Crucigramas políticos

Un crucigrama es un pasatiempo que consiste en escribir en una plantilla una serie de palabras en orden vertical y horizontal conectadas entre sí, hasta completar todos los casilleros con palabras reconocibles, de acuerdo a un diseño predeterminado. Comenzar a practicarlos será útil, no solo para ordenar y analizar el aluvión de interpretaciones políticas que generaron las recientes elecciones partidarias internas, que el “fabricado en Argentina” transformó en externas y obligatorias aún sin candidatos, sino también intentar resolver los futuros crucigramas que los políticos propondrán hasta el 27 de octubre próximo, y desde esa fecha en adelante.

Para ello se utilizará la metáfora de los crucigramas utilizándolos como ordenador analítico, partiendo de una palabra/concepto clave, que deberá  interrelacionarse con otras relacionadas con el tema. Este ejercicio comenzará con la palabra “comunicación”, por dos razones: 1) es el instrumento que conecta los mensajes con los ciudadanos; 2) permite explicar las reglas básicas del juego. La comunicación  se compone de emisores y receptores, interconectados a través de medios adecuados (escritos, orales, visuales). Cuando es política, su fin no es el de entretener, sino el de intentar influenciar sobre la opinión pública, por lo que los emisores no opinan y/o actúan casual o asépticamente, sino que pretenden convencer, intentando que el usuario pasivo (el ciudadano), no confronte con otras alternativas. Por ello las palabras no se deberán combinar aleatoriamente, sino desentrañar su lógica, intencionalidad y verosimilitud, para recién entonces sí, maniobrar según informaciones y convicciones propias. Se hace esta prevención dado que las palabras/conceptos provendrán de perennes dirigentes políticos, muchos de los cuales con cargo público bajo el brazo cambian de bando y opinión cada dos años, por lo que resolver los crucigramas no será fácil. Esta supuesta complejidad inicial no debiera quitarle al juego el carácter de popular, bajo el prejuicio que los pobres votan con el estómago y son condescendientes con la corrupción. Los problemas en un país surgen cuando los ricos votan con el bolsillo y aceptan y/o promueven la corrupción.

Las palabras clave a utilizarse evitarán abstracciones o grandilocuencias para usarlas como fáciles comodines, tales como Gobierno, Justicia, Periodismo, Iglesia. En su lugar, se emplearán nombres concretos de gobernantes, jueces, periodistas, clérigos. La estrategia de centrarse en lo general para evitar ahondar en lo particular y verificable, aterra a la clase política. Tampoco se dará por sentado el significado de palabras fetiches que encantan a los políticos desde lo discursivo, pero no en los hechos, tales como Patria, República, Juntos, Unidos, Todos, Justicia, Renovación. Del mismo modo, no se desecharán palabras prejuzgando si su emisor es honesto o deshonesto, republicano o populista, bien o mal intencionado, pues nos llevaría a conclusiones prejuiciosas, excluyentes y unívocas, lo que convertiría al crucigrama en un juego mecánico en lugar de analítico.   

El acelerado desarrollo tecnológico de los sistemas comunicacionales no invalida la vigencia de principios básicos. El emisor, sea directo (el político) o intermediario (el comunicador), puede actuar como informante (descripción de hechos); opinante (interpretación de hechos), o portavoz rentado (propaganda direccionada). En un marco de libertad de opinión, en un mismo plano deberán confrontar racionalidad y emoción, veracidad y engaño, investigación y encubrimiento, honestidad y delincuencia, convicciones y oportunismos. Aún a los delincuentes no se les pueden negar el derecho a clamar por su inocencia, pues el veredicto final debieran darlo las instituciones estatales específicas, previo un control de calidad: que las mismas no contengan a su vez delincuentes. Es esta diversidad la que hace más atractivo el juego, pues nos permite ejercicios comparativos para detectar inconsistencias.

Tras esta presentación, el primer crucigrama a publicarse la próxima semana se referirá a la situación política vigente tras las recientes elecciones llamadas Primarias Abiertas. La palabra clave será “encuestas”, que abre un campo fértil para efectuar múltiples combinaciones entre otras palabras que posibilite arribar a una conclusión plausible para resolver el crucigrama.  

Buenos Aires, 21 de agosto de 2019

Candidatos comunes

Repetidos políticos, repetidas estrategias electorales y repetidos mensajes discursivos, generan un desafío publicitario de campaña difícil de resolver: prometer ser y hacer, negando lo que se ha sido y se hizo, a lo que se agrega explicar con quienes se está ahora, habiéndolos rechazado y despreciado hasta hace poco. Tras las absurdas primarias argentinas, es oportuno hurgar en este dilema discursivo con vista a las próximas elecciones que determinarán futuras políticas con independencia de quien triunfe, a fin de no absorber los mensajes pasivamente, y detectar falacias o inconsistencias utilizadas para captar votos usufructuando angustias sociales, como sucediera con el recordado “dólar recontra alto” anunciado por Di Tella previo a las elecciones de 1989, en plena hiperinflación de Alfonsín.

Un ejemplo adecuado para el análisis es el mensaje televisivo del candidato Alberto Fernández, comentando que es un hombre común, profesor universitario y poseedor de un perro. El mensaje vale no solo por su planificada sencillez, sino por representar una estrategia utilizada por muchos de quienes han hecho de la política no un servicio circunstancial, sino una permanente forma de vida privilegiada. El término “privilegio”, de por sí, pareciera ser contradictorio con la pretensión de ser alguien común. Aplicado a personas, el término “común” identifica aspectos pertenecientes a grupos mayoritarios de una comunidad, sin segmentar en condiciones económicas, ideológicas o sociales. Cuando se adquiere una trascendencia y/o influencia en círculos de poder que repercuten en las condiciones de vida de esos grupos mayoritarios de manera continua en el tiempo, con consecuencias políticas que dejan de ser sectoriales para transformarse en generales, el responsable pierde la condición de común. Desde esta perspectiva, la comunicación de los candidatos debiera sustentarse en afirmaciones más trascendentes, como “tengo  capacidad de conducción y estructura de apoyo necesaria; seré honesto en el cuidado de los recursos estatales y combatiré la corrupción; puedo exhibir mis antecedentes”. Quizás no casualmente, en la búsqueda de empatía con los ciudadanos, los asesores de imagen eluden este mensaje, reemplazándolo por la edulcorada condición de ser alguien común.

La situación  se agrava cuando la condición de “común” se extiende al campo del pensamiento y lo discursivo, en cuyo caso el término puede ser traducido como ordinario, vulgar, generando debates superficiales, como que por culpa del gobierno creció el consumo de productos de segundas marcas tipo “Pindonga” y “Cuchuflito” (fabricadas en general por las alabadas pymes), en lugar de primeras marcas más costosas. Como contrapartida, en Córdoba un conocido productor de fiambres le comentó al presidente que tiene registrada sin usar desde el año 2000, la marca “Pirulo”. La superficialidad “común” deja  de ser divertida, cuando un candidato anuncia que recortará los intereses de los títulos de crédito emitidos por el Banco Central que pueden ser adquiridos solo por los Bancos, llamados Leliq (en el 2002 llamados Lebac), con la pretensión de provocar una corrida hacia el dólar, tal como lograra Di Tella en 1989. Con el agravante de prometer que el supuesto ahorro de intereses se destinaría a proveer remedios gratuitos a los jubilados, sin más detalles. Para equilibrar las críticas, recordemos la promesa del actual gobierno de sacar los impuestos a la exportación o bajar la pobreza.

Es verdad que en una campaña electoral los temas y mensajes son necesariamente acotados y dirigidos a lo emocional. Es ridículo pretender debatir en campaña temas trascendentes entre los mismos políticos y legisladores oficialistas y opositores que desde hace años no supieron acordar políticas desde sus cargos. Pero es esta restricción discursiva de campaña la que precisamente obliga a revalorizar cada mensaje: que sean pocos pero consistentes. En el marco de la hojarasca discursiva irrelevante, tendenciosa o falaz, claridad es poder.

Mucho se habla de los costos electorales abusivos, y las nuevas y sofisticadas técnicas de comunicación vía redes sociales. Pero pareciera obviarse que la mentalidad de muchos de nuestros políticos “comunes” quedó estancada en el tiempo. Posiblemente, porque quienes ejercen desde hace décadas la privilegiada y anhelada actividad política casi de modo hereditario, jamás sufrieron los efectos económicos destructivos que supieron provocar.

Buenos Aires, 14 de agosto de 2019

Persecución o salvataje?

Los delitos económicos contra el Estado son encabezados por altos funcionarios públicos, los que deben ser a su vez controlados y sancionados por otros funcionarios públicos. El botín son recursos estatales llamados demagógicamente “dinero de todos”, pero de nadie en particular, lo que facilita su sustracción si los eslabones de la trama delictiva están adecuadamente interrelacionados. Cuando la corrupción estatal es sistemática y permanente en lugar de circunstancial y aislada, el país afectado afronta una cleptocracia, como se denomina a la que es ejercida desde altos niveles institucionales.

Estas sólidas tramas suelen alterarse vía revoluciones en dictaduras o autocracias, o alternancias de gobierno en democracias, en especial cuando el reemplazado ejerció el poder durante largo tiempo. Si bien no son instantáneas, las transformaciones conmocionan a los eslabones corruptos, que ven afectadas sus lubricadas logísticas e impunidades consolidadas. Ello genera fuertes reacciones defensivas inicialmente subterráneas, hasta que la acumulación de información pública y avances judiciales, obliga a batallar en el campo de la opinión pública, partiendo de una regla básica de la propaganda política: la contrapropaganda o desinformación. Consiste en destruir o licuar los hechos que involucran a los acusados, apelando al mito, la mentira y el hecho, aplicados de modo intenso, unificado, simultáneo y multisectorial. La estrategia inicial más conocida y trillada es la invocación de “persecución política” por parte de los funcionarios de gobierno acusados. Psicológicamente, jamás se argumentará “soy inocente o las pruebas son falsas” (defensa individual), sino utilizarán estrategias corales del estilo “las causas judiciales están armadas” (descrédito grupal). Este combate dialéctico que no ahorra desprestigios cruzados en busca de impunidad, es de manual a nivel internacional (leer “La propaganda política”, Jean Marie Domenach, París, 1950).

Un aspecto doméstico a develar, es porqué esta lucha entre información y desinformación se instaló fuertemente en medio de un contexto preelectoral, cuando es sabido que la corrupción es un tema de debate político temido y evitado, más aún con muchos candidatos implicados. Pese a lo cual, las declaraciones rimbombantes se suceden ininterrumpidamente.  El presidente de la Corte bonaerense Eduardo De Lázzari, sin aportar pruebas, denuncia el armado de causas judiciales; el candidato presidencial Alberto Fernández amenaza públicamente a jueces que avanzan con las causas de corrupción; el combativo dirigente gremial judicial Piumatto guarda silencio; el intendente Durañona exije militancia en los integrantes de la Corte Suprema; el escritor Giardinelli propone una Conadep para periodistas; el actor Dady Brieva anuncia acciones punitivas. El desenfreno declarativo lo iniciaron el ex juez Zaffaroni y ex presidente Duhalde, sugiriendo recursos absolutorios no judiciales, como amnistías (perdonar el delito), o indultos (perdonar la pena). El objetivo de estas alternativas, ya usadas en nuestro país, es claramente enunciado por el escritor y periodista estadounidense Ambrose Bierce, fallecido en 1913, cuando con su visión irónica de la naturaleza humana, afirmaba que “los indultos se otorgan a quienes resulta difícil condenar”.

La diversidad sectorial de las opiniones no es casual; la contrapropaganda exige trasladar simultáneamente mensajes unívocos a diversos ámbitos sociales. Las opiniones de Zaffaroni, Alberto Fernández o Dady Brieva, tienen los mismos objetivos. El interrogante respecto a la razón de formular en plena campaña electoral expresiones políticas supuestamente perjudiciales para quienes pretenden gobernar, puede tener una respuesta plausible: la urgencia, surgida ante el avance de las causas de corrupción e inicio de los juicios orales y públicos en tiempos inéditamente razonables, que trastocó las clásicas maniobras de encubrimiento, basadas en frenar expedientes y recursos dilatorios de las defensas. El aporte más explícito en favor de esta hipótesis lo brindó la propia Corte Suprema de la Nación, cuando el 14 de mayo pasado, a siete días del comienzo del juicio oral en la causa por corrupción en la adjudicación y control de obras viales en Santa Cruz, solicitó al Tribunal Oral 2 el envío de las actuaciones contenidas en 59 cuerpos. Una incipiente reacción social y judicial, abortó la maniobra.

Un aspecto positivo de esta etapa ineludiblemente conflictiva, es que los habituales encubridores están forzados a actuar y opinar a cara descubierta. Y los ciudadanos por su parte, podrán constatar culpabilidades e inocencias a través de juicios orales y públicos.  

Buenos Aires, 24 de julio de 2019

Próxima newsletter: 14 de agosto de 2019

Gritos y silencios

Conceptos tan opuestos como gritos y silencios, reseñan las metodologías negociadoras que ante la opinión pública, aplican quienes asumen la responsabilidad de representar los intereses de asalariados y empresarios, complementados con el Estado en su rol institucional. Si bien se suponen divergentes (pujas salariales y otros beneficios), en nuestro país se repite una situación peculiar, consistente en lograr fáciles consensos cuando los supuestos beneficios recaen en el presupuesto público, llamado demagógicamente “dinero de todos”. Lo que explicaría parcialmente nuestra insostenible degradación económica, estimada en 74 años si tomamos como referencia el fin de la Segunda Guerra Mundial, o de 36 si se parte de la recuperación de la democracia en 1983.

Facilita este fenómeno las continuidades de las representaciones sectoriales, que no son solo políticas, sino también gremiales y empresariales, que en muchos casos en lugar de acordar mejoras salariales y laborales virtuosas, se aúnan para lograr y/o mantener prebendas y privilegios, y peor aún, conformar complicidades en el campo de la corrupción estatal-privada. Profundizar este diagnóstico implica enfocar los casos de corrupción no solo desde el punto de vista delictual, obviamente más impactante, sino por su millonaria incidencia en perjuicio de la economía, incorporada al llamado genéricamente déficit fiscal, y pérdida de fuentes laborales en el mediano plazo. Corregir este vicio no significa “echar gente que trabaja”, como intencionadamente pregonan los beneficiarios de los negociados.

Detectar este tipo de asociaciones desde hace varias décadas no es una insustancialidad cronológica. Por Internet pueden ubicarse los antecedentes de promociones industriales que vencidos sus plazos de beneficios estatales, dejaron cáscaras vacías con serios problemas habitacionales y laborales en donde se asentaron; la desaparición del Banco Nacional de Desarrollo, con créditos a empresarios irrecuperables; la crisis bancarias del 2001-2002 concentradas en los bancos Nación y Provincia, plagados de créditos empresariales-políticos irrecuperables. Transportados a tiempos más cercanos, se pueden citar los casos del Grupo Indalo de Cristóbal López; del grupo de medios Spolzki-Garfunkel; la Cooperativa lechera Sancor (gremialista Ponce); el Grupo Plaza (empresarios del transporte Cirigliano); la avícola Cresta Roja (empresario Rasic); Correo OCA (empresario Farcuh y gremialista Moyano); Remolcadores portuarios (sindicalista Suárez); Privatización de YPF (empresario Esquenazi vendiendo sus acciones a fondos buitres americanos para luego quebrar).

Los escasos ejemplos citados, tuvieron como denominador común que contaron con la complacencia activa o pasiva (el efecto final es el mismo), del trípode objeto de esta reflexión: empresarios, sindicalistas y funcionarios políticos. Profundizar sobre esta práctica ruinosa implica evadir la trampa de falsos debates ideológicos, o discusiones anacrónicas como estatismo o privatismo, empresario explotador y trabajador explotado. Nuestros antecedentes verifican que en la corrupción estatal-privada, la confluencia de objetivos del trípode en modo corrupto, actúa con éxito en todas las alternativas.

El Estado tiene el monopolio para establecer el andamiaje legal, asegurar su cumplimiento, impartir justicia y proveer seguridad, por lo que la calidad de una Nación corresponde al Estado. El empresario por su parte, debe aportar capital de riesgo, creatividad productiva, honestidad comercializadora, y como contrapartida, pedir al Estado reglas jurídicas estables e infraestructura logística adecuada. Cumplidos estos requisitos, el Estado tiene los instrumentos necesarios para controlar monopolios o maximizaciones injustificadas de ganancias, y los sindicalistas las atribuciones para defender el interés real del trabajador. Ello sin necesidad de recurrir a ficciones como plantear desarrollos resultantes del “derrame” benevolente de ganancias empresarias, o que burócratas sin conocimientos acordes ni capital de riesgo, manejen empresas ajenas. Terminar con estas asociaciones fraudulentas entre funcionarios, sindicalistas y empresarios disfrazadas de conflictivas, permitirá que los fracasos de décadas pasadas no continúen acumulando años.

Buenos Aires, 17 de julio de 2019

Candidatos auxiliares

De la trilogía de vicios electorales y partidarios que explican la degradación de nuestro sistema político, que impide un desarrollo institucional y económico sostenido, oportunamente se analizaron dos: un sistema electoral oportunista y restrictivo del derecho de elegir, y abundancia de partidos políticos ficticios casi unipersonales. El tercer factor, causante de los dos vicios mencionados, es el perfil individual de nuestros políticos. Para analizarlo será útil remontarnos al gobierno de los príncipes en la Italia del siglo XVI, en un contexto de permanentes luchas entre los principados de Milán, Venezia, Florencia, Siena, Roma y Nápoles, que incluían al Vaticano como centro de poder político-religioso. Dicha época presenta aspectos comparables con nuestra actualidad.

En ese entonces el florentino Maquiavelo distinguía entre tres tipos de soldados para defender al príncipe: auxiliares, mixtos y propios. Las tropas auxiliares, que contaban con su propio jefe y Maquiavelo consideraba tan inútiles y peligrosas como las mercenarias, eran las que al estar bajo amenaza recurrían a un príncipe poderoso para que las protegieran. Una vez en batalla, abandonaban al príncipe si caía derrotado, o intentaban derrocarlo desaparecido el peligro. En una actualidad menos bélica, la metáfora pareciera adecuada para interpretar el deambular electoral de muchos políticos entre diversos partidos, que se ofrecen como “auxiliares” de un “príncipe”, para integrar sus listas de candidatos. Se deben destacar algunas diferencias entre el antecedente histórico y la actualidad. Si bien hoy tenemos un Papa argentino, el Vaticano sigue estando en Roma, por lo que su influencia es más lejana. Lo que no impide que surjan imitadores del fanático monje florentino Savonarola, reencarnados en estridentes voceros como Vera, Grabois y Valdez, que nada tienen que ver con la sutil diplomacia vaticana. Por otra parte, los principados en conflicto de entonces defendían con denuedo su identidad, mientras que nuestras réplicas políticas en pugna la modifican permanentemente, intercambiando reinos, príncipes y tropas: Propuesta Ciudadana, Cambiemos, Juntos por el Cambio, Frente para la Victoria, Unidad Ciudadana, Frente de Todos, y otros. La confusión genera situaciones insólitas, como que el “condottieri” Espert haya fundado el mini principado llamado Frente Despertar, pero paradójicamente se durmiera para lograr un ejército.

Esta diferencias de fondo entre los principados renacentistas y los vernáculos, facilitan comprender el perfil de nuestros políticos, basados en una aparente contradicción: pese a la volubilidad de nuestros “príncipes” y tropas auxiliares para mantener y defender sus principados, respetan celosamente el nepotismo familiar como costumbre monárquica característica, y exhiben una capacidad de permanencia asombrosa. Ante esta realidad, surge el desafío de identificar a quiénes cumplirían hoy el rol de “príncipes”, y quienes el de tropas “auxiliares”. Las condiciones de un príncipe, si además pretende ser conductor, no varían en esencia: personalidad, identidad definida, capacidad de liderazgo y espíritu de sobrevivencia, por estar rodeado de ambiciones y cinismos. Estos requisitos son aplicables tanto a personalidades y regímenes virtuosos o viciosos. No ejercieron de igual modo el poder los Medici en Florencia que los Sforza en Milán. Pero fueron líderes, y sus enemigos lo sabían. En nuestra actualidad, solo dos personas, disímiles además, podrían considerarse “príncipes”: Mauricio Macri y Cristina Kirchner. No son genuflexos, y ningún asesor de imagen podrá encubrir sus personalidades, sin caer casi en el ridículo. Lo que no deja de ser una virtud, pues ningún elector podrá aducir que fue engañado al votar. Además, ambos afrontarán similar desafío al de los antiguos príncipes; poseen tropas propias confiables, pero deberán lidiar con tropas “auxiliares” que reclamaron su protección, perdón u olvido, para usufructuar cargos.

Un ejemplo de jefe de tropas “auxiliares” es Sergio Massa. Intentó ser un nuevo “príncipe”, adjudicándose la aptitud de terminar con el sojuzgamiento o grieta ejercida por los dos poderosos príncipes mencionados, para lo cual creó su ejército Renovador. Su primer fracaso lo tuvo con sus propias tropas: uno a uno lo fueron abandonando para ofrecerse como auxiliares de los poderosos. Finalmente, el propio “condottieri” Massa, sin siquiera presentar batalla, se ofreció mansamente ante uno de sus proclamados enemigos, como tropa auxiliar. En tal condición, fue retratado en un cuadro de época mimetizado con la plana mayor de quienes prometió combatir para alcanzar el poder. 

Maquiavelo le recordaría que los “príncipes” (aún los modernos), no se autoproclaman. Deben ganarse respeto, estima, y de ser necesario, temor.

Buenos Aires, 10 de julio de 2019

Cuadernos políticos

En sus ya famosos cuadernos de anotaciones rutinarias, inicialmente menospreciados por ser fotocopias, Centeno, el ignoto chofer de un organismo público, no habla de coimas o negociados.  La inédita corrupción estatal-privada emergió como consecuencia de una silenciosa investigación judicial y reservada colaboración periodística. Pero la utilidad didáctica de los cuadernos no se agota en el campo delictivo, sino abre una posibilidad de reflexionar sobre una arcaica concepción de ejercicio de poder político, sustentado en presidencialismos supuestamente hiperverticalistas. Para este análisis colaboran dos hechos simultáneos: 1) el inicio del juicio oral y público de la causa referida a las obras viales en Santa Cruz, contratadas al empresario Lázaro Báez; 2) las negociaciones previas a la oficialización de alianzas y candidaturas, con plazo de cierre el próximo 22 de junio.

El juicio por obras de Vialidad en Santa Cruz con recursos nacionales, tiene una condición especial; los 13 imputados conforman un circuito que se extiende desde la máxima autoridad nacional (ex presidenta Cristina Kirchner), hasta niveles provinciales secundarios con trabajos de campo. Con un dato adicional no menor: las máximas autoridades nacionales y provinciales desempeñaron sus tareas mancomunadamente durante doce años ininterrumpidos. Por ello, pasadas las obvias repercusiones mediáticas del caso, que hasta tuvieron la participación de la Corte Suprema, es momento de prestar una especial atención a las declaraciones de quienes deberán dar explicaciones relacionadas con sus responsabilidades administrativas y secuencia de tramitaciones burocráticas, a fin de dilucidar un interrogante esencial en un estado de corrupción estatal-privada consolidada: cómo se puede armar una trama delictiva, en este caso de obras públicas, de tal extensión territorial y de complicidades? Es posible que ante una supuesta orden presidencial todos los subordinados se asustaran y actuaran en consecuencia? Es posible que las oposiciones políticas de turno, salvo pocas voces recurrentes, no vieran nada?

La actualidad colabora para interconectar el juicio con el ingrediente político. La ciudadanía asiste con estupor a una puja de inconsistencias por alcanzar ese supuesto “poder presidencial verticalista” y cargos legislativos, entre cuyos actores predominan soberbias, oportunismos, cinismos, contradicciones, especulaciones y traiciones, por sobre fluctuantes ideologías y agrupaciones con etiquetas casi comerciales (Patria, Unidad, Cambio), que en cada elección ansían incorporar productos marketineros como Tinelli, Manes, Nito Artaza o Moldavsky. No se siguen ideas ni principios; solo se usan eslógans. El zapateo sobre el escenario se realiza con un peronismo sin Perón, un radicalismo sin Alem y un socialismo sin Justo. Quizás Max Weber podría ayudarnos a definir el perfil de muchos de nuestros volátiles políticos, al distinguirlos entre quienes ejercían la política como profesión, y quienes lo hacían como servicio. Si observamos nuestro sistema electoral (listas sábana; ley de lemas; reelecciones indefinidas, candidatos que ingresan a un cargo legislativo por un partido y terminan asociándose a otro), tenemos la respuesta. Resurge entonces el interrogante. En un contexto de corrupción y complicidad que abarca a los tres poderes constitucionales, con licuación de identidades políticas coherentes, presentarse como presidente “fuerte” es un síntoma de fortaleza o de debilidad? Tal condición obligaría a negociar propuestas, principios, programas, o cosas más terrenas? Aunque tardíamente, sería oportuno preguntarse si los responsables de la “grieta” son Mauricio Macri y Cristina Kirchner, o los perdurables cortesanos que buscan colgarse de los pantalones o polleras de turno, según convenga. Sagaces analistas dicen que “la gente” vota personas. Existe otra posibilidad?

Otra enseñanza que podría dejar las declaraciones exculpatorias de los acusados en el juicio oral, es constatar que los circuitos delictivos no concluyen en los partícipes activos, sino necesitan del silencio pasivo y complaciente de muchos de los mal llamados “inocentes” u “honestos”. No nos referimos al abstracto y global concepto de “la gente”, sino al concreto e identificable de “los políticos”. No son todos iguales, pero para diferenciar, se debe comenzar a legislar leyes que desmonten las listas sábanas, posibilitando que al menos, sean los ciudadanos quienes elijan a sus legisladores.   

Buenos Aires, 30 de mayo de 2019

Balacera judicial

Corrupción según su etimología latina, significa “arrebatar alguna cosa, depravar, echar a perder, sobornar, desnaturalizar”. Puede tener consecuencias materiales, morales, económicas o políticas; en muchos casos, simultáneas. Existe además la distinción entre “actos corruptos” de efectos puntuales, acotados (arrebato de una cartera), o “estados de corrupción permanente”, que por su condición pertenecen al campo institucional, y tienen inevitables consecuencias sociales (sustraer recursos públicos). Un motochorro por ejemplo, ejerce un “acto corrupto” usualmente violento, mientras que en un “estado de corrupción política”, los implicados necesitan conformar sólidas tramas de complicidad con la participación activa o complaciente de los tres poderes del Estado. El objetivo final no diferencia entre delincuentes comunes violentos o los de “guante blanco” de escritorio: dinero, fortuna, enriquecimiento. Pero las corrupciones políticas tienen un efecto multiplicador destructivo: a mayor corrupción, existirá mayor interrelación con las logísticas externas privadas receptoras y redistribuidoras de los fondos públicos. Logísticas que irán generando su propia autonomía para generar sus propios negocios, como organismos de control, fuerzas de seguridad, cooperativas, universidades, bandas de contrabando y narcotráfico.

Los innumerables casos de corrupción estatal-privada surgidos recientemente, que tuvieron su eclosión con la causa “de los cuadernos”, y exhiben a todos los sectores que conforman las organizaciones o tramas delictivas en cabeza del Estado, sumado a la saludable decisión de iniciar en tiempos razonables los juicios orales y públicos, nos presenta el desafío de ir desmenuzando el desarrollo de los acontecimientos políticos y judiciales siguiendo líneas de análisis racionales, alejados de preconceptos y fanatismos. El juicio oral y público es una instancia  a la que históricamente ningún procesado quiere llegar, pese a que es la única garantía para demostrar su eventual inocencia, y no soportar la carga de incertidumbre y desprestigio. Tan natural se hizo en nuestro país el cajoneo judicial y los permanentes artilugios de recursos, impugnaciones y apelaciones por parte de  reconocidos abogados defensores, que prácticamente narcotizados, nos habíamos acostumbrado a que normalmente los juicios contra la corrupción duraban más de diez años. Y cabría agregar, terminaban sin culpables. La diferencia entre lo que se dice mediáticamente y lo que se dice en sede judicial suele ser notable. Cambia hasta el lenguaje. Mediáticamente el término más empleado es “persecución política”, en sede judicial se transforma en “no era mi responsabilidad; “yo no sabía nada”; “es dinero de la política”.

Esta mayor eficacia procesal desacopló el ritmo cancino de laboriosos y encubiertos operadores judiciales reales o ficticios, como Javier Fernández, Daniel Angelici, Alberto Fernández, entre otros. Obligando a que mutaran en amenazas y maniobras legales desesperadas realizadas a cara descubierta y en tiempo real. En este contexto en tan solo doce días, se produjeron en este mes una serie de sucesos político-judiciales que podrían titularse “12 días políticos que incluyen 4 días de balacera judicial”, con el siguiente cronograma:

Día 09: presentación del libro “Sinceramente” de la ex presidenta Kirchner en la Feria del Libro, en una sala colmada de adeptos.

Día 14: a última hora la Corte Suprema, por nota de un secretario y sin conformidad de su presidente Rosenkrantz, pide al Tribunal Oral n° 2 los 59 cuerpos del expediente de la causa obras viales en Santa Cruz, con fecha de inicio del juicio el 21 de mayo.

Día 15: se produce una reacción de parte de la ciudadanía, y críticas de innumerables constitucionalistas y abogados. El Procurador General y el fiscal de la causa solicitan la no postergar el juicio. El Tribunal Oral no se expide.

Día 16: el expediente se traslada a la Corte en carretilla. En un reportaje televisivo nocturno, Alberto Fernández amenazó que los jueces Ercolini, Bonadío, Hornos, Irurzun y Gemignani van a tener que “dar explicaciones por las barbaridades que escribieron”, y anunció que estaba escribiendo un libro con graves revelaciones sobre integrantes del Poder Judicial.

Día 17: la Corte emite un confuso comunicado de diez puntos sin firmas, entre los cuales se expresaba que sus integrantes (cuatro), pretendían verificar si existen deficiencias procesales. Se devuelve el expediente al Tribunal Oral.

Día 18: se propaga la información de que Cristina Kirchner mediante un video, anunció el viernes por la noche que designó a Alberto Fernández como candidato a presidente, yendo ella como vicepresidenta.

Día 19: Día domingo de relax, con lectura de diarios tomando un café.

Día 20: Alberto Fernández decide abandonar las amenazas, y declara con racionalidad: “Cristina Fernández demostrará su inocencia”. En eso consisten los juicios orales y públicos que todos quieren evitar: que los acusados puedan demostrar su inocencia.

Este histórico desbande judicial en cabeza de cuatro miembros de la Corte Suprema, muestra que desactivar la añeja trama de corrupción institucional en contra de los intereses del Estado será una tarea durísima. Un avance es que la presión de los hechos obligara a que viejos operadores de impunidad, se replegaran momentáneamente. Como cierre, un toque de ironía. En un tuit, expresó el politólogo Andrés Malamud. “Ganó Rosenkrantz 1 a 4”.

Buenos Aires, 22 de mayo de 2019

Juego político de mesa

Posiblemente todos hayamos participado en juegos de mesa. Vienen en cajas que contienen un tablero base, con circuitos de juego entre puntos de partida y llegada a las metas, cubilete con dados para los movimientos de las fichas de cada jugador, y reglas claras de juego. Por unas horas imaginamos actuar como estancieros, inversores, pilotos de carrera o estrategas bélicos. Pero no existe un juego que nos transforme en políticos no rentados, en el que triunfe quien en base a sus análisis y estrategias de juego, tenga la mayor aproximación a la configuración electoral que se oficializará el próximo 22 de junio, fecha de cierre de listas de candidatos. Para una atractiva comercialización, el juego podría llamarse “Consensos patrióticos”.

Sin límite de jugadores, el punto de partida se llamará “Ansiedad”, y el de llegada “Alianzas y candidatos”. El juego concluirá una semana antes del 22 de junio, y los pronósticos de cada jugador que haya arribado a la meta se guardarán en sobre cerrado hasta la oficialización de partidos y candidaturas. El puntaje según los aciertos serán: 1) Fórmula presidencial 30 puntos; 2) Primer senador 20 puntos; 3) Primeros cinco diputados nacionales: 3 puntos por acierto. En cada una de las fichas del juego a utilizarse libremente para que cada jugador realice sus propias combinaciones, figurará una frase política conocida. Los participantes tendrán además una única posibilidad de asociarse con otro jugador invocando un “Consenso patriótico”, para intercambiar sus fichas y avanzar ambos como equipo. Como en todo juego habrá una ficha comodín, que llevará la inscripción “Unión virtuosa de peronistas, radicales, socialistas, progresistas, izquierdas y derechas, en contra de..……”. Previo al inicio del juego cada  participante deberá llenar la línea de puntos con una de estas tres opciones: Cristina, Macri o ambos. Una vez definido en contra de quién se jugará en el “Consenso patriótico”, el jugador no podrá modificar su comodín aunque aduzca problemas de salud. Hay un casillero muy temido, pues caer en él significará la eliminación instantánea. Contiene el siguiente consejo de Maquiavelo: “Si las tropas con la que un príncipe defiende sus Estados son mercenarias, no estará nunca seguro, porque son inútiles y ambiciosas”.

Las fichas con frases políticas reconocidas que actuarán como vehículos para transportar hasta la meta los pronósticos de cada jugador o jugadores patrióticamente asociados, serán 16: “No soy de Cambiemos” (Lousteau); “La gente no sabe que vivimos en un país inmenso, con todas las riquezas, pero tenemos una dirigencia de mierda” (Duhalde); “Que Cristina vuelva a ser presidenta depende más de Macri que de ella” (Rosana Bertone); “Si Cristina vuelve a ser candidata es por culpa del Gobierno” (Stolbizer); “Hay cosas que dan vergüenza del gobierno de Cristina, pero más de Macri” (Solá); “No podemos seguir sin trabajar; no podemos seguir cobrando lo que cobramos. Damos vergüenza” (Graciela Camaño); “Quiero ser presidente o ayudar a construir una nueva mayoría para derrotar a Macri” (Sergio Massa); “Hay una palabra que se llama ajuste y otra que se llama crecimiento” (Lavagna); “Que Cristina vuelva, pero sin chorros” (Juan Grabois); “Si deja Cambiemos, podemos sumar a Lousteau a un gran frente contra Larreta” (Mariano Recalde); “Si fuera presidente, indultaría a los empresarios afectados por los cuadernos” (Duhalde); “Cristina Fernández nunca fue populista” (Alberto Fernández); “Randazzo le puede ganar a Cristina? Definitivamente sí” (Alberto Fernández, elección 2017); “Con Aníbal Fernández habrá más droga y María Eugenia Vidal no conoce la provincia” (Solá, elección 2017); “Todo Cambiemos quería mi foto entregándole el mando a Macri. Era Cristina, la populista, en un acto de rendición” (Cristina Kirchner); “Al final del segundo año estamos en un dígito de inflación, estate seguro. Esto es lo más fácil” (Macri, diciembre 2015).

Podría criticarse que la capacidad analítica que exige el juego para triunfar queda sometida al azar de los dados. Esta objeción supone ignorar innumerables acuerdos patrióticos recientes que muestran una asombrosa similitud con encomendarse a la suerte: De la Rúa-Alvarez (1989); Cristina Kirchner-Julio Cobos (2007); Roberto Lavagna-Gerardo Morales (2007); Ricardo Alfonsín-De Narváez (2011); Cristina Kirchner-Amado Boudou (2011). Rechazada la crítica, comienza el juego. Quién arroja los primeros dados?

Buenos Aires, 15 de mayo 2019

El virus Isonomía

Si algo le faltaba a nuestra realidad política, es la detección dentro del ámbito de los enigmáticamente llamados “mercados”, de un peligroso virus de acción rápida y destructiva llamado Isonomía. Tal es su poder, que afectó incluso a residentes en los “mercados” de Wall Street. Sus síntomas se manifiestan en la forma repentina y compulsiva en la que los infectados comienzan a comprar y vender dólares y bonos argentinos, y en muchos casos, pretenden armar y rearmar posibles fórmulas presidenciales. El brote Isonomía se detectó cuando diversos comunicadores hicieron trascender una encuesta de la reconocida consultora de opinión pública que encabeza Juan Germano, de la que se aclaraba suele trabajar para el Gobierno, que supuestamente había dado unos 5 puntos de ventaja a Cristina Kirchner por sobre Mauricio Macri.

Para evitar que el virus se propague a sectores más vulnerables ajenos a especulaciones con el dólar y armados políticos de eternos dirigentes, generando un efecto colateral no menos grave llamado desde hace décadas “licuación de pesos en el bolsillo”, es oportuno considerar las peculiaridades del virus “Isonomía”. Dado que tiene origen político, es sabido que desde hace décadas para las oposiciones de turno en proximidad de las elecciones, cuanto peor le vaya al país mejor (los patrimonios personales indican que los dirigentes no se ven afectados por las crisis). Es justo señalar que en este caso el sofisticado virus no puede adjudicarse al justicialismo kirchnerista, más acostumbrado a las amenazas y diatribas públicas expresadas por personajes como Biró, los Moyano, Secco, Ferraresi, D`Elía y otros. Por ello para detectar un antibiótico se deberá eludir los preconceptos oscurantistas de la “grieta”, que concluyen con la repercusión de frases imbéciles de uno y otro lado. Aclarando que el término no expresa un insulto. Como didácticamente lo explicara la diputada Carrió al adjudicarle tal condición al ministro Garavano, imbécil significa “falto de inteligencia”. El contexto del virus es el siguiente:  

1) Extrañamente, quien no opinó sobre el virus Isonomía fue la consultora que lo creó. De su supuesta encuesta se desconocen territorio, universo relevado, tipo de preguntas y conclusiones obtenidas. En estas condiciones, hacer trascender el dato “crudo” final, pareciera más coacción que información. Sin obviar que en estas instancias las encuestas tienen visos místicos, pues se desconocen agrupaciones y candidatos que competirán. El hito será el sábado 22 de junio con el cierre del libro de pases (perdón, de listas), que causarán sorpresas, enojos, traiciones y cambio de ideologías.

 2) Utilizar el virus para propagar opiniones basadas en “fuentes bien informadas” a fin de provocar un efecto “atontamiento” que justifique plantear sustituir la candidatura presidencial de Macri por la de la gobernadora Vidal, implica suponer que ello convertirá a los “mercados”, a los empresarios prebendarios, a los gremialistas y otros grupos de poder histórico, en buenos y comprensivos. Esta experiencia la vivió en 1989 Pugliese, ministro de economía de Alfonsín, cuando manifestó “Les hablé con el corazón, y me respondieron con el bolsillo”. Para más abundamiento, en breve comenzará una despiadada campaña opositora de desprestigio contra Vidal.

3) El secreto de la propaganda para manipular a la opinión pública como masa, consiste en manejar conceptos (el pueblo, la gente, las pymes), y/o números (el 60%; unos 5.000), como abstracciones incomprobables y de una variedad inverosímil. Ningún especialista aclara, por ejemplo, que “mercados” son “mercados financieros”, que en nuestro país, con valores reducidos pueden acumular recursos suficientes para influir de forma rápida sobre diversas variables de la economía. Ello se manifiesta en la pirámide social según ingresos; solo el 5% supera un promedio mensual familiar total de $ 260.000. Podría pensarse que este comentario pretende ser una clásica invocación revolucionaria de izquierda contra los “grupos económicos de poder concentrado”, pero no es así: falta un dato. Dicho grupo privilegiado lo integran no solo empresarios, sino también políticos de ideologías variadas, legisladores multipartidarios, integrantes del poder judicial y gremialistas, entre otros.

4) La cruda realidad, dicho esto sin “grieta” alguna, es que tenemos una pésima clase política y dirigente en general, basada en nepotismos y privilegios. La causa cuadernos, por si era necesario, transparentó que existen asociaciones empresarias-políticas-gremiales-judiciales que hacen excelentes negocios con el Estado. Los hacen con el populismo o con el neoliberalismo. Los pobres?….pobres.

Buenos Aires, 02 de mayo de 2019

Espías sin secretos

“Quién habla?: Soy Cristina pelotudo”. Cristina es la ex presidenta de la Nación, y el “pelotudo” es Oscar Parrilli, director general de la Agencia Federal de Inteligencia entre agosto y diciembre de 2015. El diálogo se reprodujo en medios de comunicación como resultado de una grabación “secreta” del contacto telefónico entre ambos. Con el cambio de gobierno, fue designado en su reemplazo el escribano Arribas, con vastos antecedentes en la representación e intermediación de jugadores de fútbol, lo que hace suponer un nivel de “pelotudismo” menor al de un burócrata atado a lo discursivo, pues el ámbito de los clubes de fútbol congrega a actores relevantes de sectores públicos y privados, no precisamente transparentes.

Desactivado el inocultable fin de afectar a las investigaciones de corrupción y con independencia de lo que suceda con el fiscal Stornelli, el caso D`Alessio abre una oportunidad para profundizar en uno de los tantos nichos de corrupción estatal, como es el del supuestamente sofisticado mundo del espionaje. Espiar significa observar, escuchar, acechar, husmear con disimulo para conseguir información. Es en principio una mera tarea de campo. La tarea de procesar la información para tomar decisiones, exige entender, razonar, comprender el entorno, y se llama inteligencia. Tanto el espionaje como la inteligencia pueden aplicarse a fines loables como delictivos. Cuando se desarrollan en un organismo estatal bajo conducción política del Ejecutivo y control legislativo de la Bicameral, su rol institucional supone actuar en defensa de intereses de la Nación. Tras esta generalización, surge un interrogante: con sistemas políticos y judiciales infectados de corrupción, pueden pretenderse sistemas de inteligencia probos? Imposible. Sería como que una dictadura tenga servicios de inteligencia democráticos. Asimismo los servicios de inteligencia deben poseer profesionalidad y reserva para ser eficaces; cumplen estos requisitos los personajes que van subiendo al escenario del Juzgado de Dolores? Finalmente la gran pregunta: en un contexto en que gran parte de los políticos no ven, no saben o no quieren hablar de corrupción, el accionar de los involucrados en el caso D`Alessio tienden a denunciar o a proteger la corrupción?

La respuesta la deberá dar el juez federal Ramos Padilla, quien realizó una investigación preliminar con sorprendente velocidad, lo que en la justicia argentina ya es motivo de sospecha, y declaró ante dos comisiones parlamentarias. Definido el campo de acción, surge una nueva duda: existen realmente servicios de inteligencia profesionales, o los mismos son usados para encubrir y lucrar con la desaforada corrupción estatal-privada? Es difícil pensar que sea un agente encubierto de la DEA, del FBI y del Mossad, que reparte tarjetas en tal condición y concurre a programas de televisión. O que sean agentes de inteligencia conocidos ex policías de la bonaerense retirados o sumariados. Tampoco es creíble que avezados empresarios con contactos políticos o integrantes del poder judicial, declaren haber sido “engañados” por D`Alessio. La ausencia de ingenuidad es la única condición que comparten la política, el poder judicial, espías y bandas delictivas. Pero si coinciden en su capacidad para las puestas en escena, con apoyos periodísticos. Es como si Al Capone declarara su preocupación por los niños pobres del Bronx.

En esta instancia de la atractiva novela policial en la que jugamos a ser investigadores principiantes, debemos eludir la banalización de dos conceptos: el del “arrepentimiento”, y el de la condición de confidencialidad que deben cumplir quienes actúan como agentes de inteligencia. En cuanto a la confidencialidad, no sería más razonable que relevados de este requisito sean citados a declarar en sede judicial los integrantes de la multipartidaria Bicameral, para determinar inicialmente si el grupo delictivo tiene infiltrados y/o lazos con la AFI? Evitando que se repita la causa de sobornos en el Senado, que tuvo una amplia cobertura mediática, y al momento de declarar, comenzando por Hugo Moyano, nadie aportó elementos de prueba. E integrantes de la entonces SIDE, relevados de la confidencialidad por la ex presidenta Cristina Kirchner, negaron haber aportado los fondos. Pudieron haber existido las coimas? Sí, pero transcurrido lo político-escenográfico y al momento de la verdad, la cofradía de impunidad se abroqueló. Peor aún, el tribunal resolvió que se investiguen al ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández,  al legislador Anibal Ibarra y al operador Daniel Bravo, por sus intervenciones y declaraciones sospechadas de falsas. También se resaltó la parcialidad del juez Rafecas.

En cuanto a la ley del “imputado colaborador”, la misma es aplicable si el declarante aporta elementos probatorios consistentes, no mera declaraciones mediáticas que resulten impactantes o relatos. El último ejemplo lo brindó el prófugo empresario Samid, acusando al fiscal de haberle pedido una coima de más de un millón de dólares, para luego reconocer que había mentido. De ser falsas o irrelevantes, la pena que le corresponde al declarante se verá incrementada. Pero sorprende que en condición de magistrado, el fiscal Bidone pretenda declarar en busca de la verdad en condición de arrepentido.

Todas las causas de corrupción en trámite son graves, incluida la que maneja Ramos Padilla. Por eso es necesario estar atentos a que una vez más, las instancias de investigación, juicio y sanción, se diluyan en operaciones  para mantener impunidad. Y que en los policiales argentinos, nunca se descubran y/o condenen a los asesinos.

Buenos Aires, 24 de abril de 2019

De cuadernos a expedientes

Los cuadernos escolares de bajo costo, con anotaciones tipo borrador de un oscuro chofer intencionadamente subvaloradas por ser fotocopias, dieron lugar a investigaciones de hechos y personajes que fueron conformando expedientes ilustrativos de las tramas de corrupción estatal-privada. Concluidas en algunas causas las etapas de recolección de pruebas y acusatoria, e integrados los tribunales para iniciar los juicios orales y públicos, se ingresa a la siguiente fase de complicidad habitual en la corrupción estatal, en la que los procesados operan para demorarlos y/o desactivarlos a través de diversos subterfugios, mientras continúan negociando impunidades. Queda explícita la gran contradicción de los autoproclamados “perseguidos políticos”, que mientras públicamente invocan problemas de estrés y de salud, privadamente actúan con denuedo para evitar el juicio que podría declararlos inocentes.

Si bien los carriles utilizados continúan siendo los públicos-institucionales y paralelamente operaciones en las sombras, en ambos cambian los actores. En los institucionales, los jueces federales son sustituidos por jueces que integran los tribunales a cargo de los juicios. En “las sombras”, los operadores judiciales políticos son reemplazados por quienes ejercen acciones más directas y perentorias: los espías. En nuestro país abundaron casos de corrupción: IBM, Skanska, Banco General de Negocios (Rohm); de jueces como Liporace, Tiscornia, Trovato, Branca, y de centenares de políticos y allegados. Todos tuvieron impactos mediáticos y literarios, siendo un hito “Robo para la corona”, escrito por Horacio Vertbisky en 1992. Pero salvo penas menores y alguna destitución de un juez, el resultado inevitable fue la impunidad. Pero considerando que los “cuadernos” y sus consecuencias exhiben por primera vez a todos los eslabones de la trama, integrada por funcionarios, empresarios, financistas, jueces, fiscales, familiares, más una legión de desconocidos para la opinión pública, pero imprescindibles para ocultar, recircular, evadir y lavar montos multimillonarios, el interrogante a develar será: se mantendrá una vez más la impunidad? Sobrevivirá la trama político-judicial que la sostiene desde hace décadas?

Avizorar una respuesta exige que los próximos hechos políticos-judiciales se analicen cual novela policial, en la que nada será casual. Como ciudadanos comunes nuestras fuentes de información serán los medios de comunicación, que nos proveen en forma simultánea y diversificada hechos, opiniones e interpretaciones con objetivos divergentes. En lugar de receptarlos pasivamente para optar por quienes nos “convencen”, deberemos transformarnos en escépticos inquisidores aficionados, para quienes todos los personajes son importantes, tienen nombre, roles y están bajo sospecha, sea por hacer, impedir hacer o dejar hacer. El delito de la corrupción pública no interrelaciona a los sospechados por adherir a derechas o izquierdas, neoliberalismos o populismos, o ser justicialistas o radicales, sino por coincidir en un único objetivo: apoderarse ilegalmente del dinero del Estado.

En el campo público institucional judicial cobrará relevancia la actuación de los  jueces designados para integrar tribunales de juicios orales y públicos, y las tácticas dilatorias para demorarlos. Los más próximos son: 1) Causa direccionamiento de obra pública (jueces Uriburu, Gorini y Basso), con inicio el 21 de mayo; 2) Causa Los Sauces (jueces Pailloti, Obligado y Martínez Sobrino); 3) Causa Hotesur (jueces Namer, Toselli y López Iñíguez). Los dos últimos sin fecha de inicio. En cuanto al campo “oscuro” del espionaje, el foco de atención deberá volcarse en la investigación de una supuesta red por el juez Ramos Padilla. Si bien el origen de la causa pareciera tener como objetivo lo que el vaticanólogo Eduardo Valdez anunciara telefónicamente como “Bonadío y Stornelli puf”, fracasado el impacto sorpresa pretendido, se abre un insospechado campo de investigación respecto al cínico uso de los servicios de inteligencia, nada patrióticos por cierto. Vistas sus rápidas conclusiones iniciales y declaraciones ante dos comisiones en Diputados, el juez de Dolores debería seguir entendiendo en la causa. Los personajes que han salido a escena hasta el momento para esta obra de corrupción y suspenso son D`Alessio (espía rico y famoso); Pedro Etchebest (empresario); Gabriel Traficante (empresario); Aníbal Degastaldi (ex comisario); Ricardo Bogoliuk (ex policía y espía); Juan Bidone (fiscal provincial); Rolando Barreiro (ex espía); Gabriel Bouzat (ex socio de D`Alessio); Antonio Luffi  (prefecto general).  

Tras hojear a Graham Green y John Le Carré, en la próxima newsletter trataremos de entender algo de los espías argentinos, en versión política.

Buenos Aires, 17 de abril 2019

20 caras bonitas 20

En la década del 60, al pie de página de los avisos clasificados de un popular diario, se repetía la publicidad de un cabaret del bajo Retiro, con el eslogan “20 caras bonitas 20”. Tal síntesis tenía sus virtudes: identidad (cabaret); imagen del servicio (cara bonita), y cantidad (20). Transcurrido más de medio siglo, el recuerdo afloró subconscientemente como resultado de observar el coqueteo preelectoral que hasta el cierre de listas en junio próximo,  mantendrán quienes pretenden obtener o mantener los ansiados cargos electivos en las elecciones nacionales de este año.

Esta comparación involuntaria entre ambas situaciones temporales, lejos de agotarse en un simple objetivo de degradar la actual coyuntura política, permite detectar similitudes y diferencias preocupantes para las expectativas de encauzar fehacientemente a un país sumido en fracasos desde hace más de cuatro décadas, si se toma como referencia el regreso de Perón en 1973 tras su exilio, con siete años previos de dictadura militar. El mensaje propagandístico tanto del cabaret mencionado como el político, comparten el objetivo de llegar de modo sintético y comprensible al mayor número de personas. Sin embargo “cabaret” tiene identidad; la tienen hoy los partidos políticos? Si nos guiamos por sus denominaciones, salvo la de Cambiemos por ser oficialismo, no están confirmadas como tales las participaciones del Frente para la Victoria, Frente Renovador, Unidad Ciudadana, Partido Justicialista, u otras coaliciones que compitieron electoralmente hace menos de dos años. En cuanto a imagen (cara bonita) y cantidad (20), sus símiles políticos (candidatos y lugares en las listas), lejos están de tener perfiles coherentes. Se arriba entonces al punto crucial: quiénes y cómo seleccionarán de la extensa fila de postulantes, a los que trabajarán en las barras (oficinas ejecutivas), y en el salón (espacios legislativos), con la declamada función de brindar el servicio público de representar a ciudadanos? 

En este aspecto sí surge una similitud democráticamente preocupante. En el cabaret la selección se concentra en pocas manos: la del dueño y/o administrador. En política también, a cargo de los llamados líderes, que por imperio de las inmutables listas sábana, negocian, seleccionan y ordenan a sus “caras bonitas” en las listas. Sin poder evitar los usuales enojos, berrinches y crisis de llanto por parte de los descartados, muchos de los cuales amenazan con ofrecerse en el “cabaret de enfrente”. Vale decir, tanto los clientes del cabaret privado, como los ciudadanos participantes en la elección pública, solo pueden elegir lo ofrecido como paquete cerrado, guste o no. Con un agravante respecto al negocio privado; una cara bonita política legislativa puede renunciar a representar al partido que lo seleccionó, y conformar dentro del mismo ámbito su propio mini-cabaret, llamado legislativamente mini-bloque. Vale decir que quienes accedieron al salón integrando un paquete cerrado (lista sábana), de sufrir un síndrome emancipador, puede abandonar a quien lo seleccionó y/o votó, manteniendo salón, salario, y eventualmente, promocionando a otro cabaret (espacio político). Es así que la comparación entre la vieja publicidad de los 60 y la actual puja política no solo es didáctica, sino permite comprender que a 74 días del cierre de listas, no se definan partidos, candidatos y propuestas básicas, y solo se apele a fotos, encuentros sociales variados y mensajes enigmáticos e insinuantes, como forma de comunicación política. 

En estas penumbras confluyen viejos “influencers” sin responsabilidades ejecutivas que se suponía en situación de retiro, como Duhalde y Nosiglia entre otros, que coexisten con nuevas generaciones que tampoco se privan de exhibir dosis de necedad y soberbia. Citemos tres casos con sus fuentes para no ser sospechadas de “fake news”. Afirmó el autoproclamado dirigente social Juan Grabois: “Que Cristina vuelva, pero sin chorros” (La Nación-20/03/19). Dijo el legislador  porteño Mariano Recalde: “Si deja Cambiemos, podemos sumar a Lousteau a un gran frente contra Larreta. Nosotros tenemos una idea clara de qué modelo de ciudad y país queremos” (La Nación-02/04/19). Finalmente, bailando por un sueño, confesó recientemente por televisión el mediático Marcelo Tinelli en una gira por Salta: “Soy peronista”.

Felizmente el polítologo José Nun aporta una cuota de racionalidad para entender tantas frivolidades: “En las zonas cálidas abundan los peces voladores, que saltan casi un metro fuera del agua y planean unos 200 metros para huir de sus atacantes marinos. Tienen un aire de familia con el planteo de muchos de nuestros políticos. Estos lanzan ideas voladoras, que tampoco llegan demasiado lejos, pero les sirven para salir a la superficie, esquivar a sus críticos y entretener a sus seguidores”.

Buenos Aires, 10 de abril de 2019

Viejos «influencers» y espías

La causa de los “cuadernos” explicita detalladamente como nunca antes los engranajes y partícipes de la llamada corrupción estatal. Su comprensión se potencia al coexistir con un proceso preelectoral que exhibe sin disimulo una puja política carente de ideologías y partidos, entre quienes pretenden seguir usufructuando cargos electivos y prebendas del Estado. Tal simultaneidad debiera permitir replantear viejos conceptos analíticos y propagandísticos hasta ahora inmutables. Asumiendo que el concepto “grieta” (amigo/enemigo) planteado por Carl Schmidt como recurso de manipulación política, deberá ser aplicado en términos ético-morales, distinguiendo entre corruptos, pasivos ante la corrupción y batalladores contra la corrupción.

Sería inútil centrarnos exclusivamente en lo delictivo, sin asociarlo a los marcos institucionales y políticos aún vigentes, que hicieron posible tamaña corrupción. No es casual que en el mercadeo de postulaciones y ofrecimientos de cargos electivos la corrupción no sea obstáculo para las negociaciones. Peor aún, se llega al cinismo de quienes para mordisquearle parte de sus votos, plantean que sería más fácil acordar con Cristina Kirchner si ella no se presentara, como si fuera la única responsable de la corrupción. Y de este modo implementar una estrategia exculpatoria similar a la usada en su momento con Menem, hoy senador y protegido por la Corte Suprema.

Las posibilidades de evitar que la historia continúe repitiéndose hasta el infinito con los mismos personajes y estrategias son concretas, debido a la atomización de los otrora monopolios políticos, ausencia de representatividad de quienes ofrecen sus candidaturas como productos en góndolas, y hartazgo social. Sumado a que ya no es fácil apelar a la clásica maniobra de cajoneo judicial de expedientes o sobreseimientos expeditivos y escandalosos. Por ello, ante la inminencia de juicios orales, los habituales operadores judiciales de impunidad, viejos “influencers” políticos, y peculiares agentes secretos ricos y famosos, deben actuar ahora bajo el imperativo de la urgencia. Lo que no deja de ser un beneficio para obtener justicia y recuperar bienes mal habidos; actuar en las sombras es más fácil.

Arribar a conclusiones creíbles y consistentes requiere establecer líneas analíticas coordinadas, dada que la causa “cuadernos” no solo exhibe en las marquesinas de la corrupción a los nombres más rutilantes de funcionarios, empresarios, jueces o sindicalistas, sino a una enorme cantidad de actores desconocidos, secundarios y enriquecidos, imprescindibles para efectivizar la corrupción: grises secretarios, rectores de universidades, ignotas entidades culturales o gremiales, financistas, gestores, comerciantes, intendentes, barras bravas, y obviamente los ineludibles agentes mal llamados de inteligencia. Esta totalidad mancomunada para sustraer dinero público, es lo que se llama red, organización o trama. Cabe preguntarse: cómo es posible en un sistema democrático armar una trama tan extensa en complicidades, consistente en los despojos y perdurable en el tiempo? Qué ámbitos permiten estas múltiples interrelaciones que conjugan diversidades ideológicas, partidarias, empresariales, laborales y sectoriales? Dos ámbitos son óptimos: el poder legislativo y el ámbito del fútbol profesional. Los poderes ejecutivo, judicial y sectores sindicales son más específicos, más verticales, y con accesos restringidos. No es casual que los discursos emitidos desde uno y otro ámbito sean similares: acusaciones, sospechas, coacciones, falta de transparencia.

El poder legislativo no solo legisla o interpreta con posibilidad de hacerlo en su propio interés (ejemplo, que un procesado pueda ser candidato o legislador), sino se desinteresa de sus roles de control (no confundir con denuncia), como la histórica inactividad de la multipartidaria Comisión Bicameral de control de servicios de inteligencia, o ignorar u ocultar los informes de la Auditoría General de la Nación, organismo bajo su dependencia. En cuanto al fútbol, comparten el rol de dirigentes para manejar las llamadas entidades sin fines de lucro, funcionarios, políticos, empresarios, gremialistas, jueces, fiscales, estrellas del espectáculo, financistas y barras bravas. En muchos casos concentrando una misma persona diversos roles, como por ejemplo, político, gremialista y empresario.

Para reuniones comprometedoras con fotos mediante, no es necesario reunirse en un quincho solitario. Basta hacerlo en la confitería de un club, entre dirigentes y allegados. Sin fines de lucro, desde luego.

Buenos Aires, 04 de abril 2019

Operación, espionaje o chantaje?

El ingreso de la causa “de los cuadernos” a instancias judiciales definitorias, obligó a los involucrados en la mayor corrupción estatal-privada de la historia argentina, pasar de la habitual victimización invocando persecución política mientras en paralelo procuran complicidades encubiertas en busca de impunidad, al más áspero terreno de los acciones directas, en las que a cara descubierta interactúan servicios mal llamados de inteligencia, jueces con poder de daño y apoyos comunicacionales. Dando inicio a lo que el vaticanólogo Eduardo Valdez denominara operativo “puff-puff” de la causa, en cabeza de un particular agente secreto que se ufana públicamente de serlo, llamado Marcelo D`Alessio.  

La situación recuerda a una famosa serie televisiva de la década del 60 llamada “Súper agente 86”, en la que Maxwell Smart era un torpe y no muy inteligente agente secreto que trabajaba en una agencia norteamericana llamada Control (parodia de la CIA), en permanente enfrentamiento con la maléfica organización internacional llamada Kaos (parodia de la rusa KGB). De esta inolvidable serie se pueden rescatar tres aspectos aplicables a nuestra realidad: 1) el mal se identificaba con el caos (confundir, desinformar); 2) el mal operaba maliciosamente desde otros países (conspiraciones internacionales); 3) para que las conversaciones entre el súper agente y su Jefe no pudieran ser oídas, hablaban dentro de una enorme campana de vidrio llamada cono de silencio, que les impedía entenderse entre ellos (evitar las escuchas clandestinas). Aquí concluyen las similitudes y el humor.

D`Alessio, pese a algunas ironías sobre su persona, no es el torpe y humorístico súper agente 86; tampoco un sagaz servicio de inteligencia, ni un “topo” infiltrado que actúa solo. Es un “todo terreno” habitual en las corrupciones estatales, que necesita de contextos y contactos con funcionarios, empresarios, jueces, periodistas. Él se encargará de las puestas en escena encomendadas. Para entender los próximos acontecimientos se deberá eludir la trampa oscurantista de la “grieta”, planteada hace un siglo por el politólogo alemán Carl Schmidt con la distinción “amigo/enemigo”, como forma de manipular políticamente a las masas y opinión pública. Es irrelevante distraernos con encuestas que transmitan como evalúan anónimos ciudadanos a la corrupción, sino detenernos en verificar como actúan políticos, jueces y empresarios ante la corrupción. Más aún cuando los avances judiciales coexisten con una etapa preelectoral en la que viejos y más bisoños políticos luchan ferozmente por alcanzar privilegiados cargos electivos bajo cualquier tipo de acuerdos, sin que la corrupción sea un límite o tema de debate.

Arribar a conclusiones propias sólidas exige analizar informaciones y discursos divergentes planteados en medios de comunicación. Sean televisivos (ejemplo Gustavo Sylvestre en C5N y Luis Majul en A24); escritos (ejemplo Clarín y Página 12), y radiales. En la diversidad analizaremos como ciudadanos inteligentes, y no como agentes de inteligencia dedicados a la coacción y encubrimiento. Teniendo presente que las “grietas”, que buscan simplificar la propaganda de masas, no son aplicables a los volubles, interesados y recoletos acuerdos políticos en las pujas por el poder, que en nuestro país cínicamente suelen caratularse como “patrióticos”.

En esta línea de pensamiento, contrariamente a ciertas opiniones, por el momento no hay “grieta” entre Gobierno y Justicia, sino acciones valederas y complementarias. El Ministerio de Justicia solicitó el juicio político de Ramos Padilla por procedimientos legales y de competencia no usuales, con tristes antecedentes en años anteriores por causas armadas e iniciadas con fines políticos o económicos en juzgados federales no naturales, como Mercedes y Campana (casos Cóppola y De Narváez). La Corte Suprema por su parte, brindó los recursos requeridos por el juez para que éste actúe en base a pruebas consistentes, e identifique partícipes necesarios y sus objetivos.

Esta investigación podría ser inestimable para que la clase política desactive el acuerdo multipartidario que desde hace décadas y sin “grietas”, avalan servicios incompetentes y corruptos a través de la inutilidad y complacencia de las sucesivas  Bicamerales de Control. Solo resta esperar que esta loable investigación no sea una fachada para afectar la causa de los “cuadernos”, lo que provocaría un derrumbe institucional irreparable.

Buenos Aires, 27 de marzo 2019

Padrinos, pandilleros y superagentes

Para analizar objetivamente las actuales instancias judiciales y políticas destinadas a desarmar y/o proteger los circuitos de corrupción estatal-privada vigentes desde hace décadas, es oportuno recordar antecedentes de organizaciones delictivas, sus campos de acción y métodos de coacción o seducción utilizados para lograr complicidades, complacencias e impunidades.  

El concepto de mafia nace a fin del siglo XIX en el sur de Italia, cuando los campesinos, sin protección gubernamental ante la explotación a los que los sometían los terratenientes en regímenes feudales rurales, se agruparon en clanes familiares para protegerse. Sus integrantes se declararon mafiosos (hombres de honor), y establecieron sus propios códigos, siendo el más conocido el del silencio (omertá). Los jefes, llamados “padrinos”, eran respetados y/o temidos. El paulatino aumento del poder de las “familias” las llevó a los rentables negocios del crimen organizado, basados en el contrabando, prostitución, juego ilegal y en menor escala drogas. Este esquema se internacionalizó, y en la década del 20 los inmigrantes lo transportaron a Estados Unidos, mutando de rural a urbano. Era la época de famosos pandilleros como Al Capone, entre otros.  Las pujas entre bandas por los negocios se dirimían en forma sangrienta. Las complicidades políticas, policiales y judiciales se obtenían mediante sobornos o amenazas. Muchos padrinos o pandilleros socialmente eran protectores y cariñosos con sus familias, religiosos y benefactores. Los medios de comunicación de entonces, prensa y radio, daban amplio espacio a los hampones y sus crímenes, sin profundizar en sus negocios, por razones obvias.

Las multimillonarias ganancias ilícitas privadas exigieron eficaces administraciones contables, buscando insertarlas en negocios legales u ocultarlas. Surgieron entonces las prácticas de “lavado de dinero” e inversiones “offshore”. La simbiosis con las estructuras estatales comienza con la participación de empresas mafiosas privadas en contratos de obra pública y servicios como proveedores del Estado, lo que facilitaba el blanqueo del dinero espúreo, e incrementaban las ganancias fáciles. En lugar de coimear a determinados funcionarios públicos para que no afecten sus negocios privados ilícitos, interactuaban con ellos para actuar en detrimento de los recursos públicos. La última etapa del derrotero descripto, consistió en que fueran los propios atildados funcionarios estatales de escritorio quienes encabezaran las tramas de pillaje, en reemplazo de los viejos padrinos y pandilleros que defendían a sangre y fuego sus lucrativos negocios ilícitos privados, quienes pasaron a cumplir el rol de socios privados complementarios externos, como empresarios, sindicalistas y testaferros.

Por ello el amplio tema de la corrupción estatal conceptualmente carece de “grietas”, pues va más allá de a quien se vote, se teorice sobre cuánto le interesa al ciudadano común la corrupción, o que ideologías encubridoras se invoquen. Tampoco debiera sorprender que políticos corruptos tengan consenso social y fuertes defensas institucionales. Famosos padrinos y pandilleros las tenían; incluso de la Iglesia. Pero voten como voten, piensen como piensen, los pueblos serán las víctimas ineludibles del saqueo al Estado.

Este fenómeno de corrupción estatal en sociedades democráticas, que se potencia en países con dictaduras o pobre calidad institucional, fue acompañado por un exponencial desarrollo de los medios de comunicación y sistemas digitales para procesar información, que dificultan el ocultamiento y delinquir con impunidad. Para sortear este escollo se recurrió a dos recursos también perfeccionados a mediados del siglo XX: la propaganda política y los servicios de inteligencia. Ambos confluyen en generar en la opinión pública escenarios similares al de los enfrentamientos bélicos, en los que pugnan información y desinformación; verdades, deformaciones y falsedades; eslógans y explicaciones. El escenario público son los medios de comunicación, que exhiben convicciones, profesionalidad, intereses sectoriales y transacciones económicas. En este contexto los servicios de inteligencia, más allá de sus objetivos, instrumentalmente apelan a las mismas técnicas de la propaganda política, pero en un marco de anonimato. La diferencia es que en el ámbito comunicacional podemos comparar y elegir; en el de la acción secreta no.

Retomando nuestra novelesca actualidad, cabe reflexionar sobre qué sucede cuando comunicación y servicios de inteligencia se exponen simultáneamente a la luz pública, y los agentes secretos no son secretos. Indicaría impericia, acto fallido u objetivo táctico?

Buenos Aires, 21 de marzo 2019

Eslabones rotos

En 2016 se produjeron una secuencia de hechos que transparentaron como nunca antes el circuito estatal-privado dedicado al pillaje de dineros públicos. En marzo se exhibió un video mostrando a un hijo del empresario  Báez contando millones de dólares en una financiera. En junio fue detenido el ex secretario José López intentando ocultar bolsos con nueve millones de dólares en un convento; el juez Ercolini ordenó abrir dos cajas de seguridad bancarias de Florencia Kirchner que contenían 4,6 millones de dólares. Ante la presión social, los legisladores aprobaron la ley del imputado colaborador en causas de corrupción. Finalmente, en el 2018 salieron a la luz pública ocho cuadernos del chofer del ex funcionario Baratta, detallando circuitos recaudatorios de coimas. La contundencia comunicacional de los hechos en la opinión pública se debió a que pudieron ser vistos, y que la existencia de bolsos repletos de dólares en un país con años de cepo cambiario no eran una ficción. El círculo cerró con los cuadernos de Centeno, que expusieron a todos los eslabones de la cadena de corrupción estatal-privada: funcionarios, empresarios, financistas, integrantes del poder judicial y testaferros.

Porqué estas constataciones surgieron en el 2016 y no antes? El grupo Báez fue filmado en el 2013; López concurrió al convento de madrugada y armado; la apertura de las cajas de seguridad de la hija de la ex presidenta provinieron de denuncias de años anteriores; la ley del arrepentido se aprobó con una velocidad legislativa inédita, y las anotaciones en los cuadernos habían concluido el 03 de noviembre de 2015. La razón tiene origen institucional; en diciembre de 2015 asumió un gobierno de distinto signo político, con el consecuente reemplazo de muchos de los eslabones en las cadenas de poder que aseguraban impunidad, especialmente los insertados en organismos de control. Esta realidad no debe utilizarse para fomentar la oscurantista grieta “Macri reemplazó a Kirchner”, sino para valorar las alternancias en el ejercicio del poder público, que son necesarias pero no suficientes. Aún permanecen sólidas castas políticas, judiciales, empresariales y gremiales, que resistirán fuertemente cambios estructurales y saneamientos institucionales, pujarán para mantener complicidades e impunidades. La resistencia para aprobar una ley de Extinción de Dominio eficaz es clara muestra de ello.

En el actual contexto, la mayor responsabilidad recae sobre el poder judicial, que deberá recuperar tres valores irrenunciables: honestidad, justicia e independencia, abandonando la práctica de “cajonear” causas de corrupción estatal, o dictar sobreseimientos cómplices. Jueces y fiscales deberán reemplazar el descrédito social, afrontando las campañas de amenazas y descrédito a la que los someterán los beneficiarios del saqueo al Estado.  Dos casos ejemplifican la necesidad de cambiar los paradigmas judiciales. En mayo de 2015 estalló en Estados Unidos el mayor caso de corrupción mundial en el fútbol (Fifagate), y tiene a máximos dirigentes internacionales y argentinos condenados y presos. Por el contrario, en la causa “Fútbol para Todos” a cargo de la jueza Servini de Cubría e iniciada también en 2015, aún no se determinó el destino de 760 millones de pesos desaparecidos de los 5.600 millones pagados por el gobierno a la AFA entre el 2009 y 2015. La causa Lava-Jato (lava autos), que se hiciera pública en Brasil en mayo de 2014, ya tiene juzgados y condenados al ex presidente Lula y altos funcionarios y empresarios. En contraposición, en nuestro país los jueces federales Martínez de Giorgi, Casanello y Rafecas que investigan las ramificaciones locales, aún no requirieron a Brasil el envío de la información judicial que involucra a funcionarios y empresarios locales.

La causa Lava Jato es útil además para avizorar lo difícil que será desmontar definitivamente el circuito de corrupción estatal y su logística de complicidad. Se originó en un simple correo electrónico que la policía brasileña encontrara en 2013, allanando una estación de servicio en Brasilia, sospechada  de actuar como cueva financiera y lavadora de dinero. En nuestro país por el contrario, pese a las confesiones y pruebas recolectadas, diversos operadores intentan desactivar la causa llamada “de los cuadernos”, aduciendo que se basa en fotocopias de los mismos.

En esta difícil etapa de lucha entre justicia e impunidad, vale recordar lo que el legislador ateniense Solón expresaba 600 años a.C.: “Las leyes son como las telarañas. Atrapan a los más débiles, pero los más fuertes pueden escapar”.

Buenos Aires, 13 de marzo 2019

Dinero fácil; castigo difícil

La corrupción estatal es un fenómeno mundial, asentado en una paradoja: la afirmación popular “el dinero público es nuestro” es una verdad simbólica, porque para quienes lo manejan no tiene dueños. Esta realidad genera un interrogante: si en los actos de corrupción privados las pujas pueden ser controladas y castigadas por el Estado, quién controla y castiga al Estado? La respuesta se asociará con la calidad institucional y político-social de cada país. En sociedades democráticas desarrolladas existen “actos corruptos” puntuales entre intereses privados y públicos. En regímenes dictatoriales o autoritarios en países subdesarrollados, predomina un “estado de corrupción” permanente, pues es el propio Estado quien encabeza la trama de corrupción para depredar recursos públicos. En este caso la secuencia es: dinero del Estado fácil, con castigo a cargo del Estado difícil.

Desde hace décadas nuestro país presenta tres causales interrelacionadas óptimas para la corrupción: 1) institucionales: posee un sistema democrático pero de baja calidad; 2) económicas: no califica como desarrollado o subdesarrollado, sino híbridamente en vías de desarrollo; 3) políticas: sin ser una dictadura vive en estado de corrupción. Debido a esta simultaneidad, la corrupción estatal no debe analizarse exclusivamente bajo la óptica de los aspectos delictivos. Las causales políticas se agravan en nuestro país ante peculiaridad no usual en democracias: una asombrosa subsistencia de dirigentes, debido a leyes electorales y nepotismos que permiten la continuidad de linajes familiares, como en las viejas monarquías. Citar nombres sería discrecional e injusto, pero cualquier ciudadano podría armar su propio listado de ejemplos partiendo desde 1983, pasando por los actores involucrados en la reforma constitucional de 1995 y en la crisis 2001/02. Esta perdurabilidad es imprescindible para armar sólidas tramas delictivas estatales,  extendidas a organizaciones y actividades no gubernamentales, a través de la figura del “militante” que no milita, sino factura. Este fenómeno queda expuesto en la presente etapa preelectoral, con políticos históricos y bisoños pujando para integrar listas de cargos electivos, sin que partidos, viejos agravios o la corrupción sean limitantes.

Planteado el diagnóstico, cabe preguntarse si en este contexto será posible desactivar el estado de corrupción permanente. Para lograr una respuesta se deberá eludir la trampa comunicacional de las “grietas”, recurso apropiado para influenciar en la opinión pública invocando genéricas ideologías, pero no para combatir la corrupción. Si bien los entramados estatales a gran escala nacen en las cúpulas de poder político, necesitan luego de complicidades activas y pasivas en sectores institucionales y privados. Actualmente, a diferencia de históricos casos de corrupción de alto impacto político y económico que quedaron impunes, pareciera haber surgido hechos cuyas características peculiares abren una posibilidad de éxito en el combate contra la corrupción estatal-privada, con la siguiente cronología:    

Marzo de 2016.- Canal 13 exhibe videos de una cámara de seguridad que muestran a los hijos de Báez contando millones de dólares en el 2012, en oficinas de una financiera en Puerto Madero.

Junio de 2016.- En la madrugada es detenido el ex secretario de Obras Públicas José López, intentando ocultar bolsos con 9 millones de dólares en un convento de General Rodríguez. Casi de inmediato, Diputados aprobó el proyecto de ley de Extinción de Dominio, y la trasladó al Senado.

Julio de 2016.- Por orden del juez Ercolini a cargo de la causa Hotesur, ordena abrir dos cajas de seguridad en el Banco Galicia a nombre de Florencia Kirchner, conteniendo 4,6 millones de dólares.

Octubre de 2016.- Se aprueba la ley 27.304, que incorpora en el Código Penal la figura del imputado colaborador, conocida como la del arrepentido.

Enero de 2018.- Llega a manos del periodista Diego Cabot una caja conteniendo ocho cuadernos del chofer del Secretario del Ministerio de Planificación Roberto Baratta, con detalladas anotaciones del circuito recaudatorio de coimas entre marzo del 2005 hasta noviembre del 2015.

Cabe analizar porque dichos sucesos fueron posibles, que características inéditas presentan, y que feroz lucha política de encubrimiento se aproxima.

Buenos Aires, 07 de marzo 2019

El silencio de los no inocentes

Para arribar a conclusiones acertadas respecto a la corrupción estatal-privada, los análisis debieran concentrarse en los acotados estamentos públicos, institucionales, empresariales y gremiales directa o indirectamente relacionados con el manejo de los recursos del Estado. Es la única forma de entender una trama delictiva con vértice en lo institucional, que alcanzó niveles de despojo económico y de complicidad sorprendentes por su extensión y diversidad. Previamente es necesario tener presente dos trampas comunicacionales: 1) enmascarar responsabilidades individuales tras porcentajes de supuestas adhesiones masivas a un partido y/o candidato; 2) transformar actos de índole penal en épicas políticas, para lograr la impunidad de los culpables y la sobrevivencia de las estructuras delictivas.

La táctica del enmascaramiento la ejemplifica la frase “la sociedad es tolerante con la corrupción, que no le mueve el amperímetro”. Pero lo importante es juzgar a los estamentos estatales de responsabilidad, que integran no más de 1.000 funcionarios entre poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y una estimación de 4.000 agentes con complicidades activas y pasivas (políticos, empresarios, gremialistas, testaferros, comunicadores), sobre una población total de 44 millones de habitantes. Por lo que en lugar de juzgar en abstracto a la sociedad, debiera priorizarse el mensaje que “a demasiados dirigentes que configuran las “células madre” del poder institucional, empresarial y gremial, la corrupción no les mueve el amperímetro”. En cuanto a la estrategia de encubrir delitos tras escenografías persecutorias o de épicas políticas para lograr la impunidad, existe un ejemplo ilustrativo: el ex presidente Carlos Menem, a 23 años de iniciada la causa por el contrabando de armas a Croacia y Ecuador, y tras dos condenas firmes, continúa siendo senador, con aval de la Corte Suprema de Justicia para ser candidato.

Explicitadas estas estrategias relacionadas con la propaganda política, es momento de plantear un interrogante más complejo y de directo impacto económico-social en la sociedad: cómo ha sido posible mantener esa trama delictiva eficaz aún subsistente durante más de una década, en el marco de un sistema democrático? Nuevamente debemos avizorar posibles instrumentos. Uno legal, a través de  un sistema electoral que restringe el poder del voto ciudadano (reelecciones, ley de lemas, listas sábana, permanentes modificaciones oportunistas de las leyes), que favorecen las continuidades políticas. El otro la cobertura de partícipes pasivos, que sin actuar directamente en los circuitos de corrupción desde el punto de vista penal, desempeñan un rol igualmente necesario: dejar hacer, no ver, callar. Sus apetencias son satisfechas con cargos y prebendas públicas, muchas veces extensivas a familiares, Este grupo representa el silencio de los no inocentes.

Muchos de los reconocidos actores activos y pasivos participan en la actual etapa preelectoral de una danza alocada para acceder o mantener el usufructo de cargos públicos privilegiados (listas de candidatos), sin que en sus discursos la corrupción sea un límite. Les es más fácil simular debates genéricos y grandilocuentes basados en justicialismo kirchnerista o “racional”, radicalismo Pro o K, neoliberalismo, populismo, progresismo, y otros “ismos”, que plantear el combate a las cleptocracias, enriquecimientos ilícitos, latrocinios, peculados. Este ejercicio intenso de hipocresía que durará hasta el cierre de listas, incluye a modernos Savonarolas políticos, que oscilando entre la mística y la obsecuencia, pregonan públicamente que el líder malo de ayer, está mucho más bueno hoy. Tanto oportunismo explícito, genera a los líderes actuales el mismo problema que a los príncipes de ayer. Aconsejaba Maquiavelo respecto a los mercenarios: “No se pueden confiar en ellos si son hombres de mérito, porque aspirarán siempre a forjar su propia grandeza. Y mucho menos si no lo son, pues con seguridad llevarán al príncipe a la ruina”.

Lograr cambios profundos con los mismos dirigentes desde hace casi tres décadas no será fácil, pero un paso que los ciudadanos podemos intentar es desarmar sus falacias dialécticas. Un comienzo sería preguntarnos: porqué fue posible la causa llamada de los cuadernos? Cómo se intentará neutralizarla? Será un punto de inflexión?

Buenos Aires, 27 de febrero de 2019

El silencio de los no inocentes

Para arribar a conclusiones acertadas respecto a la corrupción estatal-privada, los análisis debieran concentrarse en los acotados estamentos públicos, institucionales, empresariales y gremiales directa o indirectamente relacionados con el manejo de los recursos del Estado. Es la única forma de entender una trama delictiva con vértice en lo institucional, que alcanzó niveles de despojo económico y de complicidad sorprendentes por su extensión y diversidad. Previamente es necesario tener presente dos trampas comunicacionales: 1) enmascarar responsabilidades individuales tras porcentajes de supuestas adhesiones masivas a un partido y/o candidato; 2) transformar actos de índole penal en épicas políticas, para lograr la impunidad de los culpables y la sobrevivencia de las estructuras delictivas.

La táctica del enmascaramiento la ejemplifica la frase “la sociedad es tolerante con la corrupción, que no le mueve el amperímetro”. Pero lo importante es juzgar a los estamentos estatales de responsabilidad, que integran no más de 1.000 funcionarios entre poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y una estimación de 4.000 agentes con complicidades activas y pasivas (políticos, empresarios, gremialistas, testaferros, comunicadores), sobre una población total de 44 millones de habitantes. Por lo que en lugar de juzgar en abstracto a la sociedad, debiera priorizarse el mensaje que “a demasiados dirigentes que configuran las “células madre” del poder institucional, empresarial y gremial, la corrupción no les mueve el amperímetro”. En cuanto a la estrategia de encubrir delitos tras escenografías persecutorias o de épicas políticas para lograr la impunidad, existe un ejemplo ilustrativo: el ex presidente Carlos Menem, a 23 años de iniciada la causa por el contrabando de armas a Croacia y Ecuador, y tras dos condenas firmes, continúa siendo senador, con aval de la Corte Suprema de Justicia para ser candidato.

Explicitadas estas estrategias relacionadas con la propaganda política, es momento de plantear un interrogante más complejo y de directo impacto económico-social en la sociedad: cómo ha sido posible mantener esa trama delictiva eficaz aún subsistente durante más de una década, en el marco de un sistema democrático? Nuevamente debemos avizorar posibles instrumentos. Uno legal, a través de  un sistema electoral que restringe el poder del voto ciudadano (reelecciones, ley de lemas, listas sábana, permanentes modificaciones oportunistas de las leyes), que favorecen las continuidades políticas. El otro la cobertura de partícipes pasivos, que sin actuar directamente en los circuitos de corrupción desde el punto de vista penal, desempeñan un rol igualmente necesario: dejar hacer, no ver, callar. Sus apetencias son satisfechas con cargos y prebendas públicas, muchas veces extensivas a familiares, Este grupo representa el silencio de los no inocentes.

Muchos de los reconocidos actores activos y pasivos participan en la actual etapa preelectoral de una danza alocada para acceder o mantener el usufructo de cargos públicos privilegiados (listas de candidatos), sin que en sus discursos la corrupción sea un límite. Les es más fácil simular debates genéricos y grandilocuentes basados en justicialismo kirchnerista o “racional”, radicalismo Pro o K, neoliberalismo, populismo, progresismo, y otros “ismos”, que plantear el combate a las cleptocracias, enriquecimientos ilícitos, latrocinios, peculados. Este ejercicio intenso de hipocresía que durará hasta el cierre de listas, incluye a modernos Savonarolas políticos, que oscilando entre la mística y la obsecuencia, pregonan públicamente que el líder malo de ayer, está mucho más bueno hoy. Tanto oportunismo explícito, genera a los líderes actuales el mismo problema que a los príncipes de ayer. Aconsejaba Maquiavelo respecto a los mercenarios: “No se pueden confiar en ellos si son hombres de mérito, porque aspirarán siempre a forjar su propia grandeza. Y mucho menos si no lo son, pues con seguridad llevarán al príncipe a la ruina”.

Lograr cambios profundos con los mismos dirigentes desde hace casi tres décadas no será fácil, pero un paso que los ciudadanos podemos intentar es desarmar sus falacias dialécticas. Un comienzo sería preguntarnos: porqué fue posible la causa llamada de los cuadernos? Cómo se intentará neutralizarla? Será un punto de inflexión?

Buenos Aires, 27 de febrero de 2019

Núcleos duros flexibles

En la última newsletter reflexionamos sobre el incorrecto uso del concepto “núcleo duro” aplicado a porcentajes globales de adhesión a un partido o candidato, tanto en encuestas como en análisis. Dado que la condición de “duro” pertenece a los materiales, usaremos esta analogía para incursionar en el voluble mundo de la política, y transparentar viejas falacias discursivas. La menor partícula de un material es el átomo, formado por un núcleo que combina protones y neutrones, rol que correspondería a personajes políticos y corporativos identificables, con electrones, que giran permanentemente alrededor del núcleo, rol que cumplen los millones de votantes anónimos.

En los átomos políticos partidarios, la incidencia de los núcleos respecto a la totalidad de adhesión a un partido o candidato, es de aproximadamente del 2%, que sube al 5% en caso de acceder al gobierno, debido a que el concepto “ejercicio del poder” en democracia, abarca no solo a oficialismos, sino a oposiciones e instituciones corporativas. El porcentaje remanente corresponde a votantes anónimos. La cuantificación del 5% parecería escasa en términos porcentuales, pero no lo es en relación al total de votos obtenidos por el partido que triunfa en una elección nacional, que contaría un universo aproximado de 6.000 cargos públicos con personas identificables, entre poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

Este enfoque, lejos de ser un juego de palabras o de números, permite asumir la importancia de poner el foco de atención en los actores visibles que conforman las cadenas de responsabilidades públicas, impidiendo que intenten mimetizarse cual voceros místicos, tras supuestas opiniones o adhesiones multitudinarias. Esta antigua estrategia responde a una de las reglas de la propaganda política nacida en las primeras décadas del siglo XX para el manejo de la opinión pública, llamada “de la unanimidad y contagio”. Se basa en la comprobación de la presión psicológica que ejerce un conjunto de opiniones por sobre la opinión individual. Jean Marie Domenach lo ejemplificó en su libro “La propaganda política”, relatando que en el siglo XIX tres sastres de Londres elevaron una petición sectorial al Rey, firmándola “Nosotros, el pueblo inglés”. Nada cambió. Reconocidos políticos, analistas y periodistas intentan sostener sus mensajes expresando que “la gente está muy mal” o “la gente estará mejor”, sin explicitar sus propias opiniones, y en caso de ejercer funciones políticas, formular propuestas.

Eludir la trampa de los mensajes enlatados supuestamente verosímiles, como “tal candidato tiene un núcleo duro del 30%”, que combinan lo conceptual (duro), con lo numérico (30%), permitirá formular nuevos interrogantes para detectar falacias discursivas y pobres estrategias de marketing político. El período que concluirá el próximo 22 de junio con el cierre de listas de candidatos a cargos nacionales, y con calendarios más diversificados en las provincias, es óptimo para este ejercicio, porque destruye el concepto de “núcleo duro” entendido como fidelidad partidaria y coherencia programática por parte de los políticos. Por el contrario, se observa en su mayoría una enorme flexibilidad personal para, girando como votantes anónimos, intentar acomodarse en las listas de candidatos, sin limitaciones partidarias. En política, más que hablar de núcleos duros, habría que hablar de núcleos plásticos.

Para cerrar estas analogías entre el mundo físico-químico y el político, resta mencionar a las fuerzas que en los laboratorios unen a los átomos entre sí, permitiendo realizar las diversas combinaciones necesarias para fabricar materiales, llamadas enlaces químicos. Cabe preguntarse, que se entendería por enlaces químicos en política, ya no para fabricar materiales, sino para conseguir objetivos personales? Ejemplifiquemos con dos objetivos: 1) Promover la perpetuación política; 2) Promover el saqueo de los recursos económicos del Estado.

Para el primer objetivo el rol de enlaces químicos los cumplen los sistemas electorales, sean nacional o provinciales. Son intencionadamente restrictivos con el derecho del ciudadano a elegir, a través de innumerables artilugios legalizados, que no existen en otros países. Muchos de ellos inconstitucionales, avalados por la propia Corte Suprema de Justicia. Lograr este objetivo necesita solo de enlaces políticos legislativos y judiciales. En cuanto al segundo objetivo, el de promover y facilitar la corrupción en el Estado, dada la cantidad y variedad de enlaces políticos necesarios, merecerá un análisis más detallado en la próxima reflexión.

Buenos Aires, 20 de febrero 2019

Qué es núcleo duro?

En los procesos preelectorales, que en la política argentina ocupan prácticamente la mitad de un mandato presidencial, pululan las encuestas de opinión destinadas a reflejar las adhesiones que reciben las principales agrupaciones en pugna, traducidas en porcentajes. En un intento de sutileza analítica, se identifica a parte de esos guarismos como “núcleos duros”, integrados por quienes, pase lo que pase, votarán a determinado partido o candidato. En principio es un concepto asimilable a bipartidismos y fidelidades hoy inexistentes. A tal punto que los remanentes que dejan dichos núcleos duros se los llama “ancha avenida del medio”. Aumenta la confusión cuando se pretende asociar dicha globalidad porcentual con definiciones como neoliberalismo, populismo y progresismo, igualmente genéricas.

Pero dada la fuerte instalación que tiene la etiqueta “núcleo duro” en el campo analítico y propagandístico, podría utilizársela para reflexionar sobre la realidad política sobre bases más científicas. “Duro” es una condición inherente a la resistencia de los materiales, que están constituidos por átomos, que es la menor partícula material indivisible. El átomo está formado por una parte central indivisible que otorga la condición de masa y dureza llamada núcleo, integrada por protones y neutrones, y electrones externos que giran alrededor del núcleo. Diversas combinaciones físico-químicas dan lugar a distintos materiales, como los metales, maderas, plásticos. Es posible trasladar este circuito científico al campo político, aplicado a definir partidos y candidatos en lugar de materiales? En este supuesto el rol de núcleo lo cumplirían los componentes políticos identificables (partidos y/o candidatos), y el de electrones en permanente movimiento los votantes, que en su casi totalidad son anónimos. Lo señalado permite comprender que llamar “núcleos duros” a porcentajes globales de adhesión a determinado partido o candidato (ejemplo 25 o 30%) es incorrecto, pues previamente se debiera discriminar entre los que corresponden al núcleo (partidos/candidatos) y a los electrones (votantes). Así como sería imposible identificar a un material y sus propiedades con millones de electrones girando alrededor de un núcleo que no tiene sus protones y neutrones definidos, de igual modo sería irrazonable estimar porcentajes de adhesión de millones de votantes (electrones), girando alrededor de un núcleo que tenga sus protones y neutrones (partido y candidatos), fluctuantes y no consolidados.

Aceptada esta analogía, comienzan los interrogantes: qué debiera significar “núcleo duro” en términos políticos? Yendo a los números, en la última elección presidencial Cambiemos y el Frente para la Victoria promediaron cada uno 12 millones de votos. El núcleo duro lo integran políticos identificables, cargos electivos, y diversos círculos cercanos al poder, que se puede estimar en un 5% del total de votos, o sea, unos 6.000 protones y neutrones. Ello incluye funcionarios en cargos en instituciones claves y organismos de control, que actúan como enlaces químicos entre átomos y electrones, que en política se llaman lubricantes. El resto son (somos) millones de electrones que no pararemos de girar.  

En la guerra marketinera de productos, los oficialismos intentan defender su marca, para continuar liderando el mercado. Por el momento, el núcleo Cambiemos mantiene unidos a los neutrones y protones Pro, UCR y Coalición Cívica. Siempre atentos a que el super protón Lilita no produzca una explosión con reacción en cadena. Los verdaderos problemas atómicos se generan en las oposiciones, que intentan desplazar al producto más vendido proponiéndose como algo nuevo. Lo cual presenta un problema inicial: los laboratoristas deberán trabajar con los mismos protones y neutrones (núcleo), vigentes desde hace décadas. Para generar el “nuevo producto”, se intentarán un sinnúmero de combinaciones y se formularán interrogantes. Cómo lanzarse al mercado: cómo PJ, Frente Renovador o Frente Progresista? Frente Para la Victoria y Unidad Ciudadana son segundas marcas del PJ?  Manzur en Tucumán, será protón o neutrón? Cómo lo integraríamos con Alperovich?  Con qué protones se asociará el neutrón Massa? Solá, Alberto Fernández, Pino Solanas y Victoria Donda, si bien no paran de girar, al tener nombres propios no pueden considerarse anónimos electrones. Qué hacer para combinarlos?  

Este intento de interrelacionar como vía analítica a la rigurosa físico-química con la voluble política, concluye con una similitud entre ambas ramas que es irrebatible: los núcleos son concentrados e identificables (políticos), mientras que el destino de los millones de electrones (votantes), será el de girar permanentemente alrededor del núcleo.

Buenos Aires, 13 de febrero 2019

Extinción de hipocresía

El tardío debate generado por el DNU presidencial que implementa la extinción de dominio ante casos de corrupción contra el Estado, exhibe crudamente la hipocresía de gran parte de la clase política. El caso debiera ser evaluado más allá de posicionamientos partidarios o ideológicos, y evitando la trampa oscurantista de la “grieta”. El oficialismo carece de mayorías legislativas para convertirla en ley, y el justicialismo kirchnerista y/o racional carece de los números necesarios para impedir su sanción en caso de existir consensos mayoritarios. Para comprender la dificultad en lograr una ley coherente y eficaz que permita recuperar parte de los recursos sustraídos al Estado, es necesario asumir que se debe extinguir previamente la hipocresía política discursiva.

La hipocresía implica un uso de la falsedad y el engaño, para encubrir inconsistencias entre lo que se dice y lo que se piensa o se hace. Puede adoptar la forma de simulación (decir o mostrar algo distinto de lo que es), o de disimulo (ocultar lo que no se quiere mostrar). Esta segunda alternativa se utilizó para “cajonear” desde hace más de dos años una ley fundamental contra la corrupción. Aprobada en Diputados en junio de 2016, tras el escándalo de los bolsos de José López, permaneció en el Senado desde entonces para ser devuelta a Diputados recién en agosto de 2018, presionado por los escándalos de los cuadernos. Pero con modificaciones que pretenden licuar su eficacia, al someter la acción civil de decomiso a una sentencia penal. En este contexto, en un país en que los presidentes de turno asumen casi en exclusividad alabanzas o críticas, Macri emitió el DNU.

Ello obligó a que legisladores y políticos se vieran forzados a variar el matiz de la hipocresía, pasando del disimulo (cajoneo), a la simulación, intentando encubrir su inacción bajo un alud de objeciones al DNU: es inconstitucional, es oportunista, afecta la propiedad privada, etc. Sin embargo el poder legislativo posee un holgado presupuesto, extenso plantel de asesores, y posibilidad de contar con opiniones externas de constitucionalistas prestigiosos, como Monner Sans, Sabsay, Badeni, Gil Lavedra, Lonigro, Félix Loñ, para cumplir con la obligación de elaborar leyes impecables desde lo jurídico, y en este caso, eficaces en lo punitivo y resarcitorio. La ley existe en países desarrollados, y es recomendada por importantes organismos internacionales. Pero queda claro que nuestros impedimentos no son jurídicos, sino de complicidad y/o complacencia con la corrupción.

En condición de ciudadanos comunes no debemos temer opinar sobre lo jurídico, evitando eso sí, necedades. Desde el Código de Hammurabi en el imperio babilónico, escrito 1.750 años antes de Cristo, son las comunidades las que con sus gobiernos, usos y costumbres, dan el marco necesario para que los especialistas elaboren leyes acordes y comprensibles. Más aún en la modernidad, en la que cualquier ciudadano puede comprender que es una mala ley, que es complicidad, que es cajoneo.  La extinción de dominio permite al Estado decomisar activos provenientes de la corrupción, narcotráfico y crimen organizado, mediante una acción civil. En el caso de los recursos públicos, es aplicable a funcionarios responsables y sus partícipes, que habitualmente exhiben un enriquecimiento patrimonial no justificado, delito que como sabemos, invierte la carga de prueba, siendo el acusado quien debe mostrar el origen de tal riqueza. Queda claro entonces que el derecho de propiedad no es afectado, y las responsabilidades se extienden a familiares y testaferros. Por ejemplo, el Estado podría recuperar en forma inmediata los 9 millones de dólares que José López declaró “provenían de la política”.

Dentro del recurrente ejercicio de la hipocresía, el diputado justicialista Rodolfo Tailhade solicitó al Procurador General de la Nación aplicar el DNU contra Gianfranco Macri, hermano del presidente, por la concesión supuestamente ilegal de parques eólicos por la que recibió 5 millones de dólares. Paradójicamente la denuncia de Tailhade avala la extinción de dominio, sea por DNU o una futura ley eficaz, porque demuestra que de corresponder, es aplicable a presidentes pasados, actuales y futuros, y a sus familiares directos.

Convencerá este aporte de Tailhade a legisladores y políticos?

Buenos Aires, 06 de febrero 2019

Confirmado: Cristina candidata

Analizados los contextos discursivos-ideológicos, partidarios y sistema electoral, es momento de indagar en el aspecto más áspero y terrenal de la presente fase preelectoral que se desarrollará hasta el cierre de listas: las candidaturas. Durante el armado a dedo de las listas sábana, el discurso declamatorio vacío de contenido coexistirá con ambiciones personales y fidelidades circunstanciales, en busca de poder y las mieles de los cargos electivos. Encabezarán estas pujas políticos que han hecho de la permanencia en el usufructo de los privilegios estatales una forma de vida, habitualmente extendida a sus ámbitos familiares. Sus perfiles fueron descriptos con precisión por Maquiavelo hace más de 500 años: “Son ingratos, volubles, simuladores y ávidos de lucro. Mientras les haces bien, son completamente tuyos; pero cuando la necesidad se presenta, se rebelan”.

Para arribar a una conclusión consistente respecto a la incógnita “si Cristina será candidata”, se apelará a antecedentes verificables y nombres propios con base en la provincia de Buenos Aires, que cuenta con el 37% del padrón electoral del país, y es plaza fuerte de Cristina. En este ámbito Cristina deberá negociar cargos ejecutivos solo con intendentes, mientras que en el resto de las provincias deberá acordar según conveniencias de los gobernadores. Como todo vehículo de transporte, el avión político cuenta con un número determinado de plazas: Presidencia (pilotea y decide); gobernación (copiloto), intendencias (tripulación de cabina), y candidatos a legisladores que intentarán ocupar una de las 14 a 16 plazas “business” obtenibles, del total de 35 a renovar. Las plazas sin posibilidad de acceso a una banca son clase turista “low cost”. Para el listado “bussines” se excluyen a los candidatos a intendencias, que en campaña se mueven solo por transporte terrestre; pero no así sus familiares, que pasan a ser prenda de negociación para ubicarlos en una butaca “bussines”. Primer conflicto: exceso de demanda para la categoría “business”, léase cargo legislativo asegurado.

Quienes pujarán por categoría “bussines” presentan cuatro situaciones: 1) quienes vencen su mandato en 2019 y desean renovarlo (los otrora opositores Solanas y Donda, que vencidos sus mandatos en la ciudad le realizan “guiños” a Cristina en la esperanza de obtener butaca con su bendición; Pablo Moyano, De Pedro, Graciela Caamaño en provincia, entre otros. Se incluyen integrantes del Frente Renovador, porque hasta el cierre de listas todo es posible (caso Solá); 2) quienes tienen más años de mandato, pero con dieta legislativa asegurada juegan a ser candidatos a gobernador y/o presidente (Solá y Scioli); 3) quienes perdieron su butaca en el Jumbo político y desean recuperarla (Massa, Alfonsín, Stolbizer, Alberto Fernández, entre otros); 4) Quienes pretenden su primer vuelo bautismal (dirigentes de organizaciones sociales y piqueteras, autoproclamados amigos del Papa y algún gremialista pobre).

En el avión kirchnerista se discute quién será el piloto? No; a lo sumo se especula cínicamente con su no presentación, y soñar con ser designado delfín, lo que da lugar al segundo interrogante: puede un piloto avezado que pretenda seguir comandando designar un delfín? La experiencia justicialista a nivel nacional y provincial indica que no, salvo experiencias matrimoniales que en el caso Perón-Perón y Kirchner-Kirchner quedaron truncas, y recientemente forzado por impedimento constitucional del líder, Zamora-Zamora. Esta alternancia acordada en la cúpula del poder, reconoce un único caso exitoso de fidelidad: De la Sota-Schiaretti. Lo expuesto no deja margen para especulaciones: Cristina Fernández de Kirchner será candidata en 2019.

Instalada como piloto indiscutible de su espacio político, se le presenta a Cristina un nuevo desafío. Necesita forzosamente sumar (todos unidos triunfaremos), pero a su vez tener personal de cabina de confianza. Las plazas “business” del avión kirchnerista son escasas para ser distribuidas no solo entre sus fieles, sino también entre recientes oportunistas arrepentidos y reconvertidos. Maquiavelo da respuesta a este dilema: “el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios nunca estará tranquilo, porque son ambiciosos, desleales…”

Finalmente emerge un interrogante final. A tres años del gobierno Cambiemos, puede adjudicarse exclusiva influencia a Macri, Durán Barba o quien fuere, para mantener a Cristina Kirchner en el centro de la oposición? Rosana Bertone, gobernadora de Tierra del Fuego, dio una pista en un reportaje publicado en Clarín del pasado 25 de noviembre, al declarar: “Que Cristina vuelva a ser presidenta depende más de Macri que de ella”. Explicitó una triste resignación por no haber sabido el justicialismo generar en estos años una oposición coherente, renovada, moderna, no manchada de corrupción y sin añejos caudillajes políticos, gremiales y empresarios. Triste para la democracia.

Buenos Aires, 26 de diciembre 2018

Próxima newsletter el miércoles 23 de enero 2019.

Cristina será candidata

El título es una noticia falsa (“fake news”), pues al no existir confirmación oficial, no puede ser afirmativo. Le falta el signo de interrogación final. La realidad indica un contexto especulativo, en el que políticos, analistas, periodistas y opinólogos varios, entrecruzarán en los medios de comunicación reflexión, racionalidad, falacias, deseos, intereses y estéticas disfrazadas de ética.    

En nuestra condición de ciudadanos receptores pasivos de dichos mensajes, carentes de contactos políticos y fuentes informativas privilegiadas, deberíamos intentar formular nuestras propias hipótesis en base a lo que nos provee la diversidad informativa democrática, para luego seleccionar e interrelacionar a voluntad dicha multiplicidad de opiniones, datos y antecedentes, sean reales o ficticios. Es aconsejable que el interesado en encarar este entretenido desafío, realice previamente una autoevaluación basada en una consideración que formulara Nicolás Maquiavelo hace más de 500 años: “Hay tres clases de cerebros: el primero discierne por sí mismo; el segundo entiende lo que otros disciernen, y el tercero no discierne ni entiende lo que otros disciernen. El primero es excelente, el segundo bueno y el tercero inútil”. Por no ser profesionales de la política o de la  comunicación, deberíamos esforzarnos en integrar al menos el grupo de cerebros buenos. Si ello no fuera posible y se cae en el grupo de inútiles, no es un drama. Alberga a cientos de dirigentes, que además son millonarios.

Pasado este filtro, iniciaremos este entretenido desafío con la especulación que paraliza toda organización opositora: será Cristina candidata?. Recolectada la información preliminar, que ineludiblemente incluirá  mensajes “enlatados” y grandilocuencias discursivas, comienza la tarea de responsabilidad personal, con la elaboración de una hoja de ruta que parta de lo general (contexto), a lo particular (Cristina). El contexto podría subdividirse en cuatro áreas de análisis: 1) ideológica y retórica; 2) Partidaria; 3) Sistema electoral; 4) Actores intervinientes.

1) Ideológica y retórica.- El discurso político continuará apoyándose en categorizaciones abstractas y simplistas: derecha / izquierda; neoliberalismo / populismo; peronista / radical. Para no incrementar la confusión argumentativa aún no se incluyó la distinción honesto / deshonesto. Esta superficialidad discursiva puede ser constatada por cualquier entrevistador periodístico, con solo preguntar a los entrevistados que señalen cinco acciones de gobierno que identifiquen a cada una de las opciones. No sabrán responder, o bien se limitarán a una retórica elemental y engañosa, como por ejemplo “defender a los ricos” o “defender a los pobres”.

2) Partidaria.- En contraposición a la desaparición de los partidos tradicionales como contenedores de diversidades que acuerdan políticas básicas de gobierno, pululan cada dos años supuestos nuevos partidos, o “envases” disfrazados de partidos no reconocidos por la Cámara Nacional Electoral como tales. Identificarse como peronista, radical o socialista para traspolarlo a la arena partidaria carece de significado. Todos los partidos exhiben en sus vitrinas peronistas, radicales, socialistas y variados polirubros ideológicos. Sirva como ejemplo que ningún peronista quiere ir a elecciones como Partido Justicialista.

3) Sistema electoral.- Es un factor clave para entender la licuación partidaria y los oportunistas juegos de reposicionamientos. Está diseñado para limitar el derecho más valioso del ciudadano en una democracia: elegir y ser representado. Se legalizan reelecciones indefinidas, candidaturas testimoniales, y recientemente, la Corte Suprema avaló la aplicación de la ley de lemas, que permite que sea elegido gobernador quien no haya sacado la mayor cantidad de votos. Pero la clave para interpretar el devenir preelectoral reside en las inmutables listas sábana, que obligan al ciudadano elegir a “sus representantes” a través de listas cerradas, como si fueran ventas de candidatos al por mayor. Brasil, con un padrón electoral de 147 millones de electores (Argentina tiene 33 millones), permite a los ciudadanos elegir individualmente a sus legisladores. Más de veinte candidatos de distintos partidos relacionados con el Lava Jato no fueron elegidos. El caso icónico fue el de la ex presidente Dilma Roussef.

4) Actores intervinientes.-  Partiendo de lo expuesto, en la próxima newsletter  se detallarán elementos de análisis matemàticos: cargos electivos disponibles en relación a la postulación de candidatos, con toques de cinismo, para formular luego una hipótesis consistente sobre si Cristina será o no candidata.  

Buenos Aires, 19 de diciembre 2018

Peroratas, relatos y falacias

Recurrentemente cada dos años en épocas preelectorales, se producen realineamientos, oportunismos y cinismos de conocidos políticos, convirtiendo a la invocada “grieta” en una suma “fisuras”, pese a lo cual, intentan enmascarar sus  nuevas adhesiones y asociaciones manteniendo el discurso de la “grieta”. Posiblemente ignoren que el concepto “amigo y enemigo” desarrollado por el filósofo y politólogo alemán Carl Schmidt a comienzo del siglo XX, se aplicaba a priorizar el poder ejecutivo de un Estado por sobre el estado deliberativo de una democracia, y no para mercadeos preelectorales.

Lo discursivo se sustenta en peroratas propagandísticas (pretenden fijar posturas a través de eslógans); relatos (intentan justificar posicionamientos invocando personajes o hechos pasados), y falacias (formulan razonamientos aparentemente persuasivos pero falsos). Por ello, analizar la coyuntura preelectoral desde ahora hasta el cierre de listas, exige una perspectiva menos filosófica y más doméstica: en la puja por cargos ejecutivos y legislativos, muchos de quienes ayer votaron “contra Cristina”, pueden votar hoy a su favor y “contra Macri”, y viceversa. Continuando con las referencias históricas, esta realidad se vincula más con el Maquiavelo del siglo XVI,  que con la “grieta” de Schmidt del siglo XX. Respecto a la costumbre de contratar mercenarios en las luchas entre Estados, Maquiavelo propuso al Príncipe una milicia propia y estable, porque “el príncipe cuyo gobierno descanse en soldados mercenarios, no estará nunca seguro y tranquilo, porque son ambiciosos, desleales, valientes entre los amigos, pero cobardes cuando se encuentran entre los enemigos”. Esta advertencia sería de plena aplicación para nuestros modernos políticos mutantes, en una etapa de amontonamientos utilitarios.

Es necesario también eludir preconceptos “enlatados” y generalmente desactualizados que pretenden posicionarnos sin mayor reflexión, tales como derecha-izquierda; neoliberal-populista; peronismo-radicalismo. Un ejemplo adecuado para desnudar lo artificial de estas generalizaciones, es recordar la añeja categorización de conservador usada en gran parte del siglo XX, muchas veces asociada a oligarca, porque existe una directa correlatividad entre la palabra y su significado: conservar; favorecer intereses constituidos; evitar cambios. Si trasladáramos este concepto a la actualidad, podríamos preguntarnos: en sus provincias, los Rodríguez Saá, los Zamora, los Insfrán y los Kirchner, son conservadores? Si lo fueran, tendría sentido establecer si son de derecha o izquierda, peronista o radical? En tal caso, sus manejos de gobierno y coptación de instituciones, se modificarían en algo?

En esta línea de análisis, Hitler era de derecha y Stalin de izquierda, o simplemente dictadores con metodologías de concentración de poder similares? Pasando al terreno de los discursos falaces, los que acompañaron a Menem como neoliberales dejaron de serlo hoy? Que los distinguen de los presuntos neoliberales de Macri? Desaparecidos el justicialismo y el radicalismo como partidos excluyentes, esta inconsistencias se explican desde la ideología o desde el oportunismo? Hace décadas se identificaba al justicialismo con lo social, y al radicalismo con lo republicano e institucional. Ante el permanente trasvasamiento de dirigentes entre expresiones partidarias de coyuntura, cuáles son las nuevas improntas partidarias reconocibles?  Esta realidad nos remite a los mercenarios que temía Maquiavelo, asociada a una variante argentina del pensamiento de Carl Schmidt, denominada “amigo-enemigo-amigo-enemigo-amigo-enemigo….”

En cuanto al uso de eslógans, quizás el más reconocido como unificador de masas sea “Todos unidos triunfaremos”. Esta estrofa de la marcha peronista fue cantada por primera vez en el año 1948, a dos años de haber asumido Perón la presidencia- Pero la estrofa posterior “Perón, Perón, que grande sos”, dejaba en claro que dicha unidad se referenciaba en un líder excluyente. La sociedad de entonces no era idílica; existían seguidores y detractores; fanáticos entre unos y otros. Tras el derrocamiento y exilio de Perón, surgieron posturas sindicales de un peronismo sin Perón, y años más tarde, otro gobierno militar intentó elecciones presidenciales sin Perón. Hábil estratega, Perón condicionó todas las alternativas políticas. En su primer regreso al país se abrazó con Balbín, pero ambos estaban desgastados. En su retorno definitivo, muchos oportunistas de entonces pensaron que el líder podía ser usado. Se produjo la masacre de Ezeiza, enfrentando a quienes decían admirarlo y defenderlo. El “todos unidos” había perdido identidad y eficacia.

Hoy, para disimular mercadeos preelectorales y mantener la mística, el “todos unidos” exige ser complementado con el terrenal “en contra de”.

Buenos Aires, 04 de diciembre 2018

PRÓXIMA NEWSLETTER: MIÉRCOLES 19 DE DICIEMBRE

Es el lucro, estúpido

Para analizar el escándalo generado por el partido trunco entre River y Boca, y considerando que los diagnósticos, personajes y consecuencias se repiten hasta el hartazgo sin soluciones, es oportuno rescatar aspectos claves dentro de la hojarasca informativa, relacionados con la patología delictiva deportiva. Para comenzar, transparentaré mis preconceptos futboleros: soy de Independiente. Ello me habilita a considerarme una de las primeras víctimas de las supuestas intervenciones del Papa Francisco en nuestros ásperos temas domésticos. En el año de su elección, sin disimulo sacó campeón a los “santos” de Boedo, y mandó al descenso a los “diablos rojos” de Avellaneda. Por ello me tranquiliza que el clan Moyano que hoy nos conduce, cuente al menos con la protección religiosa del arzobispo de Lujàn Agustín Radrizzani.

Pasando al contexto en el que se desarrolló el escándalo, destacaremos el más esclarecedor y absurdo. La inmanejable puja de poder y negocios multimillonarios que interrelacionan a políticos, empresarios, sindicalistas,  poder judicial y barras bravas criminales como apoyo logístico dentro del negocio del fútbol, se realiza bajo el paraguas de las llamadas “entidades sin fines de lucro”. Mejor fachada para blanquear ilícitos como lavar dinero, comercializar droga y ejercer aprietes de todo tipo, es imposible. En cuanto a lo discursivo, así como en política la corrupción se intenta ocultarla invocando la defensa de los más pobres, en el fútbol se apela a “la pasión popular”. Resaltar esta contradicción no pretende promover la privatización de los clubes, sino legislar, controlar y actuar para que no se utilicen a las entidades deportivas como fachadas virtuosas de escandalosos lucros. Y comprender que las barras no son difíciles de erradicar, sino por el contrario, son mantenidas y/o soportadas por políticos, sindicalistas, empresarios, jueces y fiscales corruptos o complacientes, difíciles de erradicar. Conglomerado que incluyó recientes apoyos clericales. Debemos recordar que en las clásicas mafias de mediados del siglo XX, no mataban los “capos” sino sus sicarios.

Para sustentar lo expuesto, en primer lugar se debe efectuar un reconocimiento al periodismo. Todo lo que sabemos relacionado con entramados, maniobras delictivas, imágenes probatorias y antecedentes de cientos de barras, los aporta casi exclusivamente el periodismo. Las   autoridades, jueces y fiscales no miran, no leen, no escuchan. El segundo aspecto, error en el que sí caen muchos comunicadores, es utilizar el encubridor artificio de la generalización, cuya frase paradigmática sería “la sociedad está enferma”. La enferma por dinero y poder son las dirigencias, como indican dos antecedentes recientes: 1) las olimpíadas de la juventud se desarrollaron con sorprendente éxito de público y sin incidentes. No hay que profundizar sobre las causas: no había negocios multimillonarios con rápidos retornos. 2) en la semana del escándalo, se desconcentraron más de 60.000 espectadores que asistieron al estadio de Boca para presenciar un entrenamiento, y días más tarde otros 70.000 estafados asistentes al estadio de River, tras permanecer horas hasta la suspensión del partido. En ambos casos no hubo desmanes. Sin política sucia, la sociedad no está tan enferma.

Pasemos a lo institucional. En los desmanes del sábado hubo 16 detenidos por atentado y resistencia a la autoridad. En menos de 24 horas la jueza María Julia Correa los dejó libres porque “los soldaditos” no tenían antecedentes, sin realizar ninguna investigación preliminar. Ningún fiscal apeló. En la investigación del juez Luis Armella por asociación ilícita entre dirigentes y barras bravas en Independiente, el secretario del club “Yoyo” Maldonado declaró desconocer porque en el partido con Flamengo por la final de la Sudamericana en el 2017, se vendieron 36.000 entradas y hubo 54.000 espectadores. La causa “Fútbol para todos” a cargo de Servini de Cubría desde el 2015, fue elevada a juicio oral sin que la jueza indicara el destino de los 760 millones de pesos desaparecidos en el tránsito de fondos entre Jefatura de Gabinete y AFA. A nivel legislativo, las incapacidades, desinterés o complicidades se reflejan en un vicio que los políticos manejan a la perfección: el oportunismo. Ante los sucesos reapareció Scioli, recordando que su gobierno había presentado una propuesta de reforma del Código Penal incorporando la figura del “barra brava”. Al preguntársele por el resultado del proyecto, Scioli respondió impertérrito: perdió estado parlamentario.

Bastas de falsas promesas y discursos. En lo inmediato se puede sugerir: a) llamar a sesiones extraordinarias para implementar una seria reforma al Código Penal que incorpore la problemática delictual en el fútbol; b) que instituciones como el Colegio de Abogados, FOPEA y Usina de Justicia, elaboren un informe detallado del avance de todas las causas judiciales relacionadas con el fútbol. 

Buenos Aires, 29 de noviembre 2018

Guerra entre Chicho y Totó

La presente es una historia basada en hechos reales, y sin desenlace conocido. En el año 2015 en un partido por la copa Libertadores entre Boca y River, en el entretiempo un delirante apodado “Panadero”, burló los exigentes controles arrojando a la salida del campo de juego gas pimienta a los jugadores de River. De inmediato ingresó al campo de juego el “capo” de este club, conocido como Chicho, exigiendo y logrando la suspensión el partido. Tras lo cual Chicho acordó con Totó, el capo de Boca, que la Conmebol decidiría el camino a seguir. Chicho, pícaro, en plena madrugada pidió un diagnóstico oftalmológico de sus jugadores afectados, y con el mismo en mano tomó un vuelo a Asunción para reclamar con éxito a la Conmebol que den el partido por ganado a su club. Totó quedó caliente. Hace pocos días, en un nuevo partido por la Libertadores entre ambos clubes en cancha de River, el ómnibus con los jugadores de Totó fue apedreado por hinchas del club de Chicho. Ni lerdo ni perezoso, Totó llevó a un jugador al oftamólogo, quien certificó un problema ocular. El partido fue suspendido. Ya más relajados, en medio de sonrisas y con la presencia de los “capos di tutti capis” internacionales, conocidos como “el franchute” y “el paragua”, más el argentino apodado “el Comandante”, Chicho y Toto firmaron un “pacto de caballeros” para fijar nueva fecha para el partido. Tranquilizado, “el franchute” voló en business a Europa, para regresar en esta semana a nuestro país también en business, a fin de enseñar a los líderes del G-20 como se maneja un negocio con éxito. Pero aprovechando el aflojamiento de tensiones, Totó consumó la “vendetta”. Presentó un reclamo ante la Conmebol para que den por ganado a su club el partido. Ante ello, “el paragua” citó de urgencia a Chicho y a Totó a la sede de la Conmebol, para buscar una salida a la situación. Entre las alternativas no se descarta efectuar el partido en Pekín; eso sí, sin público. Este enfrentamiento ha generado gran preocupación en los “clanes” futboleros, ante el temor que Chicho y Totó contraten sicarios y corra sangre. Aprovechando el G-20, se han detectado a varios de ellos disfrazados de diplomáticos o guardaespaldas, bajo nombres claves como Caverna, el Polaco, el Oso, Loquillo, el Animal, Patón, entre otros. El más sensible del grupo conocido como Bebote, está preso. Por las dudas, el arzobispo Radrizzani está preparando una misa.

Buenos Aires, 28 de noviembre 2018

«Fakes» discursivos

Las noticias falsas (fake news), se presentan como un fenómeno comunicacional moderno exacerbado por las redes sociales que actúan en un espacio digital amorfo caracterizado por la inmediatez, del que participan ciudadanos comunes en un supuesto pie de igualdad con personajes reconocidos y perfiles falsos. Pero el juego mantiene principios inmutables: las opiniones no son asépticas, sino responden a preconceptos, intereses y tamices culturales. Pero las noticias/opiniones falsas no reciben la misma atención cuando de las redes sociales se pasa al concreto mundo de los medios de comunicación escritos, televisivos o radiales, a cuya misión de informar, entretener y educar, se le suma la tarea de “convencer” cuando se incursiona en el campo político. En este caso la eventual utilización de noticias falsas puede complementarse con entrevistas complacientes.

No es una novedad, pues es sabido de políticos que aceptan ser reporteados solo por determinados periodistas. Lo interesante es detectar durante el diálogo cuando surge la falsedad, complacencia o supuesta impericia para obtener opiniones útiles y veraces por parte del entrevistado. Existen tres escenarios de ejercicio periodístico: el columnista (transmite su opinión subjetiva con o sin datos de apoyo); espacios de debate (el conductor instala temas, regula tiempos y se preseleccionan panelistas), y el reportaje (intercambio entre entrevistado y entrevistador). La actividad se desarrolla en un marco de libertad y diversidad en el que coexisten por ejemplo, Clarín, La Nación y Página 12; América 24, Crónica TV y C5N; Pagni, Majul y Víctor Morales. En este escenario se entrecruzan rigurosidad informativa, noticias falsas, puestas en escena para promover imagen o direccionar opinión. Respecto a los medios y periodistas citados, posiblemente hayamos emitido juicios de valor sobre cada uno de ellos. De ser así, “creeremos” lo que nos dicen unos, y “rechazaremos” lo que nos dicen otros, cayendo en el objetivo básico de la propaganda política: que lo emocional predomine sobre lo racional. Para ello los mensajes responderán a la regla propagandística llamada de “simplificación”, basada  en que “el nivel intelectual del mensaje deberá ser tanto más bajo cuanto más grande sea la masa de personas que deba convencer”. (La propaganda política – Jean Marie Domenach – 1950).

Si a la luz de esta definición prestamos atención a los mensajes emitidos a través de WhatsApp, Facebook o Twitter por reconocidos políticos, sean oficialistas u opositores, se comprobará su pobreza argumentativa. Se remiten a emitir opinión (subjetiva) disfrazada de información (objetiva), intentando en muchos casos reafirmarla con datos numéricos aparentemente consistentes, pero inexistentes o de origen dudoso. Lo sorprendente de esta multiplicidad comunicacional, que pareciera romper con la condición monopólica característica de la propaganda política creada por los regímenes fascistas y comunistas en la primera mitad del siglo XX, es culpabilizarla por resultados electorales imprevistos, como los que erigieron a Trump y Bolsonaro presidentes. Cabe preguntarse: no es muy pobre, simplista y exculpatorio para los derrotados los que plantean este escenario? Sería posible que en realidad el bombardeo informativo que dispersa noticias falsas, esté desarrollando un espíritu crítico en los ciudadanos, en contraposición a viejos discursos que plantean viejos políticos?

Mencionemos un ejemplo habitual de complicidad o impericia periodística. El periodista de turno, asumiendo el rol de implacable, pregunta al político entrevistado: Ud. robó?. Su respuesta inevitable será: estoy sufriendo una persecución política. Jamás un periodista repreguntó: cómo explica entonces el crecimiento patrimonial durante su ejercicio en la función pública?

Otro ejemplo. En canal TN ante los periodistas Winazki y Luciana Geuna, el sindicalista de Aerolíneas Argentinas Cirielli justificó el paro que perjudicó a 30.000 pasajeros, y entre los motivos mencionó que la línea low-cost Fly Bondi tendría capitales del narcotráfico. Ninguno de los periodistas le repreguntó: que tienen que ver su denuncia con los pasajeros afectados?

Independientemente de orientaciones políticas personales, ejercitarnos en detectar omisiones, falsedades y complicidades en el discurso político, le dificultará cada vez más a la vieja política manipular a la opinión pública. Y básicamente, engañarnos.

Buenos Aires, 21 de noviembre de 2018

Sonajeros preelectorales

El sonajero es un  juguete para bebés destinado a estimular su desarrollo y permitirles llamar la atención a través de los sonidos. Muchos de nuestros políticos en épocas preelectorales se inspiran en su función para crear nuevos “espacios” partidarios, con algunas diferencias. El sonajero lo agita quien abandonó su cuna / partido político recientemente, y el desarrollo que pretende estimular es el de sus  ambiciones. Por lo que la utilidad que rescata del sonajero es la de hacer ruido para visibilizarse y perdurar.

Esta moda bullanguera se expandió en las dos últimas décadas tras la pérdida del rol de los partidos políticos tradicionales, como naturales receptáculos de diversidades aunadas tras políticas básicas compartidas. Tamaña dilución y fragmentación hace suponer que la declamada “antipolítica” nace en el propio seno de las burocracias partidarias, y no en supuestas culpabilidades de los votantes, como avezados analistas pretenden justificar los fenómenos Trump y Bolsonaro entre otros. En nuestro país se habla de peronismo, pero los peronistas se distribuyen en diversos partidos, con excepción del justicialista. Se habla de radicales, pero muchos de ellos dispuestos a escuchar ofertas de otros partidos, incluida la variante justicialista kirchnerista. Este burdo mercadeo es apañado por un sistema electoral que permite la perpetuación de políticos a través de las listas legislativas sábana, listas colectoras, ley de lemas y otras trampas. En Brasil por ejemplo, Dilma Rousseff no pudo alcanzar los votos individuales necesarios para ser senadora en el Estado de Minas Gerais, quedando en cuarto lugar. Con nuestras listas sábana hubiera ingresado.

Ello explica la sobreventa de sonajeros destinados a llamar la atención del dedo elector de los líderes de turno en épocas preelectorales. Su ruidoso uso no resaltará ideologías, fidelidades partidarias o coherencias programáticas, sino desnudará ambiciones, traiciones, hipocresías, amontonamientos, y como es usual, nepotismos. No sorprende ver al fluctuante Felipe Solá escapándose de la cuna Massa para adquirir el sonajero Red Argentina, intentando llamar la atención de mamá Cristina. Ver a Lischfiz, Stolbizer y Ricardo Alfonsín arrojándose de sus respectivas cunas portando el colorido sonajero Encuentro Progresista. Ver a Victoria Donda, cuyo mandato vence en la próxima elección, zafando de los barrotes de la cuna Libres del Sur, mientras agita entusiasta el simpático sonajero Somos Más. En esta puja para sobrevivir hay sonajeros más baqueteados, como los usados por los autoproclamados “líderes sociales” Grabois, Menéndez y Alderete,  que hacen inexplicable la función que debieran cumplir los organismos estatales específicos de Nación, provincias y municipios. Los primeros balbuceos políticos de estos renovados bebes, mientras gatean en busca de protección maternal (Cristina), o paternal (Mauricio, Sergio), no son papá y mamá, sino más grandilocuentes: pueblo, progresismo, defensa de los pobres. Si se les critica su inconstancia para juguetear en una única cuna, repiten el sagaz balbuceo del avezado bebe Solá: “no miro el pasado; miro el futuro”. Pueden pelearse entre bebes, pero como debido a sus prolongadas lactancias no son ingenuos, la corrupción no será un límite que les impida amigarse. Retozaron en demasiadas cunas como para caer en sutilezas.

En esta descripción que fluctúa entre la ironía, el escepticismo y el reiterado oportunismo de las corporaciones políticas, debiéramos plantearnos dos interrogantes: 1) cuándo se habla de la necesidad de concretar un gran acuerdo político- social, cabe preguntarse: entre quiénes?. 2) no será momento de sustentar este reclamado y frustrado acuerdo sin el paraguas de conceptos corporativos y abstractos, como peronismo, radicalismo, sindicalismo, empresariado, para concretarlo con figuras concretas de cada uno de dichos sectores que posean cualidades de honestidad, capacidad, legitimidad representativa y voluntad de transformar los arcaicos esquemas políticos-institucionales que generaron y generan inequidad, atraso y pobreza? Para mantener privilegios, complicidades y prácticas corruptas, demasiados acuerdos multisectoriales han sido posibles y exitosos.

Contra lo que podría suponerse el momento es oportuno, pues en los próximos meses la “grieta” como recurso de poder (Carl Schmidt), hasta el cierre de listas será reemplazada por innumerables “fisuras”, producto de una especialidad de los compradores de sonajeros: el travestismo político.

Buenos Aires, 14 de noviembre 2018

Alfonsín: honrar un fracaso

El pasado 30 de octubre se conmemoró el 35° aniversario del triunfo electoral de Raúl Alfonsín. Para asombro de muchos, el radicalismo superó al justicialismo por casi doce puntos, sumando entre ambos partidos el 92% de los votos. La sociedad había interpretado que Alfonsín y su partido eran los más confiables para afrontar la compleja reconstitución del tejido institucional, social y económico del país, sin por ello sumergirse en tramposas “grietas”. Los recientes homenajes recordaron a Alfonsín con el emblema grandilocuente  de “padre de la democracia”, pero sería más oportuno destacar propuestas esenciales que no se le permitió llevar a cabo, y que los políticos aún no han tenido la capacidad y/o voluntad de resolver.

Ya en su campaña planteó la necesidad de democratizar a dos sectores fuertemente corporativos: Fuerzas Armadas y sindicatos. Estos últimos, de clara identificación peronista, tuvieron un rol central en el armado del partido para la elección de 1983, ocupando sus representantes altos cargos partidarios y candidaturas nacionales y provinciales de peso, para obtener finalmente 35 bancas legislativas. A poco de asumir, Alfonsín envió la ley de reordenamiento sindical y electoral a fin de regularizar el funcionamiento de los gremios tras la dictadura, conocida como “ley Mucci”, en alusión al trabajador gráfico Antonio Mucci, designado Ministro de Trabajo. Entre sus puntos, se planteaba la personería gremial para el sindicato más representativo (sindicato único por rama), pero permitiendo la participación de las minorías que obtuvieran el 25 % de los votos, que los afiliados deberían emitir en forma directa, obligatoria y secreta, bajo el control de la Justicia Electoral Nacional. Los mandatos duraban tres años con una sola posibilidad de reelección inmediata. La contrapropuesta gremial fue la de retomar la ley de Asociaciones Profesionales de 1973, y encomendar la regularización de las conducciones de los gremios a comisiones designadas por los propios gremios.

Previo a ingresar al Congreso, el proyecto radical produjo un primer efecto paradójico: gremialistas enfrentados entre sí durante la dictadura, terminaron unidos ante un gobierno democrático, con una conducción colegiada de la CGT, integrada por Saúl Ubaldini, Osvaldo Borda, Ramón Baldassini y Jorge Triaca. Aprobado por la Cámara de Diputados por amplia mayoría, el proyecto fue finalmente derrotado el 14 de marzo de 1984 en Senadores, por 24 a 22 votos, con el voto decisivo de Elías Sapag, del Movimiento Popular Neuquino. El 3 de agosto de 1984, la CGT llamó al primer paro general de los trece que sufriera Alfonsín durante su mandato. El gremio docente CTERA no se adhirió.

Años más tarde, el gobierno de la Alianza encabezado por De la Rúa, consiguió en abril del 2000 la aprobación legislativa de una reforma acordada con sectores del justicialismo, que entre otros aspectos permitía sellar convenios colectivos por empresa en lugar de rama o actividad, y derogaba los convenios ultraactivos de los años 1975 y 1988 de renovación automática, aún vigentes. En mayo de ese año el sindicalista Hugo Moyano denunció que el Ministro de Trabajo Flamarique había comentado que “para los senadores tengo la Banelco”, lo que éste negó. Ello desencadenó la crisis política con la renuncia del vicepresidente Alvarez, y posterior caída de De la Rúa en diciembre de 2001. En el 2003 se derogó la ley.

Más recientemente el gobierno de Cambiemos impulsó una reforma laboral que promueve la discusión sobre aspectos conflictivos: normas que regulan las obras sociales y el Pami; poca uniformidad en los aportes sindicales; integrar prácticas laborales al sistema educativo; definir si ciertos beneficios (celular, vehículo), son parte del salario, y muchos otros. Lo tratado con sectores gremiales que en 2017 parecía viable, hoy desapareció de la agenda.

Una crítica recibida por Alfonsín, falencia que se repitió en los intentos posteriores, es no haber sido más explícito ante la sociedad y los trabajadores en especial, respecto a los costos y beneficios de las reformas propuestas. En contraposición, para obturar todo tipo de cambios y mantener privilegios, el mensaje de la corporación sindical se mantuvo inmutable en el tiempo:  “leyes impuestas por el FMI, precarización laboral, baja de salarios, pérdida de derechos”. Es momento de debatir propuestas que no incidan en los salarios de bolsillo, sino sobre costos adicionales injustificados, como excesivos aportes, seguros, ausentismo, entre otros. El problema no puede ser obviado. A comienzos de 2017 según datos oficiales, existían 12 millones de empleados registrados; 4,5 millones informales y cerca de 1,5 millones desocupados.

Modernizar el mercado laboral favoreciendo al trabajador y desarmando costosos privilegios, sería un excelente homenaje para Raúl Alfonsín.

Buenos Aires, 07 de noviembre 2018

Arenga clerical

Señalar que la desaforada corrupción estatal-privada explica la degradación del país desde hace décadas, sería un lamento inconducente. A futuro, el desafío estriba en desarmar la sólida trama de complicidad e impunidad, enquistada entre quienes dicen representarnos, entre quienes vociferan cuidar a los trabajadores, entre quienes deben impartir justicia, y entre quienes aducen aportar capital propio de riesgo para el crecimiento del país. Agrava el cuadro algunos Obispos, cuando en sus sermones omiten recordarles a esos políticos, gremialistas y empresarios reconvertidos en fervorosos feligreses, el mandamiento “No robarás”.

Sin embargo el efecto “cuadernos de Centeno”, que dejaron como nunca antes expuesto cualitativa y cuantitativamente el saqueo de recursos públicos desde hace décadas, brinda a los ciudadanos comunes ajenos al poder, una alternativa contundente para promover cambios: reelaborar críticamente el repetido discurso político o mensaje, utilizado para comunicar y/o manipular a la opinión pública. Asumiendo que en esta coyuntura las pugnas no son ideológicas o principistas, sino por poder, dinero y privilegios. Hace 2.400 años Aristóteles planteaba a la política como un concepto que no debe separarse del realismo de los objetos. Maquiavelo hace casi 500 años, en su excepcional análisis del proceder de los hombres en las luchas por el poder, señalaba que “el príncipe cuyo gobierno descansa en soldados mercenarios no estará nunca seguro ni tranquilo, porque son ambiciosos, desleales… no tienen temor de Dios ni buena fe con los hombres”.  A éste perfil de quienes pujan por el poder, nuestro país como no podía ser de otro modo, le suma una peculiaridad no habitual en sistemas democráticos: desde hace décadas se mantienen los mismos dirigentes políticos y gremiales. Para lograr tal perdurabilidad, según convenga y con cargo público y/o privilegio bajo el brazo, un mismo personaje puede ser neoliberal o populista; de derecha o izquierda; racional o irracional.  Y muchos de ellos, a la hora de justificar patrimonios, confiesan encarnar una trinidad casi mística: ser políticos, gremialistas y empresarios simultáneamente.

Un primer intento de desmitificar frases clásicas del discurso político, partirá de la más usada en los procesos judiciales por los partícipes en actos de corrupción contra el Estado: denunciar “persecución política”, pretendiendo que  subliminalmente, los actos delictivos se confundan con la persecución de ideas. Pero el concepto “política” implica una manera de ejercer el poder público, resolviendo entre los intereses encontrados que se producen en una sociedad. Los que lo ejercen asumen además la responsabilidad de administrar los recursos públicos en función de intereses comunes. Por ello cuando los delitos no se refieren al patrimonio privado sino al público (demagógicamente llamado de todos), ese delito además de penal es “político”, agravado por el perjuicio social que provoca. El Poder Judicial, según marca la Constitución, deberá perseguir justicia y sancionar a los culpables. Los conceptos se suelen clarifican si se los confronta con su opuesto. En este caso, persecución con protección. Si el delito cometido años y/o décadas atrás recién hoy se “persigue”, en general con los mismos jueces y fiscales de entonces, es de sospechar que antes existió “protección” para lograr impunidad. Se concluye entonces que cuando en el Estado la corrupción no es puntual sino estructural, “perseguir” y “proteger” actúan como sinónimos. Por otra parte la victimización que permite el término “persecución”, jamás es acompañada por parte del funcionario sospechado / investigado / acusado, aunque sea de  modo falaz como en el caso de delincuentes comunes, por la expresión “soy inocente”. Si se presta atención, jamás. Ello debido a que decirlo, implicaría negar y/o explicar que los bienes, empresas, sociedades y cuentas en el exterior que les son adjudicadas, le pertenecen.

Otro mensaje político de manual que la impúdica exhibición de corrupción ha mostrado como falaz, es el declamado “luchar contra los grupos económicos concentrados”. Décadas atrás, esta entusiasta invocación subliminalmente remitía a nombres paradigmáticos del empresariado: Fortabat, Bunge y Born, Rocca, Macri, Bulgheroni, Perez Companc, entre otros, con capacidad económica y de “lobby” ante el poder político. El escándalo Centeno transparentó que en las tramas de corrupción estatales de los últimos quince años, los grupos económicos dejaron de ser tan concentrados, para organizarse asociando a políticos, gremialistas, legisladores, jueces y testaferros en una misma trama. Sus fortunas injustificadas, que envidiarían apellidos emblemáticos de antaño, en lugar de representar un loable fenómeno de crecimiento social y económico, explican la pobreza de muchos.

Buenos Aires, 24 de octubre de 2018

Perseguir y proteger como sinónimos

Señalar que la desaforada corrupción estatal-privada explica la degradación del país desde hace décadas, sería un lamento inconducente. A futuro, el desafío estriba en desarmar la sólida trama de complicidad e impunidad, enquistada entre quienes dicen representarnos, entre quienes vociferan cuidar a los trabajadores, entre quienes deben impartir justicia, y entre quienes aducen aportar capital propio de riesgo para el crecimiento del país. Agrava el cuadro algunos Obispos, cuando en sus sermones omiten recordarles a esos políticos, gremialistas y empresarios reconvertidos en fervorosos feligreses, el mandamiento “No robarás”.

Sin embargo el efecto “cuadernos de Centeno”, que dejaron como nunca antes expuesto cualitativa y cuantitativamente el saqueo de recursos públicos desde hace décadas, brinda a los ciudadanos comunes ajenos al poder, una alternativa contundente para promover cambios: reelaborar críticamente el repetido discurso político o mensaje, utilizado para comunicar y/o manipular a la opinión pública. Asumiendo que en esta coyuntura las pugnas no son ideológicas o principistas, sino por poder, dinero y privilegios. Hace 2.400 años Aristóteles planteaba a la política como un concepto que no debe separarse del realismo de los objetos. Maquiavelo hace casi 500 años, en su excepcional análisis del proceder de los hombres en las luchas por el poder, señalaba que “el príncipe cuyo gobierno descansa en soldados mercenarios no estará nunca seguro ni tranquilo, porque son ambiciosos, desleales… no tienen temor de Dios ni buena fe con los hombres”.  A éste perfil de quienes pujan por el poder, nuestro país como no podía ser de otro modo, le suma una peculiaridad no habitual en sistemas democráticos: desde hace décadas se mantienen los mismos dirigentes políticos y gremiales. Para lograr tal perdurabilidad, según convenga y con cargo público y/o privilegio bajo el brazo, un mismo personaje puede ser neoliberal o populista; de derecha o izquierda; racional o irracional.  Y muchos de ellos, a la hora de justificar patrimonios, confiesan encarnar una trinidad casi mística: ser políticos, gremialistas y empresarios simultáneamente.

Un primer intento de desmitificar frases clásicas del discurso político, partirá de la más usada en los procesos judiciales por los partícipes en actos de corrupción contra el Estado: denunciar “persecución política”, pretendiendo que  subliminalmente, los actos delictivos se confundan con la persecución de ideas. Pero el concepto “política” implica una manera de ejercer el poder público, resolviendo entre los intereses encontrados que se producen en una sociedad. Los que lo ejercen asumen además la responsabilidad de administrar los recursos públicos en función de intereses comunes. Por ello cuando los delitos no se refieren al patrimonio privado sino al público (demagógicamente llamado de todos), ese delito además de penal es “político”, agravado por el perjuicio social que provoca. El Poder Judicial, según marca la Constitución, deberá perseguir justicia y sancionar a los culpables. Los conceptos se suelen clarifican si se los confronta con su opuesto. En este caso, persecución con protección. Si el delito cometido años y/o décadas atrás recién hoy se “persigue”, en general con los mismos jueces y fiscales de entonces, es de sospechar que antes existió “protección” para lograr impunidad. Se concluye entonces que cuando en el Estado la corrupción no es puntual sino estructural, “perseguir” y “proteger” actúan como sinónimos. Por otra parte la victimización que permite el término “persecución”, jamás es acompañada por parte del funcionario sospechado / investigado / acusado, aunque sea de  modo falaz como en el caso de delincuentes comunes, por la expresión “soy inocente”. Si se presta atención, jamás. Ello debido a que decirlo, implicaría negar y/o explicar que los bienes, empresas, sociedades y cuentas en el exterior que les son adjudicadas, le pertenecen.

Otro mensaje político de manual que la impúdica exhibición de corrupción ha mostrado como falaz, es el declamado “luchar contra los grupos económicos concentrados”. Décadas atrás, esta entusiasta invocación subliminalmente remitía a nombres paradigmáticos del empresariado: Fortabat, Bunge y Born, Rocca, Macri, Bulgheroni, Perez Companc, entre otros, con capacidad económica y de “lobby” ante el poder político. El escándalo Centeno transparentó que en las tramas de corrupción estatales de los últimos quince años, los grupos económicos dejaron de ser tan concentrados, para organizarse asociando a políticos, gremialistas, legisladores, jueces y testaferros en una misma trama. Sus fortunas injustificadas, que envidiarían apellidos emblemáticos de antaño, en lugar de representar un loable fenómeno de crecimiento social y económico, explican la pobreza de muchos.

Buenos Aires, 24 de octubre de 2018

Coimas de novela (cuaderno 8)

En este último cuaderno, el 03 de noviembre del 2015 es la fecha en la que Centeno concluyó con la descripción de los circuitos recaudatorios de coimas. Diez días antes, el justicialismo había sido derrotado en la provincia de Buenos Aires, tras 25 años ininterrumpidos en el ejercicio del poder. Diecinueve días después, en la segunda vuelta para elegir presidente, la coalición Cambiemos derrotó al Frente encabezado por el justicialismo, que gobernara al país durante doce años consecutivos. Surge una primera hipótesis: una alternancia democrática evita y/o afecta las tramas delictivas público-privadas conformadas para asegurar impunidad en la sustracción de recursos públicos. Con vista a futuro, se debiera evitar análisis fundados en tramposas “grietas”, instaladas para que la insensatez y el fanatismo predomine sobre la racionalidad y reflexión. Por ello no se plantea que lo “bueno” sustituyó a lo “malo”, sino a un principio democrático esencial: los efectos saludables de alternancia política-institucional en el manejo de lo público. Requisito necesario pero no suficiente.

En un sistema democrático de baja calidad como el argentino, desarmar la trama de corrupción tiene gran complejidad, porque muchos de sus actores partícipes directos e indirectos están enquistados en las estructuras institucionales tanto públicas como privadas, amparados por leyes y procedimientos que ellos mismos promulgan y aplican. Y que tras un barniz institucional, de ser necesario, coaccionan a través de grupos de choque de acción directa. Este sustrato se potenció con la desaparición de partidos políticos coherentes y consolidados, y con un amplio espectro de políticos que aceptan integrar cualquier espacio partidario, siempre y cuando sea con cargo asegurado. El crítico panorama cierra con lo más grave; un conjunto de figuras variopintas de supuesta opinión influyente, dedicadas a promover golpes institucionales cuya representación simbólica es el helicóptero, recordando a De la Rùa. Olvidando que esa imagen nos retrotrae también al golpe militar que eyectó del poder a la presidenta constitucional Isabel Perón. 

El mérito no deseado de los cuadernos de Centeno, hasta simbólico si se quiere, es haber barrido con rumores, supuestos, investigaciones periodísticas de corrupción con éxitos editoriales como único resultado, debates políticos estériles y sin costos, obscenas exhibiciones de riqueza impunes, para poner sobre el escenario a todos los actores cómplices de la trama, incluidos el mayordomo, el jardinero y el secretario, como en las viejas novelas policiales. Los cuadernos cierran un capítulo, y abren el más trascendente a futuro inmediato: como actuarán las fuerzas políticas, judiciales, legislativas, empresariales y laborales en esta instancia, en donde pujarán con similar peso de representación institucional probos y cómplices, justicia y encubrimiento?

El seguimiento de los avances judiciales en las distintas causas de corrupción, en cabeza de la originada en los cuadernos de Centeno, debieran servir en paralelo para plantear interrogantes e intentar obtener respuestas, que erradiquen conceptos, leyes, léxicos, usos y costumbres, que son los que desde hace décadas, posibilitan un Estado ineficaz, débil y permeable a la corrupción. El pasado y el presente exigen castigo y resarcimiento. Pero el futuro, profundos cambios de paradigmas políticos. Citemos algunos interrogantes:

1) Conceptual. En un sistema político presidencialista verticalista, o en organizaciones empresariales jerárquicas, qué relación existe entre las responsabilidades de conducción y/o mando, y las penales por corrupción? En estructuras delictivas permanentes y a gran escala, un Presidente puede ignorar lo que hace un Ministro, este lo que hace un Secretario, y así sucesivamente? Un presidente de empresa puede ignorar coimas pagadas por subordinados?

2) Fàctico. En lugar de discutir por supuestos operadores judiciales que presionan a jueces y fiscales presionables, no sería más positivo que algún legislador del PRO, radical, justicialista racional o irracional, progresista y de izquierda blanda o dura, denunciara quiénes son los legisladores que están frenando fuertemente la ley de Extinción de Dominio, o intentando que se apruebe laxamente sin incluir los casos en trámite judicial?

3) Linguistico. Puede ser que en términos de corrupción estatal, protección y persecución sean sinónimos?

Comenzaremos a desarrollar intentos de respuesta.

Buenos Aires, miércoles 17 de 2018

Coimas de novela (cuaderno 7)

Los cuadernos de Centeno no contienen denuncias, carecen de adjetivaciones, su redacción es monocorde y rutinaria. Tres circunstancias aleatorias y concordantes produjeron su repercusión: un conflicto privado familiar de Centeno; obtención de los cuadernos por un periodista que priorizó la intervención judicial por sobre la primicia, y un juez y un fiscal de la vieja corporación judicial presuntamente arrepentidos que decidieron actuar conforme a sus obligaciones constitucionales, con el necesario sigilo para evitar las usuales estrategias comunicacionales destinadas a deslegitimar pruebas y denunciantes. Coronó el circuito la aprobación en 2016 de la ley que incorporó la figura del imputado colaborador o “arrepentido”, que parecía más declamatoria que eficaz. Esta suma de factores produjo un desmadre que pareciera afectar como nunca antes la resistente trama de impunidad, transparentando en un mismo escenario a partícipes políticos, empresarios, gremiales, corporativos, judiciales y periodísticos, aunados en complicidades, montos millonarios y arrepentimientos que no son de origen religioso.

Pero para que este hito no se diluya una vez más en lo escenográfico en lugar de lo sancionatorio y resarcitorio, es oportuno analizar recientes fallos judiciales que explican la enorme permeabilidad institucional que hizo posible los desaforados enriquecimientos ilícitos resultantes, con líderes providenciales sostenidos en malas leyes e instituciones públicas y privadas débiles. En este contexto, el “´líder” de turno para lograr supuestas y vocingleras adhesiones ideológicas y enriquecerse, debe comprar complicidades, flexibilizar controles, asociar a los poderes legislativos y judicial, e ignorar corrupciones complementarias. El procedimiento recuerda un principio económico paradójicamente liberal: dejar hacer y dejar pasar. Esta fuerte interdependencia se transparentó en tres fallos judiciales recientes.

A comienzo de octubre, la Cámara de Casación Penal integrada por los jueces Catucci, Riggi y Mahiques, anuló la condena a 7 años del ex presidente Menem por el contrabando de armas a Croacia y Ecuador, decidida años atrás por otra Cámara de Casación. Ello no se justificó en la inocencia del ex presidente, sino en que se habían excedido todos los plazos razonables para poder administrar justicia, a 23 años de iniciada la causa. El camarista Mahiques agregó una opinión a tener presente para establecer responsabilidades de líderes políticos y empresarios, al señalar “que no estaba probado que Menem y quien fuera titular de Fabricaciones Militares hubieran sabido de los negocios que se estaban haciendo por debajo de su estructura”. Para cerrar la trama, se debe recordar que en el año 2015 la Corte Suprema de Justicia anuló la decisión de la Cámara Nacional Electoral de inhabilitar la candidatura de Menem como senador nacional por carecer de idoneidad para ejercer un cargo público según el artículo 16 de la Constituciòn Nacional, aduciendo que solo una condena firme puede impedir a un ciudadano postularse a un cargo público. En un caso, la Cámara de Casación no aclaró cuáles son los plazos legales razonables en un juicio (no hay un Código Procesal?); en el otro, la Corte nos informa que la ley electoral votada por los legisladores no impide que procesados por delitos comunes puedan ser candidatos o ejercer cargos públicos.

Casi en simultáneo la misma Cámara decretó la nulidad de la causa de escuchas telefónicas iniciada hace más de 10 años en el juzgado del juez Oyarbide por la hija de Sergio Burnstein, familiar de una de las víctimas del ataque a la AMIA, que con intervención de los fiscales Di Lello primero y el fallecido Nisman luego, dio lugar en el 2010 al procesamiento entre otros, del presidente Macri. Se fundamentó en que el expediente estuvo plagado de errores procesales desde la primera hoja, dado que por ser un delito de acción privada, la denunciante Burnstein debió haber presentado una querella ante la Cámara para designar al juez por sorteo. El cuadro se completa con la decisión el pasado 08 de octubre, de la Sala I de la Cámara Federal (jueces Llorens, Bruglia y Bertuzzi), que anuló los sobreseimientos de los funcionarios implicados en la causa de coimas de Skanska iniciada hace 10 años, por haberse rechazado como prueba las grabaciones internas de Skanska que mencionaban el pago de las coimas.

Estos sucintos antecedentes indican que mientras viejos políticos intentan entretenernos con viejas y oportunistas polémicas, los ciudadanos debemos poner foco en las inconsistencias y omisiones de las leyes penales y electorales que aprueban los legisladores, y en la ineficacia del Consejo de la Magistratura para actuar contra jueces y fiscales incapaces y/o corruptos. Parafraseando a Clinton: “El problema no son los operadores judiciales, estúpido, sino los jueces que se dejan operar”.

Buenos Aires, 11 de octubre 2018

Coimas de novela (cuaderno 6)

En el cuaderno 6, Centeno manifiesta que tras el fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner en octubre del 2010, los traslados de dinero se reiniciaron a tan solo siete días de su deceso, si bien fueron menos frecuentes y con montos menores. En el próximo cuaderno 7, asentará que el 21 de diciembre interrumpió sus anotaciones hasta mayo del 2013, “por temor que me descubran y quede sin trabajo”. Este periodo en blanco es oportuno para comenzar a desentrañar la matriz político-institucional que posibilitó tamnaño saqueo al Estado, partiendo de un interrogante simple: cómo es posible que en un sistema democrático la trama delictiva conformada por políticos, empresarios, sindicalistas, jueces, fiscales, fuerzas de seguridad y delincuentes comunes, haya permanecido indemne tantos años?

El análisis debe comenzar por el Presidente, quien “es el jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración general del país” (artículo 99 de la Constitución Nacional). A esta definición viejas prácticas políticas adosaron al cargo la condición de ser ejercido por líderes providenciales, y de ser posible de carácter sucesorio como en las añejas monarquías. Este requisito se transparenta en provincias como San Luis, Formosa, Santiago del Estero y Santa Cruz, conducidas por anacrónicos y eternos caudillajes. Lo que genera esta condición en las democracias imperfectas, es que el presidencialismo verticalista deja de ser una condición de gobernabilidad republicana, para cobijar elites prebendarias de carácter celular pero interrelacionadas entre sí. Por ello, una continuidad delictiva temporal en perjuicio del Estado, exige igualmente una continuidad política temporal en la conducción del mismo, con perspectivas de eternización. En estas circunstancias, los actos corruptos dejan de ser puntuales y anecdóticos (Skanska, IBM, Aduana), para transformarse en “estado de corrupción” permanente, que entrecruza nombres de distintos sectores de poder público y privado. No es casual entonces que las causas de corrupción no se agoten en los funcionarios responsables enriquecidos, sino se extiendan a los poderes judicial y legislativo, asociados a grupos empresarios, sindicales, fuerzas de seguridad y delincuencia común, que en conjunto hacen viable el saqueo y aseguran su impunidad. Esta mecánica que nace de una cúpula política tiene un efecto multiplicador indetenible, que se extiende a secretarios privados, mayordomos, jardineros, jueces, fiscales, sindicalistas, jefes de departamentales policiales, universidades, organizaciones intermedias, periodistas y actores. El poder mesiánico del líder en un sistema corrupto o dictatorial, no puede establecer límites; debe negociar, expandir el negocio.

Entenderlo implica establecer tres niveles de participación en la corrupción estatl-privada: 1) funcionarios públicos y actores privados activos; 2) funcionarios o legisladores pasivos “que dejan hacer” o simulan “no ver nada”, pero exigen como compensación prebendas privadas; 3) millones de ciudadanos víctimas a los que solo les resta subsistir, y muchas veces, someterse a la adhesión forzada a líderes enriquecidos. Para producir un cambio debemos evitar el debate distractivo sobre si “Cristina debe ir o no presa”. Esta trampa ya se vivió con Menem, quien hoy con dos condenas, ejerce como senador con protección política y judicial. También debemos evitar los engaños de los eternos responsables de los fracasos, cuando intentan mimetizarse tras casi místicas referencias al peronismo, radicalismo o socialismo, para terminar ofreciéndose finalmente al mejor postor para obtener cargos. Todos los volátiles espacios partidarios que se conforman cada cuatro años para presentarse a elecciones bajo siglas cuasi comerciales, están plagados de quienes se dicen peronistas, radicales o socialistas.

Es revelador que ninguna de las principales dirigencias políticas se pronunciaran taxativamente contra los hechos de corrupción, salvo en términos genéricos, o como recurso de coacción para atacar al adversario. Por el contrario, muchos políticos penalmente ” honestos”, están dedicados a ubicarse en alguna lista para la próxima elección, gestionar un privilegiado cargo judicial para su pareja, o vencido su mandato como legislador, obtener un cargo de asesor en el Consejo de la magistratura. Los escasísimos ejemplos de persistencia contra la corrupción pertenecen exclusivamente a mujeres. Pero los acuerdos políticos existen. Resulta imposible aprobar una ley de Extinción de Dominio eficaz, que permita recuperar parte de lo sustraído al Estado. Más aún, visto sus consecuencias, muchos legisladores estarán arrepentidos de haber de haber aprobado hace dos años la ley conocida como la del “imputado arrepentido”.

Buenos Aires, 03 de octubre 2018

Coimas de novela (cuaderno 5)

Las anotaciones con el detalle de los recorridos que para recaudar coimas realizara el chofer del Secretario del Ministerio de Planificaciòn Roberto Baratta, comenzó el 1º de febrero del 2005. En el cuaderno 6 Centeno registrará una suspensión momentánea de la actividad recaudatoria con motivo del fallecimiento del ex presidente Kirchner en octubre del 2010, por lo que es oportuno aprovechar la cercana interrupciòn para alejarnos por un momento de la deslumbrante hojarasca de millones de dólares sustraídos al Estado a través de asociaciones entre funcionarios, empresarios y sindicalistas, y hurgar en la matriz político-institucional que hizo posible tamaño saqueo.

La destrucción de los partidos tradicionales que produjo la crisis 2001-2002, latente ya en la segunda presidencia de Menem, hoy se observa en otras democracias, tales como Italia, España, Francia y Brasil. Muchos analistas consideran la quiebra del Banco Lehman Brothers en el 2008, con la consecuente crisis financiera mundial que empobreció a vastos sectores sociales, como desencadenante de la crisis generalizada de representatividad política. Pero esto no explica el peculiar fenómeno argentino, con crisis “terminales” recurrentes desde hace 66 años, si tomamos como referencia la segunda presidencia de Perón. Baste mencionar que desde entonces tuvimos cinco cambios en nuestra moneda de curso legal, las inflaciones anuales promedio superaron los dos dígitos, y un mismo partido pudo privatizar y reestatizar empresas en menos de una década, en ambos casos con grandes pérdidas económicas. En este contexto lo más asombroso es la continuidad de las diversas dirigencias políticas y sectoriales responsables, en un marco de exacerbada corrupción en perjuicio de los recursos del Estado.  Que no se limita al campo penal (robar), sino se extiende al usufructo de privilegios (nepotismo), a conductas abusivas en el gasto público (viajes, viáticos, compras), y aprobación de leyes inequitativas o cajoneo de las que afecten intereses políticos. Por ello, más allá del seguimiento de las impactantes actuaciones judiciales en marcha, sino se explicita y comprende la conformación estructural que permitió el saqueo la trama de corrupción sobrevivirá, y el país continuará degradándose.  

Un primer síntoma a destacar, es el permanente silencio de la gran mayoría de la clase política para expedirse explícitamente contra los hechos de corrupción, sea justicialismo, radicalismo, progresismo, socialismo, dirigencias gremiales o empresarias. Ello, mientras reconocidos corruptos cínicamente convocan a paros invocando la defensa de los que menos tienen, y a un año de las elecciones nacionales, eternos políticos repiten la vieja escena de apelotonarse y empujarse para subirse a los escasos botes del Titanic para obtener cargos legislativos (los cargos en organismos o asesorías se entienden solo como salvavidas para mantenerse a flote). En medio de este aquelarre, impávidos comentaristas y analistas reiteran añejas argumentaciones basadas en melancólicos contenedores partidarios que poco o nada contienen: justicialismo (decir peronismo es involucrar injustamente a Perón); radicalismo; progresismo; socialismo, izquierdas, derechas. La realidad se transparenta cuando a los contenedores les ponemos contenidos. Cuáles son los justicialistas racionales y cuáles los irracionales? Quiénes son radicales K, Pro o impolutos? Quién le ofrecerá un cargo a Victoria Donda para que defina dónde se ubica? Solá abandonó a Massa para acercarse al kirchnerismo junto con Pino Solanas, o es agente encubierto de Massa junto con Margarita Stolbizer para crear confusión? Lousteau es radical o independiente? Moyano y Pignanelli harán con Baradel y Yaski un frente de derecha, de izquierda, o acordarán unirse bajo un amplio “frente progresista”? En San Luis gobernará el Adolfo o el Alberto? Pensemos: esta ironías son falsas o tienen sustento?

En medio de estos oportunismos políticos y mediocridades analíticas, nadie parece haber reparado en los interrogantes que surgen del caso llamado “cuadernos de Centeno”. Visualizarlos y encontrar respuestas será imprescindible para producir cambios políticos-institucionales de fondo. El interrogante inicial es simple: cómo puede ser que en una democracia se pueda mantener activa e impune durante décadas una estructura delictiva multisectorial y polifacética, integrada por altos funcionarios, empresarios, sindicalistas, jueces, fiscales, fuerzas de seguridad y delincuentes comunes?

En la próxima newsletter buscaremos respuestas partiendo como corresponde del vértice de nuestro sistema de gobierno, con un poder Ejecutivo que usos y costumbres exigen que sea ejercido por líderes excluyentes y manejos verticalistas, y de ser posible de carácter sucesorio, como en las viejas monarquías.  

Buenos Aires, 26 de septiembre 2018

Coimas de novela (cuaderno 4)

Lograr un verdadero punto de inflexión en la destrucción de la matriz de corrupción estatal-privada sólidamente instalada desde hace décadas, implica sortear las estrategias judiciales y comunicacionales con las que los sectores involucrados intentarán eludir culpabilidades, mantener libertades, salvar patrimonios mal habidos, y colateralmente, intentar mantener la trama delictiva con los menores daños posibles. Una frase literaria resume la intención: cambiar para que nada cambie.

Para evitarlo es necesario que nuestros análisis no se detengan solo en lo rimbombante, sino incursionen en el conocimiento del armado y extensión territorial de la trama. Es inevitable la repercusión que provocan nombres como Kirchner, De Vido, Rocca, Roggio y Calcaterra, alias  “el primo de Macri”, entre otros. Pero concentrarnos en las cúpulas sin desactivar los eslabones, no destruirá la trama de corrupción. Es razonable priorizarlas en términos de sanciones penales, pero en términos de “desactivación” es imprescindible desarmar cientos de estructuras ficticias conformadas con el solo fin de saquear al Estado, para que no se mantengan latentes. En estas configuraciones disfrazadas de “legales”, participaron gobernadores, intendentes, rectores de universidades, cúpulas policiales, líderes sociales, cooperativas, fundaciones, y agrupaciones políticas inexistentes. En cada caso se deberá determinar si los partícipes necesarios fueron activos, cómplices o complacientes.  A este último grupo pertenecen eternos políticos oficialistas u opositores penalmente inocentes, muchos de los cuales ya se autopostulan para las elecciones legislativas del 2019 (la agrupación no importa; están abiertos a escuchar ofertas). Bajo el lema “yo no vi nada” que los cobija, muchos colaboraron en promulgar leyes penales ineficaces y sistemas electorales escandalosos, o bien aportaron a la complicidad de trabar la aprobación de leyes imprescindibles como la de extinción de dominio.

En la actualidad, como es obvio, la información se concentra casi exclusivamente en el corazón del poder político: ciudad de Buenos Aires y alrededores. Surgen cifras estimativas del “costo de la corrupción” durante el período 2003-2015, basadas en distintos indicadores, como porcentaje sobre contratos de obra pública, montos de subsidios o promedio porcentual sobre PBI. Propritkin, presidente de contadores forenses, estimó una fuga de 20.000 millones de dólares entre corrupción y despilfarro. Profesores de la UBA y del Conicet calcularon en 36.000 millones de dólares de coimas lo sumado por todas las cajas recaudatorias. O 300 millones de dólares entregados por los operadores de transporte ferroviario subsidiado. Pero estas estimaciones no atacarán las causas que facilitaron el saqueo. En la provincia de Chubut por ejemplo, antes que aparecieran Centeno y sus cuadernos y a meses del fallecimiento del gobernador Mario Das Neves en octubre pasado, una investigación por enriquecimiento ilícito de sus secretarios privados desnudó una trama de sobornos entre funcionarios y empresarios pertenecientes a la delegación de la Cámara de la Construcción, que derivó en la detención de partícipes públicos y privados. La causa judicial es conocida con el nombre de “Revelación”. Lo destacable es que no solo varios empresarios “se arrepintieron” y confesaron, sino ofrecieron a modo de “probation” o reparación, hacerse cargo del costo y construcción de obras que se acordarían con el gobierno. Interesante alternativa a considerar como una de las opciones para no interrumpir la marcha de las obras a nivel nacional, y recuperar parte de los recursos estatales sustraídos.

Como corolario vale una reflexión de cara a la reformulación del análisis político. Cuando hacen referencia a las habituales y controvertidas encuestas de opinión y se menciona a los “núcleos duros de adhesión” del justicialismo (en este caso a Cristina Kirchner), se los identifica pertenecientes a las franjas sociales más vulnerables y tolerantes con la corrupción. Al respecto se debe recordar que en la provincia de Buenos Aires el justicialismo sufrió dos derrotas consecutivas. Pero no es lo más importante. Cabe preguntarse si no es momento que los analistas evalúen de igual modo la incidencia de los “núcleos blandos” pertenecientes a clases medias altas y altas permeables a la corrupción. Caso contrario el discurso político basado en la preocupación por los pobres aparece contradictorio: no solo se los mantiene pobres, sino también se los culpabiliza por un supuesto desinterés ante la corrupción estatal- privada. Conceptualmente, este discurso pertenecería al campo del cinismo.

Buenos Aires, 29 de agosto 2018

PRÓXIMA NEWSLETTER: 24 DE SEPTIEMBRE DE 2018

Coimas de novela (cuaderno 3)

Desactivar la sólida trama de corrupción político-empresarial que permitió el multimillonario flujo espúreo de recursos públicos hacia funcionarios y empresarios asociados, implica clarificar las culpabilidades de cada uno de los sectores involucrados. En nuestra condición de ciudadanos comunes, las fuentes de datos provienen de los medios masivos de comunicación, nexo imprescindible entre los sucesos y la opinión pública. Un análisis serio debe evitar catalogarlos “a priori” como oficialistas u opositores, prestando atención a los mensajes que en cada uno de ellos transmiten periodistas, analistas y políticos, para luego comparar y evaluar. Para la tarea tendrán similar utilidad por ejemplo, las señales televisivas de TN y la contigua C5N. O La Nación y Página 12 en la prensa escrita. Lo valioso es observar a que temas dan relevancia cada medio; quienes los plantean y como los plantean.

Para este ejercicio individual para formar opinión se deben tener presentes ciertos principios de comunicación política: 1) La grandilocuencia discursiva de por sí no asegura nada, pues puede ser usada tanto por corruptos como por honestos. No es un fenómeno de la llamada “posverdad”. Jean-Marie Domenach expresaba en 1950 que “con tal que la palabra cause efecto, la idea ya no cuenta”. A la palabra, el desarrollo tecnológico moderno sumó la “imagen dinámica” (ejemplo: ver a López arrojando bolsos en un convento). 2) Para lograr impacto discursivo se aplican dos reglas: la de simplificación (ejemplo: Patria; pueblo; crecer; gobierno popular; gobierno de ricos; populismo; neoliberalismo; derecha; izquierda), y la exageración (aumentar aspectos favorables o desfavorables de los hechos). 3) Para que el mensaje tenga repercusión y no se diluya en lo individual, es necesario lograr cierta simultaneidad en su propalación.

Retomando el escándalo de las “coimas en las obras y servicios públicos”, los hechos y personajes fueron conocidos desde hace años y/o décadas. Como así también la existencia de una sólida trama política, empresaria, gremial y judicial, que asegure inmunidad ante el saqueo e impunidad en cuanto a sanciones. Cabe preguntarse entonces: porqué los cuadernos de Centeno tuvieron un impacto que no lograron siquiera los videos mostrando a López arrojando bolsos con millones de dólares en un convento; integrantes del grupo de Lázaro Báez contando millones de dólares en Puerto Madero para transportarlos en bolsos, y a una integrante del grupo de Milagro Sala retirando un bolso con millones de pesos de una sucursal del Banco Nación de Jujuy días antes del cambio de gobierno?

La razón pareciera ser una eficaz y reservada investigación judicial previa tomando como guía los famosos cuadernos, y la reciente incorporación de la figura penal del arrepentido colaborador, con las consecuentes, incontenibles e inéditas confesiones de empresarios, funcionarios, testaferros, y un emblemático ex juez federal. Caso cerrado entonces? De ningún modo; se avecina una dura etapa de encubrimiento, o al menos de minimización de daños. Y como no podía ser de otro modo dado que lo que se sustrajeron fueron cuantiosos recursos del Estado, los principales intérpretes pertenecen a la clase política. Las mencionadas reglas de simplificación y simultaneidad de propalación, se transparentan en el mensaje de batalla inicial: “se usa el caso de los cuadernos para tapar la situación económica”. Lamentablemente el eslogan es reversible, pudiéndose plantear que tras la situación económica se pretende tapar el escándalo de corrupción. Por otra parte muestra gran desprecio por el entendimiento del ciudadano común. El hambre es hambre, y la corrupción es corrupción.

Pero lo revelador es el amplio espectro político que acoplado al lógico justicialismo kirchnerista, hace uso de una estrategia que mezcla especulación, necedad y complicidad. Citemos entre otros al justicialismo fluctuante (Solá, Arroyo, Alberto Fernández); al progresismo (Pino Solanas); a radicales quejosos (Ricardo Alfonsín); a la izquierda dura (Del Caño, Pitrola), a amigos papales (Grabois), y a representantes de derechos humanos (Estela Carlotto). Al listado se sumó un novel dirigente invitado a mesas de debate, que se presenta como presidente de un insólito Partido Piquetero.

Que factor común interrelaciona a ésta supuesta diversidad ideológica tras un mensaje único?  Todos reciben recursos del Estado, y dicen defender a los pobres. Evidentemente, desarmar la trama de corrupción no será fácil.

Buenos Aires, 23 de agosto 2018

Coimas de novela (cuaderno 2)

En el cuaderno anterior recordamos la causa de las coimas en el Senado como un caso paradigmático para comprender el circuito de corrupción, especulación política e impunidad final, vigente desde hace décadas. Este segundo cuaderno reflexiona sobre los inéditos y masivos mal llamados arrepentimientos de importantes empresarios, políticos y jueces. Cabe recordar que existen dos clases de arrepentimientos: el religioso (dejar de pecar para volver al camino de Dios y del bien), y el penal (temor a ser castigado judicialmente). Este último adquirió eficacia a partir del año 2016 con la modificación de artículos del Código Penal que incorporó la figura del colaborador. Los últimos sucesos podrían terminar con una variante habitual de arrepentimiento más peligrosa y cínica: pregonar principios éticos y denunciar corrupciones como mero juego político, bajo el paraguas de impunidad de los culpables  asegurada.  

La corrupción desaforada necesitó de una trama estructurada desde cúpulas cleptocráticas consolidadas, multifacéticas, apolíticas en lo ideológico, asociada a otros poderes constitucionales y organismos de control, y con un sinnúmero de partícipes secundarios necesarios, sea por acción o adhesión (secretarios, testaferros, periodistas, actores, policías, choferes, jardineros), o por omisión, amansando a políticos y funcionarios penalmente “honestos”, con cargos públicos bien rentados, extendidos a sus familiares de ser necesario. Por ello los antecedentes de arrepentidos con pruebas sólidas (Skanska, Siemens, IBM-Banco Nación, entre otros), o best sellers sobre la corrupción como “Robo para la corona”, se diluían como entretenimientos mediáticos, pero no mucho más.

Es oportuno no embarcarse en prematuros entusiasmos emocionales, pese a la relevancia de los arrepentidos y contundencia de sus declaraciones. Se instalarán las clásicas estrategias legales y comunicacionales de negación, confusión y ocultamiento, que ya planteaba el psicólogo social Dunlap en 1925, cuando señalaba que ante la opinión pública se debían sustituir los argumentos por las declaraciones. No es casual que políticos o empresarios en lugar de argumentar “inocencia”, se limitaran a declarar “persecuciones políticas”, o bien, “fui obligado”. Del mismo modo se abusará del rumor, que Ludendorff definía como el medio de propaganda más peligroso de todos: ”La idea se siembra y nadie sabe de dónde ha salido”.

Sin embargo la gran incógnita es vernácula: hasta cuándo el sistema político seguirá auto protegiéndose? Como referencia basta señalar la capciosa e inconstitucional interpretación de la ley de fueros, que permite que procesados y condenados por delitos comunes puedan ser candidatos y legisladores; la increíble resistencia a promulgar una ley eficaz de extinción de dominio de bienes de la corrupción; la permanencia de un sistema electoral absurdo que facilita cualquier despropósito para permanecer en los cargos.

Mientras estas preguntas esperan respuestas, el seguimiento de las causas judiciales aconseja tener presente: 1) los primeros arrepentidos deberán ser los integrantes de la justicia penal; en especial jueces y fiscales federales. 2) eludir la distracción con fetiches de culpabilidad como objetivo unívoco y engañoso: Menem y los Kirchner, Oyarbide y Bonadìo, Wágner y Calcaterra, peronistas y radicales. En la propaganda política el recurso de hacer foco en lo coyuntural o anecdótico para mantener lo estructural se llama Regla de Simplificación, cuyo símbolo es el eslogan. 3) no interrelacionar reclamos ciudadanos de honestidad política con encuestas de adhesión y/o rechazo político a personajes y/o sectores.  La corrupción estatal no tiene ideología. En las cúpulas favorecidas predominan los negocios y el dinero; en las franjas sociales vulnerables, el temor a perder lo poco que recibieron.

Ocho cuadernos y una reforma en el Código Penal generaron un tifón dentro del cual giran desordenadamente políticos, empresarios, jueces, fiscales, sindicalistas y testaferros. En lo inmediato se introduce un nuevo mensaje de impunidad, que sostiene que las empresas involucradas en las coimas y sus obras entrarán en crisis, incumpliendo contratos e incrementando la recesión.   Ante ello, el gobierno debiera elaborar una estrategia jurídica, técnica y presupuestaria para mantener fuentes de trabajo y obras claves de desarrollo. Recordemos que las dirigencias argentinas son muy especiales. No hay inversiones por la corrupción, pero tampoco las hay si se la combate. 

Buenos Aires, 15 de agosto 2018

Coimas de novela (cuaderno 1)

“Cambian los actores, se transforma el escenario, tenemos sensación de novedad, pero el libreto mantiene sus líneas cardinales. La Argentina es distinta y la misma a la vez. Posee identidad. La última década, escándalo más, escándalo menos, está prefigurada en las anteriores. Ha demostrado que el título de esta obra le calza a perfección”. Este concepto lo escribió Marcos Aguinis en su libro “Un país de novela”, publicado en 1988. Treinta años más tarde, surge un éxito rutilante de un escritor desconocido, de profesión chofer, autor de una bitácora que en ocho entregas describe la corrupción estatal-privada entre los años 2005-2015. El libreto del país de novela mantiene sus líneas cardinales, pero asombrosamente, también a muchos actores y escenarios de entonces. Presidentes, gobernadores, legisladores, gremialistas, empresarios y jueces podrán tener hoy otros cargos, o haber sido sucedidos dinásticamente por familiares, pero sus ilustres apellidos permanecen. Primera conclusión: estas continuidades dirigenciales por décadas, son esenciales para sostener las extendidas tramas de corrupción estatal-privada con impunidad.

También se mantendrán las clásicas estrategias de encubrimiento, aplicando una de las reglas básicas de la propaganda política, llamada “contra propaganda”. Consiste en minimizar impactos en la opinión pública buscando destruir y/o diluir acusaciones, tras un alud de opiniones políticas que entrecruzan información con desinformación, profesionalidad con encubrimiento, racionalidad con delirios. Estos servicios profesionales disfrazados de opinión, son excelentemente remunerados.  Un caso que ejemplifica la relación entre juegos políticos, corrupción e impunidad, es el de las coimas en el Senado. Recordarlo servirá para seguir el avance de las investigaciones actuales. En homenaje a la síntesis, lo resumiremos al estilo Centeno; cronológicamente y con descripciones escuetas.

Año 2000.- En mayo el Senado sanciona la ley de Reforma Laboral. En agosto aparece en Sala de Periodistas un anónimo denunciando sobornos a senadores justicialistas, y La Nación comienza con una serie de artículos al respecto. Moyano declara que el Ministro Flamarique le dijo que tenía la Banelco para las coimas. Inicia una causa el juez Carlos Liporace. En octubre renuncia el vicepresidente Carlos Alvarez, mencionando la compra de leyes.

Año 2001.- En febrero el juez Liporace es suspendido acusado por enriquecimiento ilícito (luego condenado por cohecho). Toma la causa Canicoba Corral. En diciembre renuncia De la Rúa.

Año 2002.- Asume como presidente Duhalde en el contexto de un caos económico y político inédito.

Año 2003.- En mayo asume la presidencia Néstor Kirchner. En junio el ex secretario legislativo radical Pontaquarto se presenta en un reportaje como arrepentido, afirmando haber participado en los sobornos transportando 5 millones de dólares entregados por la SIDE. Canicoba Corral dice que los sobornos están probados. En un reportaje televisivo, señalando una mesa de su despacho presidencial, Kirchner expresa: “acá se pagaron los sobornos”.

Año 2004.- La Cámara Federal dispuso la nulidad de lo actuado por Canicoba Corral, que diera por acreditadas las coimas, y traslada la causa a Daniel Rafecas.

Año 2013.- Elevada a juicio la causa y tras el desfile de más de 300 testigos, en diciembre el Tribunal Oral 3 sobreseyó a todos los acusados. En su fallo menciona que Pontaquarto “se contradijo, se desdijo y corrigió sistemáticamente”. Destacó la parcialidad de algunos jueces intervinientes, “en especial del dr. Rafecas”. El fiscal Taiano solicitó investigar al ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández y al ex Jefe de la Ciudad Aníbal Ibarra, entre otros testigos, por sus declaraciones “sospechadas de falsas y contradictorias”. Los testigos, entre ellos Alvarez, Moyano y personal de la SIDE relevado de su obligación de confidencialidad, no aportaron pruebas fehacientes.

Porqué esta causa es emblemática para observar las investigaciones y juicios que se avecinan? Hayan existido o no los sobornos, la gravedad institucional es exactamente la misma. Los involucrados en la causa demostraron que usan la corrupción solo como recurso de desprestigio político, pero manteniendo a resguardo la impunidad de los culpables. Con respecto a lo expresado por Marcos Aguinis en 1988, hay una diferencia: los actores y escenarios de entonces, salvo razones de fuerza mayor, son los mismos de hoy.

Buenos Aires, 08 de agosto 2018

Denunciar para que nada cambie

Las denuncias originadas en aportes “truchos” detectados en la pasada campaña electoral legislativa de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, debieran constituir un hito para reformular definitivamente la legislación electoral y de financiamiento de los partidos, evitando que el debate una vez más no se reduzca a un mero juego dialéctico que distribuya costos electorales, sin que nada cambie.

Para converger en este difícil objetivo, se debe reconocer que Cambiemos y sus recaudadores son culpables. Y de ser necesario, aceptar que en este tema “son todos iguales”. Pero este reconocimiento no resuelve el problema de fondo. Que los gastos de campaña de los partidos electoralmente competitivos superan exponencialmente los gastos autorizados por ley, es verificable a simple vista. Basta observar los enormes carteles publicitarios de candidatos ubicados a la vera de las principales rutas que aparecerán a la brevedad, incumpliendo además los plazos legales de campaña. Los vicios estructurales alcanzan a toda la reglamentación partidaria electoral, que incluye a las agrupaciones menores y de escasa vida, como veremos más adelante. Los legisladores deberán reformular esta intencionada maraña burocrática con permanentes cambios según conveniencias de coyuntura, permeable a todo tipo de corruptelas pero con un claro objetivo: facilitar la permanencia indefinida y/o hereditaria de una misma casta política desde hace décadas.

La reformulación debe ser integral, abarcando las tres áreas de influencia interrelacionadas: la ley electoral, la de financiamiento de campañas, y el cumplimiento de las normas de control administrativo y judicial en tiempo y forma. Bancarizar aportes es un simple paliativo que no provee soluciones de fondo. En el caso Cambiemos y otros, sabemos que la justicia electoral y federal no resolverá nada, porque es parte del problema. Por ejemplo, jamás emitió dictamen por el financiamiento de la campaña presidencial de Cristina Kirchner-Julio Cobos de 2007, relacionado con actividades ilícitas tales como la valija de Antonini Wilson y aportes de laboratorios involucrados en el contrabando de efedrina. Recién nueve años más tarde, el juez federal Ariel Lijo se limitó a castigar al FPV con la retención del 2% del dinero recibido del Estado. Son muchos los aspectos relacionados con el financiamiento espúreo de la política que están legalmente protegidos, y curiosamente obviados en todo debate. Citemos solo dos:

1.- El negocio de las llamadas “pymes” partidarias. La fragmentación política que promueve un sistema electoral que habilita candidaturas múltiples, listas espejo y colectoras, ley de lemas, candidaturas testimoniales y otros abusos, facilita la enorme cantidad de partidos que aparecen y desaparecen en cada elección sin control de legalidad (en la última elección presidencial sumaron 624 en todo el país), lucrando con el negocio subterráneo de recaudar bajo la figura de impresión de boletas, que paga el Estado, transformando los actos electorales en negocios de menudeo. En la elección del 2017 la Cámara Electoral frenó solo por defectos formales, no legales, un pago de 72 millones de pesos al Frente Unión Federal encabezado por el actor Cutzarida y el cantante Antonio Ríos, que inscribió 26 listas (13 para diputados y 13 para senadores). En la misma elección y en el marco de la ley, el senador Pino Solanas con mandato hasta diciembre del 2019, se presentó en las PASO nuevamente como candidato por seis años, pero sin renunciar a su actual senaduría. Su divertimento electoral tuvo un costo fiscal de 1.554.000 pesos.

2.- Fundaciones y Asociaciones Civiles creadas por políticos con fines recaudatorios. Estas personas jurídicas privadas autorizadas y controladas por la Inspección General de Justicia, que el Código Civil y Comercial define como entidades sin fines de lucro, son habitualmente usadas para recaudar y mover importantes sumas de dinero. Es usual que sus autoridades se nieguen a brindar información de aportantes y/o donantes, y que sus balances cuando los presentan, exhiban manifiestas inconsistencias que repiten los mismos vicios de los balances partidarios y de campaña.

Pueden existir grietas en lo discursivo como meros operativos de desprestigio, pero no para resistir la implementación de boletas únicas, impedir dobles candidaturas, fomentar “pymes” electorales, mantener la capciosa interpretación de los fueros legislativos, y demorar la aprobación de una Ley de Extinción de Dominio eficaz, entre otras complicidades. A los legisladores se les debería recordar que denunciar es un derecho, pero legislar en base al interés común es una obligación.

Buenos Aires, 01 de agosto 2018

La Patria está en peligro

Las denuncias originadas en aportes “truchos” detectados en la pasada campaña electoral legislativa de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, debieran constituir un hito para reformular definitivamente la legislación electoral y de financiamiento de los partidos, evitando que el debate una vez más no se reduzca a un mero juego dialéctico que distribuya costos electorales, sin que nada cambie.

Para converger en este difícil objetivo, se debe reconocer que Cambiemos y sus recaudadores son culpables. Y de ser necesario, aceptar que en este tema “son todos iguales”. Pero este reconocimiento no resuelve el problema de fondo. Que los gastos de campaña de los partidos electoralmente competitivos superan exponencialmente los gastos autorizados por ley, es verificable a simple vista. Basta observar los enormes carteles publicitarios de candidatos ubicados a la vera de las principales rutas que aparecerán a la brevedad, incumpliendo además los plazos legales de campaña. Los vicios estructurales alcanzan a toda la reglamentación partidaria electoral, que incluye a las agrupaciones menores y de escasa vida, como veremos más adelante. Los legisladores deberán reformular esta intencionada maraña burocrática con permanentes cambios según conveniencias de coyuntura, permeable a todo tipo de corruptelas pero con un claro objetivo: facilitar la permanencia indefinida y/o hereditaria de una misma casta política desde hace décadas.

La reformulación debe ser integral, abarcando las tres áreas de influencia interrelacionadas: la ley electoral, la de financiamiento de campañas, y el cumplimiento de las normas de control administrativo y judicial en tiempo y forma. Bancarizar aportes es un simple paliativo que no provee soluciones de fondo. En el caso Cambiemos y otros, sabemos que la justicia electoral y federal no resolverá nada, porque es parte del problema. Por ejemplo, jamás emitió dictamen por el financiamiento de la campaña presidencial de Cristina Kirchner-Julio Cobos de 2007, relacionado con actividades ilícitas tales como la valija de Antonini Wilson y aportes de laboratorios involucrados en el contrabando de efedrina. Recién nueve años más tarde, el juez federal Ariel Lijo se limitó a castigar al FPV con la retención del 2% del dinero recibido del Estado. Son muchos los aspectos relacionados con el financiamiento espúreo de la política que están legalmente protegidos, y curiosamente obviados en todo debate. Citemos solo dos:

1.- El negocio de las llamadas “pymes” partidarias. La fragmentación política que promueve un sistema electoral que habilita candidaturas múltiples, listas espejo y colectoras, ley de lemas, candidaturas testimoniales y otros abusos, facilita la enorme cantidad de partidos que aparecen y desaparecen en cada elección sin control de legalidad (en la última elección presidencial sumaron 624 en todo el país), lucrando con el negocio subterráneo de recaudar bajo la figura de impresión de boletas, que paga el Estado, transformando los actos electorales en negocios de menudeo. En la elección del 2017 la Cámara Electoral frenó solo por defectos formales, no legales, un pago de 72 millones de pesos al Frente Unión Federal encabezado por el actor Cutzarida y el cantante Antonio Ríos, que inscribió 26 listas (13 para diputados y 13 para senadores). En la misma elección y en el marco de la ley, el senador Pino Solanas con mandato hasta diciembre del 2019, se presentó en las PASO nuevamente como candidato por seis años, pero sin renunciar a su actual senaduría. Su divertimento electoral tuvo un costo fiscal de 1.554.000 pesos.

2.- Fundaciones y Asociaciones Civiles creadas por políticos con fines recaudatorios. Estas personas jurídicas privadas autorizadas y controladas por la Inspección General de Justicia, que el Código Civil y Comercial define como entidades sin fines de lucro, son habitualmente usadas para recaudar y mover importantes sumas de dinero. Es usual que sus autoridades se nieguen a brindar información de aportantes y/o donantes, y que sus balances cuando los presentan, exhiban manifiestas inconsistencias que repiten los mismos vicios de los balances partidarios y de campaña.

Pueden existir grietas en lo discursivo como meros operativos de desprestigio, pero no para resistir la implementación de boletas únicas, impedir dobles candidaturas, fomentar “pymes” electorales, mantener la capciosa interpretación de los fueros legislativos, y demorar la aprobación de una Ley de Extinción de Dominio eficaz, entre otras complicidades. A los legisladores se les debería recordar que denunciar es un derecho, pero legislar en base al interés común es una obligación.

Buenos Aires, 01 de agosto 2018

Humor o vulgaridad política?

En la última newsletter señalamos que el fútbol profesional, al ser de interés en vastas y diversas franjas socioeconómicas y culturales del país, y poseer dirigencias en las que sin necesidad de debates ideológicos convergen políticos, empresarios, banqueros, sindicalistas, jueces y barras bravas, es excelente para entender popularmente el funcionamiento de la política sin complejas sofisticaciones. Este mismo rol y aún con mayor eficacia, lo cumple una actividad de invalorable tradición histórica: el humor político, sea verbal, escrito o gráfico, a través de parodia, sátira o caricatura.

El humor político exige ingenio y agudeza para describir o criticar sintéticamente contextos y sucesos, con toques de ironía que aún en la disidencia nos haga sonreír. Su éxito depende de un factor invalorable: describir certeramente lo que la sociedad asume como verdadero. De no ser así, el pretendido humor se transforma en vulgaridad o sarcasmos encubridores de la verdad, habituales en muchas opiniones casi farandulescas usadas en los debates políticos. Tal el caso reciente del cruce verbal entre los diputados Agustín Rossi y Elisa Carrió, abogados con largos usufructos de cargos políticos bien rentados, enrostrándose en el parlamento viejos vicios y cuitas familiares, o vociferando grandilocuencias falaces, como cuando Rossi afirmó que “los diputados representamos a quienes nos votan”, soslayando que acceden a través de las férreamente defendidas “listas sábana” armadas en quinchos por los líderes de turno. Con la posibilidad que una vez alcanzada la banca, el bendecido pueda convertirse en “libre pensador”, conformar un monobloque unipersonal, o traspasarse a otro partido.

El humor político bien entendido admite ironías, pero no cinismos. De allí su prestigio, y las persecuciones expresas o encubiertas sufridas por sus autores por parte de gobiernos de facto y democráticos. Por la forma sintética de reflejar sucesos y personajes de la época, se convierten en verdaderos auxiliares para las investigaciones históricas. Fue pionero “El Mosquito”, periódico dominical de características satírico-burlescas, publicado entre 1863 y 1893. Ya en el siglo XX, nació “Tía Vicenta”, revista satírica creada por Landrú (Juan Carlos Colombres), que se publicó entre 1957 y 1966 (golpe militar contra Illía), y luego entre 1977 y 1979. La revista “Humor”, que fue editada entre 1978 y 1999, contaba con periodistas e intelectuales respetados, en la que el humor y la sátira para denunciar a la dictadura militar dentro de los límites posibles, la convirtió en un éxito editorial. En cuanto a monólogos, son inolvidables los de Tato Bores. Aún hoy asombra la vigencia que mantienen sus descripciones de las diversas coyunturas políticas desde su comienzo en la década del 60 hasta su muerte en la década del 90. Fue presionado y aún prohibido por diversos gobiernos, e inclusive la jueza Servini de Cubría intentó impedir la salida al aire de un programa que la mencionaba. Sus monólogos durante más de tres décadas, nos confronta con la triste realidad que con el paso del tiempo no hemos aprendido nada.  

De la época actual cabe mencionar tres ejemplos. El de Hermenegildo Sabát (caricaturista), que despierta temor en altas esferas políticas tan solo dibujando; Enrique Pinti (monólogos), y la columna dominical de Sebastián Borenzstein (prensa escrita). Este último ejemplo merece una mención especial, porque revaloriza la relación del humor con el aporte serio para entender la realidad, permitiendo un excelente aprendizaje por parte de la sociedad en su conjunto de nuestras realidades políticas, sociales y económicas. Sus ironías las apoya con datos históricos y económicos verificables, que no confunden sino esclarecen. El buen humor político duele y es temido por las dirigencias porque llega al hueso de las realidades, sin necesidad de debates histéricos y discursos grandilocuentes ante cámaras.

El humor no carece de acidez y toques de amargura. Borenzstein hace hincapié en la importancia del perro vagabundo recibido e instalado en la Casa Rosada, bautizado Balcarce. Su misión es estar atento al devenir político, y actuar cuando sea necesario recobrar la sensatez. Cabe preguntarse si no se debiera promover que tenga crías, para distribuirlas entre gobernadores y legisladores y los ayuden a que en un sobrehumano esfuerzo, finalmente definan políticas de Estado eficaces y permanentes en el tiempo que permitan avizorar un futuro esperanzador. El problema es definir a quien se elegiría para intentar la cruza. No te escapes Balcarce!!!

Buenos Aires, 13 de julio 2018

Tinelli y los pobres

Es interesante analizar el modo utilizado por el empresario y conductor Marcelo Tinelli, como tanteo inicial para su eventual incorporación a la actividad política partidaria. En un reciente viaje a Jujuy con su familia, Tinelli se refirió a las condiciones precarias en las que viven los habitantes de zonas rurales. Su  sorpresa y preocupación, que reiteró en oportunas entrevistas mediáticas, naturalmente se viralizò en las redes sociales.

Este suceso permite un excelente punto de partida para reflexionar sobre dos aspectos habituales de los debates políticos: 1) crear adhesiones o rechazos al mensaje en base a las adhesiones o rechazos que provoca el mensajero; 2) como resultado de lo anterior, no profundizar acerca de la reiterada utilización de una supuesta preocupación por los pobres, que formulan las viejas dirigencias desde hace décadas. Que lo repita Tinelli es revelador, porque proviene de alguien exitoso que no se dedicò a la política partidaria. Incursionar en este análisis hace necesario sortear primero la trampa de “la grieta”. El concepto lo desarrollò el polìtòlogo y filòsofo alemán Carl Schmidt, inicialmente adherente al nacional socialismo, quien acuñò la teoría del amigo/enemigo como binomio esencial de la ciencia política. Resultò de enorme utilidad para el manejo de masas, por lo que lo usufructuaron y usufructúan por igual las extremas derechas y extremas izquierdas.

Apliquemos la “grieta” vernácula a Tinelli. Acusaciòn: es un rico empresario oportunista en ocasiones asociado a grandes grupos económicos para hacer negocios (entre ellos Cristóbal López). Defensa: Tinelli trabajó toda su vida y creció con esfuerzo generando trabajo genuino (virtud que no muchos políticos pueden exhibir); si algunos de sus socios estafó al Estado, es responsabilidad de los organismos de control y funcionarios públicos asociados, no de Tinelli. Respecto a ser oportunista, en especial en política, solo cabe recordar la frase bíblica: “el que esté libre de culpa que tire la primera piedra”. Conclusiòn: Tinelli tiene derechos legítimos para incursionar en política. Pasado el filtro de la grieta, analicemos lo mas importante: su mensaje de presentación. Es escueto, simple y verdadero: Tinelli observò mucha pobreza en Argentina. Pero apeló a viejos cànones discursivos de eternos políticos, gobernadores, sindicalistas, empresarios, en especial de la comunicación, que comparten una condición curiosa:.ninguno es pobre, pese a que atravesaron hiperinflaciones, incautación de ahorros a las clases medias, destrucción de las cajas jubilatorias, desconocimientos de las deudas asumidas por el Estado. Más aún; son màs ricos que cuando comenzaron a preocuparse por los màs pobres.

Por ello, Tinelli renunciò a todo mensaje innovador que representara un cambio dialèctico y permitiera avizorar algo nuevo. Si Tinelli prestara atención detectarìa contradicciones imputables a las castas dirigenciales en su conjunto, y no solo del Ejecutivo, que no tiene mayorìas legislativas. Lo que no impide que parte de sus integrantes participen de estos “grandes acuerdos” de la vieja política. Tinelli podrìa preguntarse: porquè Palazzo del gremio bancario y Piumato del gremio judicial declaman defender a los pobres jubilados, mientras protegen sus regímenes de privilegio subvencionados por la ciudadanía? Porquè el Senado mantiene cajoneada desde hace dos años la ley de Extinciòn de Dominio, que permitiría recuperar parte de los recursos saqueados al Estado vìa corrupciòn? Porquè se promulgan y/o interpretan leyes para permitir que procesados y/o condenados por delitos contra el Estado puedan ser legisladores? Cómo hicieron Cristòbal Lòpez y muchos otros empresarios para defraudar al Estado por cifras millonarias en aportes patronales, sin que los defensores de los trabajadores actuaran?

Un mensaje innovador sería no hacer demagogia a costa de los pobres, sino concentrarse en identificar a los causantes de la pobreza. Para ello vale un concepto del reconocido economista argentino Roberto Frenkel: “Los conflictos en la Argentina no son por los pobres; son por los que màs ganan”.

Buenos Aires, 29 de junio de 2018

Empresarios a exámen

Dado la degradación institucional, económica y social de nuestro país en las últimas décadas con la permanencia de las mismas clases dirigentes, es necesario variar los igualmente repetidos enfoques analíticos y discursivos. Para ello se podrían crear canales comunicacionales que faciliten que sean los ciudadanos comunes quienes formulen interrogantes a ser respondidos por diversos niveles de representación y/o poder. En newsletters anteriores se simularon “exámenes” con preguntas específicas que intenten evitar que se eludan respuestas precisas bajo el artilugio de incursionar en abstractos debates ideológicos o apelar a eslógans o estadísticas de veracidad incomprobable. Se analizó anteriormente a economistas, jueces y sindicalistas. Es ahora el turno de los empresarios.

El término empresario se consolida a fines del siglo XVIII con la Revolución Industrial, caracterizando a quien interrelaciona recursos materiales, trabajo y capital para producir bienes y servicios. Evaluarlos presenta una primera dificultad; a diferencia de la locuacidad mediática de políticos, economistas, sindicalistas y aún jueces, empujados por la reacción social contra la corrupción, en el empresario predomina la discreción, el silencio, el secreto. Utilizan la globalidad estadística como factor de presión pública (la industria, las pymes, las textiles), pero jamás presentan estudios de costos y menos aún, informan márgenes de ganancia. Su frase preferida es “trabajamos a pérdida”. Se expresan a través de las cámaras que los representan, lobbystas cercanos al poder político (ejemplo Mendiguren), y en un hecho inédito que realimenta la inflación, actúan muchas veces asociados con los sindicalistas, quienes cumplen el rol de presionar “en la calle”, para luego acordar aumentos que de inmediato son trasladados a la sociedad. El caso más reciente es el de los empresarios de transporte de cargas, cámara que conduce Daniel Indart, y el gremio de camioneros que dirige los Moyano, padre e hijo. Ambos hicieron paro; los primeros para que el Gobierno (o sea la sociedad), les subsidie combustibles y peajes; el gremio para lograr incrementos salariales por sobre la media. Demagògicamente invocan paritarias libres, pero durante las negociaciones las partes involucradas les hablan al Gobierno, para que se haga cargo. Excepcionalmente el reclamo es explícito: “El Gobierno debe intervenir más fuerte en las paritarias” (Daniel Funes de Rioja, vicepresidente de la UIA, La Nación, 17 de mayo de 2014).

Esta habitual asociación empresarios-sindicalistas adquiere ribetes más graves cuando acuerdan conjuntamente con funcionarios, financiarse y/o enriquecerse a costa de evadir sumas impactantes en impuestos y aportes patronales: Oil Combustibles; Grupo Indalo; OCA; Sancor; Cresta Roja, y una larga lista de empresas. La excusa para facilitar los negociados y/o salvar patrimonios propios indigna por su cinismo: crear y/o cuidar fuentes de trabajo.

En una organización social sana los roles son definidos: el sector político crea instrumentos de desarrollo y equidad; el sindicalista representa derechos de los trabajadores, la justicia cuida el cumplimiento de la legalidad, y el empresario aporta capital que se supone de riesgo, creatividad, profesionalidad. Que pasa cuándo éstos roles se confunden, intercambian o asocian, descapitalizando al Estado? Dejan de ser unívocos, y se superponen: son empresarios y políticos; son sindicalistas y empresarios, son jueces y políticos. Ello facilita prebendas, negocios fáciles sin riesgos económicos, y naturalmente, corrupción.

Hay quienes equivocadamente asocian el concepto populismo con políticas distributivas virtuosas, pero sus consecuencias son las mismas que en un capitalismo salvaje: enriquecimiento desmesurado de los beneficiarios de las corruptas asociaciones estatales-privadas, y lógico crecimiento de la pobreza y marginalidad. En este esquema reclaman ser subsidiados los pobres, pero también enriquecidos empresarios exitosos gestionadores de prebendas. Es momento entonces que los empresarios, sindicalistas y funcionarios “buenos” predominen sobre los “malos”, y acuerden políticas que desactiven esta máquina de generar inflación, privilegios, desempleo y pobreza. No sorprendería que lo logren sin afectar salarios, si desarman los costos extras injustificados o corruptos que no van al bolsillo ni a la seguridad social del trabajador. En defensa de los empresarios genuinos, diremos que la conocida frase “el capital no tiene ideología” ya no se les puede adjudicar en exclusividad. Muchos políticos y sindicalistas tampoco parecieran tenerla.

Buenos Aires, 21 de junio 2018

Consensos entre quiènes?

Es recurrente e inevitable que ante situaciones políticas complejas, distintos analistas políticos y representantes sectoriales reclamen un acuerdo político entre oficialismo y oposición para revertir una decadencia de décadas. Pero jamás identifican a los autores y garantes del eventual acuerdo. Resumen sus deseos en abstracciones tales como gobierno, oposición o similares, sin establecer referentes sectoriales con legitimidad de representación. Esta hibridez conceptual se manifiesta en denominar a la oposición “el peronismo”, sin referenciarlo con el receptáculo político-institucional que debiera otorgar organicidad y coherencia: el Partido Justicialista. Este fenómeno se refleja en menor medida en los radicales, quienes al menos mantienen la estructura UCR, más escenográfica que real. Ni hablar de los volátiles partidos menores. Esta realidad genera confusión en propios y extraños, y nos retrotrae a la pregunta del inicio: quiénes serían los autores y garantes de un consenso virtuoso?

Para intentar una respuesta sin entrar en intencionadas “grietas”  que eludan debates,  se debe partir de algunos supuestos: 1) Los rótulos peronistas, radicales y similares, deben ser completados con el término “dirigentes”, para no involucrar a los ciudadanos en su conjunto. 2) Hablar de peronismo en forma global como lo mencionan políticos y periodistas, elude señalar que en la Coalición Cambiemos abundan peronistas que no reniegan de ello, e integran el gobierno. Del mismo modo hay quienes se dicen radicales y se acoplaron al peronismo. 3) Contra lo que se supone, a partir de 1990 abundaron los consensos pero a nivel de cúpulas, con resultados nefastos. Veamos una reseña histórica.

El Partido Justicialista fue fundado por Peròn en el año 1946. El nombre de peronista o justicialista, sea presentándose como tal o conformando frentes con partidos menores, se mantuvo en las elecciones presidenciales de 1951, 1973, 1983 y 1989. En el 83 el PJ sufre su primera derrota electoral a manos de la UCR, sumando entre ambos partidos el 92% de los votos. En el 89 triunfa Menem con el Frejupo, con el PJ a la cabeza. En 1995 repite Menem con un Frente con predominio del PJ, y se quiebra el bipartidismo: la UCR salió tercera. La elección de 1999 exhibe el primer “consenso”: triunfa la fórmula De la Rúa (radical)-Carlos Alvarez (peronista). En el 2003, tras la crisis 2001/02, Menem triunfó al frente del PJ con el 24,45 % de los votos, pero no se presentó a la segunda vuelta, accediendo a la presidencia Néstor Kirchner con  el Frente para la Victoria. En esa elección, los partidos PJ y UCR sumaron solo el 25,16% de los votos. Los “consensos” no virtuosos se desataron. En el 2007 triunfó el FPV con la fórmula Cristina Kirchner (peronista)-Julio Cobos (radical). Ni Perón y Balbín lo habían logrado. En la misma elección compitió la fórmula Lavagna (peronista)-Morales (radical). El PJ no participó. En el 2011 triunfa nuevamente el FPV con Cristina Kirchner, superando al “consenso” UDESO, que presentó la fórmula Ricardo Alfonsín-González Fraga, y a Francisco De Narváez como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires. El PJ como tal, obtuvo el 5,86 % de los votos. En el 2015 triunfó la Coalición Cambiemos sobre el FPV, del que se desconoce su futuro. El PJ por su parte, sacó el 1,64 % de los votos. Es evidente que la memoria de Perón no puede usarse para encubrir oportunismos y/o corrupciones actuales. Dos argentinos describen con precisión la mutación peronista. Exequiel Adamosky, profesor de historia en Londres, expresa en un reportaje: “En el peronismo, antes de los 90 la oposición al poderoso era más fuerte, y el componente asistencialista era complementario. Ahora su identidad pasó a ser la ayuda a los pobres, sin buscar a los responsables de la pobreza”. Julio Bárbaro, peronista genuino, señala: “Desde la muerte de Perón el peronismo se convirtió en un recuerdo que da votos, pero también en el receptáculo de las ideas de moda: el liberalismo con Carlos Menem, y la izquierda con Cristina Kirchner”.

En este contexto hablar de “consensos” y objetivos sin actores legítimos y confiables tanto del oficialismo y como la oposición, es repetir engaños. La tarea no será fácil; todos los responsables de la decadencia siguen vigentes. En el caso del genérico “peronismo” por ejemplo, a quiénes se debería convocar: a Cristina Kirchner, Schiaretti, Urtubey, Zamora, Barrionuevo, Gioja, Massa, Picheto, Moreau, Nito Artaza? A todos juntos quizás? El caso de los gobernadores es peculiar. Arman las listas sábana para legisladores nacionales, pero al momento de votar políticas acordadas con la Nación, definen a sus elegidos como librepensadores. Un último deseo: que los periodistas no entretengan a la ciudadanía con juegos infantiles como Mauricio o Cristina; peronistas racionales o irracionales (que para mayor confusión votan juntos). Y que los políticos sean coherentes con sus discursos, y alguna vez actúen en beneficio del país.

Buenos Aires, 07 de junio 2018

Jueces a exámen

El Estado es un concepto que refiere a la organización política, social y económica de un país. No hay “grietas” entre lo público y privado. Es entonces a partir del Estado que se debe intentar desentrañar la matriz política que sumergió al país desde hace décadas en una permanente decadencia. Para manejar hipótesis de trabajo concretas, el abstracto concepto “décadas” se acotará al período definido entre la recuperación de la democracia en 1983 y la actualidad. En estos últimos 35 años resaltan tres aspectos: 1) continuidad del sistema democrático; 2) continuidad de personajes políticos, empresarios, judiciales y gremiales, sea por una envidiable longevidad, sucesiones familiares o sistemas electivos basados en el dedo; 3) continuidad discursiva para diagnosticar los mismos problemas sin resolverlos. Surge entonces el interrogante: cómo es posible tamaña continuidad de los responsables de la decadencia?

Es verdad que los sistemas electorales están finamente diseñados para que las opciones ciudadanas sean circunscriptas a rótulos partidarios rotundos, como renovación, neoliberalismo “malo”;  justicialismo racional o  justicialismo irracional, pero siempre con listas abiertas a los continuistas hasta el cierre del libro de pases. Ante esta reiteración de actores y discursos, pareciera evidente que los vicios de fondo son ocultados a la opinión pública. Una forma de torcer esta matriz, es que sean ciudadanos comunes quienes formulen interrogantes sencillos basados en conceptos conocidos, a ser respondidos  en una mesa de exámen por diversos sectores de poder. Se hizo con un grupo de sagaces economistas, y es el turno de los jueces, emblemas del Poder Judicial. Iniciemos el cuestionario:

1.- “Las leyes son como las telarañas. Atrapan a los más débiles, pero los más fuertes pueden escapar” (Solón, 600 a.C). Muchos integrantes del poder judicial ejercen la docencia. Supongamos que a un alumno se le formula una pregunta definitoria: el caso de Cristóbal López implica defraudación o evasión a la AFIP? Cuál sería la respuesta correcta para aprobar el exámen?

2.- “Todos los habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas”. (Artículo 16 de la Constitución Nacional). Porqué entonces miembros del poder judicial no aportan salarialmente impuestos a las ganancias, y lo llaman derecho adquirido?

3.- “La prisión preventiva no podrá ser superior a dos años, sin que se haya dictado sentencia. En casos de complejidad podrá prorrogarse por un año más” (Ley 24.390). Esta normativa no está fijando claramente el plazo razonable para llegar a la instancia de juicio oral y público?

4.- “Combatir la corrupción fortalece la economía y la democracia” (Isabel Groba Vieira, fiscal del caso Lava Jato). Los examinados deberán explicar estas dicotomías:

4.1.- Contrabando de 944 kilos de droga desde Argentina a España (2011). En España fueron juzgados y condenados los hermanos Juliá. En nuestro país no hay avances.

4.2.- Coimas pagadas por la empresa Odebrecht (2014). En Brasil fueron procesados y condenados empresarios, funcionarios oficialistas, opositores e intermediarios. En nuestro país los jueces Casanello,  Martínez de Giorgi y Rafecas no tienen avances concretos.

4.3.- Sobornos en la FIFA (2015). En Estados Unidos están condenados o procesados altos funcionarios, entre ellos los argentinos Burzaco, De Luca y Meizner. En nuestro país la jueza Servini de Cubría aún no elevó a juicio oral la causa “Fútbol para Todos”. 

Están invitados a participar de la evaluación los jueces Lorenzetti en representación de la Corte Suprema, y los jueces federales Servini de Cubría, Bonadío, Lijo, Casanello, Rafecas, Martínez de Giorgi, Rodríguez, Ramos y Ercolini. Invitación especial al ex juez Oyarbide.

Buenos Aires, 24 de mayo 2018

Economistas a exámen

Sorprende la enorme disparidad que con independencia de afinidades partidarias o ideológicas,  existe entre la claridad y precisión que tienen los economistas y analistas para describir las coyunturas, y los pobres resultados que obtienen cuando deben asumir responsabilidades concretas en roles de gobierno, ya no para sortear crisis, sino para cambiar de paradigmas. Frases esclarecidas como “no se puede gastar más que lo que se recauda o produce”, naufragan ante los hechos concretos. Solo en diez de los últimos cien años, la Argentina tuvo equilibrio o superávit fiscal. Desde el recordado Rodrigazo del año 1975 (alta inflación, devaluación y tarifazos), el país atravesó hiperinflaciones en los años 1989/90; la convertibilidad de un peso igual a un dólar entre 1991 y 2002; incautación de ahorros privados en 1989 y 2002; privatización de empresas públicas para reestatizarlas años más tarde una vez saqueadas; falseamiento de estadísticas públicos a partir del 2008, para cerrar en el 2015 el mayor período ininterrumpido de un mismo gobierno con el 29 % de pobreza.. Cómo se puede mantener durante décadas estas políticas ineficientes y prebendarías? Usando a sus víctimas para mantenerlas: los pobres.

Todo intento de racionalidad es sepultado bajo la amenaza de ajustes que generarán más pobreza y desocupación. Lo lamentable es que la reseña de sucesos económico-sociales entre el 1975 y el 2015, indican que es verdad. Se ajusta masivamente sobre sectores medios y bajos, basados en la fórmula gasto x cantidad de beneficiarios = total pesos (ahorro). Esta globalidad conceptual es la trampa que se mantiene desde hace décadas para que los responsables de las crisis salgan indemnes. Ejemplos: se plantea sacar las jubilaciones de privilegio, para que el sistema sea realmente de reparto? No. Se plantea derogar la discriminatoria ley que exime de pago de ganancias al poder judicial? No. Se plantea una ley que impida expresamente la designación de familiares en cargos públicos sin concurso, favoreciendo enormes concentraciones salariales estatales en un mismo núcleo familiar? No. Se plantea aprobar la Ley de Extinción de Dominio congelada en el Senado, que permita como en los países más avanzados, que el Estado recupere parte del dinero que le fue sustraído? No.

Ante estas evidencias irrefutables y para simplificar el cuestionario del exámen, las preguntas a responder se acompañan de conceptos referenciales.   

 “No robarás”. (Octavo mandamiento cristiano, 3.500 años antes de Cristo). La mención no pretende una invocación religiosa, sino fáctica. Un gobierno cleptocrático que instala un estado de corrupción asociado con empresarios privados, puede tener políticas socio-económicas virtuosas?

 “Sucederá siempre que un príncipe que quiere conseguir fama de pródigo consumirá en tales obras todas sus riquezas, y se verá obligado si desea conservar su reputación, a imponer excesivos tributos, a ser riguroso en el cobro y hacer todas las cosas que hay que hacer para procurarse dinero”. (Maquiavelo, florentino, siglo XVI). Cuándo se habla de bajar el déficit fiscal, se bajarán subsidios a los sectores privilegiados o a los vulnerables?   

“Ley de oferta y la demanda” (Adam Smith, siglo XVIII). Porqué cuando se informa que “bajó el consumo”, paralelamente no bajan los precios?

“Las estadísticas basadas en que a cada ciudadano le corresponde un ingreso de100, no aclaran que hay ciudadanos con 300, que dejan a dos con nada” (Oscar Varsavsky, año 1972). Está de acuerdo?

   “Los conflictos en la Argentina no son por los pobres; son por los que más ganan” (Roberto Frenkel, argentino, siglo XXI). Coincide en que la frase “con la inflación pierden los más pobres”, omite señalar que ganan los especuladores y sectores más ricos, al desaparecer los precios relativos?  

 “El mercado determina el precio del dólar”. (financistas anónimos del siglo XXI) Porqué cuando se habla de “mercado”, no se aclara que se refiere únicamente al financiero especulativo, y no al de bienes transables?

“En la inflación influyen las expectativas” (macroeconomía, siglo XXI). Porqué entonces cuando un gobierno fija una meta de inflación, de inmediato todos los economistas declaran que es de cumplimiento imposible?

Seguidamente detallamos el listado de economistas invitados a competir: Cavallo, Lavagna (padre e hijo); Pratt Gay, Sturzenegger, Espert, Broda, Kicillof, Ferreres, Bein, Santángelo, Spotorno, Cachanosky, Melconian, Dujovne, Caputo, Redrado, Marx (el argentino), Kiguel, Gerchunoff, Frenkel, Zuchovicki, Nielsen, Giacomini, Argañaraz, Bermúdez, Abram, Lousteau, Blejer, Vanoli, Pignanelli y Boudou. Especialmente invitado por lo histriónico, Javier Milei.

Buenos Aires, 17 de mayo 2018