Crucigramas: ajuste

La palabra clave del presente crucigrama es “ajuste”, que si bien tiene diversas acepciones no específicamente económicas (arreglar, acomodar, acoplar), debido a reiteradas experiencias pasadas, en términos políticos posee un significado social excluyente: anuncia crisis, sacrificios, y en situaciones límites, hambre. No para todos; solo para quienes los políticos llaman “la gente”. Para resolver el crucigrama, se deberá intentar evitar que los mismos políticos propongan los mismos ajustes, que concluyan en los mismos fracasos.

Para ello es necesario identificar a quienes con responsabilidades directas en las crisis a nivel estatal, no han sufrido ni sufrirán los temidos “ajustes”. No es difícil: funcionarios jerárquicos de la administración central, poder legislativo, poder judicial, ejecutivos provinciales, intendentes, concejales. Ámbitos que además, están sembrados de familiares directos del poder. De esta estructura administrativa pública nacional, derivan los nexos institucionales con el gremialismo, organizaciones empresariales y financieras. En muchos casos, los nexos se prolongan a estamentos no institucionales más oscuros: gestores empresarios y judiciales, testaferros, barras bravas, narcotraficantes. Muchos de sus integrantes, que jamás sufrieron los “ajustes” por las crisis que causaron, tienen presencia permanente en diversos medios de comunicación, para manifestar su preocupación “por los que tienen hambre”, mientras se adjudican prebendas, jubilaciones de privilegio,  ejercen el nepotismo, y finalmente, por acción o complicidad pasiva, permiten o defienden una corrupción desaforada a costa de los recursos públicos

En este contexto, las medidas aplicadas en los “ajustes” presentadas como innovadoras, no lo son: incautación de ahorros de ciudadanos de niveles medios; entregas compulsivas de bonos; el no pago de deudas; congelar precios y salarios “por un tiempo”; vender empresas estatales para obtener dinero; reestatizarlas para obtener dinero, y con o sin crisis, promover y proteger la corrupción. Por el contrario, jamás se eliminan prebendas en los tres poderes del Estado disfrazadas de derechos adquiridos; no se desactivan las enormes inequidades salariales y jubilatorias basadas en autarquías financieras estatales inexistentes, pues solo recauda el Estado; no se permite acceder democráticamente a cargos estatales y privados a través de concursos públicos, manteniendo nepotismos que concentran trabajo en grupos familiares. Y no casualmente, jamás existieron reclamos gremiales al respecto.

Para pasar de un diagnóstico preliminar abstracto al llenado de casilleros con nombres concretos, se tomará como ejemplo el desempeño de nuestro equipo de básquet en el reciente mundial de Tokio. Si bien fue un finalista sorpresivo, se apoyó en sólidos fundamentos: proyecto estructural a partir de 1984, planificación, esfuerzo, trabajo en equipo. Y un detalle significativo relevante: cuando en el 2014 la conducción de la Confederación Argentina de Básquetbol tuvo hechos de corrupción, Ginóbili, Scola y todos sus compañeros pidieron públicamente una limpieza dirigencial. Trasladado el ejemplo al campo político, se propone armar una delegación conformada por doce jugadores como en el básquetbol, para participar en el torneo nacional “ajuste económico”. Los jugadores preseleccionados se caracterizan por actuar políticamente; haber participado en su mayoría en gobiernos de distinto signo; ser habituales conferencistas y autores de libros que explican cómo resolver los problemas de Argentina, y autocalificar a sus gestiones o ideas como exitosas. La delegación estará formada por Cavallo, López Murphy, Redrado, González Fraga, Lavagna, Nielsen, Prat-Gay, Loustau, Kicillof, Melconian, Dujovne y Stuzenegger. Director técnico: Remes Lenicov. Nutricionista: Marcó del Pont. Utilería: Felisa Micelli. Boudou no fue habilitado para integrar el equipo. Y Moreno tiene derecho de admisión.

Para alcanzar el título deberán presentar una propuesta unificada con los siguientes puntos: 1) vías de desdolarización de la economía, indicando etapas y plazos; 2) compatibilización de los índices de inflación con el de nuestros países limítrofes, indicando etapas y plazos; 3) proponer un “ajuste” cuyos esfuerzos recaigan en las ineficientes y costosas estructuras estatales; relacione lo laboral y salarial con principios de equidad, y desactive prebendas empresarias. Jugadores: empezar a practicar lanzamientos al aro.

Buenos Aires, 25 de septiembre de 2019.

Crucigramas: recuerdos

La perdurabilidad de la clase política impulsa a que, en épocas electorales, los candidatos proclamen su desinterés por mirar el pasado, o más precisamente, a su pasado. Para respetar este deseo, el presente crucigrama no usará “pasado” como palabra clave, reemplazándola por “recuerdos”. Muy útiles considerando algunos propuestas creativas de campaña, tales como reforma agraria, acuerdo económico-social, matriz productiva, entre otras. Ya el primer recuerdo señala nuestra ruta de fracasos.

1.- ”Cuando anuncié el Plan Económico, la República Argentina afrontaba momentos de extraordinarias dificultades….se sumaban en aquéllos momentos la pérdida de nuestra cosecha, y por lo tanto, de nuestro potencial de exportación…” (No lo dijo Macri en referencia a la sequía de 2018, sino Juan Perón en febrero de 1953, explicando el Plan anunciado en 1952, al inicio de su segunda presidencia).

2.- Mayo de 1973. El día 25 asumió como presidente Cámpora, designado candidato por Perón. Su ministro de Economía José Gelbard, representante de las hoy llamadas pymes, en junio de 1973 suscribió un acuerdo de precios y salarios entre la CGE y la CGT, basado en un mercado interno, más de 300 productos de la canasta básica congelados, y alza inicial de salarios con suspensión de negociaciones colectivas. Con el correr de los meses, se generó una inflación reprimida y desabastecimientos.

3.- Junio de 1975. Muerto Perón en 1974 y sucedido por su esposa Isabel, en el marco de una crisis asumió como ministro de Economía Celestino Rodrigo, anunciando una devaluación del 100%, aumento de 181% en naftas, 75% en energía y entre el 40 y 75% en otras tarifas, a fin de reducir el alto déficit fiscal.

4.- Diciembre de 1983. Con el retorno de la democracia, asume la presidencia Alfonsín, proclamando que “con la democracia no solo se vota, sino también se come, se cura y se educa”. Sus dificultades económicas y una oposición permanente de la CGT, concluyeron en 1989 con una hiperinflación de 124,8%, una deuda externa de u$s 145.000 millones, reservas de u$s 28.000, y entrega anticipada del gobierno a Menem.

5.- Julio de 1989. Asume Menem, y de inmediato incauta ahorros privados, sustituyéndolos por bonos Bonex a 10 años. Ante la persistencia de la hiperinflación, su ministro Cavallo implementó en 1993 la convertibilidad (un peso igual a un dólar), e inició las privatizaciones de empresas estatales, que eran ineficientes y deficitarias por la corrupción. La venta de YPF contó con el fuerte apoyo de tres gobernadores de provincias petroleras, para percibir cada uno de ellos unos 500 millones de dólares: Kirchner (justicialista); Maestro (radical) y Sapag (provincialista), lograron un consenso político envidiable.

6.- Diciembre de 1999.- De la Rúa asume el gobierno con una deuda externa de u$s 145.000 millones, y u$s 27.800 de reservas. Mantiene la convertibilidad. En el 2000 renuncia su vicepresidente Alvarez, causando una crisis política y económica. El 24 de septiembre de 2001 se promulga la ley 25.466 de Intangibilidad de los Depósitos, asegurando que el Estado en ningún caso podrá alterar las condiciones pactadas entre los depositantes y entidades financieras. Mientras, varios gobernadores creaban su propio papel moneda, (Ruckauf, De la Sota), y Cavallo implantaba un “corralito” de los ahorros. En medio de desmanes y sin apoyo De la Rúa renunció, dejando una deuda externa de u$s 166.200, y reservas por u$s 19.500 millones.

7.- Diciembre 2001. En medio de un caos sucesorio, el presidente interino Adolfo Rodríguez Saá anunció el 22 de diciembre ante la Asamblea Legislativa la suspensión del pago de la deuda externa, en medio de la ovación de los legisladores. Ocho días más tarde renunció.

8.- Enero 2002. Tras ser designado para completar el período constitucional, Duhalde decretó el fin de la convertibilidad, causando una devaluación récord (de un peso se pasó a tres pesos por dólar). A tres meses de declarada su intangibilidad, se implantó el “corralón” para los ahorros, canjeados por bonos Boden12 a diez años. Se estatizó deuda en dólares de grandes grupos empresarios (pesificación asimétrica), y comenzaron los planes sociales. Tras una represión a piqueteros, Duhalde debió entregar el poder seis meses antes del 10 de diciembre de 2003.   

9.- Mayo 2003. Tras renunciar Menem a una segunda vuelta, asumió como presidente Néstor Kirchner, con el 22,3 % de los votos. En los siguientes dos períodos fue sucedido por su esposa Cristina. Tras más de 12 años de gobierno, con el país en default, se dejó una deuda pública de u$s 240.000 millones, reservas por u$s 25.400 millones, déficit energético y 29% de pobreza.

10.- Diciembre 2015. Tras un ballotage asumió como presidente Macri. Su eslogan fue “pobreza cero”. La corrupción estatal-privada de décadas, quedó transparentada. En agosto pasado, el dólar valía $ 46 el viernes previo a las PASO, y $ 58 el lunes tras las PASO. En diciembre de 2019 se conocerán los datos comparables de herencia (deuda externa, reservas y pobreza).

El nefasto trípode mismos políticos/mismas ideas/mismos fracasos, permanece inmutable. Habrá margen para repetir errores y mantener privilegios?

Buenos Aires, 18 de septiembre 2019

Crucigramas: consensos

El crucigrama propuesto, que tiene la palabra “consensos” como clave, presenta una dificultad: deberá interconectar casilleros relacionados con la palabra “grieta”, en principio de significado opuesto. Para resolver esta contradicción cabría preguntarse si en política “consenso” y “grieta” son realmente antagónicos, o bien instrumentos que actúan en paralelo con el fin de obtener y mantener el poder. Algunas referencias teóricas podrían ayudar para iniciar el llenado de casilleros con los nombres propios de nuestra realidad nacional.

En cuanto a significado, “consenso” es una palabra agradable que implica la existencia de acuerdos unánimes entre miembros de un grupo, y de éste con otros. Los eventuales disensos se acoplan al consenso mayoritario final. “Grieta” por el contrario, alude a un estado físico que divide a dos partes, irremediablemente ubicadas en cada uno de los lados. Pasando al campo de la propaganda política, es importante considerar la regla llamada de “unanimidad y contagio”, utilizada para el manejo de grupos sociales masivos. Se basa en que un individuo puede tener sobre un mismo tema dos opiniones distintas y aún contradictorias, según opine como grupo social o a título personal. Por lo tanto la tarea propagandística política consistirá en sumar unanimidades a su favor, o bien crearlas artificialmente. Trasladado a lo estratégico, el filósofo y politólogo alemán Carl Schmitt planteó el criterio amigo-enemigo como necesidad de diferenciación en lo político, y afirmación de sí mismo (nosotros), frente al otro (ellos). Este andamiaje teórico indica que las “grietas” o divisiones nacen en las cúpulas políticas, para ser trasladadas a las masas (dictaduras), o a los ciudadanos (democracias). El léxico empleado recurre a grandilocuencias abarcadoras simbólicas (Patria, pueblo), y adjetivos degradantes (inútil, entreguista).

Dos ejemplos nos permitirán ingresar a nuestra realidad vernácula. 1) en la búsqueda de unanimidad no basta con indicar cantidad de personas; es necesario también identificarlas visualmente como grupo: color verde (abortistas); color celeste (antiabortistas); 2) en cuanto a lo discursivo, nuestra etapa electoral transparenta la estrategia amigo-enemigo. Un mismo candidato exige derrotar a quienes destruyeron al país (grieta), y simultáneamente, expresar que llegado al poder, “esto lo deberemos arreglar entre todos” (unanimidad y consenso). Diría Schmitt: “Se trata del poder, estúpido”.

En este juego estratégico, nuestro país, como no podría ser de otro modo, presenta peculiaridades. En principio, una perdurabilidad asombrosa de sus diversas dirigencias sectoriales, en cabeza de la política, pese a la continua degradación económica, social e institucional existente desde hace décadas. Tras la extinción de partidos políticos y coaliciones estables con peso electoral propio, en cada elección se modifican las siglas partidarias (Cambiemos, FPV, UC, Juntos), pero los actores y estrategias discursivas son las mismas. Como consecuencia, las campañas electorales son una suma de incongruencias. Podría pensarse que las fórmulas más afines por sus antecedentes ideológicos serían Macri-Alberto Fernández y Cristina Kirchner-Pichetto. Por el contrario, la señora Kirchner designa como “su candidato jefe” a quien la criticó acérrimamente durante su segunda presidencia. O quien fuera durante años líder de una promocionada tercera opción electoral, Sergio Massa, termina incorporándose dócilmente al kirchnerismo, recibiendo en canje un cargo de diputado para él y su esposa. En tanto justicialistas y radicales “residuales” se distribuyen entre distintos “espacios” con cargo bajo el brazo, al igual que los autoproclamados híbridamente “progresistas”; las izquierdas y derechas gremiales enemigas entre sí pueden compartir un palco, o legisladores electos de un partido pasarse a otro sin renunciar a su cargo. Esta perdurabilidad basada en personalismos se traslada monótonamente al discurso: cepos, defaults, reservas escasas, potencias extranjeras amenazantes, dólar, privatizaciones, dólar, estatizaciones, dólar, vivir con lo nuestro, proteger las corrupciones estatales-privadas, gobernabilidad, dólar. Siempre hay espacio para la nostalgia, como Grabois proponiendo una reforma agraria, y Felipe Solá añorando la Junta Nacional de Granos.

Por lo expuesto, debiera replantearse los monocordes reclamos por “consensos”. Estos existen desde hace décadas según demuestra la envidiable consistencia y continuidad temporal que exhiben los principales actores del campo político, gremial, empresarial y judicial. El problema consiste en que son de carácter vicioso, no virtuoso. No debiera sorprender entonces que muchas de las banderas patrióticas e invocación de la situación de los pobres, las enarbolen políticos, funcionarios, gremialistas, empresarios y testaferros desde sus lujosas residencias, enriquecidos a costa de los recursos públicos. Muchos de los cuales trabajan denodadamente para cerrar un peligroso esbozo de grieta de cúpulas: las causas judiciales de corrupción estatal-privada. 

En cuanto a la verdadera “grieta”, recordar a Carl Schmitt: políticamente es aplicable a las masas. En lo posible, grupalmente identificadas con remeras (en invierno camperas), del mismo color. Y usando un mismo lenguaje.

Buenos Aires, 11 de septiembre 2019

Crucigramas: números

La palabra clave del presente crucigrama es “números”, que son los que permiten establecer relaciones entre cantidades. La razón de plantear a los crucigramas como metáfora analítica, estriba en que es un entretenimiento popular que obliga a razonar para resolverlos, interrelacionando las filas verticales y horizontales. Por ello los números no se enfocarán en explicar complejos problemas matemáticos, sino para interpretar su permanente empleo en el discurso político dirigido a la opinión pública. Con el agravante que es mucho más fácil detectar noticias falsas, que cifras falsas.

Es demasiado habitual emplear una estrategia discursiva plagada de números asociados a conceptos técnicos de difícil comprensión para la mayoría de los ciudadanos, (déficit fiscal, balanza de pagos, deuda externa e interna, subsidios, bonos, entre otros), para que sus portavoces concluyan que lo que importa es “el bolsillo de la gente”. De ser así, el dato relevante y entendible para “el bolsillo de la gente” es la inflación, y avanzando en casilleros del crucigrama, los precios y salarios. Recordando que los precios son una resultante de costos más la ganancia pretendida. Pero son precisamente estos temas los que eluden políticos, economistas, empresarios y gremialistas. Es más fácil bombardear mediáticamente al ciudadano con variables económicas dispersas, con las cuales diversos opinólogos, políticos y economistas se embarcan en polémicas casi farandulescas, que mezclan “Biblia con calefón”. La consecuencia es generar en “la gente” climas de tensión sin soluciones concretas, salvo las discursivas. Vicio aplicable a oficialismos y oposiciones, con los mismos actores que a través de los años ocupan distintos roles.

Explicar este fenómeno implica formular una hipótesis. El empleo abusivo de números complejos grandilocuentes e inverificables cuando no falaces, intenta encubrir no solo la carencia de una propuesta política y económica integral para el país, sino también las pujas de poder sectoriales, que se realizan de modo legal o ilegal. En este marco los números dejan de operar como tales, para convertirse en palabras pretendidamente clarificadoras, que mezclan verdad con falsedad, racionalidad con confusión. Avala esta hipótesis que los grandes pensadores políticos y filosóficos como Aristóteles, Maquiavelo, Montesquieu, Max Weber, entre otros, no utilizaron números para formular sus postulados, sino algo mucho más valioso: racionalidad y viabilidad. Aún Marx los empleó solo para ejemplificar sus ideas.

Con la simple crítica no evitaremos este bombardeo dialéctico-numérico. Se seguirán presentando encuestas aunque sean inexistentes, y se seguirán usando números para ocultar la falta de ideas u oscuros objetivos. Una alternativa es que medios de comunicación faciliten la comprensión ciudadana, publicando regularmente un cuadro con indicadores económicos oficiales anuales trascendentes y comparables, con continuidad temporal. Por ejemplo, desde 1983 en adelante. Los indicadores propuestos (no excluyentes), serían Reservas propias del Banco Central; Deudas externas e internas (que suelen omitirse); Balanza comercial; PBI (producto bruto interno); Valor dólar; Inflación; Desempleo y Pobreza. En estos datos no existe dicotomía entre política y economía, la información es política.  O no hay economistas candidatos a presidente? 

De este modo el ciudadano común, sin desechar o demonizar los números que se vuelquen en ámbitos mediáticos, que carecen de utilidad cuando se manejan desordenadamente aun cuando sean valederos en términos absolutos, tendrá un plafón fidedigno para efectuar sus propias comparaciones, sin intermediarios interesados. Sirva como ejemplo mencionar uno de los indicadores macroeconómicos más representativos para comparar condiciones de desarrollo y calidad de vida entre países: el IPC (Ingreso per cápita). Indica el ingreso promedio por habitante del país, dividiendo el ingreso nacional anual entre la población total. Considerado aisladamente, recuerda un irónico ejemplo. Un informe señalaba que en un pueblo de 100 habitantes, les  correspondía dos vacas a cada uno. Pero no aclaraba cuántos se quedaron con cuatro vacas, y cuantos con una o ninguna. La ironía es aplicable al discurso político. Cuando se habla de la difícil situación de los jubilados, no se aclara si se refieren a los que cobran la mínima, a los que perciben menos de 50.000 pesos, o incluyen a los que superan los 100.000 pesos. O si se avalan los regímenes de privilegio. Números…discursos…números…

Buenos Aires, 04 de septiembre 2019

Crucigrama: encuestas

“Encuestas” es la palabra clave del presente crucigrama, que plantea un interrogante: pueden elecciones primarias partidarias generar en cuestión de horas una fuerte conmoción económica interna y externa? Y cual epidemia extenderse a delirios analíticos que concluyen en que un presidente real pasó a ser virtual, y uno virtual se considera real? Esta situación que García Márquez llamaría “realismo mágico”, en Argentina es posible. Tamaño desequilibrio emocional y especulativo, fue causado por un instrumento considerado de raíz científica, llamado encuesta de opinión política. Que como pocas veces, permite reflexionar sobre las interrelaciones existentes entre investigación sistematizada (encuestas); propaganda (manipulación comunicacional); legislación (sistema electoral), y discurso político (antes y después de las elecciones del 11 de agosto). Factores esenciales en el tablero del juego político, que según como se diseñen, legalicen e implementen, definen la calidad institucional y desarrollo de un país.  

En este contexto, las encuestas presumen de tener una sólida base científica matemática, tras el objetivo de predecir lo que “la gente” desea o quiere. Las primeras encuestas nacieron en el siglo XIX, en periódicos que intentaban establecer preferencias electorales. Recién en la década del 40 del siglo pasado en Estados Unidos, George Gallup comenzó a diseñarlas científicamente. Si bien existe consenso entre los especialistas que las encuestas tienen poco impacto en la voluntad de los electores, cabría preguntarse entonces la razón de su utilización de modo permanente, con secuencias temporales breves (semanales, mensuales). Una hipótesis plausible sería la necesidad de sustentar lo discursivo, en general pobre, repetitivo, agresivo y poco seductor, con datos numéricos, usualmente de veracidad incomprobable. Vicio político que pareciera haberse extendido a los encuestadores, cuyas opiniones suponen estar respaldadas por bases científicas y sociológicas. Es cada vez más habitual observarlos en el rol de analistas, que coronan sus comentarios sacando un papelito del bolsillo con los “últimos números” de sus encuestas. El lunes 12 de agosto demostró que en un país largamente inestable como la Argentina, si bien las encuestas no tendrían influencia preelectoral, la distorsión que una autoproclamada clase política prestigiosa provocó en los instrumentos esenciales para lograr funcionamientos políticos virtuosos, pueden causar consecuencias pos electorales nefastas.

Entre doce encuestadoras reconocidas del mercado, a las que debieran sumarse otras menos mediáticas relacionadas con inversores del país y del exterior, la que más se aproximó al resultado final falló por 7 puntos. Las justificaciones posteriores fueron tan inconsistentes como los resultados: inutilidad de las encuestas telefónicas o vía online, voto vergonzante, indecisos, etc. Ante tantas dificultades surge un nuevo interrogante: porqué seguirán pululando semana a semana encuestas hasta el 27 de octubre? Develar el misterio exige formular una nueva hipótesis: se hacen realmente las encuestas, en especial las que cubren el ámbito nacional? Refuerza esta duda un antecedente muy cercano ya olvidado. En marzo comenzó la cabalgata electoral en Neuquén. Las encuestas daban paridad entre el gobernador Gutiérrez y el candidato kirchnerista Ríoseco, y aún el triunfo de este último, con un padrón de solo 500.000 electores. Triunfó Gutiérrez por 14 puntos.  

Las encuestas son un instrumento válido para relevar aspectos diversos de la opinión pública, y ayudan a definir estrategias y tomar decisiones. Siempre y cuando respondan a un profesionalismo responsable y buena praxis. Las de tipo electoral en especial, son de muy alto costo de ejecución. Los medios debieran identificar a la empresa encuestadora, ámbitos relevados, tamaño de la muestra, y cuestionarios utilizados. Caso contrario, las encuestas se transforman en un juego en el que cualquier ciudadano puede combinar diversos pronósticos, agitarlos unos segundos, agregarles una pizca de intuición personal, y lanzar el producto en las redes sociales, con la ilusión de ser el encuestador más exitoso en acercarse a los resultados finales.

La palabra clave del próximo crucigrama nos mantendrá en el ámbito matemático. Será “números”, que el discurso político suele convertir en palabras.

Buenos Aires, 28 de agosto de 2019