Adornos navideños políticos

En un cierre de año coexisten balances de lo transitado y expectativas sobre el futuro. Para las reflexiones políticas, la brevedad y simplicidad de los eslogans y frases hechas grandilocuentes servirán como punto de partida para formular análisis más profundos, pero igualmente entendibles por todos los niveles socio-culturales en simultáneo. Para lograrlo se deberá individualizar a los responsables políticos de diseñarlos y propagarlos, en lugar de detenerse en segundas líneas que solo los repiten. El valor de esta personificación se basa en la regla propagandística llamada “del enemigo único”, basada en que los humanos prefieren enfrentar a personas visibles antes que a oscuras abstracciones. Lo señalado explica porque para críticas, en lugar de referirse a Juntos por el Cambio o al PRO es más contundente decir “macrismo”, o que para entender el devenir electoral del Frente para la Victoria, Frente de Todos y Unión por la Patria entre el 2003 y el 2023, sea necesario decir “kirchnerismo”. Esta anomia es producto de la pérdida de la condición de partidos estables y coherentes de la UCR y el PJ, reemplazados por etiquetas electorales de coyuntura que devienen en análisis políticos confusos, como mezclar peronismo, menemismo y kirchnerismo sin definir si son o no sinónimos, por lo que cabe pensar que no es lo mismo decir “peronismo”, que involucra a la memoria de Perón en las malas praxis actuales, que decir “peronista”, en la que la adhesión individual a Perón se justifica. De allí la necesidad de acoplar a la abstracción grandilocuente de los eslogans la personificación de quienes los elaboran y promueven.

Definir la “personificación” de quienes tienen las máximas responsabilidades políticas exige un ordenamiento jerárquico y cuantitativo, que se puede expresar con la metáfora de un árbol navideño llamado Argentina, decorado con 355 esferas divididas en dos colores: las azules identifican a 26 cargos ejecutivos (presidente, vice, 23 gobernadores y jefe de gobierno de la Ciudad), y las rojas a los 329 cargos legislativos (257 diputados y 72 senadores). Sobre estos 355 políticos recaerá el compromiso de generar los cambios estructurales virtuosos necesarios para afrontar las urgencias presentes, y trazar una institucionalidad consistente a futuro. La diferenciación por color responde a que nuestra manipulada legislación electoral personifica y cuantifica en votos a los elegidos para cargos ejecutivos (la excepción es la ley de lemas), mientras que los legisladores acceden a través de listas sábanas que quitan al ciudadano la capacidad de elegir, por lo que en la práctica muchos de ellos responden a quienes los ubicaron en las listas, o conforman mini bloques que nadie votó, o pasan de una coalición a otra, o se convierten en libres negociadores. Esta liquidez ideológico-partidaria es la que, más allá de los saludables debates públicos, exige concentrar la atención pública en las 355 esferas navideñas políticamente decisorias, poniendo en suspenso en lo inmediato debates estériles sobre los antecedentes individuales de cada legislador, para concentrarse en sus desempeños actuales.

El mega decreto desregulatorio anunciado por Milei el 20 de diciembre, con independencia de sus diversas y discutibles facetas brinda un ejemplo de la usual disociación entre eslogan y objetivo encubierto, al desnudar inicialmente un rasgo de las resistencias corporativas a los cambios que las afecten: el uso de la hipocresía.  A horas de emitido, sectores políticos, corporativos y hasta vecinos caceroleros mutaron en eminentes constitucionalistas, pese a convivir con un sistema político que promulgó desde la reforma constitucional de 1994 más de 780 DNU sin que fueran verificados por el Congreso, y que no cumple los fallos de la Corte Suprema, sometiéndola inclusive a un trámite de juicio político. Esta hipocresía presenta el desafío de recuperar la institucionalidad a futuro rompiendo con la trampa de repetir lo malo que “antes se hizo”, pero sin facilitar por ello los intereses de beneficiarios de prebendas y corrupciones a costa del erario público, que impedidos de promover el eslogan “nuestras prebendas y privilegios están en peligro”, están hoy unidos bajo el grito “¡Viva la Constitución, carajo!!”.

Aún quienes no profesen la costumbre del árbol navideño o sea muy pequeño para replicar las 355 esferas políticas colgadas en el árbol Argentina, al momento del brindis deberían tenerlas presente pues definirán nuestro futuro.

Buenos Aires, 27 de diciembre 2023

Próxima newsletter miércoles 24 de enero 2024

El eslogan en la política

El uso del eslogan no se agota en las campañas electorales, sino que es un instrumento habitual en la comunicación de un gobierno y en los debates políticos, por su condición de ser una frase breve fácil de recordar dirigida a lo emocional de los individuos, que llega a todos los niveles socio-culturales en simultáneo dando por sentado su comprensión y veracidad. Esta simplicidad se reflejó en el último debate entre los candidatos Milei y Massa, que pese a ser convocado para confrontar temas complejos de interés general ante una masiva audiencia televisiva, expertos asesores de campañas políticas aconsejaron a Massa lanzar a Milei una andanada de preguntas al estilo eslogan, exigiéndole que respondiera “por sí o por no”, sin mayores aclaraciones. Esta simplicidad lo convierte en una buena base analítica para desarrollar posteriores explicaciones o interrogantes.

El eslogan suele complementarse con una regla básica de la propaganda llamada “unanimidad y contagio”, fundada en la evidencia de la presión del grupo en la opinión individual. Jean-Marie Domenach, que en 1950 publicara “La propaganda política”, la ejemplificaba con tres sastres de Londres que en el siglo XIX dirigieron un petitorio al Rey, firmándolo “nosotros, el pueblo inglés”. Comprendida esta mecánica, vale citar la frase globalizadora “la gente”, que por su repetición por parte de políticos y analistas se asemeja a un eslogan, pero que carente de una cuantificación determinada, no sirve para definir situaciones o políticas en épocas de crisis, en las que es necesario definir acciones sectorizadas según las necesidades básicas no satisfechas o privilegios. En este caso “la gente” es un híbrido que actúa como pantalla para encubrir las responsabilidades de las dirigencias que provocaron esas situaciones extremas, sean políticas, sindicalistas o empresarias, que en las últimas décadas han actuado concomitantemente cuando de usufructuar recursos estatales se trata. Otras frases recurrentes que por su brevedad y repetición actúan como eslogans, es plantear si queremos “Estado o mercado”, o bien “achicar o agrandar el Estado”, como si estuviéramos ante un sastre al que pedimos nos adapte los pantalones según hayamos aumentado o reducido nuestro peso.

En primer lugar, dado que el concepto Estado refiere a una forma de organización política, social y económica, corresponde hablar de Gobierno, que es la parte encargada de llevar a cabo las funciones del Estado, que está conformado por instituciones y organismos burocráticos con responsabilidades indelegables (educación, salud y seguridad públicas), además de poseer el monopolio fiscal, legal (legislar, ejecutar y juzgar), y de la fuerza (instituciones armadas). Estas funciones básicas son de aplicación en cualquier país con independencia de su sistema político, por lo que la opción “Estado o mercado” es falaz, y hace sospechar que intenta encubrirlos los fracasos o complicidades de quienes ejercen funciones políticas públicas, en muchos casos producto de la patología que en cabeza de los gobiernos, encadena mafias, fascismos y corrupción. Contexto en el que a los funcionarios públicos y privados asociados los une el dinero, no ideologías de derecha, centro o izquierda.

Muchos dirigentes que declaman defender al Estado y/o Gobierno, mimetizándolos con la Patria, no explican sus fracasos de décadas en el desarrollo del país, o bien intentan evitar toda posibilidad de racionalizar y modernizar la estructura estatal afirmando que “no mueve el amperímetro” desde lo económico, lo que no es verdad si se realiza atendiendo los siguientes frentes administrativos en simultáneo: 1) ejemplaridad (en cuanto a idoneidad, capacidad y honestidad de funcionarios); 2) equidad (igualdad de oportunidades para el ingreso a la administración pública y destierro de los nepotismos); 3) organicidad (en cuanto a armados de organizaciones estatales racionales sin superposición de tareas, y con velocidad de respuesta ante los desafíos); 4) racionalidad presupuestaria (en cuanto a interrelaciones jerárquicas y optimización de recursos). De cumplimentarse estos requisitos a nivel del gobierno nacional, provincias e intendencias, más de un economista se sorprendería ante el enorme beneficio económico-social resultante.

Buenos Aires, 20 de diciembre 2023

Brevedades engañosas

La formulación de mensajes simples y breves, para que sean masivamente entendibles apelan a palabras que presuponen maldad (mafioso, fascista), virtud (igualdad, soberanía), o combinan opuestos, poniéndose el emisor del lado positivo (democracia o mafia). Esta regla llamada “de simplificación” se potenció con la brevedad que exigen las redes sociales, donde se opina sin profundizar. Por ello cuatro palabras de uso habitual en los debates políticos merecen una definición inicial que supere la brevedad del eslogan, porque identifican a sectores que intentarán mantener privilegios e impedir los cambios virtuosos que demanda la sociedad: mafia, fascismo, espionaje y corrupción.

Mafia.- Originada en Sicilia, el sociólogo italiano Gaetano Mosca la definía como una estructura de poder paralela, surgida por incapacidad o complicidad del Estado. Sus negocios privados (prostitución, juego, contrabando), requerían de coberturas estatales (funcionarios, policías, jueces), logradas mediante sobornos o amenazas. Tras la Segunda Guerra surgieron mafias en cabeza del Estado para saquear dineros públicos, que son los más desprotegidos y fácilmente obtenibles. En este caso los privados (contratistas, proveedores, concesionarios), pasaban a ser cómplices externos de funcionarios públicos. Para poder decir ante un escándalo de corrupción“el presidente, el vice o el ministro no podían saberlo”, se diseñan confusos circuitos burocráticos. Sean los corruptos privados o estatales, utilizan información privilegiada, sobornos, tráfico de influencias, evasión fiscal, lavado de dinero, extorsiones, fraudes, malversaciones y prevaricación. Los empleados o funcionarios honestos que se rebelen, carecerán de toda apoyatura gremial en su defensa.

Fascismo.- “Fascio” es un término italiano que describe a un conjunto de varillas consideradas frágiles individualmente, pero fuertes si se unían, principio simbólico aplicado a organizaciones políticas. En 1919 Mussolini fundó los “fascios” de combate, que eran “escuadras” de acción directa (camisas negras), que derivaron en un partido político que intentaba organizar la economía y las relaciones entre clases en nombre de “los intereses superiores” de la nación. En febrero de 1934 se crearon las corporaciones, que inspiradas en la idea de “representación de intereses”, reunían por cada sector productivo a sus empresarios y trabajadores, De sentido nacionalista, ideológicamente promovía la uniformidad cultural, autarquía económica y autocracia política. Tras la derrota militar en 1945, el fascismo dio lugar al populismo, que puede ser de derecha o izquierda. Por lo que el término “casta” empleado exitosamente por Milei en su campaña, de ahora en más deberá sustituirse por “corporaciones”, muchas de las cuales encabezarán la resistencia a perder privilegios,

Espionaje.- En primer lugar debe asumirse que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) como tal no existe, por incumplir el artículo 2do. de la ley 25.520, que le adjudica la misión de obtener, sistematizar y analizar información específica de “hechos, amenazas, riesgos y conflictos que afecten la seguridad exterior e interior de la Nación”. Por el contrario, el organismo se dedica solo a espionajes políticos domésticos, carentes de inteligencia o contrainteligencia, por lo que no es casual que en su conducción roten políticos, legisladores, fiscales y empresarios sin idoneidad y formación específica, situación inédita a nivel internacional. Una alternativa sería pasar el organismo al ámbito de la Policía Federal, que posee extensión territorial, contacto con todas las esferas sociales, y personal de carrera mucho más profesionalizado.

Corrupción.- La etimología de la palabra es “arrebatar, alterar la forma de algo, quitar alguna cosa con fuerza”, lo que engloba tanto a las variantes delictivas (robar), como a deformaciones institucionales no penalmente punibles, pero diseñadas para generar un “estado de corrupción”, cuyos actos corruptos son planificados, sistemáticos, ejecutados y/o avalados desde el Estado, y cuyos corruptos activos necesitan del silencio o complacencia de cómplices pasivos, penalmente inocentes. Entender esta interrelación entre corrupciones delictivas e institucionales lo ejemplifica un reciente escándalo. Meses atrás, el titular de un periódico expresaba: La Legislatura de la provincia de Buenos Aires sesionó solo una vez en seis meses y tiene a los diputados y senadores más costosos del país. Cuenta con un presupuesto de $62.100 millones y en lo que va de 2023 la actividad en el recinto fue casi nula. Por año, cada senador requiere de un gasto de $557,6 millones y  un diputado, de $397 millones”. Esta corrupción institucional fue el caldo de cultivo precedente para que surgiera el caso delictivo del empleado apodado “Chocolate”, y explicara el silencio de todos los sectores opositores, que “nada sabían”.

Un aspecto común a mafias, espionaje y corrupción refiere a que las denuncias o carpetazos se usan para degradar, presionar, negociar, especular, pero jamás pretenden llegar a un juicio oral y público que desnude tramas. Ejemplo, las resistencias y dilaciones para iniciar el juicio por coimas en la obra pública.

Buenos Aires, 06 de diciembre 2023

El UPA político

El extenso desarrollo de la reciente campaña electoral transparentó vicios que merecen analizarse con los mismos principios propagandísticos de los mensajes, que por ser dirigidos masivamente a todos los niveles socio-culturales, deben ser simples, breves, fácilmente recordables y adaptados al menos inteligente de los individuos, complementados con acciones acordes, estrategia que de algún modo recuerda la etapa infantil en la que aprendemos a leer y escribir. En la década del 40, con una educación pública casi excluyente y ejemplar, el educador y periodista Constancio C. Vigil creó el libro UPA, palabra que remite a la acción de un adulto levantando a un niño del suelo, con el que millones de argentinos de todas las clases sociales aprendieron a leer, asociando palabras con imágenes. Las diferencias estriban en que el UPA apelaba a lo racional para educar, mientras que la propaganda política apela a lo emocional para convencer, o inclusive engañar. Por ello las palabras a desentrañar de los mensajes políticos no serán “mamá, papá, oso” como en el UPA, sino “Estado, gobierno, derechos, privilegios”, entre muchas otras. También se deberá tener presente que mientras en el UPA infantil la palabra “oso” coincide con la imagen de “oso”, en política “privilegios” puede ser disfrazada de “derechos”, o el tangible “gobierno” mimetizarlo con el abstracto “Estado”, o el más ampuloso “Argentina”.

Existe coincidencia que en la campaña electoral se concatenaron tres hechos inéditos: 1)  que un gobierno con altos índices de inflación, pobreza y malas praxis, tuviese serias posibilidades de triunfo; 2) que una oposición conformada por UCR, PRO y Coalición Cívica consolidada desde al menos ocho años, no pudiera acceder siquiera a un balotaje; 3) que un candidato autoproclamado liberal, con nula estructura política, mínimos soportes económicos y anunciando políticas económicamente restrictivas, triunfara por once puntos sobre un supuesto “peronismo unido”, sostenido en una campaña multimillonaria. Pero se omite el hecho más importante para lo que se avecina: la exteriorización explícita del significado de la palabra “casta”, utilizada por Milei como eficaz eslogan para englobar a dirigencias responsables de la degradación del país, como consecuencia de la adhesión pública, simultánea y sostenida al candidato Massa, por parte de altos funcionarios públicos, gobernadores, dirigencias sindicales, empresarias, universitarias, científicas, artísticas, piqueteras, de la AFA, e inclusive de supuestos opositores como Morales, Lousteau y Jacobitti, que invocaron neutralidad para disimular adhesión. Esta confluencia planificada se basa en la aplicación de la regla propagandística llamada de “unanimidad y contagio”, basada en la presión del grupo por sobre la opinión individual, para lo cual dichos actores invocan la representación excluyente de abstractas mayorías corporativas, o simbologías como Patria y Libertad. Soslayando que en un sistema democrático, quien puede ostentar la representación del interés común por sobre los sectoriales es el ungido presidente como resultado de una compulsa electoral. No casualmente algunos de los representantes corporativos como Daer, Catalano, Biró, Weiss entre otros, en un contexto de pobreza nacional inadmisible, han iniciado la estrategia de reclamar y/o amenazar para que nada cambie. El perfil de los reclamantes recuerda una situación vivida por el entonces presidente Raúl Alfonsín en un discurso pronunciado en agosto de 1987 en Chos Malal, provincia de Neuquén, en un contexto de serias dificultades económicas. Interrumpido con silbidos y gritos encabezados por un morrudo militante que reclamaba por el hambre de la población, Alfonsín, cansado de sus quejas y mirándolo a los ojos, le dijo: “A vos no te va tan mal gordito,¿no?”.

Sirva la anécdota para diferenciar entre los reclamos de los “gorditos” que intentarán mantener sus privilegios a costa de recursos y prebendas estatales, y las necesidades de ciudadanos enflaquecidos y empobrecidos. Vale concluir con un acertado comentario del politólogo Andrés Malamud formulado en un reportaje: “Si el modelo estatista y corrupto hubiera llevado al crecimiento económico, hubieran ganado los estatistas y corruptos. El problema es que fueron estatistas, corruptos e incompetentes”. La combinación de reglas del libro infantil UPA y de la propaganda política, se utilizará en la próxima reflexión para asociar las palabras mafia-fascismo-espionaje-corrupción, que los políticos usan solo como recurso para agraviarse, pero que para la ciudadanía representan una cruel realidad.

Buenos Aires, 29 de noviembre 2023

¿Quién ganó la elección?

Ganó Massa. Ganó Milei. La presente reflexión se elaboró sin conocer al triunfador, por lo que el encabezado refería a las dos opciones posibles. Conocido el resultado que cierra el ciclo electoral con Milei presidente, se puede incursionar en una etapa analítica no sospechada de favoritismos, para profundizar en aspectos que condicionarán la política aún desconocida del próximo gobierno. El más importante, es que las estrategias de campaña ratificaron la existencia de un sustrato político-institucional en el que coexisten mafia, fascismo, espionaje y corrupción, palabras usadas para agraviar o impactar, pero que son realidades que explican el atraso del país. No en vano la campaña se inició con funcionarios y gremialistas asociados al usufructo de recursos públicos, planteando “sangre en las calles” ante eventuales triunfos de Juntos por el Cambio o la Libertad Avanza. De igual modo, el llamado a la “unidad nacional” es una estrategia de cúpulas corporativas consolidadas para avalar medidas que descargan los costos de las malas praxis, privilegios y corrupciones solo en los ciudadanos comunes, como quedó demostrado en las crisis 1989-90 y 2001-02, pues de ser las medidasequitativas y virtuosas para el bienestar general, tal convocatoria ofreciendo cargos a recientes adversarios carecería de sentido.

La reciente campaña tuvo la virtud de que el eslogan “la casta” instalado por Milei para sintetizar el hartazgo social con las consolidadas continuidades de las clases políticas y corporativas ruinosas, su significado conceptual pasara a corporizarse cuando altos funcionarios, dirigencias sindicales, en especial estatales, empresarias, universitarias, científicas, artísticas, y de supuestos opositores como Morales, Urtubey o la izquierdista Myriam Bergman, entre otros, apoyaran de modo coordinado y simultáneo a Massa, pues ante el temor de que Milei provocara “un salto al vacío” que afectara a sus privilegios en una sociedad empobrecida, era preferible el malo conocido para que nada cambie. Teniendo como fondo una millonaria campaña propagandística a una escala de saturación inédita en la historia electoral argentina, con utilización de niños inclusive, que se expandió por todos los ámbitos públicos y privados posibles, con promotores directa o indirectamente relacionados con recursos del Estado, situación que transparentó dos de los vicios estructurales existentes: Mafia en cuanto a tipo de mensajes y aportes económicos, y Fascismo como técnica de propagación sustentada en bienes y personal del Estado. Quienes se dedican a la docencia en ciencias políticas, propaganda y manejo de campañas, debieran recopilar toda la información disponible para usarla como base de estudio, por ser inédita. Queda un interrogante: ¿aceptarán éstos sectores políticos y corporativos participar de los costos de las duras medidas económico-sociales que se aproximan?

El debate entre candidatos aportó enseñanzas en lo comunicacional, que de ahora en más estará dirigido a justificar las medidas de gobierno que se adopten. Dado que lo político suele priorizar lo gestual y discursivo por sobre la veracidad y claridad, será importante desentrañar las consecuencias de los anuncios, detectando falacias y omisiones. Por ejemplo, en el debate no era importante polemizar sobre quién lo ganó, sino destacar que perdió la sociedad ante la ausencia de propuestas concretas. En cuanto a la experiencia política de los contendientes, puede ser un factor aceptable pero no concluyente, como muestra la perdurabilidad que presentan muchos responsables del atraso del país, y menos aún relacionarla con la credibilidad. En el debate, la declamada experiencia de Massa no se apartó de un rígido libreto elaborado por consultores catalanes y brasileños, que incluyó el detalle de toser, y un “zanchettazzo” al exigirle a Milei que explicara porque no le habían renovado una pasantía estudiantil en el Banco Central. También fue engañoso plantear “no hablemos de Macri y Cristina. Esto se decide entre vos y yo”, cuando ambos están necesariamente insertos en estructuras y contextos preexistentes, y nuestras dirigencias políticas consolidadas nunca pierden elecciones; solo se reacomodan. Finalmente, el triste ejemplo de la volubilidad de algunos dirigentes de Juntos por el Cambio al invocar neutralidad para ocultar adhesión, indica que a las oposiciones deberán evaluárselas por sus acciones concretas y no por sus declaraciones públicas.  

Buenos Aires, 20 de noviembre 2023

Del miedo virtual al real

El hecho de que el miedo haya sido inoculado a la sociedad por políticos contra políticos, indica que tras definirse la presidencia el próximo 19 de noviembre, el miedo imaginario (campaña electoral), continuará en su versión real (acciones de gobierno). Así triunfen Massa o Milei, los argentinos despertarán el lunes intentando seguir sobreviviendo en el mar, mientras los botes salvavidas estarán ocupados por oficialistas y opositores en busca de seguir manteniendo privilegios, lo que augura que por voluntad propia no harán las reformas institucionales y operativas virtuosas necesarias. Promoverlas será el desafío de organizaciones y ciudadanos alejados de los círculos de poder responsables del atraso y la pobreza. En tal sentido, el gobierno integrado por la tríada Fernández-Kirchner-Massa brinda valiosas enseñanzas.

Nuestra relación gobierno-círculos de poder la explicita Maquiavelo, cuando al referirse a los principados civiles, señala que “un príncipe hábil debe hallar una manera por la cual sus ciudadanos siempre tengan necesidad del Estado y de él. Y así le serán siempre fieles”. En cuanto a los ámbitos de poder, expresa que “el príncipe cuyo gobierno descansa en soldados mercenarios no estará nunca seguro ni tranquilo, porque están desunidos, son ambiciosos y desleales”. Vale aclarar que esta precisión refería a la política florentina del siglo XVI.

Partiendo de que el voto y el nivel de representación de los elegidos para cumplir con sus votantes marca la esencia de una democracia, el actual proceso electoral brindó un muestrario de tergiversaciones. En las internas de las PASO, con posibilidades de triunfar en la elección presidencial quedaron Massa por el oficialismo, con Bullrich y Milei como opositores. El primer análisis numérico de las PASO, según discurso opositor, indicaba que el 65% de la ciudadanía reclamaba un cambio, y terminar con doce años de kirchnerismo. Pero tras la primera vuelta electoral, que dejó a la candidata Bullrich fuera del balotaje, las dirigencias de Juntos por el Cambio mutaron de diagnóstico e ingresaron en un marco de inconsistencias e hipocresías. Mientras Bullrich y Macri acordaron el apoyo a Milei para el balotaje, los radicales Morales y Lousteau anunciaron en conferencia de prensa una curiosa neutralidad, pues de inmediato aclararon que no querían el triunfo de Milei, postura a la que se acopló Larreta. Y en cuestión de horas, Morales terminó militando por Massa. Posteriormente otros sectores políticos fueron más claros en favor de Massa, al plantear que no querían dar “un salto al vacío”, frase que hace suponer que para mantener sus consolidados privilegios conviene continuar con los pies sobre la tierra, y apoyar al Fullero entes que al Loco, según los apodos cruzados entre políticos, aunque ello implicara prolongar el gobierno de los hasta pocos días antes denostados dieciséis años de kirchnerismo (Cristina, perdona a los conversos) Moraleja, quienes darán el temido “salto al vacío”, triunfe quien triunfe el próximo domingo, serán nuevamente la postergada sociedad argentina. Estas ambigüedades y oportunismos arrojan enseñanzas e interrogantes: 1) el problema no es como votan los humildes o sojuzgados, sino como votan las clases dirigentes beneficiarias que nunca pierden elecciones, solo se reubican. Por ejemplo, cuatro gobernadores que perdieron en sus provincias, ingresaron en el Senado. 2) en una campaña en la que abundaron grandilocuencias y espiritismos para suponer que pasaría si ganara “el otro”, cabe un ejercicio místico: ¿qué cambios hubieran hecho realmente la voluble fórmula Larreta-Morales en caso de haber alcanzado la presidencia?

A partir del lunes se ingresará en los conocidos “sacrificios patrióticos”, para que nada cambie respecto a quienes legal o ilegalmente usufructúan y/o saquean recursos del Estado. Para detectar los nuevos engaños, los hechos políticos y judiciales resonantes no deberán analizarse en forma aislada, sino insertos en una trama delictiva consolidada, que permitirá observar por ejemplo, que los casos Nisman, política exterior, Insaurralde, estafas en la legislatura bonaerense, juicio político a la Corte, espionajes de la AFI, un sistema electoral amañado, entre otros asuntos, son secuencias de una trama que repite personajes, estrategias operativas, recursos propagandísticos e impunidades. Para el ejercicio de entender las tramas, y aprovechando que las dirigencias estarán abocadas a la estresante tarea de distribuir y crear cargos públicos, es importante clarificar conceptualmente los términos mafia, fascista, espionaje y corrupción, que suelen presentarse más como insultos aislados o recurso discursivo de ocasión, que como crudas realidades existentes.

Buenos Aires, 13 de noviembre 2023

Radicales libres

En química, los radicales libres son átomos inestables que disponen de uno o varios electrones de existencia independiente y corta vida, que por tener gran reactividad e inestabilidad, les permite asociarse a otras moléculas para provocar reacciones con distintos resultados y consecuencias. En una metáfora más simple, serían como futbolistas que quedaron libres, y buscan incorporarse a otros equipos modificando sus estructuras. Esta definición describe con asombrosa precisión el accionar de muchos políticos y dirigencias en general, en cuanto a posturas fluctuantes y oportunistas, carentes de ideologías.

La presente campaña mostró gran número de “radicales libres”, que se transparentó en la total ausencia de propuestas de gobierno integrales, coherentes y factibles, las que fueron sustituidas por Stand Up faranduleros, en los que los actores/candidatos se adjudicaron los motes de Fullero, Loco y Montonera, mientras sus entornos intercambian discursos banales, acusaciones groseras y promesas borrosas. En este caldo de cultivo los “radicales libres” provocaron disímiles reacciones químicas: en el oficialismo, funcionarios, sindicalistas, movimientos sociales y empresarios con prebendas acordaron unificarse solo para mantener poder y privilegios. Los “radicales libres” opositores, con escasa capacidad de adhesión, generaron un producto gaseoso y confuso. Se explica entonces que Massa anunciara los costos de transporte de los opositores, pero ocultara los costos provocados por su inflación. Que Barrionuevo apoyara electoralmente a De Pedro, días más tarde a Milei, y abandonarlo luego por culpa de Macri. Que opositores avalaran la abstención para no elegir entre el Fullero y el Loco, y que el socialismo y la izquierda llamaran a votar a Massa para evitar “un salto al vacío”, frase que supone preferir las actuales estructuras, que les aseguran privilegios para “defender a la gente” sin sufrir sus carencias. Otros preclaros políticos impulsaron votar en blanco, recurso que solo utilizó Perón, pero proscripto en el exilio. Esta abundancia de “radicales libres” permite suponer que concluidas las elecciones el 19 de noviembre, será muy complejo desarmar las estructuras mafiosas y privilegiadas, por lo que los pobres y empresarios con prebendas, seguirán siendo alimentados con bonos, subsidios y negociados. Para sostener esta hipótesis, es necesario pasar de la metáfora química a la política real, en la que los radicales no son químicos sino dirigentes, partiendo de la confluencia de tres factores: 1) cumplirse 40 años de la elección que significó la recuperación de la democracia; 2) utilizarse la memoria del entonces triunfador Raúl Alfonsín para ocultar responsabilidades propias, malas praxis y corrupciones, como desde hace décadas se hace con Perón; 3) ejemplificar el daño que producen en los partidos los “radicales libres”, en este caso con la actuación de dirigentes radicales, de acuerdo a la siguiente cronología.

Junio 1989: Ante la crisis, Alfonsín renuncia a su cargo de presidente. Sufrió 13 paros generales de la CGT. Elecciones 1999: triunfa la Alianza De la Rúa (UCR)-Alvarez (parte del PJ). En octubre del 2000 renuncia Alvarez provocando una crisis, pese a lo cual años más tarde fue premiado por el kirchnerismo con cargos diplomáticos. En diciembre del 2001 cae De la Rúa. Elecciones 2003: tras la renuncia de Menem a una segunda vuelta, asume Kirchner. El candidato Moreau (UCR) tuvo el 2,34% de los votos. Febrero 2005: triunfa Gerardo Zamora en Santiago del Estero (UCR), para luego incorporarse a la transversalidad kirchnerista. Elecciones 2007: se presenta la coalición Lavagna (PJ)-Morales (UCR). Elecciones 2011: triunfa la fórmula Cristina Kirchner (PJ)-Julio Cobos (UCR). La fórmula de Ricardo Alfonsín (UCR) con González Fraga, que sumó el 11,14% de los votos, llevó al empresario De Narváez como candidato a gobernador en provincia de Bs. As. La familia Moreau se pasó al kirchnerismo con cargos. Elecciones 2015: triunfa Juntos por el Cambio. No hubo fugas radicales. Elecciones 2019: triunfa Alberto Fernández (PJ), y Ricardo Alfonsín pasó al kirchnerismo con cargo diplomático. Elecciones 2023: Juntos por el Cambio queda fuera del balotaje. Morales y Lousteau (bautizado radical ya adulto), aconsejan la neutralidad, pero aclarando que harán lo posible para que no triunfe Milei. En un acto de campaña con la presencia de Massa, Moreau y su hija, Santoro, el sindicalista Palazzo y el comediante Artaza, se pusieron los mamelucos radicales para cantar eufóricos “Sergio Massa presidente, de la mano de Alfonsín».

Pensar que Alem tras su decisión de suicidarse, deprimido por sus luchas políticas, dejó una frase que se tomó como principio: Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. ¡Sí, que se rompa, pero que no se doble!”

Buenos Aires, 06 de noviembre 2023

Mujeres y niños últimos

La situación económico-social se asemeja a un naufragio en el que el capitán y los oficiales responsables del siniestro (políticos que conducen la nave), al depositar los botes salvavidas en el mar y organizar la evacuación, en lugar de ordenar “primero las mujeres y niños” (los ciudadanos comunes), se arrojan sobre los botes dejando un tendal de víctimas en el mar. Como ello sucedió en el naufragio 2001-2002, debiera preocupar que gran parte de la oficialidad de entonces conduzca la nave que hoy se encuentra en zozobra. Por ello es importante avizorar cómo se ocuparán los botes salvavidas cuando el próximo 10 de diciembre la actual nave desaparezca en el mar, para que los pasajeros (ciudadanos), organicen estrategias de autoprotección.

La reflexión considera que la conducción del barco incluye a oficialistas y opositores, pues como nunca antes, en esta campaña se verificó que dichos roles son fácilmente intercambiables en acuerdos políticos de coyuntura. Dado que el discurso político es el instrumento que interconecta a la conducción del barco con los pasajeros (léase ciudadanos), vale una frase de Maquiavelo en la dedicatoria de su obra “El príncipe” a Lorenzo de Médicis: “No he engalanado ni hinchado esta obra con cláusulas interminables, ni con palabras ampulosas y magníficas”. Pues bien, esta cualidad no la tienen las siempre exuberantes declaraciones políticas, que obligan a que sean los ciudadanos quienes desentrañen lo que ocultan. En cuanto a las relaciones personales entre la oficialidad que conduce la nave-país, que pueden pasar de insultos y agresiones a llamados a la unión nacional sin estaciones intermedias, y su facilidad para cambiar de criterios y alineaciones partidarias en el término de días, meses o pocos años, por ser conocidas e inevitables no serán factores a considerar en el presente análisis, pero por ser ilustrativo, se mantendrá el léxico empleado por la oficialidad política para identificar a los principales candidatos a presidente: el Fullero, el Loco y la Montonera.

Establecido el contexto, incursionemos en la campaña comenzando por el asumido capitán de facto de la nave. Al estar el presidente y su vice ocultos en camarotes, el candidato Massa se presenta ante la sociedad con un hablar pausado refiriéndose a un futuro idílico (desarrollo, equidad social, derechos, tecnología, energía, país federal), y algunos mimos a los radicales en forma genérica, pues la regla propagandística llamada “de unanimidad”, impide especificar “viejos dirigentes radicales”. Sus escenografías, con tonos celestes y blancos carentes de identificaciones o simbologías partidarias, deben catalogarse como una inteligente estrategia visual. Para evitar el caos entre los pasajeros (ciudadanos), su discurso omite que en las salas de máquinas el agua está entrando a raudales, a través de la inflación, pobreza, política cambiaria elitista, y deudas externas e internas impagables. Teniendo las mayores posibilidades de conducir la próxima nave-país, los esfuerzos se concentran en como manipular la próxima votación, incluyendo la práctica del robo de boletas y falseamiento de actas de mesas, lo que explica porque ni aún en gobiernos de unidad, nunca se aprueba la lista única de papel. Véase el caso actual de la elección de intendente en la ciudad de La Plata. 

En cuanto a la oficialidad formada en la escuela del Cambio, tras la derrota ingresó en tal clima de exaltación que olvidó aplicar la falacia discursiva consistente en decir que “el voto es de la gente, no de los dirigentes”. La vicepresidenta de la convención radical, María Luisa Storani, declaró el lunes por radio que aconsejaría a los convencionales respaldar a Massa. La doctora Carrió, desde su residencia envió un tuit señalando que su espacio no apoyaría ni al Fullero ni al Loco. En la mañana del miércoles la Montonera anunció que ella, Petri y Macri (quien salió de su camarote), apoyarían al Loco. El circuito cerró con una confusa declaración de prensa de Morales y Lousteau, en la que tras agresivos comentarios contra la Montonera y Macri, señalándolos como únicos culpables de la derrota, dieron paso a dudosas definiciones, como anunciar que la UCR se mantendría neutral, término que significa imparcial, ecuánime, por lo que es muy híbrido para fijar una postura institucional clara. A lo sumo hubiera correspondido dejar a criterio de los votantes la decisión, lo que incluía a los propios dirigentes. Las sospechas aumentaron cuando ambos afirmaron con énfasis que nunca votarían a Milei, pero nada dijeron respecto a Massa. Y erróneamente expresaron que la gente les dio el rol de opositores, cuando en realidad los votó para encarar un verdadero cambio, y la elección aún está abierta. Por lo que se propone que Morales y Lousteau expliquen cómo, de triunfar el Fullero, los legisladores que accedieron al cargo en las listas del Loco y la Montonera, que sumaron el 53,90 % de los votos, defenderán “a la gente”.

Mientras lo analizan, los pasajeros de la nave-país en zozobra, preventivamente deberán comprar salvavidas individuales. La oficialidad responsable ya tiene asegurados los botes.

Buenos Aires, 30 de octubre 2023

Tres tristes tercios

Plantear el mantenimiento de tercios una vez definidos los dos candidatos a presidente que competirán el 19 de noviembre para definir quién conducirá el país a partir del 10 de diciembre parecería absurdo,  pero no lo es si se analiza el contexto político. Massa, Milei y Bullrich en ese orden, sumaron casi el 91 % de los votos positivos, con una concurrencia del 77,6 % de los electores habilitados, la más baja desde el año 2007. Lo relevante es la sorpresa que causó, dados los indicadores récord de pobreza, inflación, degradación de servicios públicos y endeudamiento externo e interno del país, que Massa obtuviera el primer lugar holgado con el 36,68 % de los votos, si bien significó la peor elección de la historia del peronismo unido.

Para explicarlo, en diversos ámbitos de opinión, sean periodísticos o privados, se apela a una hipótesis tan recurrente como superficial, que señala que los pobres no saben votar, y que el ciudadano en general es complaciente con la corrupción. Sin embargo, dado que las corrupciones institucionales permanentes nacen en los altos estamentos políticos, sería más lógico preguntarse a quien votaron los beneficiarios  públicos-privados del saqueo de recursos estatales. En cuanto a “ver la corrupción”, seguramente los vecinos de Lomas de Zamora y de otros municipios empobrecidos, ven el enriquecimiento de sus autoridades, por lo que el interrogante debiera ser cómo es posible que no lo vean los legisladores provinciales o consejos deliberantes que comparten espacios políticos desde hace décadas, y están integrados por quienes dicen representar a los ciudadanos. Cabe ahora una pregunta  más trascendente, por involucrar a quienes se dicen opositores: ¿ante un gobierno manifiestamente inepto y plagado de malas praxis, como fue posible que no triunfara la oposición, en especial la consolidada Juntos por el Cambio? Lograr respuestas consistentes en este punto, será importante para avizorar comportamientos a partir del 10 de diciembre próximo.  

En el proceso electoral, el oficialismo sostuvo su reconocida avidez de poder apelando a recursos tradicionales, como campañas de alto costo y maliciosas, demagogia, clientelismo explícito y amenazas, pero especialmente empleando estrategias discursivas y visuales acordes solo para las coyunturas económico-sociales presentes. Por eso la recurrente escenografía de izquierda progresista conformada por pañuelos blancos, intelectuales sesgados, artistas de ocasión y adherentes irrestrictos que acompañaban los monólogos de Cristina Kirchner, con Massa mutó en una de derecha, con presencia del sindicalismo más rancio, y apoyos de sectores empresarios y financieros beneficiarios, como Mendiguren, Rubinstein, Brito, Urtubey y el grupo Manzano, entre otros. Ante ello la izquierda, tras el arrebato de Grabois al decir que “a Massa no lo voto ni en pedo”, entendió los intereses personales convergentes, y lo apoyó para que alcanzara el 36,68 % de los votos. Una estrategia compartida con Cristina Kirchner fue la de presentarse ajeno a este gobierno, y que Massa jamás esbozara un plan del que sería “su gobierno”.  

En el campo opositor, Juntos por el Cambio a partir del resonante triunfo electoral del 2021, en lugar de consolidarlo y acrecentarlo lo dilapidó. Dirigentes como Macri, Larreta, Morales, Bullrich, Carrió, Juez, Vidal, Grindetti, los fluctuantes Lousteau y Jacobitti, los desaparecidos Manes y Stolbizer, Carolina Losada contra Pullaro en Santa Fe, entre otros, se dedicaron a intercambiar mohines o tuits para expresar desagrados o “límites” personales, haciendo  gala de un vicio imperdonable en política: la necedad, que llevó a sustraerle a muchos ciudadanos la posibilidad de votar un cambio confiable. Milei por su parte, ensoberbecido con el sorpresivo éxito electoral en las PASO que con escasos recursos económicos lo ubicó como el candidato más votado,  en lugar de avanzar con la planificación de una campaña más coherente entre propuesta y discurso, continuó con un histrionismo absurdo, sin contención  de quienes lo rodeaban. En ambos casos el resultado fue que personajes que se presumen inteligentes y experimentados, sucumbieron ante la rocosa maquinaria de poder responsable de la pobreza y degradación del país, que los desarmó con un cartelito casi infantil: “Si gana Bullrich o Milei el boleto de tren valdrá 1000 pesos”.

De Juntos por el Cambio es de esperar que se reconfigure en niveles de conducción y estratégicos racionales, porque en su carácter de oposición tendrá una ardua tarea. En cuanto al rocoso aparato electoral oficial, se encuentra abocado a activar el repetido recurso usado en situaciones de crisis: pescar algunos figurones opositores para dar una pátina de “gobierno de unidad nacional”, y compartir costos con las duras medidas que se avecinan.

Buenos Aires, 25 de octubre 2023 

Puntos en rebelión, a votar

Ante cada elección, vuelve a la memoria una escena icónica del clásico policial “El tercer hombre” del año 1949 con guion de Graham Green, porque sirve como metáfora para representar la distancia que existe en nuestro país entre dirigencias y ciudadanos. En la Viena de posguerra, Harry Lime, interpretado por Orson Wells, ofrece a su amigo de la infancia Martins, desocupado en Estados Unidos, que trabaje con él en Viena. A su arribo Martins es informado que Lime acababa de morir atropellado por un auto, y presuroso se dirige a su entierro. Policías presentes lo interrogan respecto a su relación con Lime, y le informan que traficaba en el mercado negro penicilina adulterada, causando centenares de muertes, en especial niños. Al descubrir que Lime había simulado su muerte para evitar ser detenido, consigue reunirse con él en el Prater, el parque de atracciones más viejo del mundo. Para hablar a solas, suben a una cabina de la famosa rueda giratoria Noria Grande, y estando a 70 metros de altura Martins le reprocha las víctimas de su negocio. Señalando a quienes circulaban por el parque, Lime le responde: Víctimas? Mira ahí abajo; de verdad sentirías pena si un punto de esos dejara de moverse para siempre? 

Desde las alturas de sus privilegios que llevan décadas, nuestros políticos podrían formular la misma respuesta, mientras observan a ciudadanos anónimos reproducirse en cantidad y pobreza sobre el terreno. En campaña electoral intentan acumular “puntos” (votantes), mediante dos formas: en democracias virtuosas a través de gestiones que propendan a un bienestar general con equidad democrática, y en autocracias de baja calidad institucional, acumulando “puntos” en bolsones divididos en franjas sociales, según se los capten mediante privilegios, prebendas, bonos, heladeras o colchones. Esta repetida estrategia recuerda al reflejo condicionado de Pavlov, consistente en que el sujeto reaccione de una misma manera ante un mismo estímulo, en este caso vía dinero, clientelismo o promesas. La limitación del método es que al repetirse los mismos estímulos en el tiempo, alcanzan un punto de saturación que diluye los efectos en el sujeto, lo que pareciera observarse en el caso argentino, tras haber mantenido las mismas prácticas por al menos 34 años, si se parte de la hiperinflación de 1989. Por tal razón la presente propaganda electoral solo desnudó hipocresías y falacias políticas, mientras los clásicos “puntos” ciudadanos, hartos del engaño, atraso, pobreza e inflación, se han rebelado. Llegados a esta instancia, surge un interrogante: ¿cómo canalizar de modo positivo esta saludable rebelión ciudadana, considerando que los privilegios políticos permanecerán en las alturas y los “puntos” ciudadanos se mantendrán en tierra, una vez terminada la puja electoral?

En lo inmediato, tratando que las hipocresías actorales, discursivas y propagandísticas no se repitan en la segunda vuelta que concluirá el 19 de noviembre. Destaquemos algunas de ellas: 1) No se presentaron propuestas de gobierno concretas e integrales, las que se reemplazaron por debates teóricos sobre dolarización y bimonetarismo, que obviaron mencionar el total de deuda pública en moneda nacional y extranjera, incluidas las previsiones por juicios en trámite o perdidos (caso YPF), que recibirá el próximo gobierno. 2) Mientras Massa lo aumentaba groseramente y Bregman lo ignoraba, Bullrich, Milei y Schiareti mencionaron bajar el déficit fiscal, sin clarificar dos acciones imprescindibles que deberán acompañar las dolorosas medidas económicas que se avecinan: la reformulación de la ineficaz estructura institucional-burocrática y el combate concreto contra la corrupción entroncada en dichas estructuras. Al respecto Milei mencionó tener ocho ministerios y Bullrich entre ocho y diez. 3) La frivolidad propagandística de campaña se plasmó en la organización de los debates, con un armado escenográfico digno de un show musical, en la que cinco actores (perdón, candidatos), discutían entre ellos sus prontuarios, y sin indicar el qué, el cuándo y el cómo de sus vagas promesas. Para evitar desbordes emocionales, los organizadores excluyeron de los temas “que pidió la gente” a la corrupción.

Como ejemplo del mantenimiento de viejas e hipócritas prácticas discursivas,  se destaca por su creatividad Massa, cuando planteó que los candidatos se sometan a un análisis psicológico, sutileza que omite que en el país se mantienen las leyes, o su capciosa interpretación, que permiten que procesados o condenados por corrupción pública puedan ser Presidente, Vice, ministros, legisladores y altos funcionarios en general. Solo resta exigir que partir del lunes 23 los candidatos elegidos abandonen sus “estímulos” discursivos adormecedores, y expliquen a la sociedad que decisiones adoptarán el 10 de diciembre próximo, y que proyectos de ley a presentarán en las sesiones legislativas extraordinarias, para lograr “tener un país normal”.

Buenos Aires, 18 de octubre 2023