Preguntas políticas infantiles
Utilizar principios de la enseñanza básica primaria para analizar la actualidad política no subestima al ciudadano, sino que cumple con el fin de aprender pensando, en lugar de limitarse a suponer, sospechar o adherir emocionalmente a eslogans y discursos demagógicos vacíos de contenido. De la enseñanza básica, los adultos también pueden replicar la loable curiosidad infantil para formular preguntas cuyas respuestas se omiten en los debates políticos. Cabe citar algunos ejemplos vigentes:
1.- Dos cerebros brillantes. Terminada el 01 de marzo la Asamblea Legislativa de apertura, protagonizaron un encontronazo dos cerebros caracterizados como “brillantes”: el asesor presidencial Santiago Caputo y el diputado neurólogo Facundo Manes, quien acusó a Caputo de haberlo amenazado en represalia por haber interrumpido el discurso de Milei en el recinto. Como era obvio que el episodio que recuerda a compadritos a la vieja usanza tendría testigos, sería filmado y reproducido en todos los medios de comunicación en días subsiguientes, surge un interrogante: ¿considerando que ambos son “mentes brillantes”, armaron una maniobra para entretener y ocupar espacios en los medios de comunicación, o realmente son dos necios ajenos a las urgencias económicas y sociales de la población?
2.- Muertes en el conurbano.- Mientras autoridades de la provincia de Buenos Aires y nacionales discuten la distribución de recursos cuidándose de no cuantificar los montos presupuestarios sustraídos por la corrupción estatal-privada, y se acusan de ser responsables del desmadre en las políticas de seguridad y del narcotráfico, nadie se plantea un interrogante elemental: ¿cuál es la razón de que las muertes de delincuentes sean causadas por vecinos armados o policías de civil no reconocidos como tales, y jamás por enfrentamientos con personal policial provincial uniformado?
3.- Lijo: revelación de hipocresías.- El 15 de abril del pasado año el Gobierno formalizó las candidaturas del juez Ariel Lijo y Manuel García Mansilla para integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación, transcurriendo desde entonces más de diez meses sin que los senadores adoptaran una decisión. Sin embargo, la sumatoria de tramitaciones y opiniones durante este período, obraron como principio de revelación de viejas prácticas políticas, contradicciones flagrantes e hipocresías manifiestas. Como cada aspecto de esta trama merece un análisis pormenorizado, a los fines de la pregunta final, cabe mencionarlos sintéticamente:
a.- Lijo provocó un alud de críticas por parte de organismos no gubernamentales, asociaciones de abogados y periodistas, centradas en su moral, desempeño como juez, y la existencia de más de 32 denuncias en el Consejo de la Magistratura, integrado por 5 jueces, 8 legisladores, 4 representantes de abogados y 3 del ámbito científico-académico, y nunca dictaminó sanciones o absoluciones. ¿Ineficacia o complicidad? En contraposición, Lijo obtuvo la adhesión unánime de la corporación judicial.
b.- De los permanentes diálogos entre senadores, surgieron rechazos explícitos en algunos casos, y silencios llamativos en otros, como el caso del verborrágico senador Lousteau, que nunca vota con la mayoría radical, lo que hace suponer que todo es negociable bajo el disfraz de la moral e institucionalidad.
c.- Las dilaciones en la toma de decisiones se justifican con la excusa de que lo que preocupa “son las formas, y no el fondo”. Sin embargo, Lijo obtuvo los nueve votos de la Comisión de Acuerdos para tratar el pliego en el recinto, pero no así García Mansilla.
d.- En el marco de un prolongado proceso aún en desarrollo que incluyen debates entre reconocidos constitucionalistas y quienes adquirieron tal condición como aprendices de emergencia, se negocia si la Corte puede funcionar con tres, cinco, siete, nueve o más miembros, dejando en claro que en cuanto a seguridad jurídica desde 1983 a la fecha se avanzó muy poco. Si bien a esta altura del debate Lijo perdió individualidad para transformarse en moneda de cambio, al menos posibilitó mostrar cómo se eligen los jueces en nuestro país. Lo cual lleva a plantear un interrogante clarificador no dilucidado: ¿Cuál fue el fin de proponer a Lijo, y cuál es la razón por la que los senadores no definen si aprueban o rechazan?
Buenos Aires, 12 de marzo 2025