, en un proceso electoral en donde responsables de la decadencia argentina se reconfiguran para el armado de ofertas electorales, se deberá estar atentos a una clásica táctica política que bien describiera el marqués de Lampedusa en su novela El gatopardo, cuando un aristócrata de Sicilia pronunció la célebre frase: “si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”.
Sin embargo, el fenómeno Milei, que en principio surgió solo como instrumento del hartazgo social, genera una opción inédita, consistente en elegir entre quienes pretenden cambiar las estructuras y privilegios causantes de la degradación social, o quienes bajo ropajes de oficialismo u oposiciones, luchan por disimular intenciones para continuar usufructuándolas, aunque afrontando una dificultad: mayoritariamente los principales actores políticos son vastamente conocidos. Por ello cabe encarar el presente año electoral con un saludable escepticismo, destinado a desnudar contradicciones y falacias discursivas que permitan un mejor balance entre lo emocional y lo racional, dado que una permanente presión social a nivel de opinión pública y no de patoteros a todo servicio, será imprescindible para que sus beneficiarios resignen privilegios y corrupciones. A tal fin, para analizar actitudes y argumentar hipótesis es necesario apoyarse en principios educativos básicos, simples, verificables y perceptibles, sin enredarse en debates y mensajes altisonantes diseñados con fines de polarización y desinformación, que retrotraen a las clásicas técnicas de la propaganda política. Se citan algunos datos a considerar.
Los apasionados debates generados por los recurrentes rediseños del sistema y calendario electoral de turno, ratifican que los políticos priorizan conveniencias circunstanciales por sobre legislaciones consistentes. Cabe destacar la implementación de la lista única de papel, para lo cual se deberá realizar una efectiva campaña de información. Por otra parte, los realineamientos partidarios electorales demuestran que es falaz la habitual invocación de políticos y periodistas a “la necesidad de diálogo” o definir a determinados bloques parlamentarios como “dialoguistas”, pues si algo abunda entre sectores políticos, sindicales y empresariales vigentes desde hace décadas, es “diálogo” a secas. Lo correcto entonces, es hablar de ausencia de “diálogo en pos del interés común”. El ejemplo más reciente lo brindó la legislatura de la provincia de Buenos Aires, que comunicó que tras una investigación no se encontraron irregularidades en la recaudación que con varias tarjetas de débito de supuestos empleados legislativos realizaba personal administrativo, sin que existieran objeciones de sectores de izquierda, centro y derecha, unanimidad imposible de lograr sin “diálogos”. Pero también abundan las omisiones.
En la campaña electoral se omite clarificar cual es el organismo que además de la Cámara Nacional Electoral, certifica la existencia, actividad, domicilio y afiliados reales de más de 700 agrupaciones a nivel nacional, que en gran número actúan como células dormidas que reviven solo en elecciones para sostener candidaturas, o bien que se crean y aprueban sin ningún control institucional. Y no menos grave, que una vez asumidos muchos legisladores se transformen en librepensadores o se traspasen impunemente de partido. Si es permitido por la ley, no hay traidores, tránsfugas, o similares, sino una gran hipocresía en el discurso político. Este aspecto cobra relevancia ante la diáspora de partidos e identidades líquidas, cuando hasta hace 25 años (una generación), entre peronistas y radicales congregaban el 85% de los votos emitidos.
Para minimizar la confusión general, es recomendable que todo análisis para interpretar el armado de las listas legislativas 2025 primero, y propuestas electorales luego, concentre la atención en tan solo los 355 políticos que poseen la capacidad de decidir, ejecutar, y con sus votos, abstenciones o ausencias, legislar. Ellos son el presidente, vice, gobernadores, diputados y senadores.
Buenos Aires, 12 de febrero 2025