Crucigrama: sonajeros

Tras un largo proceso electoral, la palabra clave para resolver el último crucigrama político previo al cambio de gobierno el próximo 10 de diciembre, será “sonajeros”. Es un juguete de variados diseños formado por un mango con cascabeles que suenan al agitarlo, con el fin de entretener a los bebés y estimular sus sentidos. Aplicados al campo político, la única diferencia reside en que son utilizados por todas las edades, manteniendo su requisito de entretener, hacer ruido en lugar de explicar, y desarrollar los sentidos para permanecer en cargos públicos. La metáfora, antes que irónica, pretende ser didáctica. Lo político no se restringe a conducción de gobierno y sus diversos estamentos estatales; incluye también a sectores corporativos empresariales y gremiales, sea con presencia explícita (cargos públicos), o influencias implícitas (nexos políticos y gestores). Las pujas de intereses suelen trasladarse a la opinión pública a través de vías comunicacionales, con ensordecedores agitar de sonajeros. Sin que falten “bebes” adultos que desde el poder, intenten anular los sonajeros que le molestan.

En la extensa etapa electoral de este año se destacan tres tipos de sonajeros: 1) preelectorales, con diseños que simulan variedad, pero corroboran la falta de renovación y representatividad política, al amparo de un sistema electoral restrictivo del derecho a elegir. Que finalizadas las elecciones, se prolongan en oportunistas “librepensadores” que, burlando al votante, pasarán de un partido a otro. La novedad fue la súbita desaparición de los sonajeros llamados “ancha avenida del medio”, por pasar sus creadores a marcas con más éxito comercial. En cuanto a los llamados ideologías, la competencia y falsificación de marcas fue creciente: peronismo, justicialismo, kirchnerismo, radicalismo en versiones histórico, K o Pro, neoliberal, populista, desarrollista, social demócrata, progresista. Al punto que ningún “bebé” político adulto se mantiene fiel a una sola marca. La excepción es el sonajero “izquierda dura”, cuyo diseño se mantiene inalterable desde hace casi un centuria.

2) los poselectorales mantuvieron sonidos conocidos, como anuncios de “pesada herencia” o “gran acuerdo social”. Este último repite la escena de un gran número de “bebés” de variado origen, reunidos para tratar que los costos del acuerdo lo paguen otros, y no se vean afectados sus privilegiados pañales de marcas más sofisticadas y exclusivas, como jubilaciones especiales, altos salarios que no pagan ganancias, gastos legislativos desproporcionados, prebendas empresariales, corrupción. El mejor ejemplo son los conmovedores consensos para no pagar las deudas contraídas por las compras de millones de sonajeros, invocando el “hambre del pueblo”, que jamás tuvo el privilegio de recibir algún sonajero. No debiera sorprender entonces que “no pagar” siempre contara con el apoyo de quienes no tienen hambre. Se recuerda la ovación de los legisladores en el 2001, cuando Rodríguez Saa anunció el default de la deuda, y los recientes aplausos de los industriales, cuando Alberto Fernández expresó en la Conferencia Industrial de la UIA: “vamos a pagar el día que hayamos crecido, producido más, exportado más”.

3) los sonajeros asunción de autoridades son los más importantes para el destino de quienes no pueden comprarlos. Los más ruidosos son los que agitan especulaciones de un doble comando en el poder ejecutivo, a resultas de un presidente ungido por su vicepresidenta. Toda argumentación debe partir de supuestos sólidos., evitando sarcasmos como “títere” o “nunca trabajó”. Para conducir a un grupo político, y más aún un gobierno, tener formación profesional, personalidad, conocimiento de los vericuetos administrativos, información privilegiada, contactos, capacidad de lobby y dialéctica, no es suficiente. Existe una condición necesaria que no se enseña; se practica: envergadura política. Nos guste o no, y con los perjuicios que ello pueda causar, la posee Cristina Kirchner, pero ninguno de sus satélites. Lograr este aprendizaje no es fácil. Lo han tenido los Kirchner, Rodríguez Saa, Insfrán, Zamora, en su momento Menem, y presenta aspectos comunes: caudillismos con reelecciones indefinidas y/o familiares, nepotismos exacerbados, y control total de los tres poderes del Estado. Por añadidura, se plasma en provincias poco desarrolladas, que replican una especie de conurbano en el interior. Estos esquemas se trasladan sin modificaciones al manejo de un país. Ello explica que el armado legislativo y parte del ejecutivo de la señora Kirchner, que exige modalidades irrestrictas, se concentre en representantes de esas provincias.

En este contexto, se adjudicó al presidente Fernández dos tareas prioritarias actualmente en ejecución, que no podría cumplir Cristina Kirchner como presidenta: 1) desacreditar las causas judiciales en su contra, y subsidiariamente de otros funcionarios; 2) renegociar la deuda externa con equipos de economistas con nexos internacionales. Qué pasará a partir de esta tareas? Ingresamos en un juego de suposiciones.  

Buenos Aires, 04 de diciembre 2019

Crucigrama: Padilla

El presente crucigrama tiene por vez primera un apellido como palabra clave: “Padilla”. Corresponde a Alejo Ramos Padilla, juez federal de Dolores, en cuyo juzgado el 29 de enero de este año el empresario Pedro Etchebest denunció al supuesto abogado Marcelo D`Alessio por extorsión, bajo la amenaza de involucrarlo en la causa de corrupción conocida como “cuadernos”. Completar los casilleros de este caso incrementará el conocimiento de las tramas corruptas estatales, institucionalmente planificadas y sostenidas en el tiempo, que son fluidas para sustraer recursos públicos, y resistentes para evadir sanciones y devolver lo mal habido, pues los involucrados desempeñan roles en los tres poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial. La clave “Padilla” abre un amplio catálogo de palabras a ser intercaladas en el crucigrama: corrupción, denuncias, operaciones, justicia, espías, complicidades, impunidades, comunicación y periodismo.

Pese a que su objetivo inicial perdió vigencia, recordar el origen del caso “Dolores” brinda un marco de referencia. Comienza en enero de este año, con la operación “puf” anunciada por Eduardo Valdés, y la denuncia del empresario Etchebest. Continúa con la detención y procesamiento de D`Alessio, imputación al fiscal Stornelli, y en marzo, la concurrencia del juez Padilla a comisiones de Diputados, para exhibir documentación reservada de la causa. Diluida la intención inicial de abortar la causa “cuadernos”, y quizás de modo indeseado, el caso fue derivando en líneas investigativas que paradójicamente, transparentan cómo se mueven los eslabones de la corrupción. En junio es citado a declarar y posteriormente procesado por extorsión, el periodista Daniel Santoro. Seguidamente, el juez traslada sus escritos a una Comisión de la Memoria encabezada por Pérez Esquivel, para que establezca si los mismos constituyeron “operaciones de acción psicológica”. De este modo comenzó una estrategia alternativa que hoy, con varios juicios orales en marcha, son mojones del nuevo operativo impunidad: surge el término de moda “lawfare” (guerra judicial), que ya usaba el ministro de propaganda nazi Goebbels para amedentrar jueces, sumado a espías y periodismo

Este cuadro de situación, lejos de prejuzgar o definir culpabilidades e inocencias, estimula resolver el crucigrama cual novela policial en pleno desarrollo, en una etapa en la que todos los personajes son sospechosos. A los actores principales ya mencionados, deben mencionarse varios secundarios, que tanto en las novelas como en las investigaciones judiciales, resultan claves para descubrir al o los asesinos (o coimeros, según el caso). Cabe mencionar a Traficante y Cifuentes (empresarios); Brusa Dovat (ejecutivo PDVSA); Stiuso, Bogoliuk y Barreriro (espías); Bidone (fiscal); Bindi, Robles, Hortel, González, Guijo y Bouzat (abogados), Degastaldi (ex comisario); Luffi (prefecto general). Posiblemente en los próximos capítulos se incorporen nuevos actores. Continuando con la metáfora novelesca policial y tal cual muestran las películas, ante un gran panel, los detectives trazan circuitos que interconectan fotos de las víctimas, sus trabajos, sitios de los crímenes, fechas, relaciones familiares o laborales y radios de acción. Realizada esta tarea con los testigos e imputados en la causa “Dolores”, emergen innumerables interrelaciones y antecedentes personales nada virtuosos. Todos bajo un denominador común: directa o indirectamente tienen o tuvieron nexos con el Estado. O sea, con el “dinero de todos”.

En esta etapa de sospechas generalizadas, podrían aventurarse algunas hipótesis de trabajo: 1) A diez meses de abierta la causa en Dolores, es de esperar que no se dictamine tardíamente la no competencia del juez Padilla y se le quite la causa, o se anule la misma, pues nos privaría de su principal atractivo: saber bajo qué argumentos y cuándo el juez la elevará a juicio oral; 2) Los medios de comunicación no deberían encerrase en su defensa exclusivamente corporativa, perdiendo la oportunidad de seguir la causa en condición de periodismo de investigación serio y profesional; 3) Si los servicios mal llamados de inteligencia se reflejan en los personajes que aparecen en esta y otras causas, o sirven para que los políticos los utilicen para cualquier disparate, en lugar de cambiarle nombres y ropajes, es momento de desactivarlos para crear uno realmente de inteligencia, no solo de espionaje. El inconveniente es que para ello se necesitarían “políticos con inteligencia”.

Buenos Aires, 27 de noviembre 2019

Crucigrama: periodismo

Para resolver el presente crucigrama, a la palabra clave “Periodismo” se la asociará exclusivamente con la actividad política, partiendo de tres hipótesis: 1) el manejo de la opinión pública a través de la comunicación, sea monopólica (totalitarismos), o diversificada (intereses sectoriales), no es un fenómeno moderno, sino ancestral. Solo evolucionaron las herramientas utilizadas, sean orales, escritas o audiovisuales. 2) para evitar preconceptos, el alto desprestigio que atraviesan las elites políticas se acompañará de una desacralización de la actividad periodística. 3) en lugar de abstracciones, se utilizarán realidades; políticos en lugar de “política”; empresarios de medios en lugar de “medios de comunicación”; periodistas ejerciendo el “periodismo”.

El fallecido Umberto Eco, en una de sus últimas novelas que tituló “Número cero”, relata el ofrecimiento de un empresario a un escritor fracasado, para que prepare un nuevo diario basado en diversas investigaciones, sin establecer límites entre la verdad y la mentira. El elegido con un grupo de colaboradores muy bien remunerados, preparan el número cero, investigando secretos ocultos, entre otros, de la CIA, el Vaticano y Mussolini. Pero el diario nunca verá la luz, pues el verdadero objetivo del empresario era utilizar la información para chantajear a altas esferas del poder, en base a un principio simple. Para deslegitimar a un adversario no hace falta acusarlo; es suficiente difundir sospechas sobre sus actitudes, para que la verdad se desvanezca. Su éxito no residía en tener gran número de lectores, sino actuar como amenaza subyacente para evitar a la opinión pública.

El presidente electo Alberto Fernández nos facilita pasar de este relato a lo real. En el diario La Nación del pasado 08 de noviembre, se publicó la entrevista que otorgó al ex presidente de Ecuador Correa para un canal ruso. Refiriéndose a la prensa, Fernández señaló que hay grupos empresarios que tienen un apéndice en lo mediático para defender sus intereses. Pero seguidamente aclaró que los argentinos cuando leemos o escuchamos, sabemos quién está detrás de quien escribe o habla. Cabe preguntarse entonces, a qué obedece la preocupación de Fernández, entusiastamente compartida por Correa?

Atento a su condición docente, Fernández podría ejemplificar su postura. Suponiendo que los argentinos “sabemos” que La Nación y el canal TN son críticos del kirchnerismo, y Página 12 y el canal C5N son críticos del macrismo, a cuál de esos grupos señalaría como defensor de intereses empresariales y/o políticos? A cuál de ellos asociaría a un periodismo profesional, y a cuál vocero de intereses ocultos (que en general suelen ser explícitos)? Quién actuaría como juez para definir intenciones, y eventualmente sanciones? Los sistemas políticos facilitan una respuesta. Los totalitarios exigen una opinión única, eliminando expresiones opositoras. Los democráticos aceptan la coexistencia de unos y otros, independientemente de sus intereses. Pero los autoritarios, que buscan el usufructo permanente del poder en un marco de democracias imperfectas, usarán clásicos recursos de contrapropaganda fáctica y dialéctica, bajo el disfraz de pujas ideológicas. Que incluyen batallones comunicacionales generosamente financiados con recursos estatales, y en casos extremos, desprestigian opiniones opositoras juzgándolas como “operaciones de acción psicológica”. Táctica nada sofisticada; fue aplicada por el bolcheviquismo y el fascismo en las primeras décadas del siglo pasado.

La solución ante este desafío es también ancestral; que el ciudadano tenga opciones para comparar, razonar y decidir por sí mismo, diferenciando verdad de falsedad, denuncia de extorsión, persecución de impunidad, rumor de intencionalidad. Lo que pareciera difícil no lo es tanto. Es la propia diversidad comunicacional la que facilita este ejercicio. Un método sencillo es confrontar una opinión con su opción contraria. Recientemente se instaló en la opinión pública el término “lawfare” (guerra judicial), asociado a conocidos casos de corrupción estatal-privada, pero entendido solo como persecución judicial a líderes populares a través de la prensa. Cabría preguntarse entonces: proteger judicialmente a corruptos y asegurar su impunidad, sería otra variante del “lawfare”?

El próximo crucigrama tendrá como palabra clave un apellido, que permitirá ser interrelacionado con un amplio número de palabras afines: periodismo, jueces, corrupción, espías, operaciones, presos, “lawfare”.

Buenos Aires, 20 de noviembre 2017

Crucigrama: demanda

La palabra clave del presente crucigrama será “demanda”, entendida como reclamo social en apoyo de derechos o expectativas, que deberá ser combinada con transición, equidad, perpetuación, fraude, coimas y corrupción, en un contexto regional complejo, que detonó en simultáneo con un proceso nacional de transición de traspaso de poder entre dos coaliciones de distinto signo. Que nuestra perenne clase política se esmera en complicarla. 

Los estallidos sociales no canalizados institucionalmente dejan daños económicos y sociales irreparables. Las actuales crisis corresponden a sistemas democráticos de disímiles calidades, cuyos actores principales parecieran actuar desconociendo consecuencias de sus actos y de sus dichos. Chile presenta indicadores económicas y de alternancias de gobierno envidiables, pero con políticas distributivas no atendidas (equidad); Bolivia también ofrece un importante desarrollo económico-social, pero su líder incurre en la práctica del fraude, buscando perpetuación; Brasil, potencia económica mundial, afronta una crisis política aún no resuelta como consecuencia de los escandalosos casos de coimas en cabeza de las empresas Petrobras y Odebrecht (corrupción), que barrió con las principales dirigencias políticas y empresarias de diversos países americanos, sin diferenciar entre derechas o izquierdas, neoliberalismos o populismos. Las coincidencias entre los implicados no fueron ideológicas, sino apoyadas en algo más corpóreo: dinero.

Trasladado este panorama al contexto nacional, resaltan aspectos que debieran preocuparnos. De los casos mencionados poseemos todos los vicios: falta de equidad, sistema electoral restrictivo, complejas alternancias en el poder y corrupción sistémica. Por el contrario, carecemos de sus virtudes: poseemos moneda nacional menospreciada; inflación descontrolada ( sólo en trece de los últimos setenta años no superó los dos dígitos), y déficits fiscales recurrentes que culminan con crisis de deuda. Pese a lo cual, las clases dirigentes responsables, sean políticas, sindicales o corporativas, mantienen una continuidad temporal asombrosa. En lo político y sindical, arropados bajo sistemas electorales restrictivos del voto popular o de afiliados, plagados de nepotismos en muchos casos hereditarios. Es por ello que las transformaciones económicas deberán ir en paralelo con las institucionales y electorales, responsables en gran parte de los déficits fiscales, no causados por los más pobres, sino por los que siempre tienen la “heladera llena”, para emplear un término de moda.

Concluyó un acto electoral ejemplar, pese a que viejos políticos, cuando no, intentaron previamente de sospecharlo de fraudulento. El resultado no se acentuó la “grieta”, como plantearon superficiales analistas, sino plasmó una adecuada distribución porcentual de roles entre las dos coaliciones predominantes. Sin que ello evite ingresar en la habitual etapa de coptación y reubicación de dirigentes oportunistas, que a espaldas de sus votantes negociarán reacomodamientos disfrazados de “amplitud ideológica”. Los ciudadanos deberemos sostener estas continuidades democráticas firmemente, sin renunciar a interpelar a nuestros representantes todas las veces que sea necesaria a través de la opinión y la presencia, y no por la acción violenta desestabilizadora de forajidos ideologizados.

Es momento entonces de dar por cerrada la etapa de festejos, que incluyó ahondar sobre la penetración ideológica de Bugs Bunny, acumular fotos color sepia con anquilosados dirigentes y pontificar a través de diez palabras por twitter, para ponerse a trabajar. El desafío económico no es menor, y se repiten antecedentes. El debate se concentra en cómo no pagar, pero nada se dice respecto a cómo desactivar enormes gastos superfluos y prebendarios, que permiten que muchos de los que recorren los medios de comunicación clamando por los pobres, tengan siempre la “heladera llena” a costa de recursos públicos. Las soluciones volcadas como trascendidos, recuerdan viejas experiencias: acuerdos económicos-sociales; Plan Austral; sustracción de ahorros; Plan Bonex; convertibilidad; no pagar deuda; Plan Boden; pesificaciones asimétricas; cepos cambiarios; mercados desdoblados.

Próximos al diez de diciembre, los políticos y jueces deberán recordar además que el juramento “que Dios y la Patria me lo demanden”, no excluye la obligación de someterse a la terráquea justicia establecida en la Constitución, especialmente en los temas de corrupción.

Buenos Aires, 13 de noviembre 2019

Crucigrama: cuaderno

“Cuaderno” será la palabra clave para resolver el presente crucigrama. Asociada a corrupción por las anotaciones del chofer Centeno, si le otorgamos un clásico uso escolar de aprendizaje, podríamos interrelacionarla con un sinnúmero de palabras que posibiliten análisis políticos que excedan lo delictivo: víctima, poder, responsabilidad, trama, complicidad, complacencia, encubrimiento, déficit fiscal, pobreza.

Inicialmente es importante identificar a la víctima de los delitos cometidos. En casos de corrupción es el presupuesto público, no patrimonios privados. Por ello las complicidades maliciosamente encubiertas tras el eslogan “roba pero hace”, es tan falaz como si los supermercados ofertaran “lleve un producto al precio de dos”. O intentar coaccionar a un opositor enrostrándole “tu padre es un empresario inmoral”, sin especificar si lo es por estafar a otro privado, o por asociarse a funcionarios “entregadores” de recursos públicos. La frecuencia de casos  determina el tipo de corrupción de un país. Nuestro listado histórico es rico en ejemplos: Italo, BIR, IBM-Banco Nación; Skanska. Cuando son puntuales, se llaman actos de corrupción, que justifican la complaciente frase “siempre hubo corrupción”. Pero en las últimas dos décadas la asociación entre altos niveles estatales, sindicales y empresariales alcanzó tal magnitud y habitualidad, que nos ubica como país en estado de corrupción permanente. Para alcanzar este nivel, deben coexistir una extendida trama (organización), complicidad (ejecución), y encubrimiento (impunidad), consolidadas en el tiempo. Esta necesidad de continuidades temporales explica lo restrictivo de nuestro sistema electoral, el abuso de nepotismos, y la resistencia para aprobar leyes efectivas contra el delito, como ley de fueros y extinción de dominio, entre otras. Surge entonces un interrogante: pueden existir en democracia tantos cómplices estatales? La respuesta la brinda la participación en la trama de eslabones que, si bien son penalmente honestos, aportan complacencia para no ver, dejar hacer, no denunciar, recibiendo como contraprestación cargos públicos y prebendas. Y si hablaran de corrupción, solo se referirían a la ajena, con fines de amenaza e impunidad antes que de moralidad.

Esta descripción que abarca a todos los poderes del Estado, se transparentó en la causa llamada “cuadernos”. Atípica no solo por la simultaneidad de diversos casos, sino por la participación en forma directa o indirecta de funcionarios, empresarios, jueces, legisladores, sindicalistas, financistas y testaferros, todos enriquecidos, pero preocupados por la pobreza. Quienes lograron esa trama eficaz para delinquir, intentan hoy mantenerla para lograr impunidades y salvar patrimonios personales mal habidos; ya no proclamando inocencia, sino acudiendo al oscuro mundo judicial de las nulidades. Sin embargo, la espectacularidad de los casos impidió profundizar acerca del rol que en este contexto desempeñan dos conceptos políticos esenciales en el ejercicio de un gobierno: poder y responsabilidad. Más aún, en un sistema caracterizado como fuertemente presidencialista, necesitado de líderes, y con visos de autoritarismo.

Estado es un concepto político abstracto que se refiere a una forma de organización política, social y económica conformada por instituciones. Pero Gobierno se materializa con funcionarios de carne y hueso de disímiles antecedentes y especialidades, con responsabilidades de administrar, legislar y juzgar. En funciones ejecutivas, quien ejerce el poder elije a sus principales colaboradores en altos cargos políticos. Queda por develar como se trasladan estos ordenamientos escalafonarios burocráticos, al campo de las responsabilidades y/o complicidades en las tramas delictivas. Es de esperar que los juicios orales por corrupción iniciados y futuros, que los “perseguidos políticos” tratan desesperadamente evitar, clarifiquen este interrogante. Es muy fácil identificar períodos de corrupción solo por los nombres de los presidentes de turno (Menem, De la Rúa, Kirchner, Macri), obviando la existencia de un sistema institucional y corporativo con políticos, jueces, sindicalistas  y dirigentes en general, que permanecen inamovibles.

Desde esta perspectiva y en lo inmediato, cobran relevancia las capacidades, honestidad  e independencia de quienes conducirán los diversos organismos de control del Estado (UIF, Sindicatura, AFIP, Auditoría, Procelac, Anticorrupción). Bajo que pautas serán designados? El elector y el elegido siempre lo tienen claro.

Buenos Aires, 06 de noviembre de 2019