Castas, Maquiavelo y Argentina

Maquiavelo es considerado el padre de la ciencia política. Su formación se desarrolló en el fecundo ámbito de la Florencia del Renacimiento italiano. En ese entonces Italia se dividía en ciudades-Estado esbozadas como repúblicas o principados (Milán, Venecia, Pisa, Roma-Vaticano, Nápoles), manejadas por castas (Medici, Sforza, Orsini, Borgia), en un clima de permanentes conflictos plagados de traiciones y engaños, sean internos, entre ciudades o amenazas extranjeras (Francia y Alemania). Las tropas de apoyo usualmente eran mercenarias. Los recursos económicos se obtenían de altos tributos que debían pagar el pueblo trabajador, sean labriegos, comerciantes o artesanos, en parte derivados para desarrollar un florecimiento intelectual y artístico inédito (Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael). Como diplomático ante los más altos estamentos de poder, Papa incluido (Alejandro VI), Maquiavelo percibió con agudeza las acciones humanas innatas para obtener, concentrar y mantener el poder.  

Bajo esta óptica historicista pueden confrontarse las similitudes entre lo descripto y nuestra actualidad política: 1) ciudades-Estado (Formosa, San Luis, Santiago del Estero, Santa Cruz), manejadas por castas familiares (Insfrán, Rodríguez Saá, Zamora, Kirchner); 2) conflictos internos plagados de traiciones y engaños, y tensiones políticas jurisdiccionales (Nación y Ciudad); 3) aislamiento internacional, sea con países vecinos o apoyo a autocracias/dictaduras (Venezuela); 4) tropas políticas mercenarias con “condottieris” volátiles (Alberto Fernández, Massa, Alfonsín hijo, Pichetto), cuya soldadesca (militancia) se alquila con cargos públicos; 5) altos tributos al trabajo para sostener al privilegiado sistema de castas, que a diferencia de la época renacentista, en lugar de destinarse parte de lo recaudado al desarrollo educativo y artístico, se consume en corrupción estatal-privada. Cuando los costos de estas estructuras burocráticas familiares se hacen insostenibles para los gobernados y aumenta la pobreza, estallan revoluciones (francesa, bolchevique). Que a diferencia de los llamados “golpes” producto de peleas entre castas, tienen consecuencias incontrolables.  

Un conflicto vigente ejemplifica lo expuesto. En el marco de una pandemia inédita y creciente pobreza, se crea un conflicto demencial entre la Nación y Ciudad de Buenos Aires por la coparticipación de impuestos y su nivel de autonomía, alejado de las urgencias de la sociedad,. Su origen reside en la reforma constitucional de 1994, cuyo objetivo principal era prolongar el mandato presidencial del representante de la entonces poderosa casta Menem. Tal era el apuro por la reelección, que se postergó mediante una cláusula transitoria hasta diciembre de 1995 el tratamiento del aspecto más importante para el país, referido al diseño de un nuevo régimen de coparticipación federal de impuestos, que hoy privilegia a la Nación. En su lugar, los constituyentes priorizaron dedicarse a incrementar desproporcionadamente las estructuras burocráticas administrativas estatales, para asegurarse en el futuro puestos laborales públicos que sostengan a familias y herederos de las diversas castas. Pero un tema aprobado solo ante la urgencia de lograr la reelección presidencial, causó escozor en el poder nacional centralista: la autonomía a la ciudad de Buenos Aires. No solo jamás se cumplió el mandato constitucional de implementar un nuevo régimen de coparticipación de impuestos, sino el entonces senador Antonio Cafiero, que integrara el gabinete de Perón en 1952 y diera nacimiento a una de las castas más tradicionales que mantiene una presencia de tres generaciones, promovió una ley que limitó las atribuciones constitucionales que le fueran conferidas a la ciudad (justicia ordinaria, fuerzas de seguridad, determinados servicios públicos, propiedad de inmuebles). En el actual conflicto desatado por el presidente Fernández con el “condottieri” Rodríguez Larreta en representación de la casta Kirchner (a la fecha con dos generaciones), el nieto de Antonio llamado Santiago, es Jefe de Gabinete. Y dos de los jueces de la Corte que deberán expedirse sobre el litigio (Maqueda y Rosatti), integraron la constituyente de 1994. A lo que se agrega que siete de los legisladores elegidos para representar a los porteños, votaron a favor de la quita de recursos. Y los candidatos electorales perdidosos a “condottieri” de la ciudad, Matías Lammens y Matías Tombolini, compensados con cargo público otorgado por la casta gobernante, se llamaron a silencio. Cuando hay acuerdos entre castas, no pierden ni los que perdieron.

Lo expuesto es metafórico en cuanto a lo temporal, pero no en lo conceptual. Lo ratifica el propio Maquiavelo cuando expresa que “es partidario de la República, pero bien organizada, disponiendo de las instituciones necesarias para canalizar el conflicto entre pueblo y gobierno dentro de las mismas, sin las cuales la República se desarmaría”. Argentinismo puro.

Buenos Aires, 28 de abril 2021