Naufragio político 2022

Las metáforas son útiles y didácticas cuando facilitan la comprensión de hechos actuales al asemejarlos con sucesos pasados diferentes pero de similar significación. Asociar política con naufragio por ejemplo, indica una situación económico-social extremadamente crítica. En su momento, el hundimiento del Titanic en el 1912 exhibió tres aspectos que sirvieron para ilustrar la crisis de los años 2001-2002: 1) la soberbia propagandística, al plantear al trasatlántico como inhundible, por lo que contaba con escasos botes salvavidas; 2) la impericia conductiva, que ignoró diversas señales previas de peligro; 3) una mayor cantidad de víctimas entre los pasajeros vulnerables de tercera clase ubicados bajo cubierta. En la crisis 2001-2002, la soberbia propagandística se tradujo en una alianza conformada por un presidente radical y un vice peronista, este último en el rol “témpano” criollo, al renunciar a diez meses de asumido. La impericia conductiva se plasmó en una reformulación de deuda externa ineficaz conocida como blindaje; una reforma laboral sospechada de coimas, y un partido radical que no sostuvo al presidente. En cuanto a las víctimas, en su mayoría fueron trabajadores comunes a los que se les confiscaron ahorros y se los sumergió en la pobreza. La principal diferencia es que el Titanic se hundió con el capitán y varios oficiales, mientras que la oficialidad criolla se salvó en casi su totalidad, al punto que el ícono del naufragio Carlos “Chacho” Alvarez, fue protegido por la naviera política ubicándolo en cargos diplomáticos en el exterior.

La crisis actual se asemeja a un naufragio más cercano en el tiempo, protagonizado por el crucero Costa Concordia en enero del 2012, hundido parcialmente tras chocar contra una roca frente a una isla de la Toscana (Italia). El siniestro se debió a graves errores humanos de su capitán Francesco Schettino y el primer oficial Ambrosio, al navegar más cerca de la costa que lo permitido, no emitir señales de auxilio, y demorar la operación de evacuación, lo que impidió utilizar la mayor parte de los botes salvavidas debido a la rápida inclinación del barco. Lo insólito fue que cuando desde la central naviera se comunicaron con el capitán Schettino en plena emergencia, este se encontraba en un bote salvavidas y se negó a volver al barco. Arrestados y juzgados el capitán y el primer oficial, fueron condenados a 16 años de cárcel. El saldo fue de 32 muertos y 4229 personas evacuadas con distintos daños.

De esta última catástrofe surgen tres similitudes metafóricas con la crisis actual: el crucero (llamado Argentina), se encuentra escorado a plena luz del día, debido a la impericia conductiva del capitán y sus primeros oficiales (Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa), carentes de rumbo y carta náutica (programa de gobierno), y sin hacerse cargo del salvataje de los angustiados pasajeros (ciudadanos). En lugar de ello, cual capitán Schettino, pujan por deslindar responsabilidades abandonando la cabina de mando e intentado huir en los escasos botes salvavidas utilizables, mientras el personal del crucero Argentina sin distingo de jerarquías, intercambian acusaciones, ironías, cartas y mensajes públicos. Por ejemplo, la encargada de relaciones públicas de la naviera llamó mequetrefe al capitán. Todo ello ante el estupor de los pasajeros (ciudadanos), librados a su suerte.

La novedad respecto a los naufragios de 1912 y 2012, es la aparición de fuertes nepotismos en las conducciones. Es así como un sofisticado pensador  y directivo de la naviera familiar Frente de Todos llamado Máximo, a voz en cuello explica cómo ante una emergencia habían actuado en el pasado el capitán Néstor (su papá) y la capitana Cristina (su mamá). Resaltando además que el astillero La Cámpora no era responsable de los desatinos del capitán y sus oficiales.

En paralelo y dando por sentado el desguace del crucero Argentina (sucedió con el Costa Concordia), gran número de viejos y renovados capitanes aspirantes a conducir la nueva versión en construcción del crucero Argentina II, a ser botado en diciembre del 2023, están gestionado que el nuevo diseño tenga capacidad para mayor número de oficiales, aunque sea a costa de disminuir las dimensiones de los camarotes de pasajeros, quienes eventualmente viajarían subsidiados por los que nunca pisaron un crucero. Otros conocidos capitanes utilizan viejos catamaranes para captar pasajeros desencantados, promocionando circuitos fluviales bajo la etiqueta “ancha avenida del medio”, y de este modo poder subsistir en el negocio marítimo político. Durante estos procesos, quienes aún permanecen en el crucero escorado Argentina, tratarán de sobrevivir como puedan.

Buenos Aires, 13 de abril 2022