Engaños, omisiones y mentiras

El atentado contra la vicepresidenta, más allá de las hipótesis manejadas respecto a sus autores,  podría tomarse como punto de partida para establecer pautas analíticas que permitan al ciudadano común, desde ahora hasta las elecciones del 2023, ejercer la capacidad de detectar engaños, omisiones y mentiras contenidas en los mensajes y acciones políticas, y plantear preguntas que las diversas dirigencias evitan responder. Ello urge ante los peligrosos juegos de poder ajenos a la gravedad económico-social de la ciudadanía.

Maquiavelo señalaba: “Hay tres casos de cerebros: el primero discierne por sí; el segundo entiende lo que otros disciernen, y el tercero no discierne ni entiende lo que otros disciernen. El primero es excelente, el segundo bueno y el tercero inútil”. Dado que en la política moderna los mensajes destinados a las masas se elaboran desde el poder por quienes disciernen, las reflexiones ciudadanas tendientes a desnudar sus falsedades, incongruencias y objetivos ocultos deben centrarse en acciones y frases de conocimiento público, de veracidad verificable a través de medios audiovisuales y transcripciones periodísticas textuales. Las conclusiones e hipótesis deben formularse en forma clara y entendible para los tres tipos de cerebros, virtud didáctica que suele lograr determinado humor político, sea discursivo (Tato Bores, Pinti), o gráfico (Sabat), entre otros ejemplos. Por eso los políticos los temen más que a los declarantes delirantes o amenazantes.

Ya se mencionó que el uso de la palabra “odio”, sentimiento inexistente como fenómeno social en nuestro país, es instalada por funcionarios y adherentes al gobierno para generar polémicas que disimulen las urgencias económico-sociales y el intento de desactivar causas judiciales. Pero como todo análisis debe evitar acotarse a hechos aislados o anecdóticos (que es uno de los recursos para entretener y confundir), sino integrarlos a una secuencia de acciones que conforman el llamado contexto político, en democracia las responsabilidades del gobierno deben confrontarse con las de la oposición. De este modo se observa que opositores y medios críticos potencian el debate citando ejemplos popularmente conocidos de dirigentes oficialistas “odiadores” en lugar de argumentar respecto a la inconsistencia de la estrategia del “odio”. Ello plantea como hipótesis si tal ingenuidad responde al vicio de la necedad, o surge de compartir con el oficialismo la impotencia de presentar propuestas concretas que atiendan a la problemática social vigente. Refrenda esta sospecha la larga convivencia entre las mismas dirigencias políticas, sindicales y empresarias.

Sabiendo que alinearse tras un único término o mensaje promueve el fanatismo, que es el objetivo de los tiranos y autócratas, deben identificarse los relacionados y omitidos tras el término “odio”, tales como corrupción, persecución política, impunidad política, inocencia, juicio oral, acusación, crisis, ajuste económico, campaña electoral, o incongruencias entre mensajes simultáneos (odio y diálogo).

Otra técnica a considerar, es que los mensajes y opiniones dirigidas al pensamiento masivo (todos saben lo que significa odio), deben potenciarse con escenografías que apunten al contagio emocional masivo, y exhiba la relación entre superioridad de dirigentes en el palco, e inferioridad de los dirigidos y adherentes en el llano. No en vano, el éxito de las convocatorias se evalúa según la cantidad de concurrentes. Tampoco es casual que los despliegues propagandísticos como actos, giras, convocatorias o similares, los realicen funcionarios y dirigencias corporativas directa o indirectamente relacionadas con privilegios emergentes de recursos públicos, por lo que no afrontaron ni afrontarán los perjuicios de las malas políticas, ni se considerarán incluidos en lo que publicitariamente denominan “la gente”. Destacar este aspecto es importante, porque explica que tales costosos despliegues rutinarios basados en intereses sectoriales que saturan los debates públicos, ignoren u oculten las temáticas de inflación, pobreza y corrupción.

Otro instrumento esencial propagandístico tras el cual se escudan los mediocres, es el uso de símbolos (Patria, Próceres, Historia). El atentado a la vicepresidenta reactivó dos oportunismos políticos a los que se apela en momentos de desesperación, que se analizarán en la próxima reflexión: el peronismo y la Virgen.

Buenos Aires, 14 de septiembre 2023